Estallido social en América Latina: a la caza de chivos expiatorios

Marcha durante el Paro Nacional del 27 de noviembre de 2019 en Bogotá.

Fuente: Deutsche Well

La polarización lleva a Gobiernos a no reconocer aún que los problemas son hechos en casa y que, a lo mejor, ellos mismos son corresponsables del descontento. ¿Qué tienen que ver Estados Unidos o Venezuela con esto?

El Gobierno interino de Bolivia culpa al régimen de Nicolás Maduro de “financiar el terror en los países en donde hay protestas”. El ministro de Gobierno, Arturo Murillo, pidió incluso una reunión con Colombia, Perú y Chile para presentar una presunta “investigación de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) de Bolivia”. Un reporte al que DW buscó tener acceso, sin respuesta alguna de la FELCC, una institución, por definición, dedicada a combatir el crimen ordinario y sin visos de tener un departamento de inteligencia internacional. ¿Qué y quién hay detrás?

En medio del mar de suposiciones, inculpaciones y pretextos que alimentan la polarización en varios países de América Latina, está también la de que Estados Unidos se estaría olvidando de Venezuela para poner sus ojos en Bolivia. ¿Cuál es la realidad?

Estados Unidos “descarta” la intervención militar en Venezuela

“La política de Estados Unidos hacia Venezuela ha sido muy fluctuante, de poca definición, e incluso – en algunos momentos – de contradicción”, dice a DW Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad católica Andrés Bello, con sede en Caracas. Agrega que “Washington ha pasado de momentos en los que se amenazaba fuertemente con una intervención militar, a días como estos, en los que Mike Pompeo la descarta, por ser una opción ‘demasiado riesgosa’”. En efecto, el secretario de Estado, Mike Pompeo, expresó este 2 de diciembre en Louisville que Estados Unidos no planea una intervención militar en Venezuela, aunque aseguró que “Nicolás Maduro dejará pronto el gobierno”, sin dar ninguna información que lo fundamente. 

¿Qué ha cambiado? “En Venezuela no ha cambiado nada, pero sí el contexto”, dice a DW, por su parte, Geoff Ramsey, subdirector para Venezuela de WOLA, un think tank estadounidense que “promueve la democracia” en el continente. “Lo que pasa”, prosigue Ramsey “es que entramos en un año electoral y lo que Trump quiere es un tiempo sin mayores distracciones o dramas. Él sabe que una intervención militar sería sumamente impopular, pero también tiene en cuenta que Florida – como fuerte de las colonias radicales de cubanos y venezolanos estadounidenses – es un estado clave para su reelección”. Aunque, a juicio de Ramsey, licenciado en Relaciones Internacionales, de la American University, también en Florida las cosas están cambiando: “Lo que más les interesa ahora a los jóvenes inmigrantes de Cuba y Venezuela no es la retórica de la Guerra Fría en sus países, sino trabajar, poder viajar y enviarle remesas a sus familias”.

Para el experto de WOLA es claro que “Trump nunca planeó realmente una intervención militar en Venezuela, pero sí la ha utilizado como una táctica de presión”. Es paradójico, pero Venezuela se ha vuelto más bien un “riesgo” para Trump: “El presidente candidato no quiere ahora generar más falsas expectativas, toda vez que la oposición venezolana está cada vez más dividida”. Una división causada, en parte, por la misma expectativa de una intervención militar como presunta solución definitiva a los problemas en Venezuela, considera Ramsey, quien concluye que “algunos líderes dejaron de luchar con los medios políticos en espera de que un poder extranjero fuera a arreglarles los problemas con las armas”.

Villanos o decentes: todos sirven como “chivos expiatorios”

Para muchos venezolanos “la política de Estados Unidos hacia Venezuela se percibe como una gran falta de congruencia”, cree el profesor Alarcón.  Y en lo que concierne al debilitamiento de la oposición, el politólogo y jurista venezolano prefiere culpar a “la falta de resultados concretos y de decisión sobre las elecciones parlamentarias que, por ley, deben realizarse en 2020”.

Independiente de las acusaciones de que el régimen de Venezuela está financiando protestas en otros países, el profesor Benigno Alarcón está convencido de que “Maduro carece del poder real y organizativo para apoyar dichas protestas. Es muy posible que Maduro aproveche las protestas para expresar apoyo, pero solo porque se dirigen contra Gobiernos críticos a su régimen”. El internacionalista Geoff Ramsey desvirtúa igualmente la idea de que el Gobierno de Venezuela esté detrás de las protestas en la región y plantea: “Si Maduro no tiene la capacidad de convocatoria a manifestaciones a su favor en la misma Venezuela, menos la va a tener en otros países del continente”.

¿Y Bolivia? “Hasta a la Casa Blanca la tomó por sorpresa los sucesos en ese país andino”, que está mucho menos en la mira de Washington que Venezuela.

Ambos expertos coinciden en que Venezuela es ahora el “chivo expiatorio perfecto”. Pero lo peor es a su juicio que se use a los migrantes venezolanos para desviar la atención de los verdaderos causantes de los problemas en Colombia, Chile o Ecuador. Ni Alarcón ni Ramsey niegan que “todo ciudadano extranjero que cometa un delito deba ser sometido al castigo que la ley del país anfitrión disponga”. Pero, en este sentido, para Ramsey “es una ironía que el Gobierno de Iván Duque se presente como ejemplar en la recepción de los venezolanos que huyen de su país, y sea justo en Colombia de donde en los últimos tiempos se han realizado deportaciones irregulares que son motivo de investigación a nivel internacional”.

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