Disidentes, opositores o enemigos

El avasallamiento de cualquier opinión diferente a la del Gobierno/Partido/Estado no se impuso en Cuba por influencia exterior, sino por la propia raíz militarista de la nueva sociedad que se empezó a establecer en enero de 1959. Antes, la vieja contradicción civilismo vs militarismo produjo tiranías, dictaduras y autoritarismos, pero en su seno nunca dejaron de existir disidentes, opositores y enemigos acérrimos del Poder.

escrito por Mario Valdés Navia 

Uno de los rasgos de los regímenes totalitarios es la capacidad de imponer la dicotomía amigo/enemigo como axioma de su política interna y externa. La naturalización de ese desatino es fuente nutricia de enajenación, autocensura y apatía política.

El avasallamiento de cualquier opinión diferente a la del Gobierno/Partido/Estado no se impuso en Cuba por influencia exterior, sino por la propia raíz militarista de la nueva sociedad que se empezó a establecer en enero de 1959. Antes, la vieja contradicción civilismo vs militarismo produjo tiranías, dictaduras y autoritarismos, pero en su seno nunca dejaron de existir disidentes, opositores y enemigos acérrimos del Poder.

Si de una u otra forma, todos ellos son críticos del Gobierno/Partido/Estado, ¿qué importancia tendría para la sociedad cubana actual y el propio Poder distinguir entre disidentes, opositores y enemigos?

-I-

Entendida como parte de la superestructura social, la sociedad civil está compuesta por organizaciones sociales no estatales (culturales, religiosas, económicas y políticas), a través de las cuales se articula el consenso. Sin embargo, los Estados totalitarios, con su manía de controlarlo todo, suelen trastocar las funciones de la sociedad civil que brota en ellos.

Al triunfar la Revolución, la sociedad civil era amplia y diversa e influía de manera importante e independiente en la vida nacional. A ella se debieron, por ejemplo, la liberación de los moncadistas presos y el apoyo al Llano y la Sierra durante la lucha contra la tiranía de Batista. No obstante, desde 1959, el carácter plural de la sociedad civil comenzó a entorpecer la implantación de un régimen totalitario.

La intención de unificar a todos los sectores sociales en el camino de la Revolución, provocó que cualquier postura crítica, disidente, u opositora a la línea oficial fuera automáticamente calificada de enemiga del pueblo y, en consecuencia, extinguida, aplastada, o desterrada.

El inicio de las transformaciones revolucionarias y la agudización del conflicto con los EE.UU. motivó el éxodo de aproximadamente un cuarto de millón de personas entre 1959-1961. Independientemente de que participaran o no en acciones contra la Revolución, todos fueron considerados enemigos del pueblo, sus propiedades confiscadas y sus derechos ciudadanos conculcados.

Fidel
En noviembre de 1959, durante el X Congreso de la CTC, Fidel remarcó que era absurdo pensar que la clase trabajadora, constituida en ejército para defender la Revolución, estuviera dividida por facciones. Bajo este precepto se refundó la nueva CTC revolucionaria que, a pesar de mantener las siglas originales, dejaría de ser una confederación sindical pluralista para convertirse en una Central unitaria, con sindicatos ramales únicos.

Los revolucionarios de otras tendencias también fueron etiquetados como enemigos. Fue así que en noviembre de 1959, durante el X Congreso de la CTC, Fidel remarcó que era absurdo pensar que la clase trabajadora, constituida en ejército para defender la Revolución, estuviera dividida por facciones. Bajo este precepto se refundó la nueva CTC revolucionaria que, a pesar de mantener las siglas originales, dejaría de ser una confederación sindical pluralista para convertirse en una Central unitaria, con sindicatos ramales únicos.

Como señalé en un artículo anterior: «La otrora poderosa y combativa federación sindical quedó convertida así en una correa de trasmisión de las decisiones del Gobierno/Partido/Estado a los trabajadores. Su influencia sobre la vida política del país fue anulada, y el derecho más importante de los obreros: el de huelga, quedó prohibido como actividad contrarrevolucionaria». Desde aquel momento, la lucha de los obreros por sus derechos quedó incluida entre los delitos contra la seguridad del Estado, algo nunca visto ni en la Colonia, ni en la República.

De forma parecida tuvo lugar el aplastamiento de la corriente trotskista, condenada por oponerse a la creación de un partido único que unificara al M-26-J, el Directorio Revolucionario-13 de marzo y el Partido Socialista Popular (PSP). Durante el Primer Congreso Latinoamericano de Juventudes (La Habana, julio-agosto de 1960), el PSP resucitó sus viejas acusaciones de que los trotskistas, si bien usaban una fraseología de izquierda, actuaban como provocadores al servicio del FBI y la CIA para propiciar la agresión estadounidense.

