Benedicto XVI, El Peregrino de La Caridad, se marchó de Cuba dejando atrás dos ganadores: la Iglesia Católica, con su Cardenal Jaime Ortega Alamino al frente, y al Gobierno de la República de Cuba. Deja también a dos perdedores: la disidencia de la isla y al exilio histórico de Miami. Parte I. Los Ganadores.

Por Dr. José R. Alfonso. Dr. Ciencias Políticas – Master en Inteligencia Política Estratégica

 El Peregrino de la Caridad se marchó de Cuba dejando atrás dos ganadores: la Iglesia Católica, con su Cardenal Jaime Ortega Alamino al frente,  y al Gobierno de la República de Cuba; deja  también a dos perdedores: la disidencia de la isla y al exilio histórico de Miami. "El que tenga ojos, que vea, el que tenga oídos, que oiga… (Mateo 13:1-9). Y nosotros agregamos, el que quiera leer, que lea. Aquí no estará toda la verdad, pero lo que aquí esta es nuestra verdad.

El Peregrino de La Caridad se marchó de Cuba dejando atrás dos ganadores: la Iglesia Católica, con su Cardenal Jaime Ortega Alamino al frente, y al Gobierno de la República de Cuba; deja también a dos perdedores: la disidencia de la isla y al exilio histórico de Miami. "El que tenga ojos, que vea, el que tenga oídos, que oiga… (Mateo 13:1-9). Y nosotros agregamos, el que quiera leer, que lea. Aquí no estará toda la verdad, pero lo que aquí esta es nuestra verdad.

El Peregrino de La Caridad se marchó de Cuba dejando atrás dos ganadores: la Iglesia Católica, con su Cardenal Jaime Ortega Alamino al frente,  y al Gobierno de la República de Cuba. Deja  también a dos perdedores: la disidencia de la isla y al exilio histórico de Miami. “El que tenga ojos, que vea, el que tenga oídos, que oiga… (Mateo 13:1-9). Y nosotros agregamos, el que quiera leer, que lea. Aquí no estará toda la verdad, pero lo que aquí esta es nuestra verdad.

 Antecedentes.

QPM.ORG. Desde La Habana: Su Santidad Juan Pablo II se caracterizó por desplegar un proselitismo itirenante durante un periplo por numerosos países, entre ellos Cuba. Su visita, la primera de un Papa a una isla con un régimen comunista, sirvió para abrir espacios sociales, ampliar la red de asistencia social de la Iglesia (medicinas y alimentos), promover la captación de jóvenes en pleno Periodo Especial -caracterizado por grandes contracciones y vicisitudes económicas- que no encontraban las posibilidades de ver realizados sus sueños y aspiraciones en el país que los vio nacer, y buscar para la Iglesia un espacio a su trabajo pastoral. Fueron proféticas sus palabras: …”que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba”… dejando sentadas las bases para que las relaciones Iglesia-Estado se encaminaran en un futuro a un salto cualitativo mediante la continuidad de un diálogo que buscara el bien común de la sociedad en su conjunto. Es incuestionable que sin la visita de Juan Pablo II a Cuba, su carisma, el infinito amor demostrado hacia los niños, su preocupación por el ciudadano común, el hombre de “a pie”, y sobre todo por el rapot establecido con Fidel Castro, el que incluso, entre otras concesiones ofrecidas a su Santidad Juan Pablo II estuvo la declaración del 25 de diciembre como día de la Navidad, celebración que había sido eliminada por una Revolución atea, a Benedicto XVI le hubiera sido más difícil visitar la isla.

Catorce años han transcurrido de ese encuentro, los hombres y sus tiempos cambian, la situación socioeconómica de la isla posterior a la transición constitucional del nuevo Jefe de Estado Raúl Castro Ruz, un líder pragmático comprometido con llevar adelante los cambios económicos que el país necesita, también se está rectificando y se avanza hacia transformaciones sustanciales en materias de reformas económicas, proyectos de apertura y de renovaciones en su ingeniería social o de actualización de su Proyecto Social, no importa cómo se le quiera llamar, sin perder su fundamentos político-ideológico socialistas, los que acertados, sin analizar causa y efecto, para los gerentes políticos de Cuba y dentro de ese marco actual, las relaciones Iglesia-Estado se encuentran hoy, en tiempo real,  en un nivel cualitativo muy superior desde la visita del Santo Padre Juan Pablo II.

