La Nakba: la expulsión forzosa de los palestinos durante la fundación del estado de israel.

Hace 75 años, cientos de miles palestinos tuvieron que abandonar sus hogares cuando los israelíes expropiaron sus tierras para fundar nuevos asentamientos, una imposición que dio inicio al conflicto que hoy enfrenta a ambos pueblos en la franja de Gaza.

Francesc Cervera

Especialista en Historia

Actualizado a 19 de octubre de 2023 · 17:52 · Lectura: 4 min

tras su conquista por los británicos durante la primera guerra mundial, el mandato de Palestina había permanecido bajo administración británica. El Reino Unido permitió la llegada de numerosos inmigrantes judíos de todo el mundo, y en 1947 ideó un plan para concederles un estado propio dividiendo la región entre árabes e israelíes.

Las Naciones Unidas secundaron este proyecto el 29 de noviembre en su resolución 181 II, imponiendo un Plan de Partición que creaba un nuevo país llamado Israel en zonas habitadas por los árabes, a quienes se reservaban Cisjordania, Gaza y otros territorios. 

Esta división entre judíos y musulmanes provocó un conflicto entre ambos, que estalló un día después de la resolución con el asesinato de cinco israelíes que viajaban en un autobús. Era evidente que al margen de las decisiones políticas ninguno de los bandos estaba dispuesto a compartir el territorio.

LA GUERRA ÁRABE-ISRAELÍ

El atentado del 30 de noviembre fue el disparo de inicio de un cruento conflicto que para los palestinos supondría la expulsión de 700.000 personas y la destrucción de entre 400 y 600 poblaciones. Para ellos sería la Nakba, la catástrofe.

Aunque la cesión de Palestina no se haría efectiva hasta el año siguiente, tanto israelíes como palestinos ya habían empezado a organizar grupos paramilitares para defenderse, los cuales se enfrentaron por todo el mandato ante la impotencia de los británicos. Israel necesitaba nuevas tierras para asentar a su población, y dado que estas estaban en manos de los palestinos autóctonos era necesario expropiarlas por la fuerza.

Por fortuna para ellos, en esta primera guerra los israelíes contaron con ayuda financiera de correligionarios de todo el mundo, lo que posibilitó la compra de armamento sovi��tico y americano que dio a milicias como la Haganá una ventaja tecnológica decisiva sobre los palestinos. 

Así, pese al apoyo de países de la Liga Árabe como Egipto, Líbano y Jordania, Palestina terminó por perder la contienda, conquistando los israelíes más territorio que el asignado por la ONU y confinando a sus vecinos a la franja de Gaza y Cisjordania

LAS LLAVES DEL RECUERDO

Tras la victoria, Israel emprendió un programa de transformación del territorio en el que cientos de poblaciones palestinas fueron derribadas, para construir sobre ellas modernas colonias agrícolas (kibutz) y ciudades reservadas a los israelíes. 

Este proceso quedó institucionalizado en el Plan Dalet del entonces primer ministro israelí David Ben Gurión, en el que se ordenaba destruir con “fuego, explosivos y minas” las poblaciones árabes que habían quedado en territorio israelí, las cuales debían ser “rodeadas y registradas”, expulsándose a sus habitantes “fuera del estado en caso de resistencia”. 

Los métodos para esta confiscación fueron especialmente brutales, con el bombardeo de la población civil mediante morteros antes de entrar casa por casa expulsando a los palestinos a punta de bayoneta. La Haganá recurrió también a la presión psicológica, lanzando folletos y proclamas por radio y altavoz, que metían el miedo en el cuerpo a los locales antes de su desahucio.

Las tierras así vaciadas fueron nacionalizadas por el estado israelí, que las alquiló a particulares, o las cedió a grupos de colonos junto con tierras de cultivo para la fundación de los nuevos kibutz que reemplazarían a las granjas y aldeas palestinas. 

En total se crearon 350 nuevos asentamientos, en un proceso de sustitución poblacional que no hizo sino acelerarse con la expansión territorial de Israel en la guerra de los seis días y la primera y segunda intifadas, conflictos estos últimos que redujeron considerablemente el espacio palestino en Cisjordania.

La Nakba creó una ingente masa de refugiados que hoy asciende a los 5.9 millones de personas, repartidos por todo Oriente Próximo. Pese a ello, en su éxodo, los palestinos se llevaron con ellos las llaves de sus casas, las cuales han ido pasando de generación en generación con la esperanza de poder algún día expulsar a los israelíes y regresar al hogar, lo que las ha convertido en un símbolo de resistencia para activistas de todo tipo.

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