PULSO DE INFLUENCIA Y PODER EN LAS LÍNEAS ROJAS DE ESTADOS UNIDOS.

Por MARTA Gª OUTÓN   –        Fuente G.I.A.S.P

U.S. President-elect Donald Trump gestures as he speaks during a USA Thank You Tour event in Mobile, Alabama, U.S., December 17, 2016. REUTERS/Lucas Jackson – RTX2VHIX

Los primeros pasos, y más marcados, dados por el nuevo presidente de los Estados Unidos en política exterior han sido, justamente, en las principales áreas de influencia norteamericana desde el final de la Guerra del Golfo en Oriente: Siria, con el bombardeo Tomahawk sobre la base aérea del régimen de Bashar al Assad, Afganistán, con el lanzamiento de la “madre de todas las bombas” contra posiciones de Daesh, y el Pacífico, con el envío de la flota marina ante la amenaza nuclear de Corea del Norte y el expansionismo chino; pero tampoco se olvidó de Irak, Egipto y Arabia Saudí, con las visitas oficiales diplomáticas a la Casa Blanca.

Esto se ha producido como respuesta a la pérdida de presencia y poder estadounidense durante el gobierno del expresidente Barack Obama, que había dejado el histórico terreno de influencia de Estados Unidos en manos de Rusia. A pesar de lo anunciado durante su campaña (“America First” y el fin del “proteccionismo” militar norteamericano), Donald Trump ha preferido empezar por recuperar la imagen de poder de Estados Unidos a nivel exterior para influir consecuentemente en su política nacional y en la moral norteamericana. La nueva administración no está dispuesta a “regalar” Oriente Medio a la superpotencia en competencia (Rusia) ni permitir que sus principales aliados político-económicos de la región (Arabia Saudí, el gobierno de Irak y Turquía) queden bloqueados por la expansión de Irán y su rama chií desde Teherán hasta el Mediterráneo con el apoyo político-económico del gigante ruso, quien también se ha atrevido a influir en el otro territorio con dominante presencia norteamericana: Afganistán.

* ¿Por qué Donald Trump ordenó realmente el ataque sobre la base aérea de Shayrat?

Los misiles de ataque terrestre, los Tomahawk, son eficaces contra objetivos no fortificados y su empleo es terriblemente arriesgado. Usarlos contra un aeródromo reforzado y con el previo aviso a las fuerzas aéreas rusas y sirias para evitar un impacto mayor, evidencia que el ataque directo contra Siria no respondía a una declaración de guerra , ni tenía intención de destruir su presencia militar (si fuera así, Estados Unidos habría escogido los destructivos B-2 Spirit, que los empleó en Libia contra los principales campos de aviación de Gadafi), sino que es la expresión de una severa advertencia hacia el régimen de Bashar al Assad y hacia su gran protector, Putin.

Donald Trump se quiere saltar todos los procedimientos diplomáticos (y con ello los acuerdos de contención militar establecidos entre Barack Obama y Putin sobre Siria), dejando claro que el control del espacio aéreo sirio y del tablero de fuerzas sobre el terreno dependerán de quien ostente el poderío militar; Estados Unidos quiere acabar con el problema sirio muy pronto y las medidas restrictivas para el empleo de la fuerza se las ha quitado a pocos meses del inicio de su mandato. No obstante, este movimiento ha sido muy arriesgado, puesto que ha desplazado su prioridad: la lucha contra el terrorismo de Daesh, a un lugar enfrentado con la defensa del posicionamiento norteamericano en la geopolítica siria. Aun así, el presidente es consciente de que Siria es una línea roja que no debe regalar y su apuesta es (y muy a su pesar, debe seguir siendo) continuar la política de Barack Obama en favor de los rebeldes y en condena y persecución (o al menos su control) del posicionamiento de Bashar al Assad y de Irán sobre la región, a pesar de que la amenaza del terrorismo de Daesh sea su prioridad actual.

  • “LA MADRE DE TODAS LAS BOMBAS” SOBRE AFGHANISTÁN

Una semana después del bombardeo Tomahawk sobre la base aérea siria, Donald Trump aprueba el empleo de “la madre de todas las bombas” sobre una posición terrorista en un área montañosa de Afganistán.

El GBU-43 (GBU-43/B Massive Ordnance Air Blast (MOAB)) es el arma no nuclear más grande de los Estados Unidos que hasta ahora, jamás había sido utilizado para el combate. Es una bomba de 22.000 libras guiada por GPS para atacar objetivos concretos que contiene 11 toneladas de explosivos y con un radio de explosión de una milla de ancho. La primera vez que se dio a conocer fue en el 2003 en una prueba de lanzamiento en Florida justo antes de la intervención en Irak, como advertencia de la administración Bush hacia el expresidente Saddam Hussein.

Un oficial afgano anunció que el ataque destruyó los túneles que empleaban los terroristas del autoproclamado Estado Islámico bajo las montañas al este de Afganistán, en la frontera con Pakistán, y que acabó con la vida de unos 94 milicianos. El empleo de esta arma ha sido desmedida comparada con la limitada amenaza de Daesh en ese país (actualmente cuenta con unos 700 militantes frente a los 2.000 que tenía en el 2016), pero obedece, según la administración de Trump, a numerosos intentos fallidos (con drones y operaciones especiales) de neutralizar la amenaza que allí se refugiaba.

