Escenario político y límites de la condición humana

escrito por Ivette García González. El escenario político cubano pone hoy a prueba los límites de la condición humana. Se puja por un nuevo proyecto de país basado en el Estado de derecho y la democracia como principios rectores de toda la sociedad.  . .Foto / Ernesto Mastrascusa / EFE

escrito por Ivette García González*

El escenario político cubano pone hoy a prueba los límites de la condición humana. Se puja por un nuevo proyecto de país basado en el Estado de derecho y la democracia como principios rectores de toda la sociedad.  

La concentración del poder político en base a un modelo excluyente y estatista se prolongó más allá de la Revolución, capitalizando su legado simbólico. Pudo imaginar, diseñar, institucionalizar, re-institucionalizar y reformar varias veces, pero se mantuvo sobre las mismas bases.  

La sociología de las revoluciones ofrece lecciones útiles. Una es que el liderazgo que sigue a la generación histórica no produce el cambio. Está demasiado comprometido. La reproducción de las mismas fórmulas en contextos y con liderazgos tan diferentes, es uno de los peores errores políticos. Desde los últimos años crecen la represión y el activismo cívico, marchas y contramarchas reformistas, blindaje del gobierno y agudización del conflicto.    

Al parecer, los sectores conservadores, especialmente los que integran las estructuras superiores del Partido/Gobierno/Estado, no aquilatan la dimensión de la crisis y los costos del atrincheramiento y falta de vocación democrática.

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Los sectores conservadores, especialmente los que integran las estructuras superiores del Partido/Gobierno/Estado, no aquilatan la dimensión de la crisis. (Foto: Estudios Revolución)

-I-

La condición humana se caracteriza por la estrechez de sus límites en muy diversos ámbitos. Sin embargo, como señala el costarricense Oscar Mas, «la búsqueda de un orden social estable (…) y de la felicidad, son tan propias de la condición del hombre como lo son el dolor y la muerte».

Luchar por una sociedad sobre bases más justas es un escalón superior de la condición humana y es legítimo. Lo enseña la historia de la humanidad y la de Cuba: la permanente inconformidad, la cualidad revolucionaria y los sueños que permitieron forjar la nación.

En momentos críticos se producen bifurcaciones, reagrupamientos e iniciativas de nuevas generaciones, que el orden político puede limitar pero no consigue aplastar. Tales procesos van mostrando una vanguardia política. Parte de la crítica al estado de cosas hasta encontrar caminos para un futuro alternativo.

Es la misión natural de la joven generación, que asume el reto con sus virtudes y defectos. Es más difícil cuando, como en Cuba, quienes detentan el poder se sienten dueños de la verdad y ven a sus críticos como mercenarios o confundidos.

Se trata de aceptar la diferencia e incluso el antagonismo y abrir espacios más plurales en condiciones de libertad y respeto a los derechos que tenemos todos.

TEXTO INTEGRO DEL FACEBOOK:

En la mañana de hoy, miércoles 22 de septiembre, se entregaron cartas en la recepción del Gobierno Provincial de Holguín y en la oficina del Intendente del CAM de Holguín. Una treintena de ciudadanos firmaron los documentos donde se notifica a las autoridades la realización de una Marcha contra la violencia, para exigir que se respeten todos los derechos para todos los cubanos, por la liberación de los presos políticos y por la solución de nuestras diferencias a través de vías democráticas y pacíficas.

Las cartas entregadas hoy corresponden a la Marcha en Holguín, pero durante los días siguientes, ciudadanos de todo el territorio nacional presentarán documentos similares ante las autoridades de su localidad.

Manifestarse pacíficamente es un derecho humano reconocido en la propia Constitución de La República. Violar o impedir el ejercicio pleno de este derecho constituye un delito.

Esperamos que las autoridades actúen con estricto apego al derecho y se respete la dignidad de cada cubano o cubana involucrados en la organización de esta iniciativa ciudadana.

Digan lo que digan los defensores del pensamiento único y la exclusión, la Patria es de todos. ¡Y sus calles también

-II-

Cuba se encuentra en un momento clímax de su transición, y sin una lectura crítica del pasado-presente no es posible encarar-gestionar el futuro. Hoy es evidente:   

1.- El agotamiento de la esperanza, la ilusión por un futuro mejor y la fe en el liderazgo. Muy lejos quedaron los años de satisfacción real de necesidades ciudadanas y de las promesas de un futuro luminoso. Hace tiempo que no se asimilan los medios triunfalistas, no se apela al futuro sino a la resistencia, se agotan los discursos del «ahora sí» y cunde la desesperanza. Es contrario a la naturaleza humana.

2.- Desgaste de la propaganda política que insiste en pretextos y medias verdades para encarar los fracasos. Entre ellos se encuentra el sentido de la emergencia y la excepcionalidad, el impacto del bloqueo y la respuesta gubernamental. No se puede pretender que la ciudadanía los naturalice contra sus derechos y aspiraciones. Menos, sin el consenso popular y el apego a la ley.

