Un repaso a la nueva política exterior estadounidense

Hace ya mas de un año (2021) Luis Valer del Portillo licenciado en Historia por la Universidad de Zaragoza, especializado en geopolítica y asuntos internacionales de seguridad y políticas de defensa, con especial enfoque en Europa y su vecindrealizo una importante sintisis acerca de la Politica Exterior de los Estados Unidos de America por su vigencia un año despues en muchos aspectos reproducimos // Joe Biden con el secretario de Defensa, Lloyd Austin (en el centro), y el comandante del cuerpo de marines, general David Berger (Washington, 20 de abril de 2022). GETTY

por Luis Valer del Portillo

Joseph R. Biden, el 46º Presidente de Estados Unidos, ocupa el Despacho Oval de la Casa Blanca desde el 20 de enero de 2021 y desde sus primeros días en el cargo ha hecho uso de sus poderes ejecutivos para revertir algunas polémicas medidas tomadas por su antecesor Donald Trump. Conviene analizar de manera pormenorizada y por regiones los grandes retos que enfrenta el nuevo gobierno.

Europa

El enfoque de Estados Unidos hacia Europa se espera que sea de mayor acercamiento y afinidad. La era de Trump ha supuesto el cuestionamiento de la utilidad de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), tildándola de “obsoleta”. El compromiso de Biden es firme y quiere volver a reforzar los lazos de unión estratégica Atlántica con Alemania, donde tiene más de 30 000 militares estacionados. Los líderes europeos han recibido con optimismo la llegada de Biden a la Casa Blanca, con quien esperan acercamientos, en especial, en materia de seguridad y defensa con una mayor cooperación entre la Unión Europea y la OTAN.

La aparente dulce relación de acercamiento de Trump con la Rusia de Vladimir Putin se vio amargada con la promulgación de decisiones encaminadas a seguir aislando a Moscú por medio de sanciones económicas por sus campañas de desinformación y la ocupación rusa de Crimea. Biden ha anunciado, a modo de advertencia, que los años en los que Estados Unidos había pasado por alto las acciones agresivas (desinformación, envenenamientos, interferencias electorales) llevadas a cabo por la Rusia de Putin, habían terminado.

Se espera que las relaciones vuelvan al tradicional distanciamiento, con dos puntos centrales en la pugna Moscú-Washington: las actividades rusas en el espacio postsoviético y la cuestión del gasoducto Nord Stream 2. Biden buscaba lograr, y lo ha conseguido, una extensión del nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas, un ancla estratégica entre Estados Unidos y Rusia, algo que se espera sirva como base para nuevos acuerdos de control de armas nucleares.

Trump apoyó sin fisura el brexit en el Reino Unido, con quien Estados Unidos tiene una “relación especial”, pero Biden nunca se ha mostrado favorable a la ruptura y ha subrayado su compromiso por recuperar el entendimiento bilateral con Bruselas. Marca así distancia con Trump en este asunto, quien llegó a calificar a la Unión Europea de “enemiga” en temas comerciales.

El Medio Oriente

El Medio Oriente seguirá siendo un foco prioritario de atención, especialmente las tradicionales “zonas calientes” de Afganistán, Irak, Irán, Siria y Yemen. Al mismo tiempo, Biden deberá poner mucha atención en los aliados tradicionales en la región, principalmente Arabia Saudita e Israel.

Una de las decisiones más controvertidas de la era de Trump fue la salida del pacto nuclear con Irán. Biden quiere retomar la senda del pacto y evitar que la potencia persa pueda finalmente desarrollar capacidades nucleares en materia militar. Biden quiere dejar su impronta con una hibridación entre lo que comenzó Barack Obama y el mantenimiento de las sanciones de Trump. Buscará nuevas maneras de controlar el creciente arsenal de misiles balísticos de Teherán, cuyo control pasaría por un nuevo acuerdo nuclear.

En lo que respecta a las guerras abiertas y casi crónicas en la región, como son Siria, Yemen y los escenarios estancados de Afganistán e Irak, el gobierno de Biden continuará con la retirada de tropas sobre el terreno, iniciada por sus predecesores, tratando de poner fin (al menos en lo que a presencia física se refiere) a las “guerras eternas”. En Arabia Saudita, el tradicional aliado en la región junto con Israel, la elección de Biden puede tener efectos que lleven a revaluar su relación con Riad, terminando con el apoyo a la guerra en Yemen. Sin embargo, la gran importancia geoestratégica que tiene para Washington su aliado saudita, hará que probablemente no se redibujen sustancialmente las relaciones.

Respecto a Israel, será difícil mejorar las tradicionales buenas relaciones reforzadas con Trump. Con su apoyo, Israel ha alcanzado su mejor momento diplomático con varios países árabes: Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Marruecos y Sudán. Biden no se espera que revierta la decisión de instalar la embajada en Jerusalén. En cualquier caso, Biden sigue siendo un firme defensor de la solución de dos Estados para el conflicto palestino-israelí.

Asia-Pacífico

Frente a China, Biden continuará con la estrategia para contrarrestar las “prácticas económicas abusivas” de Beijing. Bajo la presidencia de Trump se logró sumar apoyos a nivel mundial para un boicot a la tecnología de comunicaciones de origen chino. Biden quiere recuperar el liderazgo estadounidense potenciando de nuevo las alianzas y las estrategias multilaterales. Sin embargo, el nuevo gobierno buscará formas en las que cooperar con China en temas de interés mutuo, como el cambio climático.