“Mother of the all bombs” impact and terrorist area of influence. Source: Marta Gª Outón

Los primeros pasos, y más marcados, dados por el nuevo presidente de los Estados Unidos en política exterior han sido, justamente, en las principales áreas de influencia norteamericana desde el final de la Guerra del Golfo en Oriente: Siria, con el bombardeo Tomahawk sobre la base aérea del régimen de Bashar al Assad, Afganistán, con el lanzamiento de la “madre de todas las bombas” contra posiciones de Daesh, y el Pacífico, con el envío de la flota marina ante la amenaza nuclear de Corea del Norte y el expansionismo chino; pero tampoco se olvidó de Irak, Egipto y Arabia Saudí, con las visitas oficiales diplomáticas a la Casa Blanca.

Esto se ha producido como respuesta a la pérdida de presencia y poder estadounidense durante el gobierno del expresidente Barack Obama, que había dejado el histórico terreno de influencia de Estados Unidos en manos de Rusia. A pesar de lo anunciado durante su campaña (“America First” y el fin del “proteccionismo” militar norteamericano), Donald Trump ha preferido empezar por recuperar la imagen de poder de Estados Unidos a nivel exterior para influir consecuentemente en su política nacional y en la moral norteamericana. La nueva administración no está dispuesta a “regalar” Oriente Medio a la superpotencia en competencia (Rusia) ni permitir que sus principales aliados político-económicos de la región (Arabia Saudí, el gobierno de Irak y Turquía) queden bloqueados por la expansión de Irán y su rama chií desde Teherán hasta el Mediterráneo con el apoyo político-económico del gigante ruso, quien también se ha atrevido a influir en el otro territorio con dominante presencia norteamericana: Afganistán.

  • SIRIA, LA LÍNEA ROJA DE LA ESTRATEGIA NORTEAMERICANA EN ORIENTE MEDIO

El 4 de abril se informó sobre un ataque químico en la ciudad siria de Khan Shikhoun, en la provincia de Idlib (mayoritariamente controlada por las fuerzas rebeldes al régimen de Bashar al Assad). El agente químico (se confirmó que estaba compuesto por gas sarín), acabó con la vida de más de 80 personas y dejó más de 100 heridos.

Dos días después, aún con la falta de evidencias sobre la autoría del ataque, Donald Trump condenó al régimen de Bashar al Assad por el empleo del armamento químico sobre la población civil y ordenó el lanzamiento de 59 misiles Tomahawk contra la base aérea de Shayrat, donde también hay desplegadas fuerzas aéreas rusas. El ataque, no obstante, dejó las defensas de la base intactas y la mayor parte de las fuerzas aéreas a salvo (movilizadas horas antes a la base de Khmeimim, en Latakia).

Main target zones of the Tomahawk attack. Source: US Department of Defense

* ¿Por qué Donald Trump ordenó realmente el ataque sobre la base aérea de Shayrat?

Los misiles de ataque terrestre, los Tomahawk, son eficaces contra objetivos no fortificados y su empleo es terriblemente arriesgado. Usarlos contra un aeródromo reforzado y con el previo aviso a las fuerzas aéreas rusas y sirias para evitar un impacto mayor, evidencia que el ataque directo contra Siria no respondía a una declaración de guerra , ni tenía intención de destruir su presencia militar (si fuera así, Estados Unidos habría escogido los destructivos B-2 Spirit, que los empleó en Libia contra los principales campos de aviación de Gadafi), sino que es la expresión de una severa advertencia hacia el régimen de Bashar al Assad y hacia su gran protector, Putin.

Donald Trump se quiere saltar todos los procedimientos diplomáticos (y con ello los acuerdos de contención militar establecidos entre Barack Obama y Putin sobre Siria), dejando claro que el control del espacio aéreo sirio y del tablero de fuerzas sobre el terreno dependerán de quien ostente el poderío militar; Estados Unidos quiere acabar con el problema sirio muy pronto y las medidas restrictivas para el empleo de la fuerza se las ha quitado a pocos meses del inicio de su mandato. No obstante, este movimiento ha sido muy arriesgado, puesto que ha desplazado su prioridad: la lucha contra el terrorismo de Daesh, a un lugar enfrentado con la defensa del posicionamiento norteamericano en la geopolítica siria. Aun así, el presidente es consciente de que Siria es una línea roja que no debe regalar y su apuesta es (y muy a su pesar, debe seguir siendo) continuar la política de Barack Obama en favor de los rebeldes y en condena y persecución (o al menos su control) del posicionamiento de Bashar al Assad y de Irán sobre la región, a pesar de que la amenaza del terrorismo de Daesh sea su prioridad actual.

  • “LA MADRE DE TODAS LAS BOMBAS” SOBRE AFGHANISTÁN

Una semana después del bombardeo Tomahawk sobre la base aérea siria, Donald Trump aprueba el empleo de “la madre de todas las bombas” sobre una posición terrorista en un área montañosa de Afganistán.

