Por Scott Stewart* – Cortesía de Stratfor
El 25 de abril, el gobierno de Estados Unidos anunció que desellaba una acusación formal contra Marta Rita Velázquez por conspirar para cometer espionaje a favor del gobierno cubano. Velázquez, ex abogada asesora en el Departamento de Transporte de Estados Unidos y oficial jurídica de la Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional (USAID), huyó de Estados Unidos a Suecia en el 2002 y fue acusada en el 2004.
Velázquez aparentemente seleccionó Suecia debido a que ese país no considera el espionaje como un delito político, por lo que está regido por un tratado de extradición con Estados Unidos. Ella y su marido también vivieron en Suecia desde 1998 a 2000, por lo que el país les era familiar.
Aunque la acusación Velazquez tiene varios años, ofrece un relato detallado y fascinante de la actividad del espionaje cubano dentro de Estados Unidos. También plantea algunas implicaciones significativas sobre los enormes desafíos que enfrentan las agencias estadounidenses de contrainteligencia.
La historia
Según la acusación, Velázquez nació en Puerto Rico. Se graduó de la Universidad de Princeton en 1979 con una Licenciatura en Ciencias Políticas y Estudios Latinoamericanos, obtuvo una Licenciatura en Derecho del Colegio de Leyes de la Universidad de Georgetown en 1982 y luego alcanzó una maestría de la Escuela Johns Hopkins de la Universidad de Estudios Internacionales Avanzados en Washington en 1984. Fue contratada por el Departamento de Transporte en agosto de 1984.
El gobierno de Estados Unidos alega que Velázquez fue contratada por primera vez por el Servicio de Inteligencia de Cuba (DGI) en 1983, cuando era estudiante en la Universidad Johns Hopkins. Según los informes, viajó desde Washington a la ciudad de México, donde se reunió con un oficial de la inteligencia cubana y fue reclutada formalmente como agente. Durante sus estudios en la Universidad Johns Hopkins, el gobierno afirma que Velázquez trabajó como un agente de señalización que ayudó a los servicios de inteligencia cubanos a identificar, evaluar y captar a personas que ocuparan posiciones sensibles de seguridad nacional o que tuvieran el potencial para obtener esos puestos en el futuro.
La acusación afirma que, en esta misión, Velázquez identificó y se hizo amiga de Ana Belén Montes, una compañera de estudios en la Universidad Johns Hopkins, en 1984. Además de su herencia puertorriqueña, las dos estudiantes compartían al parecer un fuerte desprecio por la política de la administración de Ronald Reagan hacia el régimen sandinista de Nicaragua. Velázquez habría dicho a Montes que tenía amigos (los cubanos) que podrían colaborar con Montes en su deseo de ayudar al pueblo nicaragüense.
A comienzos de la década de 1980, se desarrolló un movimiento de izquierdas en muchas universidades de Estados Unidos. El movimiento se opuso a la política de Reagan en Centroamérica, enfocada en la oposición a los sandinistas, el apoyo a los Contra y el respaldo a los regímenes en El Salvador y Guatemala. Este movimiento fue tal vez vez más visible a través de una de las organizaciones más grandes y activas, el Comité de Solidaridad con el Pueblo de El Salvador. El movimiento radicalizó a algunos estudiantes que fueron a trabajar con grupos marxistas en América Latina, como Christine Lamont, quien se unió al Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, y Lori Berenson, quien se mudó a Perú para unirse al Movimiento Revolucionario Tupac Amaru. Según el FBI, el Servicio de Inteligencia cubano también reclutó a estudiantes como Velázquez y Montes de dentro de ese movimiento.
La acusación alega que en el otoño de 1984, mientras Montes trabajaba como asistente en el Departamento de Justicia, Velázquez se la llevó a Nueva York para encontrarse con un amigo que Velázquez le dijo podría proporcionarle una oportunidad para ayudar al pueblo de Nicaragua. El amigo no era otro que un oficial de inteligencia asignado a la Misión de Cuba ante Naciones Unidas. Las mujeres volvieron a viajar juntas a Nueva York, a principios de 1985, y se reunieron con el oficial de inteligencia cubano por segunda vez. En ese momento se dispuso que las dos mujeres viajaran en secreto a Cuba a través de España.
En marzo de 1985, Velázquez y Montes viajaron a Madrid, España, donde fueron recibidas por un oficial de la inteligencia cubana que les proporcionó pasaportes falsos y otros documentos. Seguidamente, utilizaron esos documentos para viajar a Praga, capital de la entonces República Socialista de Checoslovaquia. Una vez en Praga se encontraron con otro oficial cubano de inteligencia que les proporcionó una serie de documentos falsos, así como un nuevo conjunto de ropa. El funcionario cubano se reunió con las mujeres en Praga y luego viajó con ellas a La Habana.
