Las relaciones Cuba-EE.UU.: cuatro señales y un evento

Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos están plagadas de paradojas. Somos muchos en Cuba los que nos dedicamos a analizar su marcha, ya sea por motivos de trabajo o de estudio, o simple y sencillamente porque somos ciudadanos conscientes, que sabemos la influencia que tienen sobre nuestras vidas. Muchas veces suceden cosas que escapan al escrutinio público o que cuesta trabajo desentrañar porque las señales pueden ser muy ambiguas.

por Carlos Alzugaray Treto

Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos están plagadas de paradojas. Somos muchos en Cuba los que nos dedicamos a analizar su marcha, ya sea por motivos de trabajo o de estudio, o simple y sencillamente porque somos ciudadanos conscientes, que sabemos la influencia que tienen sobre nuestras vidas. Muchas veces suceden cosas que escapan al escrutinio público o que cuesta trabajo desentrañar porque las señales pueden ser muy ambiguas.

Vengo analizándolas desde que tengo uso de razón. Inicialmente como un joven inquieto descontento con el estado de cosas prevaleciente antes de 1959. Quería ver a Cuba libre e independiente, pero con relaciones mínimamente normales con el vecino del Norte. Con el tiempo se convirtió en parte de mi quehacer laboral, cuando fui diplomático cubano y, más tarde, profesor universitario e investigador. Se ha dicho y no tengo por qué negarlo, que mi especialidad profesional más evidente es ser especialista en relaciones cubano-norteamericanas. De hecho, he escrito tres libros al respecto, el más reciente, Diplomacia imperial y Revolución, se publicó en formato digital en diciembre del año pasado. 

Durante estos más de 60 años recuerdo muchos casos en que la realidad ocultaba verdades más profundas. Probablemente una de las etapas más contradictorias fue la que tuvo lugar entre el 2008 y el 2014 antes de que Raúl Castro y Barack Obama adoptaran los históricos acuerdos del 17D. Sobre eso escribí en el 2009 un texto corto que titulé Cuba en Obama, Obama en Cuba.

Quizás porque nunca pensé que viviría para verlo, experimenté con emoción el anuncio del 17 de diciembre del 2014, fecha en que Raúl Castro y Barack Obama anunciaron el prometedor acuerdo con el que se inició el corto período de normalización, en virtud del cual se restablecieron las relaciones diplomáticas. Asimismo, me estimuló el proceso de acercamiento posterior, incluyendo la visita de Barack Obama a la Habana. También observé con aprehensión el creciente deterioro del proceso durante los años de Donald Trump. En 2016, mientras observaba de cerca la campaña electoral presidencial, estaba convencido, como escribí para OnCuba en octubre de ese año que “una administración de Donald Trump sería sumamente perjudicial para Estados Unidos, para el mundo, y para Cuba y los cubanos.“ Lamentablemente, no estuve equivocado.

Confieso que me decepcionó mucho que Joe Biden no cumpliera sus promesas de campaña y mantuviera la política de “máxima presión“ de Trump. Como le comenté a la Agencia France Press en julio del 2021, el primer mandatario “evidentemente ha decepcionado a muchos [en Cuba] que esperaban, no que volviera a las políticas de [Barack] Obama, pero sí que revirtiera las más crudas y burdas medidas de [su antecesor republicano Donald] Trump“. No he modificado esa apreciación, a pesar de que desde esa fecha la administración ha hecho algunos cambios menores a la política que heredó de su antecesor republicano. Se han mantenido bajo Joe Biden las decisiones esenciales de Trump, incluyendo volver a incluir a Cuba en la lista de estados promotores del terrorismo.

No es ocioso enfatizar que en su actuación de estos años, el gobierno cubano no ha hecho nada que justifique lo sucedido a partir del 2017, que incluyó un cruel recrudecimiento de las medidas coercitivas unilaterales, incluso en medio de la pandemia de COVID.

Esta introducción, más o menos larga, resulta necesaria pues, como se verá, analizaré las implicaciones de cuatro señales y un evento que se produjeron en los últimos quince días en las relaciones entre ambos países. 

