Trump se atribuye el alto el fuego en Gaza y presume de ser el «presidente de la paz» antes de llegar a la Casa Blanca

Benjamín Netanyahu junto a Steve Witkoff, enviado a Oriente Medio por el presidente electo de EEUU, Donald Trump. EF

El presidente electo lleva años presentándose como el gran pacificador del tablero global. Y ahora llega con alfombra roja y puede anotarse el tanto

Pablo R. SuanzesCorresponsal Washington

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Donald Trump jura su cargo como próximo presidente de Estados Unidos el lunes 20 de enero, pero aunque aún no ha llegado a la Casa Blanca lleva semanas, sino meses, comportándose como presidente in pectore. Haciendo llamadas y recibiendo en su residencia a líderes mundiales, amenazando con sanciones, aranceles o incluso invasiones a amigos y aliados. Y también presionando al máximo para lograr uno de sus grandes objetivos y promesas: un acuerdo de paz. La idea inicial era sobre todo en Ucrania, pero como ese frente parece muy complicado y lejos de una solución, él y su equipo se han concentrado en lo que parecía posible, Oriente Próximo. Y ahora cantan victoria.

«Este ÉPICO acuerdo de alto el fuego sólo podría haber ocurrido como resultado de nuestra histórica victoria en noviembre, ya que le indicó al mundo entero que mi administración buscaría la paz y negociaría acuerdos para garantizar la seguridad de todos los estadounidenses y nuestros aliados. Estoy encantado de que los rehenes estadounidenses e israelíes regresen a casa para reunirse con sus familias y seres queridos», ha celebrado Trump en su cuenta de Truth Social.

«Con este acuerdo en marcha, mi equipo de Seguridad Nacional, a través de los esfuerzos del Enviado Especial para Oriente Medio, Steve Witkoff, seguirá trabajando estrechamente con Israel y nuestros aliados para asegurarnos de que Gaza NUNCA más se convierta en un refugio seguro para los terroristas. Seguiremos promoviendo la PAZ A TRAVÉS DE LA FUERZA en toda la región, mientras aprovechamos el impulso de este alto el fuego para ampliar aún más los históricos Acuerdos de Abraham. ¡Este es sólo el comienzo de grandes cosas por venir para Estados Unidos y, de hecho, para el mundo!», ha añadido.

Desde hace días, las crónicas en la prensa norteamericana e israelí apuntan a Witkoff, el enviado especial nombrado por Trump y que ya estaba al frente de las conversaciones, aunque Biden sea el presidente y la política exterior esté en manos, en teoría, de Antony Blinken. Consciente de que su rival iba a heredar el terreno en cuestión de días, la administración saliente ha permitido a Witkoff tener un papel principal, no sólo participando sino dirigiendo las negociaciones, siendo el representante del país, el que sentaba en la mesa a Benjamin Netanyahu forzando su mano para aceptar lo que llevaba meses rechazando.

Pero eso no significa renunciar a la gloria. Biden calificó de «chiste» la idea de que el acuerdo sea mérito de Trump, o sólo de él, diciendo que él esbozó las línea generales en mayo de 2024, que su equipo ha estado «trabajando ocho meses sin descanso». Y arrancó incluso su discurso a la nación por la noche sacando pecho como quizás su último legado en política exterior.

Amenazas

Desde el inicio, Trump ha sido muy claro. A principios de diciembre dio un ultimátum a Hamas: «Todo el mundo habla de los rehenes que están siendo retenidos de forma tan violenta, inhumana y contra la voluntad del mundo entero en Oriente Medio, pero todo son palabras y ninguna acción. Por favor, que este mensaje sirva para dejar constancia de que si los rehenes no son liberados antes del 20 de enero de 2025, fecha en la que asumiré orgullosamente el cargo de Presidente de los Estados Unidos, desataré un INFIERNO en Oriente Medio y para los responsables que perpetraron estas atrocidades contra la Humanidad. Los responsables serán golpeados más duro que nadie en la larga y legendaria Historia de los Estados Unidos de América. ¡LIBEREN A LOS REHENES AHORA!».

A cinco días para que se jure el cargo, el acuerdo ha llegado. Los intereses de todas las partes se han alineado. Después de año y medio implicados en el proceso, pero siendo ninguneados constantemente por los israelíes, la administración Biden no quería irse con las manos vacías y que apenas unos días después Trump pudiera sacar pecho. Así que tenía todos los incentivos para redoblar esfuerzos, ser flexible y ceder la iniciativa si hacía falta. El equipo entrante, por las razones expuestas, también apretaba. Si la paz no llega a Kiev, quizás pueda compensar que los rehenes lo hagan a casa y que las bombas dejen de caer en Gaza. Trump se lleva años presentando como el gran pacificador, el arquitecto de una gran estabilización en el tablero global. Y ahora llega con alfombra roja y puede anotarse buena parte del tanto.

«Como queda demostrado con este acuerdo, la administración entrante de Trump es el único actor con suficiente influencia para presionar a Israel para que haga los compromisos necesarios. Trabajando juntos, los estados europeos y árabes deberían convencer a Trump de que poner fin al conflicto israelí-palestino de una manera que permita la plena autodeterminación e independencia palestina sigue siendo la única vía para la normalización de las relaciones entre Arabia Saudí y Israel», apunta Hugh Lovatta, del European Council of Foreign Relations. Una fuente diplomática de The Washington Post atribuyó el progreso en las conversaciones en parte a la influencia del presidente electo, diciendo que era «la primera vez que ha habido una presión real sobre el lado israelí para aceptar un acuerdo».

Además, con esta presión de último momento, Netanyahu encuentra una salida. Quizás no la mejor para él, no la ideal, pero una. Puede culpar a la presión de Trump, como sus asesores, aliados y defensores llevan haciendo semanas, diciendo que se sienten decepcionados o traicionados, por el fondo y las formas de un enviado que no es diplomático pero que representa exactamente el estilo de Trump: hablar y actuar como si fuera un empresario, hacer lo que sea necesario para cerrar el acuerdo y lograr resultado, no hacer amigos.

Pero además, transigiendo para que su aliado se puede anotar este éxito, Netanyahu logra bastante capital para los próximos movimientos en la región. Trump, satisfecho, le dará mucha manga ancha, ya que todas sus palabras han estado dedicadas a Israel y ni una sola a los palestinos, la población de Gaza o las aspiraciones de dos estados.

«Hemos logrado mucho sin siquiera estar en la Casa Blanca. Imagínense todas las cosas maravillosas que sucederán cuando regrese a la Casa Blanca y mi administración esté completamente confirmada, para que puedan asegurar más victorias para los Estados Unidos», ha añadido Trump.

Pero no por las razones que él o los críticos de Biden dicen.

Pablo R. Suanzes, es corresponsal de EL MUNDO en Washington. Llegó en 2024, después de una década en Bruselas escribiendo sobre las instituciones europeas, política del Benelux o la OTAN. En esos años, viajó constantemente por todo el continente, firmando crónicas, reportajes y entrevistas desde más de 35 países diferentes. Entre 2007 y 2014 cubrió información macroeconómica, política internacional o de mercados en el mismo diario Pablo estudió Historia y Sociología en la Universidad Complutense de Madrid. Colabora habitualmente en Onda Cero, Letras Libres y otras publicaciones. Y es fundador de Revista 5W, una revista de información internacional, con la ha publicado Europa soy yo, un libro de reflexiones sobre la Unión Europea y sus desafíos. En 2020 ganó el premio europeo Salvador de Madariaga de periodismo

Cortesía de elmundo.es

Pablo R. Suanzes

Editor 

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Washington

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