En la mesa de los mendigos

‘Cuba es una buena mesa con arroz y frijoles negros, plátanos verdes fritos, rodajas de cerdo, cordero asado, langostas y pescado relleno de camarones. Hay tamales en la cacerola y yuca con salsa de ajo, chicharrón de cerdo y limón también. Y también hay sopas que te devuelven a la vida, deliciosos helados, postres increíblemente dulces y un elixir llamado café. Cuba es mojitos , piña coladas; y para completar el banquete y deleitarse sin fin, hay exquisitos rones y cigarros incomparables, únicos en todo el mundo “.

Por René Fidel González GarcíaFuente: La Joven Cuba

Con el título de ‘Cubanidades’, el filósofo y experto político argentino Atilio Borón ha publicado un artículo que pretende explicar ‘qué es Cuba y cuál es el misterio de la isla rebelde’.

Uno puede estar de acuerdo o no con muchas de sus declaraciones, hechas sin mucho deseo de buscar profundidad y, en mi opinión, con un íntimo sentido de admiración por la Cuba que lo ha recibido durante años como amigo y erudito de izquierda. Pero lo siguiente inmediatamente atrajo mi atención en el texto, ya que es una de las ideas que queda resaltada editorialmente en su reproducción por el sitio web Cubadebate , y porque me sorprendió encontrarlo como parte de la explicación propuesta:

Cuba es una buena mesa con arroz y frijoles negros, plátanos verdes fritos, rodajas de cerdo, cordero asado, langostas y pescado relleno de camarones. Hay tamales en la cacerola y yuca con salsa de ajo, chicharrón de cerdo y limón también. Y también hay sopas que te devuelven a la vida, deliciosos helados, postres increíblemente dulces y un elixir llamado café. Cuba es mojitos , piña coladas; y para completar el banquete y deleitarse sin fin, hay exquisitos rones y cigarros incomparables, únicos en todo el mundo “.

¿Es este un intelectual de izquierda?’, Ha preguntado un colega en las redes sociales. La peor parte es que, de hecho, como intelectual es de izquierda, como lo es el medio cubano que inmediatamente replicó su texto, o los profesionales que se pondrán en marcha mañana para resaltar otras partes del artículo y la sensibilidad de quienes puedan reaccionar ante lo que puede verse como algo a medio camino de ser una idea creíble dentro del volante promocional tosco y fatuo de un operador turístico improvisado, o como un insulto a la gente que ha construido y defiende con sacrificio, paciencia e increíble nobleza cotidiana el resto – y más, de lo que se describe en el artículo; pero nunca puede verse como un argumento para explicar qué es Cuba y cuál puede ser el misterio de su rebeldía.

No sé si nos darán un discurso moralizador y severo temprano en la mañana, o al mediodía, como sucede a veces, o si se mantendrán callados en sus perfiles de redes sociales, esperando la próxima oportunidad para exigir todo el peso de la Ley recae en los criminales, o en cualquiera que se quede sin una gota de poder mientras ven que esa misma Ley es pisoteada y burlada una y otra vez como en un hechizo atroz, como una maldición inexorable por aquellos que tienen poder.

Lo que sí sé y me asusta no es la opinión de un erudito, inadecuado para nuestra realidad, pero coherente con los espejismos causados ​​por las formalidades del protocolo, o con la capacidad de su propio bolsillo. Lo que me alarma es que puede existir, y finalmente empoderarse entre nosotros, una nueva izquierda, tan obsesionada y feliz por la belleza de sus cosas, que puede terminar creyendo que podemos confundir nuestra pobreza y prosperidad, las cualidades cubanas que puede coexistir en nuestras luchas, fracasos y éxitos, en nuestros sueños, con sus vanidades.

“¡Bienvenidos a la belleza!”, Parecen decir sin vergüenza ni humildad a los cientos de miles de ancianos empobrecidos y solitarios que pueden almorzar y cenar gracias a la protección garantizada por el Estado, a los millones que ansiosamente se paran. largas colas para carne molida vil o huevos racionados, porque esa es su fuente fundamental y sobre todo más democrática de proteínas. Para ellos, y para la mayoría, Cuba no ha sido una “delicia sin fin”, ni antes ni ahora, y es por eso que nuestro David metafórico no es pequeño.

Si sentimos que, como sociedad, estamos entrando entusiasta y con frialdad –otras personas ya lo pueden disfrutar por completo– un momento de cinismo, en el que la realidad se concebiría como un producto de consumo, para que aquellos que realmente no puedan escapar de ella puedan obtener para hacerlo

Tenemos una gran necesidad de que una vez más los héroes del bien puedan surgir de entre nosotros; los héroes de la decencia y la honestidad, los que la otra Cuba, la formada por la gran gente, alienta con las injusticias que le suceden, y cuando las personas pequeñas son más arrogantes.

Debemos tomar nota del peligroso declive ético que está teniendo lugar, del conservadurismo político y social que ahora emerge relacionado con el poder económico, o con el deseo oculto y vergonzoso de poder, para prosperar y enriquecerse a través de nuestras desgracias. Debemos comprender las raíces profundas y la expansión de la cultura, los valores y las prácticas de esa franja exitosa, y de la forma en que se han infiltrado en nuestras instituciones y han logrado, por ahora, arrinconar la ética y la responsabilidad cívica.

De ese declive ético, de esos ejercicios sostenidos de oportunismo y cobardía, rentables y explotados por ellos, esperaremos los peores males. Pero nunca debemos olvidar que la mesa de los mendigos también es política, ya que la dignidad es virtud.

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