Las señales son:

1.- El 13 de septiembre la entrevista en Washington del Vicecanciller y Director General de Estados Unidos del MINREX, Embajador Carlos Fernández de Cossío, con los dos más altos funcionarios norteamericanos para América Latina, el Embajador Brian Nicholls, Secretario Adjunto de Estado, y Juan González, Director para América Latina en el Consejo de Seguridad Nacional.

2.- La tajante condena del ataque terrorista a la Embajada de Cuba en Washington por parte del Asesor Nacional de Seguridad del presidente Biden, Jake Sullivan, el 25 de septiembre.

3.- La celebración en Miami de un encuentro entre emprendedores cubanos y un grupo de contrapartes cubanoamericanos con la presencia de funcionarios del gobierno de Biden, los días 26 y 27 de septiembre; 

4.- El discreto anuncio de que se ha completado el equipo de funcionarios diplomáticos de la Embajada de Estados Unidos en la Habana después de 6 años en que actuó con personal reducido debido a una decisión arbitraria de la administración Trump, la que redujo el personal y suspendió el funcionamiento de la Sección Consular, escudándose en unos oscuros incidentes de salud aún desconocidos que se produjeron en el 2016-2017.

Por último, al evento al que me refiero es el enjuiciamiento del senador demócrata cubanoamericano Bob Menéndez por graves delitos de corrupción política el 22 de septiembre y su renuncia a la presidencia del Comité de Relaciones Exteriores del Senado al día siguiente. 

La entrevista del Viceministro Fernández de Cossío con Nicholls y González

Este tipo de entrevistas forman parte del trabajo normal entre cancillerías cuando hay relaciones diplomáticas normales entre dos estados. Sin embargo, son raras cuando se producen entre Cuba y Estados Unidos. Ambas partes reconocieron que se había hablado sobre “derechos humanos, inmigración y otros temas de interés bilateral“. Pero también se comentó que no se había avanzado en los problemas fundamentales. Para Cuba la mayor prioridad, pero no la única, es que se la elimine de la lista de estados promotores del terrorismo. 

Al decir que se había hablado de “otros temas de interés bilateral“ se dejó la puerta abierta para la especulación sobre cuáles podrían haber sido. Pero una cosa es clara. Fue un gesto importante del gobierno cubano enviar su Vicecanciller a conversar a Washington con la parte norteamericana en vísperas del enfrentamiento anual con Estados Unidos en torno al bloqueo en la Asamblea General de la ONU. Y fue un gesto de parte norteamericano haberlo recibido al más alto nivel posible, que incluyó al principal funcionario de la Casa Blanca que se ocupa de asuntos latinoamericanos, Juan González. 

Hay que considerarlo como un signo positivo, aun cuando aparentemente fuera infructuoso, según declaró el Vicecanciller cubano a Reuters.

La condena del atentado terrorista a la Embajada de Cuba en Washington

No es usual que el Consejero de Seguridad Nacional del Presidente emita declaración de condena ante un ataque armado contra una misión diplomática en Washington. Eso se reserva a países amigos. Normalmente ese tema debe ser manejado por el Departamento de Estado. En este caso se decidió emitir una declaración personal firmada por Jake Sullivan en la cual se dice que lo “condena enérgicamente“ y que considera esos ataques “inaceptables“. Añade: “Estamos en contacto con funcionarios de la embajada de Cuba y con autoridades encargadas del cumplimiento de la ley para asegurarnos de una investigación apropiada y en tiempo, así como para ofrecer nuestro apoyo a esfuerzos futuros de protección.“ Esta declaración contrasta con el silencio cómplice de la administración Trump en la ocasión anterior en que la sede diplomática cubana fue atacada el 30 de abril del 2020 y con su pasividad en investigar el incidente y castigar al culpable.

Es, por tanto, un paso positivo.

El encuentro de emprendedores en Miami

El encuentro de emprendedores en Miami ha sido reportado extensamente. Hasta donde se pudo saber, se logró un objetivo importante: establecer bases para relaciones de confianza mutua entre emprendedores cubanos que viven y actúan en Cuba y emprendedores cubanoamericanos interesados en expandir las relaciones de negocios con la isla. 