Corea del Norte, otro de los elementos distorsionadores en Asia, es un punto de gran atención para Washington. Nada más confirmarse la victoria demócrata, el norcoreano Kim Jong-un recordó a Estados Unidos que no iban a cesar en su programa armamentístico nuclear. La prueba de ello fue el anuncio del nuevo misil balístico intercontinental. Aunque es algo que viene haciendo tradicionalmente Pyongyang con cada elección en Corea del Sur y Estados Unidos, conviene no subestimar este tipo de anuncios.

La India se ha postulado como uno de los mejores aliados de Estados Unidos en la región. Rival regional de China, especialmente en la cuestión de Cachemira, tiene la oportunidad histórica de reforzar lazos con Estados Unidos, con quien podría forjar una alianza estratégica que establezca un equilibrio de poder en la región del Indo-Pacífico como un contrapeso a China.

Latinoamérica

Sin duda, Latinoamérica ha pasado a un segundo plano, aunque continúa habiendo cuestiones centrales como Cuba, Nicaragua y Venezuela. En lo que respecta a Cuba, la relación con el régimen de Miguel Díaz-Canel está por aclararse, aunque se espera que podría retomar el camino del deshielo. Biden ha afirmado que su “plan es seguir una política que promueva los intereses y empodere al pueblo cubano para que determine libremente su propio futuro”, pero sin hacer concesiones al gobierno en La Habana.

Destacan las buenas relaciones establecidas durante la era de Trump con México y su presidente Andrés Manuel López Obrador. Aunque Biden es probable que adquiera una posición más firme respecto a los derechos humanos y de los trabajadores en el país, la construcción del muro ya no será un punto central. No así la exigencia de mayor seguridad contra el tráfico de narcóticos y de personas, a la vez que se incluyen en la agenda medidas contra el cambio climático.

Venezuela es otro de los puntos de fricción de Estados Unidos en Latinoamérica. Las sanciones económicas a líderes y cargos de responsabilidad del régimen chavista de Nicolás Maduro se mantendrán, aunque se habilitará el envío de ayuda humanitaria al país para paliar la crisis humanitaria.

Habrá que prestar atención a Brasil, puesto que el distanciamiento ideológico entre Biden y Jair Bolsonaro puede suponer un empeoramiento de las relaciones. El punto de mayor fricción serán las cuestiones medioambientales, centrales en la agenda de Biden y no un asunto de especial preocupación en Brasilia.

La Colombia de Iván Duque sigue siendo el mayor aliado de Estados Unidos en Latinoamérica. Frente a la inestabilidad regional que supone Venezuela, Colombia se configura para Washington como un aliado firme y como pieza de giro de la estrategia estadounidense en América Latina. Además, Biden en su etapa de congresista demostró compromiso con Colombia, siendo uno de los arquitectos del Plan Colombia cuando Washington aportó más de 10 000 millones de dólares para reforzar la seguridad y la lucha contra el narcotráfico en el sur de Colombia.

Por último, confrontar la creciente influencia china en el continente será uno de los asuntos de mayor atención de la Casa Blanca sobre Latinoamérica. Asimismo, las dos grandes organizaciones internacionales americanas, la Organización de los Estados Americanos de Luis Almagro y el Banco Interamericano de Desarrollo, presidido por Mauricio Claver-Carone, serán también áreas de interés en Washington.

Consideraciones finales

Múltiples y de diversa consideración son los retos que debe enfrentar el nuevo gobierno de Biden en materia exterior, probablemente el mayor de todos es la cuestión climática. Biden tendrá como guía la frase “liderar con el poder del ejemplo”, algo que se apoya en otra afirmación reciente que decía “Estados Unidos está de vuelta, listo para liderar al mundo y no para retirarse de él, una vez más sentado en la cabecera de la mesa, listo para confrontar a nuestros adversarios, no para rechazar a nuestros aliados, listo para defender nuestros valores”. Estas ideas marcan el sendero que busca recorrer el nuevo gobierno en política exterior, retomando la agenda de Obama con su “giro hacia el Pacífico” para seguir pugnando con China por la hegemonía comercial, a la vez que tratará de impulsar las relaciones con los aliados tradicionales en Europa y la OTAN.

La era de Trump ha socavado el multilateralismo para centrarse en los problemas de puertas adentro con su “Estados Unidos primero”. Recuperar esa hegemonía multilateral y volver a valorar los foros internacionales para resolver mediante el diálogo y el acuerdo los problemas internacionales, es un punto central de los planes de Biden en el exterior. Para ello, se debe reconstruir la credibilidad e influencia mundial de Washington, y para ello buscará tejer una estrecha alianza con las democracias del mundo para confrontar los movimientos y los gobiernos populistas y antidemocráticos que salpican al mundo.

El gobierno Biden-Kamala Harris tiene por delante 4 años clave para volver a poner sobre los rieles a Estados Unidos en el plano internacional y recuperar el terreno cedido. En definitiva, es una importante lista de grandes retos que no pueden esperar a ser abordados.

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AUTOR

LUIS VALER DEL PORTILLO es licenciado en Historia por la Universidad de Zaragoza, especializado en geopolítica y asuntos internacionales de seguridad y políticas de defensa, con especial enfoque en Europa y su vecindad.  Sígalo en Twitter en @ValerPortillo.

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