Huellas de amor

Cuando escribí sobre el movimiento de protección animal en Cuba, conocía poco sobre la situación de esos grupos en Matanzas. Gracias a aquel artículo empecé a estar al tanto de que también acá existían personas sensibilizadas y tenaces que se empeñaban en esa obra de amor. Es justo que se sepa de ellos. En La Joven Cuba iremos saldando esa deuda. Este es apenas el primer paso.

Por: Alina B. López Hernández

Cuando escribí sobre el movimiento de protección animal en Cuba, conocía poco sobre la situación de esos grupos en Matanzas. Gracias a aquel artículo empecé a estar al tanto de que también acá existían personas sensibilizadas y tenaces que se empeñaban en esa obra de amor. Es justo que se sepa de ellos. En La Joven Cuba iremos saldando esa deuda. Este es apenas el primer paso.

A través de Manuel Torres, que fue mi alumno de la universidad, supe de Huellitas de mi ciudad Matanzas, un grupo de protectores que luchaban por la creación de un refugio y por mejorar las condiciones de existencia de tantos perros abandonados y enfermos. A fines de enero los visité y pude apreciar sus esfuerzos. Por razones de trabajo y tensiones profesionales he demorado en publicar el artículo; sin embargo, el tiempo no se detuvo para ellos, las redes sociales me han permitido constatar que el impulso inicial se ha convertido en un movimiento sostenido e indetenible. Esta es la historia.

I

Vagabundo o los inicios

Llegué una tarde al sitio, cercano al río San Juan, en la barriada de Pueblo Nuevo. Huellitas de mi ciudad es un lugar acogedor, sombreado gracias a los árboles y a la disposición del área. Un ramillete de orquídeas presidía la entrada. Cuatro mujeres atareadas me recibieron amablemente.

Refugio de animales en Matanzas
Refugio de animales en Matanzas
De izquierda a derecha: Marlén arregla la puerta de un cubículo, Linieska, Arielys y Deysi
De izquierda a derecha: Marlén arregla la puerta de un cubículo, Linieska, Arielys y Deysi

Arielys Pérez de Armas adora a los animales y se considera una protectora desde su niñez. Soñó con ser veterinaria pero la vida la llevó por otros caminos. Aun así, sabe atender a un animal enfermo, inyectar, curar. La había conocido en el mes de octubre pasado en la clínica veterinaria y la mencioné sin saber su nombre en el artículo Ni una pata menos, allí decía:

Es joven y dispuesta. Se ve que sabe tratar con animales. Llegó con una perra parida y su pequeño cachorro. La recogió en la terminal porque le avisaron que llevaba dos días de parto y solo había nacido vivo uno de la camada. Le ponen suero y recetan antibióticos. No es el primero que trae, cuenta la recepcionista. Ahora la tendrá en su casa hasta que se reponga e intentará buscarle un hogar. Acaricia a la perrita y le habla.

Arielys trabaja en un kiosco de la terminal de ómnibus de Matanzas, donde confluyen animalitos abandonados a los que por años alimentó. Vagabundo era uno de ellos.

Con la piel llena de tumores y un ojo aparentemente perdido, Vagabundo pedía ayuda a gritos. Foto: Facebook
Con la piel llena de tumores y un ojo aparentemente perdido, Vagabundo pedía ayuda a gritos. Foto: Facebook del Huellitas de mi ciudad Matanzas

Una veterinaria de la clínica estatal estaba dispuesta a operarlo pero se necesitaba un hogar de tránsito. Saberlo y ofrecerse fue lo mismo. El perro fue atendido, se le pusieron citostáticos y sorprendió a todos cuando se comprobó que el ojo existía bajo una enorme tumoración. Lo conocí, jugaba bajo los árboles, activo, cariñoso y recuperado. El apoyo de su abuelo, hombre de setenta años, y de su esposo, ha sido vital en este voluntariado permanente de amor. Aquel primer rescate la convenció de la necesidad de un refugio.