Los resultados se miden por los hechos y no por la incontinencia verbal que ha caracterizado al Sur de la Florida, por muy rentable que esta sea, manifestada a través de los años por sus Medios de Comunicación hispanos, radiales y escritos, los que acostumbran a manipular, engañar, tergiversar y ocultar la verdad, su primera víctima, a un reducido segmento de la diáspora cubanoamericana asentada en el Sur de la Florida, dentro del marco de una  Guerra Mediática contra el régimen de La Habana, por razones económicas, de raiting, más que de ideología. A esto se suman los “Profesionales del Anticastrismo” que lideran diversas organizaciones y “viven” de los millonarios fondos otorgados por el gobierno federal, los que juegan con el sentimiento y dolor humano de quienes durante 53 Años de Revolución aun están en la espera, no del milagro “de los panes y los peces”, sino del final del régimen de los Castro, al que trataron de vencer infructuosamente entregando sangre, sudor y sacrificio miles de decenas de hombres y mujeres de todos los estratos sociales que sufrieron largas condenas de presidio, fusilamiento y destierro, y que hoy esperan pacientemente en Miami para ser enterrados en tierras extrañas.

Realidad objetiva ignorada incluso por Washington y por un reducido Grupo de Poder e influencia cubanoamericana del exilio histórico del Sur de la Florida, en su inmensa mayoría afiliados al Partido Republicano e incluso católicos practicantes, los que controlan y conforman la política del Departamento de Estado hacia Cuba. Para estos, la Iglesia Católica de la isla se ha convertido en un aliado natural del gobierno, los que con razón o sin ella, gústenos o no, se niegan a aceptar esa realidad imbuidos  en la nostalgia de una Cuba que ya no existe, la de antes de 1959, soñando con un retorno que no llegará.

Los ganadores.

 ¿Por qué El Peregrino de La Caridad Benedicto XVI visita realmente Cuba?

 Si el número de católicos prácticos entre la población cubana es bastante reducido, ¿es acaso para hablarle a una generación que apenas recuerda las actividades eclesiásticas efectuadas durante la visita de su Santidad Juan Pablo II en 1998 y a otra generación que aún no había nacido cuando esto ocurrió?

La Iglesia Católica Cubana, bajo  la dirección del Cardenal Jaime Ortega Alamino, ha sido testigo directo del desgaste y fatiga política que todo proceso social sufre y la revolución cubana no es la excepción: el fracaso del paternalismo de estado; la presencia, y aún persistencia de las consecuencias de un Periodo Especial entre los sectores menos favorecidos de la sociedad civil,  que afectó sobre todo al tejido social humano más joven, generación que nada  tuvo que ver con el derrocamiento del gobierno anterior ni con las razones para el triunfo de la Revolución Cubana, ni con la defensa de la misma en sus años iniciales.

El dialogo sostenido primero por su Santidad Juan Pablo II y  ahora por Benedicto XVI “El Peregrino de la Caridad” en el 2012, forma parte de una estrategia de realpolitik diseñada, con éxito, por el Estado del Vaticano, a corto, mediano y largo plazo en relación a Cuba, parte de la cual ha sido ejecutada por el Cardenal Jaime Ortega Alamino, las que han fructificado en el terreno a favor de la sociedad civil de la isla mucho más, y a menos costo, que todas las Medidas Activas y Pasivas de Inteligencia adoptadas por los Estados Unidos, restricciones económicas, acciones paramilitares y de aislamiento diplomático, aprobadas y llevadas a cabo por parte de su gobierno desde que Dixie Eisenhower firmara en 1960 el “Programa de Acción Encubierta contra Cuba” (* ), incluyendo el actual apoyo financiero (USAID, NED, Departamento de Estado) y las garantías de entregar “Visas para un sueño” a un importante segmento de la “disidencia y blogesfera profesional” interna, sin tener en cuenta sus antecedentes penales. Todas ellas juntas no han podido alcanzar los espacios sociales ganados por la Iglesia Católica mediante el Diálogo en los últimos tiempos, entre los que se destacan:

–       Decretar oficialmente días feriados dentro del país para asistir a las Misas Papales.