Una vez en La Habana, las mujeres habrían recibido capacitación en temas de espionaje como seguridad operacional y seguridad de las comunicaciones, incluyendo la recepción y cifraje las transmisiones de radio de alta frecuencia. Las mujeres también fueron supuestamente sometidas a la práctica de exámenes de polígrafo y otros métodos de entrenamiento para engañar a los operadores de polígrafo.
Al terminar su capacitación, las mujeres regresaron a Madrid a través de Praga, con sus identidades falsas. Una vez en Madrid tomaron fotografías turísticas de una a otra para apoyar la historia de que habían estado en España y luego regresaron a Washington.
A su regreso a Washington, Montes solicitó un trabajo en la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa (DIA), usando a Velázquez como una referencia de carácter. Fue contratada allí como analista en septiembre de 1985. Montes sobresaldría en la agencia y con el tiempo se convertiría en la mayor analista de Cuba en la DIA. Se desempeñó en ese organismo hasta que el FBI le arrestó en septiembre del 2001. Montes se declaró culpable de conspiración para cometer espionaje en marzo del 2002 y actualmente está cumpliendo una condena de 25 años en una prisión de alta seguridad de Texas.
El viaje de Velázquez con Montes a La Habana se produjo después de que ella había sido contratada por el Departamento de Transporte de Estados Unidos, en agosto de 1984, y ya había recibido una autorización secreta en septiembre de 1984. En marzo de 1989, Velázquez tomó un puesto como asesora jurídica para América Central con la USAID. Fue asesora jurídica regional para la agencia en Managua, Nicaragua, entre 1990 y 1994, en Washington desde 1994 hasta 1998, y en la Ciudad de Guatemala, de 2000 a 2002.
En junio de 2002, cuando se anunció que Montes se había declarado culpable y aceptó cooperar con el gobierno de Estados Unidos, Velázquez renunció a su cargo en la USAID y se trasladó a Suecia, donde permanece.
Inteligencia cubana
El caso de Velázquez, cuando se estudia en combinación con los de Montes y Walter y Gwendolyn Myers [espías cubanos en el Departamento de Estado, capturados en el 2009], proporciona una ventana fascinante en cuanto al alcance y la naturaleza de los esfuerzos de la inteligencia cubana dentro de Estados Unidos. Con Velázquez en la USAID, Montes de la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa, y Walter Myers en la Oficina de Inteligencia e Investigación del Departamento de Estado, los cubanos tuvieron una cobertura increíble sobre la política exterior del gobierno de Estados Unidos y de su comunidad de inteligencia. Incluso después de que Montes fue detenida y Velázquez huyó a Suecia, Myers se mantuvo en el Departamento de Estado hasta su retiro en el 2007.
También es muy interesante que estos tres de estos casos están relacionados con la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de Johns Hopkins. Velázquez y Montes eran estudiantes en el programa a principios de 1980, y Walter Myers impartió clases allí hasta 1977, después de recibir un doctorado de esa entidad académica en 1972. Volvió a la escuela después de su retiro en el 2007 y trabajó como profesor de Estudios Europeos hasta su arresto en junio del 2009. La escuela es una institución de alto perfil que tiene un historial probado en la colocación de los graduados en los asuntos exteriores de Estados Unidos y las comunidades de inteligencia -y de contratación de ex funcionarios gubernamentales para servir como profesores.
Sin embargo, no es el único programa con semejante perfil, y los cubanos es casi seguro que habrían reclutado un agente apropiado del Walsh School de la Universidad de Georgetown, de la Kennedy School de la Universidad de Harvard o de cualquier otro programa si se les proporciona la oportunidad. El hecho de que había tres agentes cubanos de alto perfil que penetraron el gobierno de Estados Unidos y que todos estaban asociados con la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de Johns Hopkins parece ser una coincidencia increíble. El FBI está probablemente todavía buscando agentes potenciales que Myers podría haber fichado para reclutamiento cuando estudiaban allí entre el 2007 y el 2009.