3.- La criminalización de todo disenso y la manipulación. Se confunde pluralidad con pluralismo y el lenguaje se emplea como mecanismo de manipulación política. Las formas de violencia y mecanismos de control social fueron heredados y legitimados como «continuidad» del actual gobierno. Los mítines de repudio son parte de ello y se reafirmaron con tradicionales aplausos en el reciente congreso del PCC. No advirtieron  la complejidad del momento político. Son algunas de las «señales ignoradas», como expresó la Dra. Alina López Hernández.

4.- Las contradicciones de un socialismo que estatiza en vez de socializar, distribuye precariedad en vez de satisfacer necesidades siempre crecientes con arreglo al «de cada cual según su capacidad y a cada cual según su trabajo»; apela a la gratitud infinita de los ciudadanos y reduce la democracia y los derechos humanos a conveniencia. Tampoco espera que las personas piensen como viven sino como se les pide que piensen.  

5.- Contradicción entre el Gobierno y la Revolución que dice representar. La Revolución nació defendiendo soberanía, democracia, derechos humanos universales y la economía nacional; combatiendo los odios y la división entre cubanos. El gobierno divide a los cubanos en buenos y malos, revolucionarios y contrarrevolucionarios, construye una falsa unidad, secuestra la soberanía popular, reinventa la dependencia y acomoda la democracia a su conveniencia.

Ya aplica políticas de ajuste e invierte más en sectores inmobiliarios y de turismo que en agricultura, salud, seguridad social, educación e innovación. Resultado: Las grandes mayorías no salen de la precariedad y somos un pueblo heroico pero lastimado y fracturado. Casi el veinte por ciento de la nación ha emigrado y a los problemas de la Isla, se suma el envejecimiento demográfico, una exorbitante población penal y un segmento no despreciable que es reprimido de diversos modos.  

Se imponen ante esta realidad preguntas de sentido común: ¿para quiénes ha sido el proyecto?, ¿dónde se manifiestan la Revolución y el socialismo en lo que se hace en Cuba?

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El fotógrafo español Ramón Espinosa, atacado por la policía durante las protestas en Cuba, el 11 de julio de 2021. (Foto: Adalberto Roque/AFP)

-III-

Fe y esperanza —como expresé hace tiempo— ya no son suficientes. Las generaciones de hoy tienen derecho a reivindicar su proyecto de país.

No se puede desconocer la soberanía popular en aras de mantener el poder que se heredó de la generación que hizo la Revolución. El gobierno sabe del resquebrajamiento de la confianza en amplios sectores de la ciudadanía en relación con su gestión y la institucionalidad. El poder en Cuba hoy no es revolucionario ni popular y se desentendió, o convirtió en formalidad, la tradición republicana del país.

La división es tan profunda que la sociedad civil tiene dos partes: una reconocida por el gobierno y otra independiente. La primera, con organizaciones burocratizadas que actúan como élites al servicio del poder;  la segunda, cada vez más diversa y pujante pero no tolerada por el gobierno.  

Los cubanos debemos rescatar ciertos conceptos en su verdadero significado. Ejemplo: Revolución no equivale a Gobierno. Para José Martí[1]: «La justicia, la igualdad del mérito, el trato respetuoso del hombre, la igualdad plena del derecho: eso es la Revolución».

También debemos naturalizar el ejercicio de los derechos y la importancia del desarrollo democrático. Los derechos humanos son inalienables, por más que se haya vivido de espalda a ellos por desconocimiento, subordinación o porque no sea vocación del gobierno.  

La intolerancia gubernamental llevó a reprimir varias acciones cívicas, en especial la más reciente y masiva del 11-J. Ayer se conoció sobre la solicitud de permiso a las autoridades para una marcha pacífica de la sociedad civil el 20 de noviembre. Las demandas: «contra la violencia», «por el respeto a los derechos de todos los cubanos», «liberación de los presos políticos» y «solución de las contradicciones por vías democráticas y pacíficas».

Es la condición humana en su forma superior, cuando las nuevas generaciones pujan por transformar un país. La Revolución y lo revolucionario están realmente en los irredentos de hoy, en una nueva vanguardia política que emerge. Como escribió «el príncipe de las paradojas»: «a cada época la salva un pequeño puñado de hombres que tienen el coraje de ser inactuales».

Notas

***

[1] José Martí, OC, Vol. 3, p. 105

AUTORA

*Ivette García González, *Ivette García González, La Habana, 1965. Doctora en Ciencias Históricas por la Universidad de La Habana (2006), Profesora Titular por el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) “Raúl Roa García” e Investigadora Titular del Instituto de Historia de Cuba. Actualmente docente e investigadora de la Casa de Altos Estudios Fernando Ortiz de la Universidad de La Habana. Autora de varios libros. Fungió como diplomática en la Embajada de Cuba en Lisboa (2007-2011). Preside la Sección de Literatura Histórica y Social de la Asociación de Escritores de la UNEAC y es miembro de la Asociación Cubana de Naciones Unidas (ACNU), de la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC), la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y Caribeños (ADHILAC) y la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP). Para contactar con la autora: [email protected]

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