En Tiempos de Blogosfera – CENSURADO

Comunicarles que, por razones ajenas a la voluntad de Ediciones Matanzas y de los organizadores de este espacio, En tiempos de blogosfera no será presentado como estaba previsto.

Palabras dichas en la no presentación de un libro. Feria del libro, Sala Carpentier de La Cabaña

Por Alina B. López Hernández*

Deseo, primero que todo, hacer votos por la salud del querido y respetado profesor Esteban Morales, que no puede estar acá pues se encuentra ingresado. Lo segundo, agradecer, a nombre de Mario y mío, a todas las personas que están hoy aquí. Y lo tercero, comunicar que, por razones ajenas a la voluntad de Ediciones Matanzas y de los organizadores de este espacio, En tiempos de blogosfera no será presentado como estaba previsto.

Me disculpo con todos ustedes, pero es evidente que se impone una explicación. La daré con brevedad. El texto en cuestión siguió el mecanismo requerido por la política editorial del país, dirigida desde el Instituto Cubano del Libro: ser evaluado por cinco expertos lectores que dictaminaron sobre el contenido, pasar luego a un Consejo Editorial Provincial, finalmente al Consejo Editorial Nacional y, solo entonces, ser incorporado al plan de Ediciones Matanzas. Recibió su ISBN que le permite ser comercializado y yo, en calidad de autora, firmé un contrato y recibí el cheque correspondiente a mis derechos, que ya hice efectivo.

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Deseo, primero que todo, hacer votos por la salud del querido y respetado profesor Esteban Morales, que no puede estar acá pues se encuentra ingresado

Este libro y varios más estaban impresos desde hacía tiempo, solo esperábamos las cubiertas, que demoraron por problemas de financiamiento y transportación. Las mismas fueron trasladadas de La Habana hacia Matanzas por Albert Sopeña, nuestro Director Provincial de Cultura, persona que ha sido un gran apoyo para la editorial; sin embargo, las entregó todas excepto la de mi libro. Le dijo a Alfredo Zaldívar, director de Ediciones Matanzas,que debía consultar algo. 

Extrañada de su actitud impuse una entrevista, en la cual Albert Sopeña, avergonzado y casi sin sostener la mirada, me explicó lo que ocurría. La esencia es que recibió presiones ajenas a nuestro ministerio de Cultura, pues, según me dijo, ni el ministro ni nadie de la presidencia del Instituto del Libro conocían del hecho hasta ese momento, me refiero al pasado jueves 6 de febrero. Exigí saber de dónde venía esa decisión y admitió que había sido desde una instancia del Partido a nivel nacional. Reconoció estar consciente de la gran implicación de lo que hacía, pero dijo que lo podían dañar si entregaba las cubiertas, por lo cual entendí que lo habían amenazado. Le aconsejé que se asesorara por vías ministeriales y prometió hacerlo.

Hasta este instante nadie ha presentado una objeción, escrita o verbal, al contenido del libro que justifique el hecho de obligar a un funcionario del Estado a cometer un acto ilegal que traerá daños económicos a la Empresa del libro y que viola todos los procedimientos legales establecidos. El libro no se presenta por un problema técnico, la falta de la cubierta, pero no porque haya sido censurado abiertamente.

Se ha llegado a un punto hoy en que se echan de menos aquellos viejos censores comunistas de las primeras décadas del proceso, que, llenos de dogmas y de prejuicios, tenían el valor de oponerse, tenían ideas que oponer y una cultura sedimentada para poder hacerlo francamente. Se ha pasado de la época de Torquemada a la de Al Capone, de objetar las tesis de un texto a secuestrar su cubierta, como si se tratara de una pandilla delincuencial de quinta categoría. Es patético y decadente. 

Yo pudiera apelar a la necesidad de ver con normalidad la circulación de perspectivas diversas sobre la realidad cubana, a la importancia del respeto a la diversidad, a lo conveniente del intercambio teórico sobre las vías para construir el socialismo, pero no voy a hacerlo. Mi única apelación será el respeto a la ley, a la Constitución que en apenas doce días cumplirá su primer año, y que en cuyo artículo 53 reconoce: “Todas las personas tienen derecho a solicitar y recibir del Estado información veraz, objetiva y oportuna, y a acceder a la que se genere en los órganos del Estado y entidades, conforme a las regulaciones establecidas. Por su parte, en su artículo 54 dice que“El Estado reconoce, respeta y garantiza a las personas la libertad de pensamiento, conciencia y expresión”.

¿Somos un Estado Socialista de Derecho o somos una autocracia invisible? Denuncio públicamente este caso. Lo haré a través de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba y de la Academia de la Historia, a las que pertenezco. Pero, por sobre todas las cosas, lo haré a través de los mecanismos legales que tengo como ciudadana.

Todavía confío en que este asunto se le haya ido de las manos a un funcionario intermedio que no concibió el alcance de su violación y actuó sin medir consecuencias. Todavía están a tiempo de devolver la cubierta. El libro está programado para presentarse en el evento nacional de la Sección de Literatura Histórico-social de la Uneac y en la feria de Matanzas. Esperaré ese momento, si no recibo respuesta presentaré una denuncia formal y me sentiré libre de poner el texto en plataformas digitales para que sea descargado por los lectores. 

Muchas gracias

La Habana, 12 de febrer16o de 2020

Alina B. López Hernández es Pofesora y Tutora de Antropología Sociocultural y una excelente Cientista Social y Política (socióloga y politóloga) de la Universidad de Matanzas. Miembro  Académico Correspondiente Nacional de la Academia de Historia de Cuba. Ademas de analista sociopolítica laureada de La Joven Cuba. Para contactar con la autora: [email protected]

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