Economía cubana en tiempos de crisis. Indicadores de su magnitud. Parte 2

De un total de trece productos claves agropecuarios y pescados/mariscos en 2021, ocho estaban bajo el nivel de 1989 y todos eran inferiores a cimas de producción previas (Cuadro 2). En 2022 no se cumplió el plan de producción de alimentos, como arroz, frijoles, viandas, carne y huevos (Gil, 2022c).

Parte 2

escrito por Carmelo Mesa Lago

Las más recientes estadísticas oficiales disponibles de Cuba son las del Anuario Estadístico de 2021 (ONEI, 2022); las cifras macroeconómicas y del sector externo de 2022 no se colgarán en Internet hasta octubre o noviembre de 2023, aunque se dispone de ciertas cifras  ofrecidas por autoridades o expertos cubanos. Para 2023 solo existen algunas metas y proyecciones. Las fuentes de las estadísticas en este ensayo, a menos que se especifique, son los referidos anuarios estadísticos de la ONEI.

Indicadores macroeconómicos

El producto interno bruto (PIB) a precios constantes, que estaba virtualmente estancado desde 2016,1 disminuyó en 0,2% en 2019 y cayó en 10,9% en 2020; el promedio anual del período 2019-2021 fue de -3.3% (Gráfico 1). La caída de 10,9% en 2020 es la mayor después de -14,9% en 1993, el peor año de la crisis de los 90, llamada el Período Especial (Marrero, 2021).

Según la CEPAL (2021a), el descenso cubano de 2020 fue el más fuerte después del venezolano (-30%) y superior al promedio regional de -6,8%. Para 2021, el gobierno cubano fijó una meta de 6%; primero dio un crecimiento de 2% y después lo redujo a 1,3%, mientras que la CEPAL (2021b) estimó 0,5%. La meta oficial para 2022 era de 4%; el Ministerio de Economía y Planificación (MEP, 2022) estimó un aumento del 10,3% en el primer trimestre y de 1,7% en el segundo trimestre, pero la cifra anual fue de 2%, y algunos la juzgan optimista o predicen una caída (Frank, 2022d).

La formación bruta de capital, a precios constantes, declinó de 25% del PIB en 1989 a 16,5% en 2020 y 16,3% en 2021;3 la meta oficial de la formación bruta de capital para mantener un crecimiento adecuado se ha fijado en 25%, pero no se ha alcanzado desde 1989. La inversión a precios constantes declinó -1% en 2019 y -5,9% en 2020 (Cuba Standard, 2022). El déficit fiscal en 2021 fue de 17,7% del PIB, el mayor desde los años 90, pero descendió a 12% en 2021, aunque está afectado por la inflación.

Hay varias cifras sobre la inflación en 2021: el gobierno dio inicialmente una inflación de 60% para el comercio minorista, pero Murillo (2021) afirma que «ese 60% no pega con lo que la gente está viviendo [con] precios siete, diez veces más grandes». Por otra parte, el deflactor del PIB es de 401% (ONEI, 2022, cuadro 5.6). Un experto  estima la inflación entre 270% y 470% (Luis, 2021) y un informe británico la calcula en 740% (EIR, 2022), las tres últimas mayores que la de los años 90s.

Según Gil (2023c), entre enero y octubre de 2022 la inflación «ronda el 29%», una reducción substancial aunque el ministro afirma que no han funcionado las medidas tomadas para «detener el crecimiento desmedido e irracional de los precios». La liquidez monetaria en manos de la población (M-2) superaba al valor del PIB en 2019 y en 2020 creció a 120,4% del PIB, algo que no ocurría desde los años 90; según Murillo, el Estado tiene que recoger un 92% del excedente por medio de ventas, pero solo recoge 67% y eso alimenta la inflación (citado por Figueredo y otros, 2021); el año 2021 está distorsionado por la inflación.

Con dicho excedente medido en pesos nacionales (CUP)4 virtualmente no hay nada que comprar, para ello se necesitan dólares siempre que estén depositados en bancos que emiten una tarjeta magnética para comprar en las tiendas en divisas, o se tengan euros u otra moneda dura; la gran mayoría de los cubanos no tiene acceso a dichas divisas.

En 10 de junio de 2021, el gobierno prohibió el depósito en dólares en los bancos, dando un plazo de once días para hacerlo con los dólares atesorados por la población (Mesa-Lago, 2021b). El valor del dólar en el mercado informal se ha depreciado: en 2021 el oficial de 24 a 100; en 2022 el gobierno aumentó el cambio de 24 a 110 y en el mercado informal subió a 175 el 8 de diciembre (El Toque, 2022a).

Producción física

El índice de producción industrial, que se recuperó parcialmente entre  2013 y 2018, disminuyó a 54,8% en 2021, 45,2% menor al nivel de 1989 (Gráfico 2). En 1989-2021, la elaboración de productos alimenticios menguó a la mitad, la industria azucarera cayó en 89%, la producción textil en 96% y los fertilizantes en 98%.

