Resumen (MicroPerfil): ¿Quien es John Bolton?. Y el desarme mediante la guerra

Por Thierry Meyssan      –      Fuente: Red Voltaire

John Bolton viene de ser nombrado por la Administración Bush II embajador de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas.

John Bolton, militante de extrema derecha que actúa a la sombra de Dick Cheney, fue un oscuro subsecretario de Estado de la Administración Bush padre y esperaba una promoción en el gobierno de Bush hijo. Partidario de la disolución de la ONU y del desmantelamiento de los tratados internacionales de desarme, alentando a los EEUU a que lleven a cabo guerras «preventivas» para dominar a los países islámicos o comunistas, empezando por Irán, Siria y Corea del Norte. Viene de ser nombrado por la Administración Bush II como embajador de EEUU ante la ONU.

John Bolton viene de ser nombrado por la Administración Bush II embajador de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas. Veamos quien este personaje que tanto detesta dicha organización internacional.

John R. Bolton, nacido el 20 de noviembre de 1948 en Baltimore, militaba ya en la extrema derecha durante sus estudios universitarios. Forma parte del comité de campaña de Barry Goldwater, en 1964. Tras haber obtenido un diploma de Derecho en la universidad de Yale, comienza a trabajar en un bufete de abogados. A la sazón, milita por Jesse Helms.

Aprovecha sus conocimientos jurídicos para crear un club parlamentario que sirve para financiar las campañas del senador racista por Carolina del Sur desvirtuando la ley sobre las donaciones políticas. Esta operación sólo dará lugar a una multa de 10,000 dólares por parte de la Comisión Federal Electoral (FEC).

A inicios dl mandato Reagan entra a la función pública como consejero de la US Agency for International Development (USAID). Regresa a su bufete y luego de nuevo a la USAID como administrador adjunto de programas y coordinación política.

En 1989, Edwin Messe, nombrado Secretario de Justicia por Ronald Reagan, lo nombra adjunto del Departamento de Justicia siguiendo los consejos del senador Jesse Helms. Se dedica con celo a eliminar todas las instrucciones sobre el tráfico de drogas del caso Irán-Contra en el que estén implicados congresistas republicanos, lo que marca el verdadero comienzo de su carrera política. Durante la presidencia de George H. Bush, se convierte en asistente para las organizaciones intergubernamentales del Secretario de Estado James A. Baker III, luego, de Lawrence S. Eagleburger.

Cuando los demócratas retoman la Casa Blanca, con Bill Clinton, John Bolton se repliega en un bufete que funda con asociados: Lerner, Reed, Bolton & McManus. Sobre todo, se acerca a Dick Cheney, el patrón del Partido Republicano.

En 1995, John R. Bolton acepta la presidencia del National Policy Forum (NPF), una emanación del Partido que, bajo la apariencia de un think tank (centro de investigación, propaganda y divulgación de ideas generalmente de carácter político), exonerado de impuestos, en realidad servía para recaudar fondos ocultos [1].

Gracias a la complicidad bancaria, el Forum ingresa en las arcas del Partido millones de dólares en forma de préstamos cuyo reembolso nunca se ha exigido. Se beneficia sobre todo con las donaciones de Ambrous Young, un multimillonario de Hong Kong, y con las de la Pacific Cultural Foundation, pantalla creada por el reverendo Moon por cuenta del gobierno de Taiwan [2].

En 1996, organiza una gran conferencia durante la cual los grupos de presión podrán tener acceso a los congresistas republicanos. La entrada se fija en 25,000 dólares, lo que provoca quejas por extorsión [3].

John Bolton acepta honorarios anuales de 30,000 dólares provenientes de los fondos secretos del gobierno taiwanés para realizar estudios sobre las relaciones entre la ONU y las «dos» China [4].

John R. Bolton se implica también en verdaderos think tanks. En 1993 es investigador en el Hudson Institute de Dan Quayle. Más tarde, Dick Cheney lo nombra vicepresidente del American Enterprise Institute, donde participa activamente en la creación del Proyecto para un Nuevo Siglo Americano (PNAC), grupo encargado de redactar el programa del primer mandato de George W. Bush.
Por consiguiente, es muy natural que tras la victoria Dick Cheney lo imponga como subsecretario de Estado encargado del control de armas y de la seguridad internacional, con la misión especial de vigilar a Powell en quien los halcones no tienen ninguna confianza.

Bolton, hombre cultivado, con encantador estilo inglés, es conocido por su forma directa de hablar y sus cóleras. Desde sus diversos cargos en el Departamento de Justicia y en el Departamento de Estado ha atacado sin cesar a las instituciones internacionales, particularmente a la Justicia Internacional.