Aunque todo en torno al evento se manejó con mucha discreción, los participantes y algunos que supimos con antelación que se celebraría, teníamos expectativas de que fuera un espacio propicio para que la Administración Biden hiciera anuncios sobre beneficios para el sector privado en Cuba. Eso no sucedió.

Desde hace más de un año el gobierno norteamericano viene anunciando por varias vías que se van a adoptar un conjunto de medidas que flexibilizarían las sanciones para permitir a los emprendedores cubanos desarrollar sus negocios. Una de esos posibles pasos positivos, revelado a la prensa por fuentes anónimas vinculadas con el gobierno, sería la posibilidad de abrir cuentas en bancos norteamericanos. Habrá que seguir esperando. 

Por otra parte, en estos mismos días se supo de manera informal que el gobierno cubano está evaluando que cubanos residentes en el exterior puedan invertir y abrir negocios en la isla. Esto fue dicho en un encuentro en Nueva York de Díaz-Canel con sobresalientes empresarios de la comunidad cubanoamericana de Miami, pero no ha habido un pronunciamiento firme sobre el tema.

El gobierno cubano ha insistido que hay voluntad política para hacerlo pero no acaba de esclarecer las reglas del juego.

El encuentro entre emprendedores de las dos orillas fue una primera reunión pero supongo que no será la última y haría falta que ambos gobiernos esclarezcan las medidas que permitirán que esa relación sea normal y fluida.

Es importante que las cuatro partes interesadas en desarrollar este proceso (los dos gobiernos y las dos comunidades) comprendan que ninguna de las cuatro puede ser marginada. 

El restablecimiento del personal de la Embajada norteamericana en Cuba

En la semana del 24 al 30 de septiembre, la Embajada estadounidense en la Habana organizó varias recepciones para presentar al nuevo personal que se incorpora a sus labores diplomáticas, comenzando por su segundo jefe (el DCM en el argot diplomático estadounidense), Elías Bauman, según reportó Rui Ferreira para OnCuba el pasado 22 de septiembre.

La Embajada contará con Jefes en todas las Secciones (Política y Economía, Relaciones Públicas y Cultura, Administración, etc.).  Uno de los cargos que llamó más la atención es el nombramiento de una Cónsul General, lo que hace augurar que se restablecerá en algún momento futuro el servicio de visas de visitantes no inmigrantes para  aquellas personas que no desean emigrar sino visitar a sus familiares en territorio norteamericano. 

Recordando las actividades que realizaba la Embajada durante el período de normalización del 2015 al 2017 bajo el presidente Barack Obama, a las recepciones fueron invitados representantes de varios segmentos significativos de la sociedad cubana: profesores universitarios, escritores, artistas, músicos, bailarines, promotores culturales. Al parecer no hubo interés por invitar exclusivamente a representantes de cierta orientación política contestataria o no.

Esa es una señal positiva.

La situación del senador Bob Menéndez

El senador Menéndez es bien conocido por sus posiciones contrarias a la normalización y favorables al recrudecimiento de las medidas coercitivas unilaterales. Me he referido a ello en un reciente artículo. Ha tenido que renunciar a la presidencia del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, desde donde había logrado ejercer una especie de veto sobre la política hacia Cuba del presidente Joe Biden. 

Esto neutraliza momentáneamente un importante obstáculo a cualquier iniciativa que quiera tomar la Administración, si es que existe voluntad política para hacerlo. 

No se sabe qué pasará con el Senador. Ya Menéndez logró salir absuelto de un caso similar anterior, pero este es mucho más grave y se va a juzgar en Nueva York y no en Nueva Jersey. Por otra parte, en este caso ha habido muchas demandas de que renuncie a su escaño, lo cual se ha negado a hacer en los términos más enérgicos. Así que puede suceder que salga absuelto nuevamente.

Por supuesto, si resulta condenado tendrá que renunciar. Pero en todo caso, ya ha surgido un contrincante, el representante a la cámara por el tercer distrito de Nueva Jersey, Andy Kim, de origen coreano. Kim anunció en Twitter que se presentará de todas formas a la nominación demócrata. Ya recibió el apoyo de Ben Rhodes, quien fuera Vice Asesor de Seguridad Nacional del presidente Obama y artífice del acuerdo con Cuba.