Con este pensamiento empezó a nuclear a otras personas que, igual que ella y de manera independiente, eran protectoras. En el refugio conocí a tres: Linieska León, vecina de Arielys; Marlén de Vega, farmacéutica por veinte años y Deysi Silva. Tras muchos avatares buscando, incluso intentando alquilar, un lugar que reuniera las condiciones mínimas que requiere un refugio —áreas techadas, sombra, posibilidad de acceder a fuentes de agua— alguien les habló de la perrera donde estuvieran los animales del Minint, que ya habían sido trasladados a otra zona.

Resultó que el sitio era propiedad del Club de Caza Deportiva, efectivamente estaba abandonado y su director fue receptivo a la iniciativa de las protectoras. Oficialmente se afiliaron al club, pero en lugar de cazar animales los salvarían. En octubre del 2019 empezaron a acondicionarlo ¿Cuántos lugares así pueden existir en Cuba con posibilidades de ser dispuestos para fines de cuidado y protección?

II

El refugio

Todo ha sido trabajo desde entonces: remendar las cercas para evitar que los “escapistas”, acostumbrados a deambular, retornaran a una vida llena de peligros; pintar de un alegre azul, color de esperanza; no tenían electricidad, pero se hizo la luz; con las pocas tejas de fibrocemento que consiguieron techaron mejor para crear un alero que impidiera que la lluvia salpicara a los perritos; el problema del abasto de agua es grave en la zona, pues depende de trabajos del acueducto para habilitar una acometida de más volumen, no obstante una donación les ha permitido disponer de un tanque y turbina. Los trabajadores de la Dirección de Hidrología son piezas cruciales para que la cantidad de agua que necesita la higiene de un lugar así sea adecuada.

Vista del refugio
Vista del refugio
Voluntarias pintando
Voluntarias pintando
Área de reunión
Área de reunión

Un requerimiento para la atención debida a la salud de los animales es la disposición de áreas clasificadas para adultos, cachorros, enfermos y perras paridas que deben estar solas. La cantidad de cubículos iniciales no lo permitía, por ello es un reto la ampliación. El terreno admite el incremento y hay voluntarios para la albañilería, sin embargo, los materiales de construcción son caros, y escasos.

Sería positivo que el gobierno de la ciudad apoyara de algún modo a estas personas llenas de buenos deseos y energía transformadora; y que la delegación del Ministerio de la Construcción, cercana al refugio, los apadrinara en esto. A pesar de ello, las donaciones recibidas han permitido cercar mejor y acometer diversas acciones constructivas.

En labores de construcción
En labores de construcción
En labores de construcción
En labores de construcción

Además de los nombres aludidos, otros se han sumado desde el inicio o a lo largo de estos cinco meses, es imposible mencionarlos en su totalidad: Manuel, Roberto, Damarys, Madelaine, Alfredo, Yosel, Eduardo, Yoanka, son solo algunos…Todas y todos trabajan y sacan de su escaso tiempo libre para cocinar, garantizarles comida dos veces al día, limpiar, lavar los paños, laborar en la mejora del refugio, atender y ofrecer cariño a Loba, Rubia, Blanquita, Vagabundo y los otros perritos…

Eso cuando todo está bien. En el caso de que haya enfermos, o hembras con parto inminente, la supervisión es mayor. Asociadas al proyecto hay tres veterinarias —Yuya, Yeney y Adianelys—, a las que agradecen su entrega, humanismo y los servicios profesionales totalmente desinteresados que brindan. En días recientes se desarrolló una campaña de esterilización de la que no solo se beneficiaron los animalitos residentes en Huellitas…, sino las mascotas de otras zonas de la ciudad.

Crece el número de huéspedes
Crece el número de huéspedes
Las veterinarias
Las veterinarias
Los protagonistas de la campaña de esterilización del proyecto
Los protagonistas de la campaña de esterilización del proyecto

III

El cuidador cuidado

Una preocupación de las fundadoras, desde el comienzo del proyecto, fue la seguridad del refugio, pues este no está ubicado en el ámbito de ninguna de sus viviendas. ¿Cómo cuidar de los animales todo el tiempo?, ¿cómo evitar que intrusos pudieran dañar lo que se estaba haciendo con tanto sacrificio?, ¿de qué modo avisar ante un parto nocturno o una enfermedad repentina? Queriendo responder a estas preguntas la vida les deparaba un nuevo acto de rescate y protección, pero esta vez de un ser humano.

