MICROANALISIS – Por Dr. José R. Alfonso.
Desde La Habana. Concluye el 2012 con una frase de Raúl Castro que sintetiza la disyuntiva de vida o muerte de la Revolución Cubana,” hay que eliminar las trabas que frenan las fuerzas productivas”. ¿Acaso el modelo socialista de producción adoptado por Cuba, copia al carbón del soviético, se ha mostrado tan eficiente durante 54 años que no merece ser totalmente cambiado? Un viejo refrán estadounidense reza: lo que marcha bien, no se repara.
Los EE.UU. ganaron el conflicto político – económico durante la Guerra Fría -aunque perdieron la guerra de inteligencia contra los soviéticos a causa de su excesiva dependencia de los medios tecnológicos – financieros para hacer frente a problemas insolubles- la implosión de la URSS no fue producto de una estrategia diseñada por sus enemigos externos, ni de las grietas que en su muro de contención provocaron el Glasnot y la Perestroika, sino como consecuencia de un proceso lógico y continuado de desgaste y fatiga política de un sistema filosófico, hermoso en sus fundamentos teóricos e irrealizable en la práctica por los hombres: pleno de trabas burocráticas, acompañado por un sistema económico de producción que provocó su estancamiento, lo cual trajo consigo la reducción de su agricultura a niveles mínimos de productividad, un enorme atraso tecnológico, y la desestimulación material de las fuerzas laborales -cualquier semejanza con la isla de Cuba no es mera coincidencia- factores que en su conjunto llevaron no solo a Moscú a la debacle sino que arrastró a todo el campo socialista europeo incluyendo al pequeño país caribeño (Cuba-Periodo Especial).
Han pasado seis años de la entrega del poder constitucional del país a su vicepresidente Raúl Castro Ruz, entonces conocido por (c/p) El Ministro, por el cargo que desempeñaba al frente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, las FAR (siglas en español), quien por qué negarlo, está logrando aunque muy lentamente, realizar algunos cambios, sea o no del agrado de algunos, dentro de una sociedad que reclama a gritos no tener que “luchar” (“robar”) para tener una mejor calidad de vida.
Como Analista y Consejero Político no tomo partido, ni soy amante de loas, pero no por ello dejo de reconocer que un micro perfil del actual Presidente de la Isla lo muestra como un hombre sencillo, gústenos o no, con hábitos y costumbres inherentes al ser humano, pragmático, no amante del espectáculo o del show político, capaz de asesorarse con profesionales de diferentes materias y consultar con estos antes de tomar decisiones importantes, las cuales adopta de forma mesurada, velando con celo por los hombres bajo su mando aún y cuando no están cerca de su entorno. Sobre todo se trata de un hombre de familia y amigos, que ya había demostrado su capacidad de organizar y convertir una masa de campesinos y obreros sin preparación militar en una fuerza armada, capaz de defender, con razón o sin ella, la soberanía del país y de competir entre los mejores ejércitos a escala internacional, llevando los teatros de guerra a miles de millas del territorio insular para ganar importantes batallas frente a reconocidos ejércitos profesionales cambiando, incluso, la geopolítica regional en el África Negra.
Con la sucesión presidencial Raúl Castro recibió un país convaleciente de una grave enfermedad, conocida entre los cubanos como Periodo Especial, que por razones fundamentalmente económicas a punto estuvo de lograr la derrota del régimen socialista cubano encabezado desde sus inicios por Fidel Castro Ruz, objetivo que administraciones estadounidenses de conjunto con otros gobiernos hostiles han tratado de alcanzar, utilizando diferentes vías y métodos, por más de cincuenta años, sin entrar a evaluar consideraciones ideológicas acerca de qué parte tenía la razón dentro de aquel mundo bipolar
Este proyecto se trató de alcanzar a través de una lucha armada fratricida, invasiones e infiltraciones armadas, actos terroristas, severas medidas de restricciones económicas externas (bloqueo o embargo), además de una sostenida campaña de desmitificación y satanización mediática que continúa por medio de la actual Guerra de Cuarta Generación o Guerra sin fusiles, llevada a cabo contra el régimen que actualmente encabeza Raúl.
Los efectos colaterales del llamado Periodo Especial se hicieron sentir sobre todo en una importante generación fundacional: los mayores de la tercera edad, que sin dejar de apoyar la Revolución a la cual habían entregado sin cuestionamiento sangre, sudor y sacrificio, paralelamente sentían que no tenían razones para reclamar de sus descendientes una continuación a sus sacrificios, a la vez que no les recriminaban sus deseos de marchar del país en búsqueda de una mejor calidad de vida. Convirtiéndose la Isla en la actualidad en un emisor incontenible de migrantes políticos y no políticos preferentemente hacia los Estados Unidos de Norteamérica o a cualquier otro país.
El Período Especial dejó dos importantes secuelas, la primera de forma subjetiva en el tejido social, destruyendo la credibilidad y la fe del proceso en el que habían vivido; y la segunda de tipo objetiva enmarcada dentro de la ingeniería y arquitectura del experimento cubano en sí.
Raúl Castro asumió la Presidencia en un marco de falta de transparencia pública, expandida como una pandemia –cultura del robo-, que supera con creces la epidemia desarrollada a partir de la Ofensiva Revolucionaria de 1968, cuando el Estado convirtió a cientos de miles de personas en administradores al nacionalizase las pequeñas empresas, lo cual propició que una inmensa mayoría comenzara a malversar y a enriquecerse con lo que no era de ellos, política delictiva que sin ser permitida era “tolerada”, de forma tal que se intervenía solamente cuando esta era verdaderamente escandalosa.
A raíz de lo anterior y con vistas a asegurar la propia continuidad de la obra revolucionaria y la sobrevivencia económica se creó recientemente la Contraloría General de la República como mecanismo de enfrentamiento a estos males, la cual es coadyuvada por un Sistema Judicial que no escapa de esta situación, la que a pesar de no contar con un escalón de apoyo preventivo mediático y del respaldo social de una comunidad que aún no sabe hacia dónde se dirigen las actuales reformas económicas, está realizando loables esfuerzos, ya que no existe ningún sector público dentro de la Isla que no esté corrupto, salvo el incipiente sector privado, porque llana y sencillamente, nadie se roba a sí mismo.
A pesar del cuadro anterior, y los enormes retos que tienen ante sí los cubanos de “a pie” para el 2013, el Presidente cubano Raúl Castro, continuará haciéndose sentir objetivamente a través de otros cambios económicos y migratorios dirigidos también hacia la diáspora cubana, aún y cuando no se avance al ritmo que el pueblo cubano desea y de que el tiempo biológico conspire en su contra.