Opositor violento de la ONU, causó un escándalo cuando declaró, en 1994, durante una mesa redonda organizada por la World Federalist Association, que el edificio de la ONU en Nueva York con sus 38 pisos era un estorbo y que se podría derribar una decena de ellos, tranquilamente. Junto con Jesse Helms está a favor de la retirada de los Estados Unidos de la ONU y estimula a los congresistas republicanos a que ignoren dicha institución.

Además de estar en contra de la pretensión de que el derecho internacional pueda regir las relaciones entre los Estados, se opone todavía más a que pueda sancionar a los individuos. Por lo tanto, aboga contra el Tribunal Penal Internacional, al cual califica de «idea producida por el romanticismo de mentes confusas, no sólo ingenua, sino peligrosa» [5].

En materia de política exterior hace une fijación y obsesión vehemente con los Estados comunistas: China, Corea del Norte y Cuba. Multiplica las declaraciones para que se reconozca la independencia de Taiwán y contra la China continental.

En julio de 2003, durante las negociaciones del grupo formado por seis para la desnuclearización de Corea del Norte, declara a los diplomáticos norcoreanos que su presidente Kim Jong Il es un «dictador tiránico» y que «la vida en su país es una pesadilla infernal». El embajador le responde que él no es más que un «desecho de la humanidad y una sanguijuela», después de este intercambio de «amabilidades» la negociación es cerrada, la cual sólo se reanudará cuando los Estados Unidos hayan designado a otro representante [6].

Finalmente, en cuanto a Cuba, ante la consternación de los expertos y sin el menor elemento de prueba, acusa a Fidel Castro de desarrollar armas biológicas. No siente mayor aprecio por la revolución chiíta y asevera durante una audiencia parlamentaria que Irán y Siria amenazan al mundo con armas de destrucción masiva [7], imputaciones que son desmentidas por la CIA.

En su condición de subsecretario de Estado encargado del control de armas y de la seguridad internacional se ocupa al mismo tiempo de hacer salir a los Estados Unidos de los tratados internacionales y de implicar a los aliados en sistemas de seguridad colectiva. Sabotea la Convención sobre Armas Biológicas [8] y exclama con satisfacción ante sus pasmados colegas: «¡Está muerta, muerta, muerta, muerta, y no cuenten conmigo para revivirla!».

Aboga por la retirada unilateral de los Estados Unidos del Tratado de Desarme con Rusia y se complace cuando el presidente George W. Bush pasa a la acción y reactiva el programa de la «Guerra de las Galaxias».

Impone a los aliados la Iniciativa de Seguridad contra la Proliferación de Armas de Destrucción Masiva (Proliferation Security Initiative – PSI), cuyo objetivo es asegurar el control de los espacios comunes (océanos, aire) por la coalición anglosajona [9].

En febrero de 2003 la prensa oriental se conmovía ante las declaraciones de Bolton en viaje à Tel Aviv. El subsecretario de Estado había indicado, en presencia de Ariel Sharon y de Benjamin Netanyahu, que después de la guerra contra Irak «será necesario tratar las amenazas de Siria, Irán y luego Corea del Norte» [10].

John R. Bolton, militante de extrema derecha, partidario de las «guerras preventivas de desarme», debería ser llamado a altas funciones en la segunda administración Bush. Su amigo, el senador Jesse Helms, decía refiriéndose a él: «Es el tipo de gente con el cual quisiera estar cuando llegue el Armagedón».

Fuentes:

[1] Le National Policy Forum fue creado por Haley Barbour (presidente del Republican National Committee de 1993 a 1996). Inicialmente estuvo presidido por Michael Baroody.

[2] «Taipei Office Handled Gift to GOP Think Tank, Papers Show», por Guy Gugliotta, The Washington Post, 22 de julio de 1997.

[3] Ver el informe del Comité de Asuntos Gubernamentales del Senado, Investigations of Illegal or Improper Activities in Connection with 1996 Federal Elections Campaign, 10 de marzo de 1998.

[4] Este asunto sólo se conocerá en el año 2000 cuando el presidente Chen Shui-bian liquide los fondos secretos del Buró de Seguridad Nacional luego del paso del coronel Liu Juan-chun por China continental. Ver «Secret Taiwan Fund Sought Friends Influence Abroad», por John Pomfret, The Washington Post, 5 de abril de 2002.

[5] Fuente: audiencia ante la Comisión de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes, 7 de julio de 2000.

[6] «North Korea Bans Bolton from Talks», Associated press, 3 de agosto de 2003.

