¿Intervención, anexionismo? Comprender y trascender

«Los pueblos no se unen sino con lazos de fraternidad y amor»
José Martí

escrito por Ivette García González 

La mayoría de los cubanos rechaza el anexionismo y la intervención extranjera que son gratos a un sector radical emigrado en los EE.UU. Sin embargo, durante estas semanas, ese y otros fenómenos de la diáspora evidencian la gravedad del conflicto que vivimos. Conviene profundizar, examinar las causas e intentar comprender y trascender.

El anexionismo es una vieja corriente política que sustenta la adición total o parcial del territorio propio a otro Estado. El Derecho Internacional lo consagra cuando se trata de integración voluntaria. Eso no se ajusta a la realidad cubana del último siglo y medio. La única iniciativa que en nuestro tiempo sí corresponde en forma y contenido al anexionismo —llamada «Cubanos anexionistas»—, murió a poco de nacer, en el año 2009.

Sin que implique necesariamente ser anexionistas, pedir la intervención evidencia dos problemas vigentes de nuestra formación nacional: la dependencia y la desconfianza en las capacidades propias, que son rasgos del anexionismo.

La tesis de la intervención se ha sostenido por algunos radicales en EEUU, a pesar de las declaraciones oficiales y los pasos del gobierno estadounidense;[1] y pese a que es minoritaria y contraria incluso a la Fundación Nacional Cubano-Americana. Es un discurso desfasado, por más que parezca coherente con el diseño original de la hostilidad hacia Cuba. Obedece más a un liderazgo tóxico, que se maneja entre conflictos de intereses en la política doméstica y una agenda que medra a costa de la confrontación bilateral.

Conversación con José Pepe Hernández, Presidente Fundación Nacional Cubano Americana

1.- Fue una de las principales corrientes de pensamiento y opciones políticas durante la primera mitad del XIX. Se consolidó respecto a EE.UU. por la convergencia de: contradicciones con la metrópoli española; desarrollo del pensamiento cubano; cercanía e interinfluencias entre ambos territorios y política expansionista de aquel país hasta mediados de siglo.

2.- No fue un cuerpo uniforme ni tuvo base social suficiente para hegemonizar el campo ideológico. Tuvo eco cuando lo respaldó el expansionismo de EE.UU. en aquella época, que se concretó en los intentos de comprar la Isla a España y apoyar expediciones de ese carácter.

3.- Aportó dos de los símbolos nacionales (el escudo, reformado luego, y la bandera), un intenso debate que ayudó a radicalizar posiciones en favor del independentismo, y la táctica de la beligerancia para conseguir la emancipación.

Fue rechazado desde diversas posturas ideológicas. José Antonio Saco, por ejemplo, defendía una «Cuba cubana y no anglosajona», y lo veía como absorción y negación de la nacionalidad insular, que era «como negar la luz del sol a punto de mediodía». Por su parte, Antonio Maceo llegó a decir que «sería el único caso en que tal vez estaría al lado de los españoles».   

« (…) moriría de vergüenza si después del espectáculo que hemos dado ante el mundo me viera obligado a volver a (…) desempeñar mi cargo (…) soy el único de los ministros plenipotenciarios de la República de Cuba que tomó parte en la guerra de independencia (…) con las armas en la mano, por entender que mi pueblo era capaz de regir sus propios destinos, no puedo estar en ninguna nación (…) representando lo que es la negación de las ideas que defendí, (…) la República de Cuba bajo la administración provisional de los Estados Unidos».

4.- Al nacer, la República intervenida cargó en parte con ideas de aquel origen. Con el paradigma de modernidad que representaba EE.UU., el plattismo, la injerencia e incluso la apelación a «la intervención» como mecanismo para contener disensos; nació también el antimperialismo y se renovó la resistencia. Existen múltiples evidencias de reivindicaciones soberanas y oposición a la subordinación, absorción e intervención. Valgan cuatro ejemplos: intensos y públicos debates, rescate de la soberanía sobre Isla de Pinos, derogación de la Enmienda Platt y reacción del entonces diplomático Cosme de la Torriente,[2] cuando se produce la segunda intervención:

Intervención (2)

En el escudo diseñado por Miguel Teurbe Tolón destacan símbolos anexionistas como la bandera de los EE.UU. y la palma con orla de 13 estrellas en referencia a las colonias norteamericanas

Diagnóstico para comprender nuestro tiempo

La Revolución de 1959 enarboló la independencia y la soberanía nacionales, pero no logró solucionar aspectos vinculados con tal problemática y, en algunos casos, los complicó. Entender esta contradicción es clave para comprendernos y trascender la actual confrontación. Algunos de esos problemas son:

1.- La dependencia —que es también mental— y la del paradigma estadounidense, fueron superadas por muy corto tiempo.

2.- La persistencia de un fallido modelo socialista con gran costo social. El incremento exponencial del sistema penitenciario y la emigración son evidencias que niegan el proyecto.  

3.- En términos ideológicos se pasó rápido a una saturación permanente de la propaganda política contra «el enemigo imperialista», que terminó produciendo un efecto indeseado en algunos sectores.

4.- El extremismo político de origen institucional y la incapacidad para gestionar el disenso, al que se le atribuye indiscriminadamente el calificativo de anexionista con intención de criminalizarlo.