Al considerar los casos de espionaje, a menudo nos referimos a una antigua KGB soviética de la Guerra Fría -MICE- para explicar las motivaciones de los espías. MICE es sinónimo de dinero, ideología, compromiso y ego. Tradicionalmente, el dinero ha demostrado ser la motivación superior para los estadounidenses detenidos por espionaje, pero como se ve en los casos de Velásquez, Montes y Myers, los cubanos tuvieron mucho éxito en el reclutamiento de agentes estadounidenses por la simple conexión de ideología. Como sucedió con las acusaciones de Montes como en la de los esposos Myers, no hay ninguna indicación en la denuncia contra Velazquez de que ella haya buscado o aceptado dinero de los servicios de inteligencia cubanos por sus actividades de espionaje. Mientras Velázquez y Montes eran de ascendencia puertorriqueña, la contratación de los Myers muestra que los oficiales de inteligencia cubanos no sólo limitan su actividad de reclutamiento entre los hispanos.
Además de la preferencia cubana por agentes ideológicamente motivados, este caso muestra también que el Servicio de Inteligencia cubano es muy paciente y está dispuesto a esperar años para que los reclutados puedan moverse a posiciones clave en el gobierno de Estados Unidos en lugar de centrarse en los resultados inmediatos. Pasaron varios años para Velazquez pudiera conseguir un trabajo con acceso a la información altamente clasificada (top secret). Aunque hay que reconocer que esta es una práctica común con agentes ideológicamente motivados que se reclutan mientras son estudiantes. También está claro que los esfuerzos del espionaje cubano contra Estados Unidos no terminó con la Guerra Fría y continúa hasta hoy.
Quizá la revelación más preocupante del caso Velázquez para los funcionarios de la contrainteligencia estadounidense, es el hecho de que Velázquez no fue capturada debido a un error de funcionamiento o golpe de inteligencia. La única razón por la que fue descubierta fue la detención y confesión de Montes, quien dejó al descubierto sus actividades. Esto significa que su espionaje fue sólido durante los casi 18 años que trabajó como agente cubano en el gobierno de Estados Unidos. Por otra parte, las investigaciones de antecedentes realizados por las autorizaciones de seguridad que se llevaron a efecto con el Departamento de Transporte y la USAID no lograron identificar sus sentimientos antiestadounidenses -incluso la “investigación de campo completo” que se habría realizado antes de ser concedida la autorización top secret.
No es sorprendente que las investigaciones de antecedentes no lograran descubrir las actividades de espionaje de Velázquez. Las investigaciones de antecedentes a menudo son vistas como tareas rutinarias y, por lo tanto, no se les da alta prioridad -especialmente cuando hay tantos otros casos “reales” por indagar. Además, estas indagaciones se realizan mayormente por investigadores contratados cuyos jefes burocrátas hacen más hincapié en la velocidad que en la sustancia de la investigación, y así pistas importantes son a menudo ignoradas en virtud del plazo de entrega de los resultados investigativos. De hecho, los contratistas que hacen intento de meterse a fondo en los casos, son acusados en ocasiones de tratar de ordeñar el sistema en un esfuerzo por adquirir más puntos (la base sobre la cual se pagan los investigadores del contrato) mediante el seguimiento de pistas adicionales y el interrogatori a personas de interés que no estaban inicialmente mencionadas.
Francamente, cuando se trata de investigaciones de antecedentes, la actitud que prevalece es cumplir el trabajo mínimo necesario para marcar las casillas de requisitos previos y obtener la investigación lo más rápido -y superficialmente- posible. Las investigaciones de antecedentes se han convertido en procesos burocráticos superficiales que carecen de la capacidad para revelar el tipo de información necesaria en función de atrapar a un espía que no quiere ser capturado.
Velázquez no habría tenido que pasar la prueba del polígrafo en la USAID como Montes tuvo que cumplir en la Agencia de Inteligencia del Pentágono. Sin embargo, la parte de la acusación que aborda el entrenamiento para engañar al polígrafo que Velázquez y Montes recibieron durante su primer viaje a Cuba, subraya la limitación de los exámenes de polígrafo -que sólo funcionan muy bien con la gente honesta.
Por último, es interesante examinar estos casos cubanos a la luz de lo que aportan acerca de los grandes desafíos que enfrentan los funcionarios de contrainteligencia de Estados Unidos. Si una pequeña nación pobre como Cuba puede reclutar con éxito tantos agentes y colocarlos durante tanto tiempo en posiciones cruciales dentro del gobierno de Estados Unidos, ¿qué significa este presagio acerca de los esfuerzos y los éxitos de los países mayores o más ricos con agresivas agencias de inteligencia como China, Rusia, Israel y India?
*Vicepresidente de Análisis de Stratfor, compañía de inteligencia global que se especializa en la publicación de informes en la internet para servir a clientes en áreas diversas de negocios desde una perspectiva geopolítica. Este artículo fue publicado esta semana por Stratfor.