[7] John Bolton reiteró sus imputaciones durante una conferencia en el Hudson Institute el 17 de agosto de 2004.

[8] «Los Estados Unidos sabotean el Protocolo de Control», por Robert-James Parsons, Voltaire, 22 de noviembre de 2002.

[9] «El gendarme mundial quiere controlar los mares», Voltaire, 25 de diciembre de 2003.

[10] «The New Age of Disarmament Wars», por Ian Williams, FPIP, 20 de febrero de 2003.

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John Bolton, el Anti-McMaster

Por MICHAEL HIRSH        –         Fuente: POLITICO.COM

Elnuevo asesor de seguridad nacional de Trump es un ideólogo unilateral que ha dedicado su carrera a escupir frente a la cooperación global . Irán y Corea del Norte son solo el comienzo

Elnuevo asesor de seguridad nacional de Trump es un ideólogo unilateral que ha dedicado su carrera a escupir frente a la cooperación global . Irán y Corea del Norte son solo el comienzo

Al reemplazar al prudente HR McMaster con el fogoso John Bolton como asesor de seguridad nacional, el presidente Donald Trump se está librando de los últimos gravámenes sobre su unilateralismo cada vez más estridente en los asuntos mundiales. Y es probable que los efectos de este cambio dramático vayan más allá de la posibilidad renovada de ataques militares de Estados Unidos contra Irán y Corea del Norte por sus programas nucleares, que Bolton ha abogado enérgicamente. Bolton es un experto en derecho internacional formado en Yale que ha dedicado una carrera a la búsqueda, irónicamente, de deslegitimar la idea misma del derecho internacional y de la acción multilateral y las organizaciones. Por lo tanto, se puede esperar que Bolton proporcione al presidente la gasolina intelectual que necesita para encender nuevas hostilidades en cualquier número de frentes globales, incluida una guerra comercial intensificada.

Durante sus décadas en Washington, Bolton se ha ganado una reputación como un halcón nacionalista intransigente. Lo que se entiende menos es que Bolton llegó a estas posiciones con cuidado, de manera concienzuda y conciente, como un pensador libertario militante que ha creído apasionadamente que Estados Unidos ha rendido su soberanía durante demasiado tiempo a tratados multilaterales y organizaciones de todo tipo, incluido el Naciones. En artículos y discursos, ha llegado incluso a cuestionar si el «globalismo» o el derecho internacional tienen alguna legitimidad bajo la Constitución de los Estados Unidos. En un ensayo de 2000en el Chicago Journal of International Law titulado «¿Debemos tomar en serio la gobernanza global?» Bolton eligió el debate político estadounidense como un choque entre dos «partidos» -lo que llamó los «americanistas» contra los «globalistas» – y que él, como un «americanista convencido» estaba inmerso en una batalla perdida por el alma de Estados Unidos. «Los americanistas se encuentran rodeados por pequeños ejércitos de globalistas, cada uno fuertemente aferrado a un nuevo tratado favorito o propuesta multilateralista», escribió Bolton.

Luego, Bolton procedió a atacar casi todas las convenciones multilaterales importantes, incluido el Protocolo de Kyoto de 1997 sobre calentamiento global, el Convenio sobre minas terrestres en Ottawa y la Corte Penal Internacional. A lo largo de los años, también ha asumido la Convención sobre armas biológicas y la Organización Mundial del Comercio, entre otros tratados multilaterales, y continúa haciéndolo. Las nuevas tarifas comerciales unilaterales de Trump contra China probablemente cumplirán con la aprobación de su entrante asesor de seguridad nacional.

En lo que se convirtió en su mantra, Bolton escribió entonces que el globalismo «representa una especie de cartelización mundial de gobiernos y grupos de interés» y «los costos para Estados Unidos: autonomía constitucional reducida, soberanía popular deteriorada, reducción de nuestro poder internacional». y limitaciones en nuestras opciones y soluciones de política interna y externa son demasiado grandes. «Esto lo pone en desacuerdo con el consenso de 70 años que ha guiado la política exterior estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial: que un mundo de cooperación basada en reglas en lugar de la competencia atávica también está en última instancia en los intereses estadounidenses.

Lo que subyace a la postura actual de Bolton en contra de cualquier acuerdo con Corea del Norte y el tratado nuclear con Irán es una larga y conflictiva historia de luchas internas que se remonta a su determinación inquebrantable de poner en acción su unilateralismo teórico. Como Corea del Norte es una «amenaza inminente», escribió el mes pasado en un artículo del Wall Street Journal titulado «El caso legal para golpear a Corea del Norte primero», «es perfectamente legítimo» que Estados Unidos ataque sin tener que preocuparse por ningún acuerdo multilateral. decirlo. Del mismo modo, en Irán, Bolton escribió que el acuerdo nuclear negociado por la administración Obama y aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU era un «diplomático Waterloo».

