Por Jorge Piñón
Compañías petroleras internacionales actualmente realizan exploraciones en busca de petróleo y gas natural en el Estrecho de la Florida y el sudeste del Golfo de México, en aguas profundas pertenecientes a la zona económica exclusiva de Cuba.
Las expectativas de un importante descubrimiento de petróleo son grandes. Estudios geológicos y sísmicos indican la posible presencia de 5 a 6 mil millones de barriles en reservas petroleras por descubrir, lo cual pudiera significar un punto de viraje a largo plazo para el desarrollo económico de Cuba y su independencia energética. Sin embargo, no se sabe si hay reservas recuperables adicionales de hidrocarburos en las aguas ultraprofundas de Cuba en el noroeste del golfo de México y de la Brecha
Oriental. Algunos creen que podría haber otros 10 a 15 mil millones de barriles de reservas petroleras no descubiertas, lo que llevaría el total de las reservas no descubiertas de Cuba dentro de su Zona Económica Exclusiva (ZEE)* a unos 20 mil millones de barriles.
Lo que sabemos con certeza es la improbabilidad de que Cuba se convierta en exportador neto en los próximos 15 años.
Actualmente Cuba consume aproximadamente 147 000 barriles por día de productos del petróleo y produce aproximadamente 50 000 barriles diarios de petróleo crudo, lo que significa un déficit de unos 100 000 barriles por día de importación.
Si los actuales esfuerzos exploratorios tienen éxito y se descubren importantes yacimientos de petróleo en alta mar, Cupet, compañía estatal de petroleo, podría llegar en 10 años a una producción en tierra y mar de 100 000 a 150 000 barriles por día, lo que equilibraría la balanza de oferta y demanda de Cuba a los niveles actuales de demanda.
El Instituto James Baker de la Universidad Rice estima que en una Cuba posterior al embargo y bajo un sistema económico descentralizado, la futura demanda de petróleo de Cuba podría llegar a 250 000 barriles diarios, lo que haría improbable la posibilidad de ser exportador neto de petróleo.
Sin embargo, Cuba podría tener grandes mejoras en su balanza de pago estableciendo una nueva mezcla de fuentes de energía y continuando sus programas de conservación de energía.
Con petróleo o sin él, Cuba debe continuar sus actuales políticas, programas, tecnologías, inversiones y comportamiento de conservación y eficiencia de energía, además del desarrollo económico de fuentes renovables de energía tales como energía solar, eólica, hidráulica, biomasa de caña de azúcar, biocombustibles y otras fuentes menos desarrolladas, como la energía de mareas y de corrientes marinas, como parte de un plan integral nacional de energía.
Con la visita esta semana de la presidenta de Brasil Dilma Roussef, los líderes cubanos tendrán una oportunidad singular de considerar la recapitalización de la industria azucarera como parte de una política energética nacional. La caña de azúcar podría desempeñar un papel importante para lograr el objetivo de Cuba de independencia energética mediante el aporte de sustitutos de combustibles fósiles como etanol y biomasa para sus sectores de transporte y de energía eléctrica, respectivamente.
El resurgimiento de la industria cañera podría generar significativos beneficios económicos por medio de una variedad de mecanismos. No solo incrementaría el empleo tanto a nivel agrícola como en el sector productivo, sino que también fortalecería la balanza de pagos de Cuba al reducir la necesidad de importar petróleo y también obtendría nuevos ingresos provenientes de las exportaciones de etanol.
El papel del gas natural licuado como combustible para el sector de la generación de energía también podría ser un componente de la combinación balanceada de fuentes de energía, ya que sustituiría el fuel oil a base de petróleo, el cual pudiera ser procesado adicionalmente para producir combustibles más valiosos para el transporte, como gasolina, diesel y de turbo-combustible.
Y por último, Cuba debe manejar el peligro de la “maldición del petróleo” o “Paradoja de la Abundancia”, en la que la noticia de un importante descubrimiento de petróleo podría llevar al pueblo cubano a la falacia de creer en nuevas riquezas y a olvidar la necesidad de conservar.
La riqueza petrolera es temporal; el yacimiento petrolero del North Slope en Alaska llegó a una producción máxima de casi 2 millones de barriles por día en 1988, comparada con la producción actual de menos de 600 000 barriles diarios.
En el posible caso futuro de que Cuba se convierta en exportadora de petróleo, se hace muy importante la manera en que el país maneje sus ingresos netos de petróleo y evite el impulso de gastar espléndidamente sus nuevas riquezas, en vez de continuar con una cultura de frugalidad.
Independientemente de cómo maneje Cuba cualquier posible ingreso petrolero futuro, debe considerar la educación y la salud pública como una inversión a largo plazo en las nuevas generaciones por venir, mucho después de que se acabe el petróleo.
Según el derecho marino, una zona económica exclusiva (ZEE) es una zona marítima sobre la cual un estado tiene derechos especiales para la explotación de recursos marinos, incluyendo la producción de energía.
Jorge R. Piñón es Investigador Titular de la Universidad de Texas en el Centro Austin para Energía Internacional y Política Medioambiental, y expresidente de Amoco Oil Latinoamérica. Se le localiza en [email protected]