–       Decretar oficialmente como día feriado el 25 de diciembre, día de la Navidad.

–       Brindar su Santidad Benedicto XVI Misas Papales en vivo, transmitidas por varias cadenas de televisión y radio nacional en lugares históricos: Plaza Antonio Maceo en Santiago de Cuba y la Plaza de la Revolución en La Habana, como lo hizo en ésta última su Santidad Juan Pablo II.

–       Incremento de la actividad y música religiosa con la autorización de conciertos.

–       Diferentes programas de bienestar social de gran impacto en la población.

–       Aceptación de permanencia en el país de Órdenes Religiosas de diferentes nacionalidades.

–       Rehabilitación de instalaciones religiosas, sobre todo en el Centro Histórico de La Habana Vieja,  para su puesta en funcionamiento por parte de la Iglesia.

–       Autorización de procesiones religiosas durante la Semana Santa y la fiesta de la Virgen de la Caridad el pasado 8 de septiembre.

–       Autorización para que la Iglesia llevara a cabo la peregrinación de la Virgen de la Caridad a través de la isla.

–       Transmisión por la televisión nacional a finales del año 2011, de un mensaje a cargo de Jaime Ortega Alamino, Cardenal de La Habana por las festividades del Año Nuevo.

–       Papel mediador con el Estado para lograr, en el 2010,  la excarcelación del llamado Grupo de los 75 o de la Primavera Negra, supuestos presos de conciencia, que dieron origen a las llamadas Damas de Blanco, familiares en reclamo de sus libertades.

–       Consolidación, presencia y fuerza de la relación Iglesia Católica-Estado como un intermediario valido que pueda facilitar los cambios socio-económicos que se desean.

–       Mayor libertad religiosa.

Y muchas más concepciones sociales que desconocemos.

(*) Cuba cobra interés para la Casa Blanca a partir del triunfo de la revolución ante la cual el propio presidente Eisenhower dicta de inmediato Órdenes Ejecutivas para la implementación de acciones de guerra asimétrica, medidas políticas de neutralización regional y diferentes provocaciones para dañar su economía, incluyendo el diseño el “Programa de Acción Encubierta contra Cuba”  bajo la dirección exclusiva de la CIA (Fuente: Memorandum  of Discussion at the Meeting of National Security Council, Washington, Junuary 14, 1960. Foreing Relations of  the United State, 1958-1960. Vol VI Cuba, US Goverment Printing Office, Washington, 1991, pp 742-743).  La respuesta de Cuba (Medida Activa) fue decretar la Ley # 851 de 1960 que autorizaba  la nacionalización de las empresas estadounidenses radicadas en el país.

Órdenes Ejecutivas del Presidente Eisenhower transferidas más tarde al  presidente recién electo, John F. Kennedy , quien no solo continuaría con el Plan de Acción de Estados Unidos contra Cuba (Fuente: Biblioteca Kennedy. Memorandum de la JCSM 44-61. Firmado por L.L. Lenmitzer , Presidente del Estado Mayor Conjunto, 27 de enero de 1961, NSF, caja 61-A, Anexo 7)  sino que un mes después,  el 3 de febrero de 1962, decretaría la orden ejecutiva  3447 ordenando el  embargo total a todo comercio entre los EE.UU. y Cuba.

Al producirse el  descalabro de la Operación Encubierta de Bahía de Cochinos Kennedy prepararía nuevas directivas para continuar la guerra asimétrica contra Castro mediante el Plan Mangosta. Al conocer la dirección cubana la existencia de dicho Plan a través de los servicios especiales propios y soviéticos tomaría la Medida Activa de enviar a Moscú  a una delegación de alto nivel de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR)  solicitándole al dignatario soviético Nikita Jruschov  la instalación en Cuba de cohetes de alcance medio como medida disuasiva contra los planes del gobierno norteamericano –más tarde conocida por la Crisis de Octubre o Crisis de los Misiles- lo que provoco que al ser detectados los movimientos e instalación de estos  en la isla por los servicios especiales estadounidense el cierre de ”La Operación Mangosta”.

continuara Parte II. Los Perdedores…

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