Camino a la impunidad

Cuando el debate público supera sus posibilidades de imponer una narrativa específica apelan a la versión digital de dar un piñazo sobre la mesa, y es publicar su opinión en los medios masivos sin darle la misma oportunidad a otros.

Por: Harold Cárdenas   — Lema Fuente: jovencuba

El jueves 16 de enero un funcionario del gobierno cubano publicó en su blog un listado de medios independientes a los que acusó de “plataformas para la restauración del capitalismo en Cuba”. El primer día pocos denunciaron la publicación. El segundo día varios de los sitios mencionados presentaron dificultades en su acceso desde la isla. Al tercer día, el perfil de Facebook de la emisora estatal Radio Progreso ofrecía a los “ingenuos” y “desinformados” el listado en cuestión, aclarando que solo eran “los sitios más reaccionarios”. Al parecer omitieron algunos, pero es una lista en construcción.

Heberto Padilla quiso ser el Solzhenitsyn de Cuba. Un error fatal”, narrado por el escritor Norberto Fuentes quien desgrana en “Plaza sitiada. “Un libro para mis enemigos” su versión de la famosa sesión de autocrítica forzada del poeta en 1971, durante el llamado “Quinquenio Grisˮ…

Hoy es el cuarto día y las señales siguen siendo caóticas. Radio Progreso publicó lo que quizás fue un exceso de entusiasmo, pero pronto lo retiró de su perfil.

La estrategia de un puñado de censores bien posicionados en torno al Departamento Ideológico del Partido Comunista y otras instituciones, sigue siendo injuriar a sus objetivos utilizando personas y espacios desechables, de ser posible sin involucrar a las instituciones. Por supuesto, cuando el debate público supera sus posibilidades de imponer una narrativa específica apelan a la versión digital de dar un piñazo sobre la mesa, y es publicar su opinión en los medios masivos sin darle la misma oportunidad a otros.

Así, durante la campaña contra el “centrismo” en el verano del 2017, los lectores de Cubadebate y Granma conocieron la opinión de Enrique Ubieta y Elier Ramírez Cañedo, nunca la de Silvio Rodríguez, Carlos Alzugaray o Israel Rojas. La guataconería con los dirigentes y la «mano dura», similar a la extinta Unión Soviética, siguen resultando profesionalmente ventajosas, a diferencia de asumir riesgos y cambiar dinámicas obsoletas.

¿Cómo llegamos a tener una política donde los funcionarios hacen acusaciones sin mostrar evidencias y las instituciones parecen tener un carácter bipolar? Los orígenes pueden buscarse décadas atrás, o en fecha tan reciente como el 2017 con el ascenso a esferas de influencia de personas con agendas personales radicales, pero hay antecedentes más cercanos.

Quien publicó la lista original de medios «pro-capitalistas» (tremendamente distintos unos de otros) es el director de CubaSí, Manuel H. Lagarde. No es la primera vez que este funcionario participa en un acto de bullying digital, en el verano de 2017 y junto a Iroel Sánchez fue uno de los protagonistas de la persecución digital que hoy buscan normalizar en Cuba. Gracias a eso, su influencia estaba en ascenso.Hace apenas un año y medio ocurrió algo llamativo: el presidente respaldó en público al sector inquisidor dentro del gobierno cubano. Durante años e incluso en los momentos más candentes en el 2017, Raúl Castro no había tomado partido en el debate público entre funcionarios e intelectuales sobre cuáles debían ser los límites del debate nacional.

Iroel Sánchez (izquierda) y Manuel H Lagarde (derecha) junto al Ministro de Comunicaciones de Cuba, Jorge Luis Perdomo

El 15 de julio de 2018, el recién nombrado presidente Miguel Díaz-Canel clausuró el X Congreso de la UPEC en un discurso donde no mencionó a ningún periodista en funciones, pero si a un funcionario: Lagarde.

Refiriéndose a un texto donde el director de CubaSí se dedicaba nuevamente a las acusaciones ambiguas, el presidente dijo en tono elogioso: “M. H. Lagarde, ha dibujado con ironía, pero sin eufemismos, la nueva clase de líderes que se nos vende, desde esos espacios. Recomiendo la lectura completa de Los Nuevos Revolucionarios”. Acto seguido leyó el fragmento más visceral del texto. Esto ocurrió en unos minutos, pero fue exhibido ese día en el Noticiero Nacional, en el periódico Granma y en cuanto medio provincial que respete las orientaciones del Partido. Estoy lejos de ser un actor imparcial en ese tema porque entendí inmediatamente que uno de los enjuiciados era yo y publiqué una respuesta,  Lagarde confirmó su acusación hacia mí días después. Ser un “nuevo revolucionario” debe ser lo más elogioso que me han dicho.

El presidente Miguel Díaz-Canel en la clausura del X Congreso de la UPEC hizo alusión en su discurso a: “M. H. Lagarde, ha dibujado con ironía, pero sin eufemismos, la nueva clase de líderes que se nos vende, desde esos espacios. Recomiendo la lectura completa de Los Nuevos Revolucionarios”. Imagen Clausura del X Congreso de la UPEC. Foto: Presidencia de Cuba

Pero, ¿cómo el director de un medio nacional puede animar campañas de desprestigio y hacer un listado de enemigos oficiales? ¿Por qué no sabemos aún la razón de que el sábado no se pudo consultar tales medios? ¿Cómo se llega a tener tal impunidad en Cuba? Premiando y alimentando a quienes encienden hogueras en tiempos que requieren unidad.

Gente así es útil para las purgas internas, pero fragmentan una sociedad y generan heridas que perduran en el tiempo. A la impunidad se llegó con la soberbia de unos, la indiferencia de otros y los errores del presidente. No significa que no tenga solución. Quien empoderó a este grupo también puede ponerle coto, en esta ocasión la pelota está en cancha presidencial.

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