La invasión por Playa Girón sirvió de catalizador para fortalecer dicha represión. El periódico de esa tendencia, Voz Proletaria, símbolo de la lucha por la democracia proletaria dentro de la Revolución, sería confiscado y prohibido. También lo fue la edición cubana del libro de Trotsky, La revolución permanente.

Izquierda (2)

La invasión por Playa Girón sirvió de catalizador para fortalecer dicha represión. El periódico de esa tendencia, Voz Proletaria, símbolo de la lucha por la democracia proletaria dentro de la Revolución, sería confiscado y prohibido. También lo fue la edición cubana del libro de Trotsky, La revolución permanente. / León Trotsky

Por razones similares, en 1961 fueron presionados para salir de la Isla los combativos anarquistas. En los EE.UU. fundaron el Movimiento Libertario Cubano en el Exilio, y editaron El Gastronómico, sucedido en los años ochenta por Guángara Libertaria, única revista de esa ideología editada en español en aquel país.

A pesar del evidente autoritarismo imperante, en los sesenta aún se permitía cierto margen de disidencia y debate; pero solo entre representantes de tendencias diferentes en la dirección de la Revolución y en el campo intelectual; no en espacios públicos, o a nivel de masas. La última expresión de esta tímida permisibilidad fue el Congreso Cultural de La Habana, en enero 1968, al que se invitó a más de quinientos intelectuales y políticos de izquierda de setenta países.

A pesar de sus posturas encontradas, todas las presentaciones y resoluciones propuestas por los participantes fueron recogidas sin interferencias. Significó el canto de cisne del socialismo independiente cubano respecto al marxismo-leninismo estalinista.

En aquel mismo mes ocurriría el Proceso contra la Microfracción, integrada por miembros del PSP, guiados por Aníbal Escalante, que criticaban determinados errores de la política económica y social del Gobierno Revolucionario. La acusación no tenía precedentes en los anales de la justicia totalitaria, ni siquiera en los Procesos de Moscú. Por primera vez los desacuerdos políticos se presentaban como delitos.

Los fiscales de Stalin disimulaban los verdaderos móviles de las condenas al inventar acusaciones de crímenes contra el Estado soviético, el favorito de los cuales era el de espionaje a favor de Hitler. Sin embargo, en el informe acusador de Raúl Castro, el principal cargo a la Microfracción era su oposición y crítica sistemática «a cualquier medida, de importancia o no, que realizara el poder revolucionario». A partir de entonces, se dio por sentado que cualquier crítica o disidencia respecto a la línea oficial podría ser objeto de sanciones penales.

El año 1968 fue de un extremismo desbocado. En el mes de marzo se clausuró el programa televisivo Mientras tanto, de Silvio Rodríguez, que se difundía por el canal 6, al considerar que la música que promovía no era lo suficientemente clara ideológicamente y podría confundir a la juventud y la teleaudiencia en general.

Se consideró que que la música que promovía el programa de Silvio Rodríguez no era lo suficientemente clara ideológicamente.

El año 1968 fue de un extremismo desbocado. En el mes de marzo se clausuró el programa televisivo Mientras tanto, de Silvio Rodríguez, que se difundía por el canal 6, al considerar que la música que promovía no era lo suficientemente clara ideológicamente y podría confundir a la juventud y la teleaudiencia en general.

Diez años después, en noviembre de 1978, cuando ya el país se había institucionalizado al estilo soviético, bajo el título Diálogo 1978 ocurrieron las primeras reuniones entre el Gobierno y un grupo de «personas representativas de la comunidad cubana en el exterior». Se acordó permitir la visita de los cubanos residentes en el exterior no catalogados como terroristas, y la liberación de unos 3600 presos políticos. Los visitantes comunitarios ya no serían tratados como enemigos, sino como emigrados.

Apenas dos años más tarde (abril-septiembre 1980), ocurrió la apertura del puerto de Mariel para la migración de cubanos. Desde los Estados Unidos se organizó la llamada Flotilla de la Libertad, que facilitó el éxodo de 125 000 personas. Esos emigrantes —tildados de escoria por la propaganda oficial—, fueron sometidos a un vergonzoso espectáculo de acoso masivo y violencia física por parte de multitudes  instigadas por el gobierno.

En 1986 Fidel inició el denominado Proceso de rectificación de errores y tendencias negativas, donde divergió de los métodos de dirección de la economía propuestos por él mismo una década atrás. Atacó al «vil dinero» y acusó a los gerentes de «aprendices de capitalistas». Al unísono, se retomaron los prejuicios contra lo no estatal y fue suprimido el Mercado Libre Campesino, que se había abierto en 1981.

Con la crisis del Período Especial, el perfil de los enemigos se llenó aún más de gente humilde. Ellos protagonizaron los desórdenes contrarrevolucionarios en Centro Habana y Habana Vieja de agosto de 1994 y la posterior crisis de los balseros.

