El Diálogo Nacional y el escenario actual

por Ivette García González. Pensar el Diálogo Nacional como mecanismo de concertación política para resolver el conflicto actual de Cuba y empezar a crear un nuevo contrato social es estratégico. Ello requiere examinar el escenario existente e identificar debilidades, fortalezas, posibles amenazas y consensos. 

escrito por Ivette García González

Pensar el Diálogo Nacional como mecanismo de concertación política para resolver el conflicto actual de Cuba y empezar a crear un nuevo contrato social es estratégico. Ello requiere examinar el escenario existente e identificar debilidades, fortalezas, posibles amenazas y consensos. 

El contexto cubano en la Isla y la diáspora es complejo pero no excepcional. En tanto disputa entre dos o más partes, el conflicto[1] en tales escalas es consustancial a cualquier modelo social. Resulta confrontación por desacuerdos entre segmentos de la sociedad civil y política con intereses y aspiraciones contrapuestas.

Para examinarlo conviene descomponerlo en: situación, puntos de vista, posiciones, sentimientos, necesidades o intereses, y reformulaciones que suponen ver el problema desde una perspectiva diferente. Y para resolverlo es preciso no evadirlo, socializar percepciones, grados de afectación, hacerse escuchar, escuchar al otro y ponerse en su situación.

-I-

No se deben perder de vista algunas debilidades internas para encararlo:

1) Profunda crisis económica y sanitaria.

2) Extremismo político con fuerte raíz institucional.

3) Sociedad civil desarticulada y lastimada por la represión, la exclusión y la criminalización del disenso.

4) Insuficiente educación cívica, devenida falta de cultura política y democrática.

5) Daño antropológico a escala social, que incluye fenómenos diversos: despersonalización, apatía, miedo al cambio y mentalidad dependiente.

Diálogo Nacional (2)

La crisis económica y sanitaria es un debilidad para el Diálogo Nacional (Foto: Facebook)

Tampoco se pueden desconocer factores externos que podrían ser amenazas para un eventual Diálogo Nacional:

1) Incremento de la hostilidad del gobierno de EE.UU. —no solo mediante el bloqueo, sino del injerencismo— que, como apuntó el politólogo Jesús Arboleya, podría manifestarse a través de sectores cubanos involucrados.

2) Incremento del activismo entre un sector radical de la emigración asentada en EE.UU.

3) No recuperación del turismo internacional, lo que impactaría más en el país.

4) Eventual conflicto con actores externos a causa del impago de la deuda cubana.

No obstante, el Diálogo Nacional podría ser viable si se comprenden y gestionan adecuadamente esas debilidades y amenazas y se logra articular consenso en su favor. También si se consideran y aprovechan las fortalezas y se asume el Diálogo como oportunidad.

Como principales fortalezas podrían apreciarse:

– Alto nivel de instrucción de la ciudadanía y los emigrados.

– Significado de valores compartidos: patriotismo, soberanía, equidad, dignidad, justicia social.

– Confluencia de varias generaciones y energía que a favor del cambio dejara el 11-J, a pesar de la represión.

– La sociedad civil independiente ha empezado a generar nuevas propuestas y articula consensos acelerando su fortalecimiento.[2]

– Activismo de la emigración mediante fórmulas asociativas propias y articuladas con residentes en la Isla.

– Una Constitución que reconoce en sus artículos 3, 40 y 41 la soberanía popular, la dignidad humana como valor supremo y el carácter universal e interdependiente de los derechos humanos. Que además prohíbe toda discriminación (Art. 42) y consagra —Artículos 52, 53, 54 y 56— los derechos a la libre circulación, información, libertad de pensamiento, conciencia y expresión; así como de reunión, manifestación y asociación.

Diálogo Nacional (3)

Cubano-americanos participan en una manifestación de apoyo a las protestas en Cuba, en Miami, el 17 de julio de 2021. (Foto: EFE)

Tres elementos básicos podrían articular un consenso nacional para el Diálogo:

1) El conflicto es nacional, por tanto debe ser resuelto por los cubanos sin injerencia extranjera alguna y apegado a la soberanía popular.

2) El objetivo común de lograr bienestar para los ciudadanos en un país más inclusivo y democrático, que debe lograrse por vía pacífica y sin represión.

3) Se trata de una crisis sistémica, una fractura del pacto social cuya solución no se alcanza con métodos tradicionales que siempre han excluido a una parte de la ciudadanía.

