CUBA: Imaginar o soñar un nuevo proyecto de país.

por Ivette García González. Soñar con Cuba es legítimo, pero prefiero imaginar un nuevo proyecto de país. Socializar esa representación mental es útil porque el futuro saldrá, no de una pretensión individual más o menos coherente y viable, sino de la inteligencia colectiva de los cubanos y de la soberanía popular. Los sueños y la imaginación difieren en significados internos y connotaciones, aunque ambos conectan con experiencias. La imaginación política es actividad consciente y se relaciona con la sociológica[1] que definiera el estadounidense W. Mills. Comienza con la certeza de que existe un problema, que las cosas podrían ser de otro modo, cuál sería el escenario o modelo deseado y cuáles sus posibilidades.

escrito por Ivette García González

Soñar con Cuba es legítimo, pero prefiero imaginar un nuevo proyecto de país. Socializar esa representación mental es útil porque el futuro saldrá, no de una pretensión individual más o menos coherente y viable, sino de la inteligencia colectiva de los cubanos y de la soberanía popular.

Los sueños y la imaginación difieren en significados internos y connotaciones, aunque ambos conectan con experiencias. La imaginación política es actividad consciente y se relaciona con la sociológica[1] que definiera el estadounidense W. Mills. Comienza con la certeza de que existe un problema, que las cosas podrían ser de otro modo, cuál sería el escenario o modelo deseado y cuáles sus posibilidades.

Hace un año expresé en un texto que «los cubanos solemos convivir siempre con una nación real y otra soñada», y que estamos en una coyuntura donde se repiensa el proyecto de país para superarnos. Luego, refiriéndome al miedo a la incertidumbre, enfaticé en la importancia de clarificar los futuros posibles como vía para disminuir temores y ayudar al tránsito que implica el cambio.

-II-

Las marchas y contramarchas de los últimos treinta años han provocado una agudización de la crisis sistémica del modelo social, que complejiza el escenario actual en todos los órdenes. En consecuencia, se han definido posiciones e, incluso, posturas reformistas se han movido hacia posicionamientos más radicales.  

En aras de la síntesis obvio profundizar en el diagnóstico, referido en artículos precedentes. En uno de ellos señalé algunas problemáticas en cuatro campos de reflexión —economía, cambios en lo político, desequilibrios regionales y emigración— y su relación con los proyectos de país existentes. Ninguna de las alertas y propuestas ha sido atendida; al contrario, han empeorado los problemas y las injusticias.

La falta de voluntad política de quienes deciden los cambios en Cuba, obliga a repensar todo e ir más allá. En amplios sectores de la sociedad se constatan las limitaciones de las reformas emprendidas, el blindaje del Estado, el mismo CUBA , la represión y el camino infinito de transformaciones que nunca se concretan en su totalidad ni en los plazos acordados. Los niveles de confianza en la estructura del poder se han erosionado demasiado, casi se puede predecir la repetición del ciclo crisis-reforma-represión que hemos vivido antes.

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Los niveles de confianza en la estructura del poder se han erosionado demasiado. (Fotos: Estudios Revolución)

-III-

La Cuba que imagino tendría estos rasgos básicos:

En lo político:

1. Democracia como principio rector de la sociedad en todas las esferas y respeto al pluralismo político para gobernar en la República.

2. Separación de poderes y Estado laico, de estricta función reguladora y transparencia en su gestión.

3. Democracia «participativa», atendiendo a todas las formas o momentos efectivos de la participación popular en el ejercicio y control del poder, acompañada de modalidades de democracia directa con relativa frecuencia y según la escala —nacional, provincial o municipal— e impacto de las decisiones.

4. Correlación «ciudadano-territorio» como principio fundamental en todo proceso electoral para alcanzar un desarrollo democrático en elecciones libres y plurales desde la base. Pluripartidismo/unipartidismo no garantizan por sí solos la democracia.

5. En las elecciones, los candidatos se presentan con un programa de gobierno para la solución de los problemas nacionales a pesar del bloqueo. El electo debe ser capaz de negociar —con el apoyo de los cubanos residentes en los EE.UU. y la comunidad internacional— su desmantelamiento.

6. Autonomía municipal, que incluiría la fijación de un impuesto —no inferior al 5%— a favor del desarrollo local por parte de las empresas instaladas en el territorio, y prioridad a sus pobladores para todos los empleos.

