Cuba y el aniversario de Naciones Unidas

Por Ivette García González. En tiempos de aniversario conviene insistir en la importancia de esfuerzos comunes por una ONU más democrática. También recordar que los gobiernos deben ser coherentes —en política doméstica— con los valores que defienden en lo internacional. Para Cuba debe significar, además, honrar un compromiso con la historia de su diplomacia.

Por Ivette García González

El aniversario  setenta y seis de las Naciones Unidas invita a reflexionar sobre ese fundamental logro de las relaciones internacionales contemporáneas y también sobre Cuba en el complejo ámbito de la diplomacia multilateral.   

La participación de la Isla en lo internacional contrasta con su condición de país pequeño y periférico. Cuenta, sin embargo, con una diplomacia nacida de las luchas independentistas, que se profesionalizó y desarrolló durante la primera mitad del siglo XX y se refundó como «nueva diplomacia» desde 1959.

El entrenamiento en las complejas condiciones de la resistencia, la dependencia y luego la hostilidad de los EE.UU., más las peculiaridades de su identidad, derivaron un ejercicio peculiar, universalista, proactivo y con gran capacidad de negociación. Puede ilustrarse con su papel en la Sociedad de Naciones —antecesora de la ONU— y la postura en tres importantes temas vigentes: Palestina, derechos humanos y reforma de la ONU.

Cuba y la Sociedad de Naciones

El Tratado de Versalles (28 de junio de 1919), puso fin a la Primera Guerra Mundial y estableció la Liga de las Naciones, que inició labores el 10 de enero de 1920. Se rigió por el Pacto de la Sociedad de Naciones, tuvo por sede a Ginebra y la integraron sesenta y cuatro países, cuarenta y dos en calidad de fundadores, entre ellos Cuba.

Los miembros de la Sociedad de Naciones se reunen en Ginebra, Suiza en 1920. (Foto: Hulton Archive/Gettey)

Por diversas razones no consiguió evitar el inicio de una nueva guerra mundial. Sin embargo, representó un cambio fundamental en la filosofía diplomática e inició el camino de la diplomacia multilateral, en un mundo cada vez más complicado e interrelacionado.

Cuba presidió en dos ocasiones la Asamblea, fue uno de los nueve miembros no permanentes del Consejo (1927-1930) e integró la Corte de Arbitraje de La Haya y la Permanente de Justicia Internacional.  

Dos juristas y políticos cubanos fueron notables entonces: Cosme de la Torriente y Peraza (1872-1956) y Antonio Sánchez de Bustamante y Sirvén (1865-1951). El primero, que había sido coronel del Ejército Libertador, fungió como representante permanente ante la Liga e hizo aportes en múltiples temas. El segundo fue juez del Tribunal Permanente de Justicia Internacional de La Haya (1922-1945) y sobresalió en diversos procesos multilaterales, por ejemplo, el famoso «Código Bustamante», que incorporaron varios países, fue una contribución suya.

El surgimiento de la ONU

Finalizando la Segunda Guerra Mundial, la Conferencia de San Francisco (EEUU) reunió, del 25 de abril al 26 de junio de 1945, a 850 delegados de cincuenta estados. Se aprobó allí la Carta de las Naciones Unidas, que contiene los propósitos, funciones y bases de su estructura interna. El 24 de octubre se declaró constituida y la fecha quedó para la historia como «Día de las Naciones Unidas».

Como reza en su Carta, nació para preservar la paz y la seguridad, proteger los derechos humanos, fomentar relaciones amistosas y de cooperación entre las naciones y aportar soluciones a problemas globales, todo bajo los principios de igualdad, no injerencia y no violencia.  

Naciones Unidas cuenta con órganos y agencias especializadas que dependen del Consejo de Seguridad (CS), Asamblea General (AG), Consejo Económico y Social (ECOSOC) y Secretaría. Además con la Corte Internacional de Justicia (CIJ).[1]

Naciones Unidas (4)
Antonio Sanchez de Bustamante fue juez del Tribunal Internacional Permanente de Justicia Internacional de La Haya.

El Consejo tiene quince miembros —cinco permanentes[2] con derecho a veto y el resto no permanentes— y sus acuerdos son vinculantes. La Asamblea reúne 193 países y la mayoría de sus acuerdos son «recomendaciones». 

En general sus objetivos se han cumplido y sigue siendo el ente global por excelencia. No obstante, su papel se ha puesto en entredicho, ha recibido críticas y se ha intentado reformar, algo solo logrado parcialmente.

Determinados órganos, como el FMI y la OMS, han sido impugnados. Algunas acusaciones aluden a su intromisión en asuntos internos de países, a que no ha impedido conflictos bélicos y ha optado a veces por el silencio ante problemas globales. Y, sobre todo, es evidente la relación asimétrica y antidemocrática causada por los privilegios de las grandes potencias del Consejo.

La diplomacia cubana en tres temas específicos

Durante los primeros años de postguerra se reconfiguraron las esferas de influencia e inició el ciclo de Guerra Fría en las relaciones internacionales.

No obstante, también se promovió una cultura alrededor de los valores y la existencia misma de la ONU. En Cuba se fundó, en mayo de 1947, la Asociación Cubana de las Naciones Unidas (ACNU), con personalidades como Cosme de la Torriente, Juan Marinello y Fernando Ortíz.

