Por Javier Jordán – Cortesía de MOSAICO
Hasta ahora los medios de comunicación y los análisis de los expertos se han centrado en el peligro que representan para Europa y Estados Unidos tres escenarios terroristas derivados de la convulsa situación en Siria e Irak.
El primero de ellos consiste en que algunos de los retornados de la zona cometan actos terroristas por cuenta propia, bien en solitario o bien formando o liderando pequeños grupos, sin seguir las directrices de Jabhat Al Nusra o del Estado Islámico de Irak y el Levante. En este caso, lo más probable es que se tratara de acciones poco sofisticadas y con un número relativamente bajo de víctimas (para los estándares de letalidad del terrorismo yihadista).
En esta categoría podría encajar el atentado contra el museo judío de Bruselas el pasado 24 de mayo. Nemmouche Mehdi, nacido en Francia y retornado tras combatir en Siria, asesinó a tiros a cuatro personas con un fusil Kalashnikov. Tras darse a la fuga fue detenido en Marsella apenas un semana más tarde. Aunque las policías francesa y belga todavía no han determinado si el atentado obedeció a una directriz del Estado Islámico (Nemmouche fue detenido con el arma envuelta en la bandera de la organización) o si fue una iniciativa personal del asesino, es probable que estemos ante un atentado espontáneo. Al menos el modus operandi se adecúa perfectamente a lo que cabría esperar de un atentado ejecutado por retornados que actúen por cuenta propia.
El segundo escenario sería un atentado en Europa o Estados Unidos, planificado y coordinado por Jabhat Al Nusra o el Estado Islámico. Hasta el momento ambas organizaciones han centrado sus energías en los frentes abiertos en Siria e Irak. Y es probable que la volatilidad de la situación continúe ocupando todo su ancho de banda. No obstante, este escenario sería más inquietante que el primero en términos de letalidad. Una acción coordinada, con el apoyo de algunas de sus redes de captación en Europa (muy activas en el último año) y con participación de combatientes fogueados y de expertos en explosivos con pasaporte europeo podría guardar más semejanza con los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid y del 7 de julio de 2005 en Londres, que con las acciones terroristas de baja intensidad que se han producido en los últimos años, tales como el ya citado atentado de Bruselas, el apuñalamiento de un soldado británico en mayo de 2013, los atentados de Mohamed Merah en marzo de 2012 o el asesinato de dos norteamericanos por el kosovar Arid Uka en el aeropuerto de Fráncfort en mayo de 2011.
La campaña de bombardeos aéreos y la formación de la coalición internacional liderada por Estados Unidos para desalojar al Estado Islámico de Irak debe estar haciendo que los líderes de dicha organización se planteen en serio la idea. Si deciden llevarla a la práctica, deberán innovar demostrando su capacidad terrorista más allá de Oriente Medio.
El tercer escenario es un atentado cometido por un individuo o pequeño grupo que actúe por cuenta propia (como el primer escenario) pero sin que ninguno de sus miembros hayan pasado por Siria/Irak y que lo hagan inspirados por la propaganda del Estado Islámico. Nada más comenzar los bombardeos de la coalición internacional los líderes del Estado Islámico han instado a sus seguidores a que atenten contra ciudadanos norteamericanos y europeos allí donde residan. Una proclama que ya vienen entonando desde hace años otras figuras yihadistas –como el difunto Anwar Al Awlaki– y que en efecto se han traducido en algunos atentados (menos de los que cabría esperar), como por ejemplo el tiroteo de Fort Hood en noviembre de 2009.
De materializarse en suelo europeo, se trataría de acciones de baja letalidad (como las del primer escenario), pero en función del modo como se ejecutasen podrían tener un elevado eco mediático.
Por ejemplo, a mediados del pasado mes de septiembre la policía australiana detuvo a varias personas que supuestamente pretendían realizar un secuestro dentro del propio país, decapitar a su víctima ante una cámara y con la bandera del Estado Islámico al fondo, y difundir el vídeo en internet. Una acción de estas características, aunque causara un solo fallecido, tendría un impacto social enorme.