5.- La emigración, que si en 1958 no llegaba al dos por ciento de la población, derivó en sangría y tragedia para las familias cubanas. De acuerdo a los registros del MINREX, en 2016 eran más de 2 432 000 (21.34% de la población). Y se sabe que cientos de compatriotas murieron en el intento o fueron retornados al país.

6.- El tratamiento gubernamental hacia los emigrados ha sido errático y lesivo al excluirlos y confrontarlos. Más allá del conflicto inicial con la Revolución, las décadas que siguieron ofrecieron otro panorama que no se supo aquilatar. El gobierno pensó que resolvía un problema con los éxodos inducidos, pero creaba otro mayúsculo a la nación. A pesar de numerosos reclamos y de estudios académicos con propuestas políticas, las rectificaciones y los diálogos han sido pocos y condicionados por el gobierno; mientras, continúan dilatándose sus demandas. Hoy existe mucho resentimiento, frustraciones, heridas y nostalgia en esa emigración, que repercuten en miles de familias en la Isla.

Se cambió en el discurso la perspectiva de una emigración política o económica cuando fue conveniente, sin reconocer el impacto ideo-político en el largo plazo. Una muestra fueron las manifestaciones protagonizadas en diversos países por jóvenes cubanos en solidaridad con las protestas del 11-J, que lanzaron a las calles de la Isla a miles de sus iguales.

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Hubo manifestaciones protagonizadas en diversos países por jóvenes cubanos en solidaridad con las protestas del 11-J (Foto: CNN)

Propuestas para trascender

La solución de los problemas de Cuba depende, en primer lugar, de la voluntad política del gobierno para gestionarlos con la sociedad civil y la emigración. Los discursos radicales dificultan ese proceso. De acuerdo con la experiencia histórica convendría:  

-Democratizar la sociedad y abrir canales de diálogo con los emigrados. Si el sistema político no deja espacio para dirimir disensos, si se siguen frustrando las reformas y dejando intocable lo político —que incluye la urgencia de regular los derechos de reunión y manifestación— continuarán radicalizándose las posiciones.

-El lenguaje oficial desde el extremismo político debe sustituirse por el reconciliador y democrático. Los medios nacionales, que son importantes para ello, deben ser transparentes y abiertos a sectores de disenso y oposición.

-El anexionismo no es una amenaza para Cuba. Debería abandonarse del discurso oficial porque conduce a la confrontación entre cubanos y desvía la atención de los verdaderos problemas.

-Urge una nueva política hacia la emigración basada en la comprensión, la apertura y lo que nos une.  

-Debemos avanzar hacia un proceso de diálogo nacional y reconciliación histórica que incluya a los emigrados. Tenemos ventajas: fortaleza de nuestra identidad; alto nivel de instrucción, incremento del activismo y fuerte componente joven del espectro contestatario dispuesto a ayudar al país.

La historia de Cuba está cargada de ejemplos anti-anexionistas y contrarios a la intervención, porque se trata de la independencia y la soberanía. Necesitamos desterrar la mentalidad dependiente y reafirmarnos como un pueblo capaz de sanarse y construir un proyecto de país con sus propias fuerzas. Martí nos recordaría hoy que «la patria es ara, no pedestal» y que «es la hora del recuento y de la marcha unida (…)» por el bien de Cuba y los cubanos.

***

[1] Amén de las sanciones recientes, el gobierno está sosteniendo diálogos con diversos sectores de la diáspora y adopta otras medidas de carácter político, como el nombramiento reciente de Ricardo Zúñiga —figura clave del llamado deshielo entre Cuba y los EEUU durante la administración de Barack Obama— como Secretario interino para asuntos del hemisferio occidental. Biden se reúne con cubanoamericanos y reitera sus promesas en cuanto a remesas y acceso a internet | OnCubaNewsEstas son las nuevas medidas de Biden sobre Cuba – Notisia 365(1437) Las Reuniones de la Casa Blanca – YouTube¿Se acerca un nuevo deshielo entre EEUU y Cuba? Biden nombra a funcionario clave del gobierno de Obama (americateve.com)

[2] Fragmento de la carta enviada por Cosme de la Torriente al general William Taft durante la segunda intervención norteamericana (1906-1909). En Félix Lizaso: Cosme de la Torriente un orgullo de Cuba, un ejemplo para los cubanos, Comisión de homenaje nacional, La Habana, 1951, pp. 30-31.

AUTORA

 Ivette García González,

Ivette García GonzálezLa Habana, 1965. Doctora en Ciencias Históricas por la Universidad de La Habana (2006), Profesora Titular por el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) “Raúl Roa García” e Investigadora Titular del Instituto de Historia de Cuba. Actualmente docente e investigadora de la Casa de Altos Estudios Fernando Ortiz de la Universidad de La Habana. Autora de varios libros. Fungió como diplomática en la Embajada de Cuba en Lisboa (2007-2011). Preside la Sección de Literatura Histórica y Social de la Asociación de Escritores de la UNEAC y es miembro de la Asociación Cubana de Naciones Unidas (ACNU), de la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC), la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y Caribeños (ADHILAC) y la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP).

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