-II-

Todo Diálogo Nacional requiere determinadas condiciones que deben asegurarse con total transparencia. Algunos intelectuales se han pronunciado al respecto, enfatizo en cuatro que ya deberían considerarse en Cuba: 1) suspender la represión política y reivindicar a las víctimas; 2) cesar la criminalización del disenso y reconocer la legitimidad de las partes; 3) aceptar la fractura de la sociedad civil cubana en grupos que apoyan al gobierno y otros que disienten y 4) generar un proceso de sensibilización dentro y fuera de Cuba respecto al conflicto y al Diálogo Nacional como solución.

Además de lecciones de experiencias anteriores que mencioné en un texto precedente, existen parámetros verificados internacionalmente para un Diálogo Nacional exitoso. Ellos abarcan, entre otros: prerrequisitos, tipos de asesoría, asegurar apoyos y neutralizar obstáculos, procurar medios para dar seguimiento a los acuerdos y rendiciones de cuentas de las partes, medidas para fomentar confianza y necesidad de que las partes cuenten con espacio para operar de manera libre y autónoma.

Recientemente el Dr. Julio Antonio Fernández llamó la atención sobre la importancia que para un diálogo inclusivo en Cuba, reviste la convergencia de la Constitución con la Declaración Universal de los derechos humanos.

Sería conveniente que el gobierno avanzara en las reformas económicas y priorizara en el calendario legislativo las regulaciones del derecho de manifestación y asociación, así como la ley de reclamación de derechos constitucionales. Igualmente, que de acuerdo con el Art. 95, asegurara las garantías previstas para los ciudadanos desde el inicio de los procesos penales: derecho a representación legal, comunicación inmediata con los familiares, prohibición de tratos violentos, físicos o psicológicos, entre otras.

Los Artículos 2 y 13 de la Declaración universal reconocen los derechos de todas las personas sin distinción de su opinión política, así como la libertad de circulación en el país y para entrar o salir de este. También —Artículos 9 y 19—que nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado; que todos gozamos de libertad de opinión y expresión, lo que incluye no ser molestado por esa causa y tampoco por investigar, recibir y difundir opiniones por cualquier vía, siempre que no se vulnere el derecho de otros.  

Diálogo Nacional (4)

(Foto: Vanguardia)

Todo eso se viola hoy en Cuba. Es inadmisible en cualquier circunstancia, pero más siendo de los primeros miembros del Consejo de Derechos Humanos de la ONU (2006) y actualmente con mandato hasta 2023.

Cuba necesita no solo medidas económicas y paliativas para la crisis que enfrenta. Urge contemplar lo político. Necesitamos un ambiente menos tóxico, represivo y polarizado. Ello ayudaría a despejar el camino hacia la verdadera solución del conflicto que vivimos, lo que constituye una oportunidad para el desarrollo de la sociedad, reafirmar valores e intensificar la participación en la vida social. 

El Diálogo Nacional garantiza la representación de todos los componentes de la nación, reconoce la institucionalidad del país y puede contar con apoyo internacional sin injerencia en los asuntos internos. El camino no es corto ni fácil, pero si, amén de las diferencias, tenemos consenso en que debemos cambiar y luchar por una Cuba mejor, entonces será posible.

***

[1] Pedro Luis Lorenzo Cadarso: Principales teorías sobre el conflicto social, Norba 15, revista de Historia, Cáceres, 2001. y su libro Fundamentos del conflicto social, Siglo XXI, Madrid, 2001,

[2] Además de la oposición tradicional no reconocida oficialmente —UNPACU, Cuba Plural y otras—existen formas asociativas reivindicativas —Alianza Cubana Manos, Comité Ciudadano por la Integración Racial— e iniciativas como Archipiélago, Cuba Humanista, Cuba Próxima y Cubanos por el Cambio.

AUTORA

Ivette García González, *Ivette García González, La Habana, 1965. Doctora en Ciencias Históricas por la Universidad de La Habana (2006), Profesora Titular por el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) “Raúl Roa García” e Investigadora Titular del Instituto de Historia de Cuba. Actualmente docente e investigadora de la Casa de Altos Estudios Fernando Ortiz de la Universidad de La Habana. Autora de varios libros. Fungió como diplomática en la Embajada de Cuba en Lisboa (2007-2011). Preside la Sección de Literatura Histórica y Social de la Asociación de Escritores de la UNEAC y es miembro de la Asociación Cubana de Naciones Unidas (ACNU), de la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC), la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y Caribeños (ADHILAC) y la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP). Para contactar con la autora: [email protected]

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