El GBU-43 (GBU-43/B Massive Ordnance Air Blast (MOAB)) es el arma no nuclear más grande de los Estados Unidos que hasta ahora, jamás había sido utilizado para el combate. Es una bomba de 22.000 libras guiada por GPS para atacar objetivos concretos que contiene 11 toneladas de explosivos y con un radio de explosión de una milla de ancho. La primera vez que se dio a conocer fue en el 2003 en una prueba de lanzamiento en Florida justo antes de la intervención en Irak, como advertencia de la administración Bush hacia el expresidente Saddam Hussein.

Un oficial afgano anunció que el ataque destruyó los túneles que empleaban los terroristas del autoproclamado Estado Islámico bajo las montañas al este de Afganistán, en la frontera con Pakistán, y que acabó con la vida de unos 94 milicianos. El empleo de esta arma ha sido desmedida comparada con la limitada amenaza de Daesh en ese país (actualmente cuenta con unos 700 militantes frente a los 2.000 que tenía en el 2016), pero obedece, según la administración de Trump, a numerosos intentos fallidos (con drones y operaciones especiales) de neutralizar la amenaza que allí se refugiaba.

“Mother of the all bombs” impact and terrorist area of influence. Source: Marta Gª Outón

*¿Por qué el empleo de semejante fuerza sobre Afganistán en este momento?

De nuevo tenemos (al igual que hemos visto con el ejemplo de los Tomahawk sobre Siria y la movilización de la flota hacia el Mar Meridional ante la amenaza de Pyongyang y Beijing), el viejo truco de línea dura contra el oponente, buscando evitar el enfrentamiento directo entre fuerzas. Si Corea del Norte despierta su retórica nuclear ante las próximas elecciones surcoreanas y con el aniversario del abuelo de Kim Jong-un, Estados Unidos necesita hacer visible su mejor preparación militar y su disposición a utilizarla a pesar del quietismo mundial. Por otro lado, en febrero, John Nicholson, comandante en jefe de las fuerzas norteamericanas en Afganistán, ya avisó de que Estados Unidos emplearía más fuerza para la lucha contra la amenaza terrorista en el país (ante el despertar del terrorismo talibán y la movilización de Daesh para ganar influencia en terrenos sensibles a su ideología, así como el empleo de esa zona montañosa por parte de los extremistas para cruzar la frontera de Afganistán y Pakistán); además, también responde a una creciente evidencia de influencia rusa en la zona.

No obstante, el lanzamiento de “la madre de todas las bombas” y no de un arma cualquiera es un mensaje simbólico dirigido a todos los enemigos del poder norteamericano: las potencias nucleares que amenazan el equilibrio geopolítico (Rusia, China, Irán y Corea del Norte, principalmente) y a los actores no-estatales que se ríen ante la superpotencia tecnológica con su adaptabilidad sobre el terreno (Daesh, Al Qaeda, Hezbollah, Hamás…); es el aviso de: “si quisiéramos, podríamos hacerlo: destruiros”. La retórica es poderosa, pero también peligrosa entendiendo que con ella se dispara el pulso por el dominio del poder, y especialmente ahora, que las batallas se vencen (o se contienen) con armamento militar pero que las guerras se definen con otros instrumentos: la economía, la información y la influencia.

Donald Trump ha entendido que, como en su día fue aclamado Churchill como el hombre ideal para gobernar en tiempos de guerra y hacer frente a la mayor amenaza mundial, él ha sido elegido para actuar en un tablero de juego igualmente bélico en el que, desde la administración norteamericana antes de su llegada, no se estaban empleando las piezas adecuadas.

El presidente norteamericano está soltando su reclamo de poder e influencia en el escenario geopolítico repartido entre Rusia y China y aunque el empleo de amenazas directas y respuestas militares contundentes y desmedidas lo posicionan en las portadas informativas, no deja a Estados Unidos más que como un actor que desea ponerse, como sus principales potencias oponentes, en el bando de la línea dura. No obstante, el nuevo presidente norteamericano no parece demostrar un cambio de estrategia con la elección de sus actuaciones, a pesar de lo que ofreció en la campaña electoral; al final de cuentas (y a pesar de haber criticado a su predecesor por su intromisión en guerras ajenas), Donald Trump continúa la línea tradicionalista de Estados Unidos, pero con el lenguaje propio de un experto negociante armado hasta los dientes.

FUENTES:

https://es.scribd.com/document/344995943/Report-by-White-House-Alleging-Proof-of-Syria-as-the-Perpetrator-of-the-Nerve-Agent-Attack-in-Khan-Shaykhun-on-April-4-2017

http://www.aei.org/publication/trump-drops-the-moab-on-isis/?utm_source=social&utm_medium=twitter&utm_campaign=thiessenaeideastrumpdropsmoabonisis

https://www.nytimes.com/2017/04/14/world/asia/bomb-afghanistan.html

https://www.stratfor.com/analysis/soothing-east-asias-nerves?utm_source=Twitter&utm_medium=social&utm_campaign=article

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