Economía cubana
(Fuente: Elaboración propia basado en CCE, 1991; ONEI 1995 a 2022)

Las tasas del PIB por clase de actividad económica (agropecuaria, azúcar y pesca) en 2016-2021 se muestran en el Cuadro 1: la tasa promedio anual de crecimiento del  sector agropecuario descendió en -7,7%, la del sector azucarero en – 9,1% y la de  pesca y mariscos en -5,4%.

Cuadro 1: Tasas anuales y promedio del PIB en los sectores agropecuario, azucarero y pesquero, 2016-2021 (en porcentajes). (Fuente: Elaboración del autor basado en ONEI, 2019 y 2022)

De un total de trece productos claves agropecuarios y pescados/mariscos en 2021, ocho estaban bajo el nivel de 1989 y todos eran inferiores a cimas de producción previas (Cuadro 2). En 2022 no se cumplió el plan de producción de alimentos, como arroz, frijoles, viandas, carne y huevos (Gil, 2022c).

En 2021-2022, la zafra azucarera fue  de apenas 474.000 toneladas (comparada con alrededor de 8 millones en los años 80), la más baja en la historia (Álvarez Quiñones, 2022). De esa suma, 600.000 toneladas deben ir al consumo interno y 400.000 han de ser exportadas a China, por lo que Cuba tuvo que importar azúcar de Brasil para cumplir con China y cubrir el consumo nacional.

La meta para la zafra de 2022-2023 es de 455.200 toneladas, 4% menor a la anterior debido al cierre de ingenios, escasez de petróleo y falta de insumos y personal, por lo cual se dedicará únicamente al consumo (Frank, 2022c); se planean exportaciones de solo 90.000 toneladas, de modo que tampoco se cumpliría la obligación con China (Gil, 2022b).

Cuadro 2: Producción agropecuaria-pesquera en Cuba, 1989, 2009 a 2021 (miles toneladas métricas). (Fuente: Elaboración del autor basado en CEE, 1991, ONEI, 2010 a 2022; Mesa-Lago, 2000 para cifras anteriores a 1989)

Nota: La cima de producción marcada en negrita.  a Nivel en 2021 por debajo del nivel de 1989. Miles de millones. Miles de cabezas, la cima fue de 6,8 millones en 1967. La cima fue de 55.000 toneladas en 1981.  La cima fue de 244.000 toneladas en 1986.

De un total de once productos manufacturados clave en 2020-2021, cuatro estaban bajo el nivel de 1989 y los niveles de todos eran inferiores a las cimas de producción previas (Cuadro 3). La extracción de petróleo mermó en 23% entre 2010 y 2020, y la de gas natural declinó en 47%  durante la etapa 2015-2021. El enorme  incendio en la planta de almacenamiento de combustible en Matanzas en 2022 destruyó 40% del principal tanque de almacenamiento, dañó el único puerto para súper-tanqueros y quemó 75,000 m2 de gas, una pérdida de US$10.000 millones; lo cual aumentó la dependencia cubana  a la energía importada (60% de sus necesidades, antes era 50%).

Las importaciones venezolanas de combustible, que alcanzaron una cima de 115.000 barriles diarios en 2015, mermaron a 56.610 barriles en el primer semestre de 20225 (Rodríguez, 2022b), mientras que el precio del petróleo se disparó a una cima de US$110 por barril en marzo de 2022 (Statista, 2022).

La generación de electricidad disminuyó en 16,4% en 2016-2021, lo cual obligó a contratar cinco plantas flotantes turcas, ancladas en las bahías de La Habana, Mariel y Santiago para aumentar la capacidad de generación eléctrica. Además, averías y paralizaciones de las principales plantas generadoras (Rodríguez, 2022b) provocaron que la producción de energía eléctrica en 2022 fuese de solo 2.420 GWh, 86% inferior a la de 2021 y 12% del plan de 20.168 GWH (Gil, 2022a). Estos factores han suscitado el retorno de los «apagones» eléctricos de siete a dieciocho horas diarias (Frank, 2022b), como ocurrió en la crisis de los 90.

La planta termoeléctrica más moderna, en Cienfuegos, que consiste en un grupo de aparatos generadores coordinados con apenas cuatro años de operación, trabaja a menos de la mitad de su capacidad instalada, y para llegar al 50% se han enviado  sus motores a Alemania para recibir mantenimiento; también se necesitan piezas de repuesto en otras plantas, pero aun en el escenario más favorable, la recuperación del Sistema Eléctrico Nacional será limitada y paulatina (Martínez Molina, 2022). Según estimados de Piñón (2022), el costo de reconstruir la capacidad de generación de electricidad costará US$1.748 millones.

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