Naciones Unidas (3)
Cosme de la Torriente y Pereza

Tres asuntos aún vigentes ilustran el papel de la diplomacia cubana en ese ámbito.  

1.- Palestina. En la voz de uno de sus mejores diplomáticos, Ernesto Dihigo y López Trigo (1896-1991), Cuba presentó su oposición a la Resolución 181 de la ONU, que en 1947 estableció la partición de Palestina. Fue un discurso conciso y ejemplar, que fundamentó el voto contrario en base al derecho internacional, la justicia y la experiencia propia en relación con la soberanía de Isla de Pinos. Consideró la partición «contraria al derecho y la justicia» y «contra la libre determinación de los pueblos», e inquirió: «¿Dónde están los  principios y (…) la democracia que continuamente invocamos?». Pronunció entonces una fase premonitoria: «sobre la injusticia no podrá nunca asentarse la paz y la cordialidad entre los pueblos».

2.- Derechos Humanos. La Declaración Universal fue aprobada el 10 de diciembre de 1948 en París y ha influido en los desarrollos jurídicos, políticos y sociales a nivel mundial. Cuba integró, a través de Ernesto Dihigo, la Comisión que la elaboró entre 1946 y 1948. De ella derivó la Carta Internacional de DDHH, (1966) que entró en vigor en 1976 e incluyó la Declaración y dos Pactos fundamentales referidos a derechos económicos, sociales y culturales y derechos cívicos y políticos.

Cuba los firmó en 2008 aunque tiene pendiente su ratificación. En ambos dejó constancia de que el bloqueo constituye «el obstáculo más grave para el disfrute por el pueblo cubano de los derechos enunciados en el Pacto». Pero el sucesivo deterioro y/o violación de derechos fundamentales en el país, demandan mejores explicaciones y, sobre todo, soluciones.

3.- Reformas en la organización. Desde los años sesenta y setenta del pasado siglo, se impulsaron transformaciones importantes que introdujeron enmiendas a la Carta en función de ampliar la membresía del Consejo y del ECOSOC. Lo más polémico ha sido el veto, al cual se opusieron desde el inicio muchos países, pero entonces el asunto se dirimió al estilo de la Enmienda Platt con Cuba.   

Ernesto Dihigo y López Trigo (1896-1991-Foto-). Cuba presentó su oposición a la Resolución 181 de la ONU, que en 1947 estableció la partición de Palestina. Fue un discurso conciso y ejemplar, que fundamentó el voto contrario en base al derecho internacional, la justicia y la experiencia propia en relación con la soberanía de Isla de Pinos.

Las polémicas sobre cómo mejorar la eficacia de la organización incluyen la necesidad de modificar el derecho de veto, una demanda de muchos miembros, incluido Cuba que lo hizo desde el inicio, durante el gobierno de Ramón Grau San Martín. Ello implica reformar la Carta, lo que también puede ser vetado por alguna de las potencias que disfrutan el referido derecho. En consecuencia, el tema se estanca y los países se esfuerzan más en lograr asiento de no permanente en el Consejo. 

Este ha sido un lastre para dos asuntos que —además de la reforma del veto en sí misma— son reivindicaciones históricas de Cuba. Una ha sido la masacre del pueblo palestino, con más de treinta resoluciones condenatorias a Israel vetadas por los EE.UU. Otra es el bloqueo impuesto por ese país a Cuba desde 1962. La Asamblea ha aprobado con amplia mayoría durante años —como el pasado 23 de junio—, una resolución sobre la necesidad de ponerle fin. Sin embargo, como no tiene carácter vinculante, EE.UU. no está obligado a acatarla.

En tiempos de aniversario conviene insistir en la importancia de esfuerzos comunes por una ONU más democrática. También recordar que los gobiernos deben ser coherentes —en política doméstica— con los valores que defienden en lo internacional. Para Cuba debe significar, además, honrar un compromiso con la historia de su diplomacia.

NOTAS

[1] Entre los organismos y agencias especializadas se encuentran UNICEF, FAO, OMS, ACNUR y UNESCO.

[2] Los miembros permanentes son EE.UU., Reino Unido, Francia, China y Rusia. En aquel momento la República de China era la actual Taiwán, pero en 1971 la reemplazó la República Popular de China que se había constituido desde 1949. La URSS fue reemplazada por Rusia desde el desmembramiento de aquella en 1991.

AUTORA

Ivette García González*. La Habana, 1965. Doctora en Ciencias Históricas por la Universidad de La Habana (2006), Profesora Titular por el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) “Raúl Roa García” e Investigadora Titular del Instituto de Historia de Cuba. Actualmente docente e investigadora de la Casa de Altos Estudios Fernando Ortiz de la Universidad de La Habana. Autora de varios libros. Fungió como diplomática en la Embajada de Cuba en Lisboa (2007-2011). Preside la Sección de Literatura Histórica y Social de la Asociación de Escritores de la UNEAC y es miembro de la Asociación Cubana de Naciones Unidas (ACNU), de la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC), la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y Caribeños (ADHILAC) y la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP).

Para contactar con la autora: [email protected]

Share this post:

Related Posts