Pues bien, –y retomando el argumento inicial del post– a estos tres escenarios terroristas se suma una cuarta amenaza potencialmente más grave y menos conocida hasta hace poco: el empleo de Siria como refugio y centro de operaciones de Al Qaeda Central.
Por el momento Al Qaeda Central no ha desempeñado un papel particularmente brillante en el conflicto de Siria. La ruptura y los reproches públicos del Estado Islámico hacia su antiguo patrón (aquella época en que el Estado Islámico era Al Qaeda en Irak…) han dado una pobre imagen de la organización dirigida por Ayman Al-Zawahiri.
A pesar de ello, Al Qaeda Central ha tratado de hacer suyo el refrán de a río revuelto ganancia de pescadores, enviando operativos a Siria pero no para que combatan sino para utilizar el país como base de operaciones con proyección exterior. Como ya hemos visto en otros trabajos, la situación de Al Qaeda Central en Pakistán se encuentra seriamente deteriorada como consecuencia de la campaña norteamericana de ataques con drones. En 2014 ha habido nuevos ataques que han acabado con al menos seis cuadros intermedios de la organización. Por ello está aprovechando las zonas de Siria controladas por el grupo aliado Jabhat Al Nusra para que sus miembros puedan operar con cierta seguridad, experimentar con explosivos y reclutar a voluntarios con pasaportes occidentales.
Este núcleo de Al Qaeda Central en Siria ha sido denominado por el Pentágono y por otras agencias norteamericanas como Al Khorasan, un modo arcaico de referirse a la región geográfica que comprende Irán, Afganistán y Pakistán, de la que en efecto parece que proceden muchos de sus componentes. Así el líder del grupo, Muhsin Al Fadhli (muerto en los bombardeos norteamericanos de la semana pasada), antes de trasladarse a Siria había residido en Irán, donde, según el Departamento del Tesoro norteamericano, actuaba como facilitador del tránsito de voluntarios y de fondos en beneficio de Al Qaeda Central. Al Fadhli también estaba acusado de tener vínculos con el atentado contra el petrolero francés Limburg en octubre de 2002 y con el asesinato de un Marine en Kuwait en aquel mismo mes.
La red de Al Fadhli incluía a expertos en explosivos de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), entre ellos el famoso Ibrahim Al Asiri, aunque las fuentes abiertas no detallan si éstos se habrían trasladado físicamente desde Yemen a Siria. Al Asiri es una figura inquietante porque fue quien diseñó el artefacto explosivo que utilizó el joven nigeriano Umar Farouk Abdulmutallab en el atentado fallido contra el vuelo 253 de Northwest Airlines cuando éste se encontraba a punto de aterrizar en Detroit el día de Navidad de 2009. Aunque el plan fracasó, lo cierto es que el explosivo logró entrar en el avión sin ser detectado. Apenas un año después, AQPA reivindicó otro nuevo complot contra dos aviones de carga que transportaban sendas impresoras con explosivo. La trama fue descubierta gracias a inteligencia humana procedente de los saudíes, no porque los controles detectasen las bombas.
Esas y otras actuaciones explican que en septiembre de 2011, el entonces director de la CIA, David Petraeus, calificase a AQPA como la rama más peligrosa de la red yihadista global. Por tanto, es comprensible la inquietud de que Siria (no tanto las zonas controladas por el Estado Islámico en Irak) se esté convirtiendo en un nodo clave (un hub dirían los anglosajones) de Al Qaeda Central, y que desde allí la organización esté tramando una acción terrorista sofisticada y altamente letal (por ejemplo, contra la aviación comercial, dada su obsesión al respecto) que restaure su prestigio. Una credibilidad que en los últimos años se ha visto dañada por la muerte de Bin Laden, la falta de carisma de Al Zawahiri y los desaires del Estado Islámico.
Una Al Qaeda Central con deseos de revancha y fortalecida por el refugio y los recursos disponibles en Siria puede ser mucho más peligrosa que los tres tipos de amenaza terrorista procedentes de la región ponderados hasta ahora.