Trumpismo cubano ficha a famoso ‘influencer’ para combatir a ‘los Castros’. | Opinión

Vendepatria, traidor, cualquier acusación era potable en el feroz mundo de la política exiliada, pero quedaba cierta urbanidad. Si te sentenciaban al desprecio político no hacía falta divulgar que tu mujer se acostaba con el vecino o que tenías hemorroide Imagen cortesía de el Nuevo Herald.

POR JORGE DÁVILA MIGUEL* —— Fuente: Blog de Jorge Davila Miguel

Había una vez en que el debate político miamense sobre Cuba tenía lugar en la radio, la televisión, y también en estas páginas.


Tirios y Troyanos tirándose de los pelos, pero con cierta clase y contención. Armando Pérez Roura podía llamarle comunista a quien no estuviera de acuerdo con él.

Vendepatria, traidor, cualquier acusación era potable en el feroz mundo de la política exiliada, pero quedaba cierta urbanidad. Si te sentenciaban al desprecio político no hacía falta divulgar que tu mujer se acostaba con el vecino o que tenías hemorroides.

Pero ahora se abre una nueva era en el combate por la libertad de Cuba. Es la era de los pinos nuevos, como diría José Martí. Sangre joven, arrojo en la palabra, voces nuevas que eleven a la estatura del himno nacional cubano la causa de la lucha contra el comunismo y los infiltrados en Miami. Se suman las nuevas tecnologías al viejo sueño de acabar con “los Castros” en la revolucionaria plataforma del YouTube. Un moderno frente de batalla. Con los influencers, el combate ideológico exiliado se reinventa.

Pero ¿qué es un influencer? Un influencer es una persona que habla muy bien y tiene carisma, no necesariamente debe ser inteligente o culto, pero sí vivaz e informado, y que sea capaz, como su nombre indica, de influir en los demás. Y la misión más usual de un influencer es convencer a su público para que compre algo. Lo que se vende no es importante, lo importante es vender.

Alguna vez en el futuro, cuando al fin se escriba la historia de estos difíciles tiempos de la diáspora exiliada en lucha contra el diablo comunista, sabremos quién, dentro de los altos rangos de su dirigencia política, tuvo el genio de entender que a la causa de la libertad de Cuba no le servía ya Radio Mambí, ni Radio y TV Martí, o los Municipios Cubanos en el Exilio. Que lo que le hacía falta a la causa de la libertad de Cuba era ¡un influencer!… o varios, ¡o muchos!

Por eso ha sido decidido que una especie de relevo generacional para los viejos promotores del anticastrismo radical (trumpista) de Miami sean los influencers.

Aunque no sin ciertos reparos. Algún preocupado combatiente objetó que los influencers eran demasiado aficionados al reguetón, las malas palabras, el chisme y el improperio, del insulto grosero e incluso de la calumnia “ya fuera con fundamento o sin él” (sic). Pero sus argumentos fueron rechazados por la dirigencia exiliada trumpista porque como bien se sabe, el fin justifica los medios, y el fin de una Cuba Libre –– subrayaron–– justifica cualquier infamia que se cometa en el camino.

Aunque desde afuera las críticas no paran. Se sostiene que permitir que la revolucionaria técnica del influencer tome la función de portavoz, moderador o impulsor de la política exiliada ––como apoyar a Trump–– constituye un catastrófico error, algo vulgar e indigno. No se le debe entregar a los influencers el departamento de agitación y propaganda de la contrarrevolución exiliada. Que como vamos la cosa va bien.

Por eso, gracias a dios, en un gesto de innegable patriotismo, Mario Díaz-Balart dio un paso definitivo. Llevó a la nueva promesa del ideario radical exiliado, Alexander Otaola, ante el sumo sacerdote, “el hombre” de todas las causas y en particular de la causa de la libertad de Cuba: Donald Trump.

Contemplar a Trump y a Otaola dialogar en aquel reducido espacio con Díaz-Balart de traductor, en una conversación patriótica, decidiendo por enésima vez el final de Cuba, Venezuela y Nicaragua fue conmovedor. Algún día ese momento será objeto de un cuadro alegórico a los grandes momentos de la historia, como por ejemplo el del cruce de George Washington por encima de las rizadas aguas del río Potomac.

Sea esta columna de homenaje a ese encuentro, un humilde preludio de lo que será dicha pintura. No nos confundamos, Alex Otaola es justamente lo que necesita el exilio radical cubano para vencer a “los Castros” y sus infiltrados. Otaola se merece al exilio radical y lo que se merece el exilio radical es precisamente Otaola.

Solo un detalle: ¿qué pasará con la Lista Roja que le prometió a Trump aquel día? Les prohibirán a los artistas cubanos enlistados entrar a Miami o los dejarán entrar para reeducarlos, como a Gente de Zona, o para azotarlos como se merecen en la plaza pública. Que nada nos asombre. Si algo tiene Otaola es que siempre es muy simpático, y folclórico.

*Analista político y columnista de CNN en Español. Twitter: @jorgedavilaCNNE.

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