La teoría del último empujón

Por  Harold Cárdenas Lema*

Una última oportunidad, un plan que resolverá todo, un último empujón. Los exiliados cubanos tienen la esperanza de que esta vez logren cambiar el sistema político imperante en la isla. Mientras tanto, el periódico Granma anuncia un calendario legislativo que entusiasma a sus lectores. 

En ambas orillas, hay una larga historia de optimismo exagerado y promesas con una fecha de vencimiento, infalible gracias a la memoria a corto plazo de las personas. JRR Tolkien dijo que la falsa esperanza es más peligrosa que el miedo, por eso vale la pena señalarlo.

Cuando quieres creer en algo, hacerlo una y otra vez es fácil. La paciencia de quienes ven NTV y Fox News es infinita. Por esa razón, no cuestionan las promesas que hizo Trump en 2017 o que sus resultados con Cuba no son más que propaganda destinada a asegurar votos. En la isla, tampoco hablan sobre las pautas económicas y sociales actuales, cuya observancia debería ser una prioridad de los medios. La atención pública tiene un espíritu adolescente, siempre avanzando al siguiente tema en boga.

Que un grupo político cree una narrativa optimista para energizar a sus seguidores no es nada nuevo, pero que sus líderes creen que sí. La estructura del gobierno cubano se entusiasma genuinamente con la campaña del momento. Mientras tanto, los exiliados continúan construyendo su identidad en torno a un anticomunismo atrapado en la Guerra Fría, con un recuerdo de Cuba congelado en el tiempo y una frecuente falta de empatía por sus compatriotas.

Los seguidores de Batista salieron de Cuba pensando que volverían a casa en cuestión de días. Confían en las restricciones comerciales de Eisenhower, en la invasión y embargo de Kennedy, y así sucesivamente con otros diez presidentes. Cuando el bloque socialista se derrumbó, sacaron sus maletas para regresar a Cuba, hasta que tuvieron que volver a guardarlas en sus armarios. Cuando Bush incluyó a la isla en su eje del mal, tal vez fueron más cautelosos, pero la emoción estaba allí. El día que Trump anunció el regreso a una política de mano firme, hubo lágrimas de emoción en Florida. A John Bolton le resultó fácil ir a Miami en 2018 y prometer a los exiliados latinoamericanos que la troika de Venezuela, Nicaragua y Cuba colapsaría pronto; Lo difícil sería entregar. Después de un año y medio, El gobierno de Maduro tiene un mayor control del poder y las protestas callejeras ya no afectan a Ortega. En Cuba hay escasez, pero la gente está lejos de rebelarse, y los sectores conservadores dentro del Partido y el gobierno están cada vez mejor posicionados.

Desde Cicerón, todos los discursos políticos piden a sus seguidores una de dos cosas: creer en algo o hacer algo. Los exiliados cubanos lo han intentado una y otra vez, y aún hoy depositan su fe en la voluntad del actual presidente estadounidense, en lugar de dialogar con La Habana. No es muy diferente en la isla.

Los sueños de una próspera cosecha de azúcar, una industria avícola que nunca existió, un sistema de energía infalible o un país de cultura inigualable, en gran medida, solo fueron sueños. La fe reciente en un proceso de reforma, en el debate nacional que engendró las directrices y en la normalización de las relaciones con el imperio tampoco fue recíproca. Algunos sueños no se cumplieron debido a problemas relacionados con el liderazgo del país, otros porque no había condiciones para hacerlo, otros debido a la obstrucción externa e incluso algunos por casualidad. Sin embargo, objetivos impensables, como el área de desarrollo biotecnológico o la subsistencia durante la crisis de los 90, se hicieron realidad. Quizás la promesa mejor cumplida ha sido la de la continuidad.

Hay una razón por la cual siempre encontramos un nuevo plan: mantener vivo el interés público en la causa que se defiende. Para hacer eso, es necesario entusiasmar al público con un objetivo que aparentemente está al alcance. Independientemente de que la historia demuestre lo contrario, la emoción es lo que importa en política. La teoría del último impulso en Miami prolonga el conflicto entre ambos países, y en Cuba obstruye una mirada a largo plazo a los problemas de la isla. Cuando el pathos reemplaza a la razón y las falsas esperanzas se convierten en la moneda, debemos alertar a la opinión pública. Ese es también nuestro último empujón.

*Harold Cárdenas Lemo, Analista político, editor de La Joven Cuba, un blog cubano muy referenciado en las plataformas digitales en el cual escriben algunos “think thank”  que por su objetividad y profundidad analítica de alto contenido sobre temas referente a politología, sociología, antropología constituyen pieza de “real politik” en relación con el diseño político de continuidad seguido en la isla. Cárdenas Lema es uno de esos  excelentes “think thank” especializado en real politik sobre Cuba, latinoamericana  y geopolítica estadounidense.

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