Durante su mandato como subsecretario de Estado para el control de armas de George W. Bush, y luego como embajador designado por la ONU para el receso, Bolton a menudo enfureció a los aliados estadounidenses con su obstinación hasta el punto de que tanto el secretario de Estado Colin Powell como su sucesora, Condoleezza Rice, trató de deshacerse de él. En una reunión en Londres en noviembre de 2003, el homólogo de Powell, el secretario de Relaciones Exteriores británico Jack Straw, se quejó ante el secretario de Estado de que la beligerancia de Bolton hacía imposible llegar a un acuerdo aliado sobre el programa nuclear de Irán. Powell se volvió hacia un asistente y le dijo: «Obtenga una opinión diferente», según una fuente del gobierno en ese momento. Desconocido para Bolton, el asistente entrevistó a expertos en la propia Oficina de No Proliferación de Bolton.

Ese mismo año, los funcionarios británicos persuadieron a la Casa Blanca de mantener alejado a Bolton del equipo que negociaba con Libia para que renunciara a su programa nuclear. Un tema crucial, de acuerdo con las fuentes involucradas en el asunto, fue la demanda del dictador Moammar Gaddafi de que si Libia abandonaba su programa de armas de destrucción masiva, EE. UU. A su vez abandonaría su objetivo de cambio de régimen. Bolton no estaba dispuesto a apoyar este compromiso, y la Casa Blanca finalmente acordó mantenerlo «fuera del circuito», como dijo una fuente a mi entonces colega de Newsweek John Barry en ese momento. Finalmente, se llegó a un acuerdo sin él.

Si nada más, Bolton ha demostrado infaliblemente fiel a sus puntos de vista filosóficos. Durante su carrera llena de tensión en la ONU y el Departamento de Estado (una vez me dijo en una entrevista en 2002 que se sentía rodeado de «enemigos» en el Estado), no aceptó ninguna interferencia de aliados y fulminó con la interferencia de cualquiera, especialmente de la ONU «. «Antes de convertirse en embajador de la ONU -en una cita de receso porque incluso muchos republicanos del Senado no lo apoyarían- Bolton infamemente propuso que si el Secretariado de la ONU en Nueva York» perdiera 10 historias, no cambiaría nada «. «Cuando el oficial número 2 de la ONU, Mark Malloch Brown, sugirió que los estadounidenses estaban actuando en contra de sus propios intereses cuando golpearon al organismo mundial, Bolton explotó. Malloch Brown, en un discurso, advirtió a los estadounidenses que podrían «perder» la organización si continuaban «con la práctica predominante de utilizar la ONU casi sigilosamente como una herramienta diplomática y al mismo tiempo no la defendían de sus críticos nacionales». En respuesta, Bolton declaró que Malloch Brown , como un simple «funcionario internacional» en lugar de un representante de un país individual, no tenía derecho a decir tales cosas. «Es simplemente ilegítimo», dijo Bolton.

Al llegar a un momento en que Trump parece estar dando más voz a sus propios instintos antimundialistas y unilateralistas, Bolton sin duda alentará estas tendencias con una especie de alegría reivindicadora de carrera. Él prestaráansiosa validación de los puntos de vista de «América Primero» que Trump ha abrazado desde su campaña presidencial: que los Estados Unidos pueden y deben actuar solos a su antojo. «Ya no entregaremos a este país ni a su pueblo a la falsa canción del globalismo», dijo Trump en su discurso definitorio de política exterior como candidato en la primavera de 2016. «El estado nación sigue siendo el verdadero fundamento de la felicidad y la armonía. Soy escéptico de los sindicatos internacionales que nos atan y derriban a los Estados Unidos «. El lenguaje del discurso inaugural de Trump se hizo eco de estas opiniones:» A partir de este momento, será América Primero «, dijo.

El predecesor de Bolton, HR McMaster, un teniente general del Ejército, no era un globalista despreocupado, pero era conocido por instar al presidente a ser cauteloso al alejarse de la cooperación multilateral. Tanto McMaster como el recientemente derrocado Secretario de Estado Rex Tillerson se mostraron partidarios de encontrar formas de mantener el tratado nuclear de Irán, y se decía que tanto sus opiniones políticas como sus diferencias de estilo ocasionales ocasionaban resentimiento entre el presidente y el presidente. Pero en Bolton, y en el entrante secretario de Estado, el halcón Mike Pompeo, Trump probablemente consiga un par de porristas de pura sangre.

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