En lo económico:

1. Economía mixta y desmilitarizada, sostenible y amigable con el medioambiente; que reconozca todas las formas de propiedad (cooperativa, privada y pública encargada al Estado) e impulse la agricultura familiar, pesca y ganadería como garantías de la soberanía alimentaria.

2. Política redistributiva y fiscal progresiva, que respalde los programas sociales en pos de la equidad y la justicia social.

3. Libertad para el comercio exterior de todos los actores económicos; estímulo a la inversión sin menoscabo de la soberanía y dando prioridad a los cubanos, residentes o no en Cuba.

4. Plena soberanía de la moneda nacional en todas las transacciones domésticas.

5. Estímulo a la industria y la producción nacionales, con un programa temporal de exención de impuestos para nuevos emprendimientos y aquellos que tienen una presencia mínima en el espacio económico.

6. El Estado respalda particularmente a las cooperativas como forma de propiedad de mayor grado de socialización y economía solidaria.

7. Que aquellos sectores o instituciones públicas que el Estado administre o gestione, funcionen bajo control obrero y tiendan a la autogestión.

8. Solo los renglones y funciones estratégicas por su carácter público —defensa y orden interior subordinados a la Constitución y su respectivo objeto social; subsuelo; servicios públicos básicos y política exterior— estarán en manos del Estado, que también ejercerá una adecuada regulación del mercado.

Particular atención y responsabilidad tendrá con las políticas públicas y protección a la salud, educación, cultura y seguridad social públicas, e incluso sobre formas privadas, garantizando en todas el respeto a los derechos laborales.

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Particular atención y responsabilidad tendrá con las políticas públicas y protección a la salud, educación, cultura y seguridad social públicas. (Foto: Alexandre Meneghini – Reuters)

En lo social:

1. Justicia social, acceso universal y gratuito a la educación, la salud y la seguridad social e igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos, con independencia de que existan iniciativas privadas.

2. Restitución de todos los derechos de los emigrados como ciudadanos cubanos.

3. Programa especial de atención a los desequilibrios regionales en materia económica, medioambiental, de desigualdad y dignificación de la vida humana. También de protección a los sectores vulnerables.

4. Libertad de conciencia, asociación, pensamiento, expresión, información, prensa, circulación, y políticas específicas para evitar todo tipo de discriminación, incluyendo la territorial y por ideas políticas.

5. Respeto y protección a todos los derechos humanos con el respaldo jurídico correspondiente y la existencia de una Defensoría del Pueblo.

6. Estímulo al empoderamiento ciudadano y la existencia de una sociedad civil diversa y vigorosa.

En política exterior:

1. Independiente, soberana y solidaria, sin que esto último implique dejar desprovisto al pueblo cubano de recursos básicos.

2. Comprometida con la autodeterminación de los pueblos, el multilateralismo, no intervención y no injerencia en los asuntos internos de otros países.

3. Ratificación de los pactos internacionales de derechos humanos, el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional —en vigor desde el 2002 y que cuenta con 123 países miembros—  y el Protocolo a la Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes de la cual Cuba es parte y funciona desde igual fecha.

4. Coherencia absoluta con la política doméstica y apegada también a la soberanía y el control popular.

Otros muchos aspectos podrían agregarse o debatirse. Es obvio que se necesitaría un proceso controlado de transición democrática, basado en el respeto a la soberanía popular en lo interno, y nacional frente al sistema mundial. Los cómo quedan para otro texto. Por ahora, bienvenido sea el debate.

***

[1] C. Wright Mills: La Imaginación Sociológica, Oxford University Press, 1959.

AUTORA

*Ivette García González. La Habana, 1965. Doctora en Ciencias Históricas por la Universidad de La Habana (2006), Profesora Titular por el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) “Raúl Roa García” e Investigadora Titular del Instituto de Historia de Cuba. Actualmente docente e investigadora de la Casa de Altos Estudios Fernando Ortiz de la Universidad de La Habana. Autora de varios libros. Fungió como diplomática en la Embajada de Cuba en Lisboa (2007-2011). Preside la Sección de Literatura Histórica y Social de la Asociación de Escritores de la UNEAC y es miembro de la Asociación Cubana de Naciones Unidas (ACNU), de la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC), la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y Caribeños (ADHILAC) y la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP). Para contactar con la autora: [email protected]

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