Cuba es de todos

por  Ernesto Daranas. El 27 de noviembre se desperdició una oportunidad histórica. El diálogo que pudo empezarse con un grupo de jóvenes artistas para extenderse al resto del pueblo cubano fue reemplazado por una burda campaña de descrédito.. Por imposible que parezca en este momento, no hay otra ruta que el diálogo y la búsqueda tenaz de consensos verdaderos.

Por imposible que parezca en este momento, no hay otra ruta que el diálogo y la búsqueda tenaz de consensos verdaderos.

por  Ernesto Daranas

El 27 de noviembre se desperdició una oportunidad histórica. El diálogo que pudo empezarse con un grupo de jóvenes artistas para extenderse al resto del pueblo cubano fue reemplazado por una burda campaña de descrédito. Durante meses, una parte de esos jóvenes han sido incomunicados, detenidos y sometidos a medidas cautelares arbitrarias. No era difícil prever cuál sería el resultado de la escalada que se había iniciado. El 11 de julio, miles de compatriotas, de todas las generaciones y de los más diversos lugares de Cuba, salieron a las calles. Frente a ellos, se colocaron otros cubanos, muchos de ellos igualmente jóvenes; vecinos, policías, reclutas, reservistas, agentes de civil y tropas de élite.

Si me centro en los jóvenes, es porque no podemos echar a pelear a nuestros hijos. Con independencia de su ideología y de su credo, ellos tendrán que cargar con la renovación de un país pobre y envejecido, el país de sus padres y abuelos, espejo del destino que no quieren para ellos. Por duras que sean las circunstancias actuales, Cuba tiene que empezar a cambiar realmente con todos y para el bien de todos, y debe hacerlo contando, de manera muy especial, con esos jóvenes. Una parte de ellos ha decidido alzar su voz antes que emigrar en silencio. La patria les importa y eso debería alegrarnos. ¿Cómo hacerlos parte entonces de un diseño de país en el que sus aspiraciones e intereses estén representados? ¿Cómo devolverles una noción de futuro y la opción de un proyecto de vida? ¿Cómo potenciar toda la preparación y el talento que hay en ellos? ¿Cómo estructuramos ese diálogo necesario para que resulte representativo, dinámico y productivo, libre de esas viciadas fórmulas que nos han llevado al actual estado de cosas?

Esos son algunos de los verdaderos desafíos que tenemos por delante. Lo realmente útil sería que nos centráramos en eso. Por imposible que parezca en este momento, no hay otra ruta que el diálogo y la búsqueda tenaz de consensos verdaderos. Muchas de las medidas tomadas en los últimos años han tenido un grave impacto en el nivel de vida de nuestro pueblo. Nos abruman los errores cíclicos y la demora frente a los cambios que sabemos necesarios. Ahí están algunas de las causas del actual descontento y deben ser abordadas con el mismo énfasis con que se abordan los graves efectos de la pandemia y del bloqueo.

No somos un país de bandidos ni obtusos. Sabemos que la mayoría de los que han salido a las calles no son delincuentes o confundidos porque mucha gente que queremos y respetamos ha estado entre ellos. La violencia del Estado contra su pueblo es inaceptable, también lo es el vandalismo que se aprovecha del reclamo de los ciudadanos honestos. Me opongo a la represión de las cubanas y cubanos que ejercen pacíficamente sus derechos. No acepto que seamos lanzados unos contra otros solo a causa de nuestras ideas. Deploro la manipulación que tergiversa lo que realmente está sucediendo en Cuba en estos momentos. La gran mayoría de los cubanos nos oponemos radicalmente a cualquier forma de violencia entre nosotros. Estamos hartos de actos de repudio, medidas cautelares, detenciones arbitrarias y brigadas de respuesta. Repudiamos las campañas de descrédito en los medios. Tampoco queremos ver nuestras calles tomadas por el descontento.

No necesitamos un despliegue de fuerza bruta, necesitamos un ejercicio de inteligencia colectiva que marque el rumbo que nos saque definitivamente de una crisis que ya abarca más de 30 años. A cada cubano le asiste el derecho a confrontar de manera civilizada con su Estado y con quienes no piensan como él, a ser parte real del diseño de este país, a exigir que sus libertades básicas sean respetadas, a aspirar a una Cuba donde el único límite lo establezcan su capacidad, su talento y esfuerzo. 

El llamado debe ser a la paz, el diálogo y la cordura. No a la violencia. Sí a una Cuba diversa y civil, con todos y para el bien de todos, sin distinción de ideología, raza, credo o lugar de residencia. La calle y la Patria son de los cubanos.

AUTOR

Ernesto Daranas, director cubano de cine. Entre su filmografía se encuentran los largometrajes “Los dioses rotos”, “Conducta” y “Sergio y Serguei”.

Fuente: oncubanews.com

Share this post:

Recent Posts