-II-

Al avanzar el siglo XXI acaecieron en Cuba varias transformaciones significativas: cambios en la dirección del país; creciente pauperización, malestar y desconfianza de la población, y advenimiento de la cultura de Internet a través del acceso público, primero por conexión wifi y luego por datos móviles. Con ello, el perfil de los críticos, disidentes y opositores se extendió y complejizó.

En este nuevo contexto, la respuesta desde el poder fue la que podía esperarse de su anacrónica forma de gobernar: todo el que manifieste alguna disidencia u oposición al discurso oficial en el ciberespacio (sea cultural, social o política), es un enemigo del pueblo y la Revolución.   

El reacomodo de equilibrio ocurrido por entonces en el grupo de poder hegemónico, no permitió clasificar como disidentesopositores o enemigos a los sancionados en 2006 durante la purga del equipo de dirigentes, mayormente jóvenes, provenientes del Grupo de Apoyo de Fidel (Carlos Lage, Felipe Pérez, Carlos Valenciaga y una docena más).

El reacomodo de equilibrio ocurrido por entonces en el grupo de poder hegemónico no permitió clasificar como disidentes, opositores o enemigos a los sancionados en 2006 durante la purga del equipo de dirigentes, mayormente jóvenes, provenientes del Grupo de Apoyo de Fidel (Carlos Lage, Felipe Pérez, Carlos Valenciaga y una docena más) / Carlos Lage y Felipe Pérez Roque

Lo contradictorio del caso es que, a pesar de que fueran acusados de «actitud indigna» hacia Fidel y de tener «ambiciones de poder», ninguno fue juzgado o detenido arbitrariamente en calidad de enemigo. La separación de sus cargos parece haber sido un golpe palaciego con el objetivo de abrir espacios en puestos clave del Gobierno/Partido/Estado a cuadros de origen militar más leales a Raúl y al oligopolio en ascenso de GAESA.

Otra muy diferente sería la respuesta oficial ante la aparición de nuevos actores políticos digitales, independientes del ecosistema de medios estatales. Desde su creación en la primera década del siglo, hasta la actualidad, no parece que los voceros del poder aprecien muchas diferencias entre los blogs, revistas, plataformas informativas y de análisis político y demás productos digitales surgidos con la Internet 2.0.

En los programas oficialistas donde se valora a estos medios, los calificativos de críticodisidente u opositor rara vez son utilizados. En cambio, predominan los de enemigos del Estado y la Revolución en sus variantes más groseras, extremistas y manipuladoras de la audiencia, como: mercenarios del imperiomarginales, subversivos, y la etiqueta más reciente de odiadores.

Con esta simplista solución pretenden justificar tanto el acoso, detención, y deportación de los disidentes que piensan diferente; como las golpizas, juicios y encarcelamientos de protestantes que expresen cualquier tipo de inconformidad en calles y plazas. Los sucesos del 27-N y el 11-J lo demuestran.

El Código Penal 2022 expresa claramente hasta qué niveles puede llegar la judicialización de la represión a cualquier inconformidad o crítica en Cuba. Al unísono, la aparición de programas en horarios estelares, al estilo de Con Filo, dedicados a exponer y denigrar a opositores y disidentes, al presentarlos como enemigos activos y violentos del pueblo, es muestra fehaciente de esta radicalización del discurso y la práctica represiva del Gobierno/Partido/Estado.

Solo la apertura de la vida política nacional a los que expresen ideas diferentes, condición sin la cual es irreal un Estado de Derecho anunciado, podrá hacer que las figuras de disidentes y opositores, tan necesarias para el funcionamiento de un país democrático, dejen de ser vistas obligatoriamente como enemigos. Por el contrario, ellos deberían aportar a la construcción de una Cuba más participativa, libre y plural, donde el respeto al pensamiento ajeno actúe como botón de muestra de la prosperidad y sostenibilidad de la república.

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AUTOR

*Mario Valdés Navia. Profesor Titular de Historia, Metodología de la Investigación y Pensamiento Cultural Latinoamericano. Investigador social, especializado en los estudios sobre la vida y obra del Apóstol cubano José Martí y la Historia de Sancti Spiritus, Cuba. Doctorado en Ciencias Pedagógicas y Diplomado en Administración Pública. Profesor y Jefe de Departamento en las Universidades cubanas de Sancti Spiritus y la de Ciencias Informáticas (UCI) en el Centro de Estudios Martianos de La Habana. Investigador Auxiliar. Profesor Invitado a Universidades de Brasil, Haití y El Salvador. Coautor de varios libros sobre temas de Didáctica de la Historia y Pensamiento de José Martí e Historia de Sancti Spiritus. Escritos ensayos sobre temas de Historia Cultural de Matanzas, Cuba y problemas actuales de la economía y la sociedad cubanas.

Para contactar al autor: [email protected] 

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