Su nombre es Demetrio Peñate Betancourt. Con sus 76 años, dormía en los bancos del andén. Trabajó en la limpieza de la terminal y luego se retiró, pero seguía allí. Es del poblado de Mocha, cercano a Matanzas, pero no tiene amparo familiar ni hogar.

A Arialys se le ocurrió la idea de proponerlo como custodio del refugio y todas la aprobaron. Él aceptó de inmediato. Ahora tiene una familia mayor, me dijo, las muchachitas y los animalitos. Le crearon un pequeño espacio bien protegido en la única habitación cerrada del lugar, con una cama personal, un colchón pequeñito pues era lo que tenían, sábanas y algo de ropa. Le garantizan sus alimentos diariamente y un salario.

Demetrio Peñate. El custodio.
Demetrio Peñate. El custodio.

IV

¿Cómo ayudar?

En este último año, los voluntarios que existen en casi todas las provincias cubanas y que lideran proyectos de protección animal, han logrado con su ejemplo, abnegación y altruismo una concientización creciente de la ciudadanía. Ello ha sido potenciado por el hecho de que sus esfuerzos se visibilizan en las redes sociales. No solo son grupos o proyectos locales, sino que se generó también una red nacional con la fundación de Bienestar Animal Cuba (BAC).

La demanda de una ley de protección animal tiene cada día más apoyo. Pero, como parte del proceso, es importante habilitar refugios para los abandonados; organizar campañas de esterilización y de adopción responsable; vincular esos proyectos con los gobiernos locales, para que apoyen en la medida que sea requerido por los protectores; relacionar a los pequeños empresarios y cuentapropistas de los territorios, y a los ciudadanos, de dentro y fuera, cubanos o no, a que ayuden a sostener los innumerables gastos que una obra de esta magnitud acarrea.

Huellitas de mi ciudad Matanzas hace una solicitud de ayuda a los matanceros. Necesitan voluntarios, apoyo para alimentar a los animales, productos de aseo, medicamentos y material de curación, paños, pozuelos para el agua y la comida, materiales de construcción y cualquier otra cosa que resulte de utilidad en el refugio. También aportes en metálico.

Reconocen agradecidos las donaciones recibidas, algunas de ellas provenientes de compatriotas que residen fuera de Cuba y que prefieren el anonimato, otras de extranjeros, muchas de gente que apenas tiene lo imprescindible para vivir. En la génesis del proyecto sostuvieron prácticamente a título personal esta lucha y los gastos asociados a ella. Es hora de acercarse.

Tienen una página homónima en Facebook. Existe una tarjeta a nombre de Manuel Osvaldo Torres Pérez, un joven excelente que es guía de turismo y un pilar en las relaciones públicas del grupo, aquí pueden aportar los que deseen y tengan posibilidad de hacerlo. Cuando estas asociaciones sean legalizadas podrán tener su propia cuenta bancaria.

Sería ideal que los voluntarios y rescatistas tuvieran pulloveres que los identificaran, pero el precio mínimo de los mismos es de 10 cuc. Los cuentapropistas de la localidad podrían apadrinar esta iniciativa, que les daría una propaganda positiva para sus pequeños negocios, bares y restaurantes.

Tarjeta bancaria para donaciones
Tarjeta bancaria para donaciones

Hay que visitarlos para compenetrarse con el ambiente acogedor del refugio. Allí juegan alegres los perritos, cuidados y alimentados. No obstante, esperan ser adoptados, necesitan una familia a quien amar, a quien entregar su afecto. Ya en ellos han quedado impresas las huellas de amor que este grupo de personas increíbles le han brindado. Nos corresponde a nosotros ahora. El civismo de un país y de sus habitantes se mide también por la manera en que son tratados los animales.

Alina B. López Hernández es Pofesora y Tutora de Antropología Sociocultural y una excelente Cientista Social y Política (socióloga y politóloga) de la Universidad de Matanzas. Miembro  Académico Correspondiente Nacional de la Academia de Historia de Cuba. Ademas de analista sociopolítica laureada de La Joven Cuba. Para contactar con la autora: [email protected]

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