Si resulta nominado y electo, debe tenerse en cuenta que es miembro del Caucus Progresista Demócrata en la Cámara y que trabajó para Barack Obama y Ben Rhodes, como Director para Irak del Consejo Nacional de Seguridad en 2015-2016. De producirse este escenario, las fuerzas partidarias de la política coercitiva contra Cuba perderán uno de sus más influyentes miembros y las partidarias de regresar a la normalización un senador progresista, aunque novel. 

Claro, todo esto dependerá del resultado de las elecciones de 2024 y de que Joe Biden, de resultar reelecto, decida buscar mejores relaciones con Cuba en su segundo mandato, de lo cual no hay realmente ninguna señal. Si eso sucediera, ya no estaría Menéndez para ejercer su veto.

Puede ser que se caiga en el error de leer más de lo que realmente hay en estas señales o indicios, pero las apuntadas pueden indicar un período nuevo de relativo deshielo en que primaría el deseo de ambas partes por tener un diálogo civilizado. 

Sin embargo, hay obstáculos muy importantes de la parte norteamericana. 

El primero y más importante es que en la administración Biden parece que sigue prevaleciendo la falsa idea del cambio de régimen o del colapso del gobierno cubano como objetivo central irrenunciable.  

El mantenimiento de Cuba en la lista de estados promotores del terrorismo apunta en esa dirección y es un obstáculo capital. 

Tradicionalmente ha habido otro de una significación no menor y está en la retórica agresiva o descalificadora con la que los funcionarios norteamericanos se refieren al gobierno cubano. Se requiere un proceso de desescalada en esta monserga.

Un colega norteamericano ha comparado las relaciones Cuba-Estados Unidos con una “montaña rusa“ (roller coaster). Puede ser que después de haber estado 6 años en caída libre, con muy pocos indicios de detenerse, hayamos entrado en un proceso de desaceleración previo a una remontada por el camino de la normalización. Pero habrá que ver si no volvemos a la metáfora de Sísifo y su famosa piedra.

AUTOR

Carlos Alzugaray Treto. Estudió en la División Internacional de la Universidad Sophia de Tokio, Japón, de 1959 a 1961 y en la Universidad de La Habana de 1961 a 1965. En 1980 forma parte del cuerpo docente del Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa García (Instituto Raúl Roa García de Estudios Internacionales Avanzados) (ISRI) paralelamente, ha sido profesor adjunto en la Universidad de La Habana Es licenciado en Diplomacia (1965) e Historia de Cuba (1989) posee una maestría en Historia Contemporánea (1999) y un Ph. D. en Ciencias Históricas, todos de la Universidad de La Habana. Su doctorado. La disertación versó sobre la política de la administración Eisenhower hacia la Revolución Cubana 1958-1961. Ha sido funcionario del Servicio Exterior Cubano, siendo destinado de 1961 a 1962 como agregado adjunto en la Embajada de Cuba en Tokio, Japón; de 1962 a 1965 y como analista de país, Dirección de Asuntos Interamericanos, Ministerio de Relaciones Exteriores en La Habana; de 1965 a 1970 como segundo secretario de la Embajada de Cuba en Sofía, Bulgaria, de 1971 a 1973 como jefe del departamento de Países Socialistas de los Balcanes, Dirección de Países Socialistas del Ministerio de Relaciones Exteriores en La Habana; en 1971 como secretario de la delegación cubana, Comisión Mixta Intergubernamental para la Cooperación Económica y Científico-Técnica Cubano-Búlgara en Sophia, Bulgaria; de 1973 a 1977 como primer secretario de la Embajada de Cuba en Buenos Aires, Argentina; de 1977 a 1980 como cónsul general de Cuba en Montreal, Quebec, Canadá; de 1980 a 1983 como subdirector encargado del Departamento de Análisis de la Dirección de Asuntos de América del Norte del Ministerio de Relaciones Exteriores en La Habana; de 1983 a 1987 como ministro-consejero de la Embajada de Cuba en Addis Abeba, Etiopía; de 1983 a 1987 como representante suplente de Cuba….

Correo electrónico: [email protected] & [email protected].

Fuente: On CubaNews

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