Matanzas. Radiografía de un incendio

por Alina Bárbara López Hernández. Desde el momento en que se percibió la magnitud del incendio en la Base de Super Tanqueros (BST) de la ciudad de Matanzas, donde resido, urbe con el enclave geográfico más bello de Cuba, comprendí que estábamos en presencia de un desastre humano, económico y ecológico.

escrito por Alina Bárbara López Hernández 

Desde el momento en que se percibió la magnitud del incendio en la Base de Super Tanqueros (BST) de la ciudad de Matanzas, donde resido, urbe con el enclave geográfico más bello de Cuba, comprendí que estábamos en presencia de un desastre humano, económico y ecológico. En efecto, diecisiete personas fallecidas (entre bomberos profesionales, jóvenes reclutas del SMO y civiles), decenas de heridos y lesionados, una costosa pérdida material para el país en el peor momento posible y una afectación al medioambiente aún no esclarecida.

El sitio se ubica a orillas de la bahía, una parte de la franja de costa de unos 128 km pertenecientes a las provincias de La Habana, Mayabeque y Matanzas donde se exploran y operan pozos de petróleo. La rada, amplia y de aguas profundas, resulta ideal para que los super tanqueros descarguen miles de toneladas de combustible que se almacenan en ocho enormes depósitos, junto al pesado crudo nacional. Su destino: alimentar las termoeléctricas de Matanzas y Mayabeque y ser distribuido a diversos lugares del país mediante carros cisternas.

El incendio

Las teorías comenzaron a la par de las llamas: ¿fue o no un rayo el detonante? y tener que soportar que algunas personas  insistieran en presentarlo como 1) un sabotaje que reforzara la imagen de inestabilidad política, 2) un auto-sabotaje del gobierno, 3) o de «la mano siniestra de los medios enemigos», y dudaran de quienes presenciamos una tormenta eléctrica, breve en el tiempo pero de gran intensidad, con un incendio desatado en ese mismo lapso.

¿Era parte de la salación a la que se ha referido el presidente Miguel Díaz-Canel?, ¿el efecto de un karma colectivo como afirmaron varios?, ¿un castigo de Dios que envió sus siete plagas como aseguraron otros?, ¿o el resultado de cuanta mitología criolla o foránea distrae de la verdadera cuestión? Para nada, la respuesta era muy materialista. Sí hubo un rayo, fenómeno habitual en temporada de verano, y fallaron los sistemas de respuesta contra incendios y los protocolos de seguridad que debían evitar la magnitud del desastre.

Asegurar que falló el sistema de protección contra incendios de la BST no es tener un «prejuicio contra el gobierno», «una perspectiva amarillista que termina en especulación», y mucho menos actuar de «mala fe», como han afirmado algunas personas. La propia prensa oficial, que el primer día del incendio notificó lo ocurrido, dejó muy claro eso, más por lo que calló que por lo que dijo. Los silencios también hablan.

Un texto de Ventura de Jesús, corresponsal de Granma en Matanzas, aparecido el mismo día 5 en la versión digital de ese periódico, tras anunciar que el impacto de una descarga eléctrica provocó un incendio en uno de los tanques de combustible, informaba:

Explicó Rigel Rodríguez, director de la división territorial de la Comercializadora de Combustibles Matanzas, que inmediatamente se activaron fuerzas para sofocar el incendio y evitar que las llamas alcanzaran otros recipientes similares situados en la zona.

Con el uso, básicamente, de agua y espuma, medios especializados del Ministerio del Interior y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias se unieron para controlar y sofocar el fuego (…)

Evert Eduardo Díaz, directivo de esa propia entidad, agregó que para apaciguar las llamas fue necesario, además, acarrear agua desde la cercana bahía.

Aunque las causas del accidente están por evaluarse, al parecer se produjo un fallo en el sistema de pararrayos, que no pudo soportar la energía de la descarga eléctrica.

  

Primera fotografía del incendio publicada por el periódico Girón.

Ni el periodista que la redactó, ni uno solo de los directivos citados en esa nota de prensa se refirió a la existencia de un sistema de protección contra incendios instalado en la BST, ni aludió a un fallo del mismo, solo del pararrayos; sí enfatizaron en el intento de sofocar el incendio por vías externas a dicho sistema de protección: medios especializados que se unieron inmediatamente, agua acarreada desde la bahía.

¿No debió asombrarles que el sistema en cuestión no funcionara? ¿Por qué hicieron mutis sobre el asunto en esas primeras informaciones? ¿Y si no se sorprendieron, era porque sabían que dicho sistema de protección no iba a funcionar llegado el caso, como en efecto ocurrió?

A partir de ahí, los medios de prensa se enfocarían propiamente en el incendio, en las estrategias para enfrentarlo, la trágica desaparición de personas en la explosión del primer día, el heroísmo de tantos, el arribo de ayuda foránea, la actitud del gobierno norteamericano… entre otros temas. Y era lógico en aquellos primeros días; sin embargo, el incendio lleva extinguido varios y ningún medio oficial ha introducido el peliagudo tema de ¿qué falló y por qué en el sistema de protección contra incendios?

Un sistema de protección que no protegió

La BST en cuestión pertenece a la Unión Cuba Petróleo (CUPET), empresa petrolera más grande del país, estatal y manejada por el Ministerio de Energía y Minas, aunque opera en conjunto con el conglomerado CIMEX (de GAESA), una cadena de estaciones de servicio en MLC.

En Cuba no existen oficinas independientes del gobierno —no estoy defendiendo que sean privadas, sino que no se supediten a este—, que certifiquen la calidad en el funcionamiento de los sistemas de protección y los protocolos de seguridad. Ignoro si es GAESA quien supervisa las inspecciones —dada su relación con CUPET, vía CIMEX— y si estas son internas como es habitual en las instancias administradas por ese oligopolio. Sin embargo, todos los lugares donde se almacenan portadores energéticos son inspeccionados y deben ser certificados asimismo por la Agencia de Protección Contra Incendios (APCI), subordinada al Ministerio del Interior (MININT).

Sobre la certificación por la Agencia de Protección Contra Incendios de productos que la requieran (PDF)

Las infracciones de los sistemas contra incendios son frecuentes en el país. En una información del 3 de septiembre de 2015, la Agencia Cubana de Noticias (AIN) daba cuenta de cerca de trescientas infracciones detectadas en ochenta y seis centros de interés económico y social de La Habana, entre ellas: «Conexiones eléctricas desprotegidas, terminales “sueltos”, tendederas o tomacorrientes sin fijar adecuadamente», además de «insuficiente número de extintores en lugares de almacenamiento de productos químicos».

Es probable que en estos años de crisis y deterioro constante de la economía se hayan incrementado las infracciones. Los sucesos del Saratoga y de la estación de Felton, entre otros, indican posibles violaciones en los mantenimientos programados y normas técnicas.

No obstante, un lugar como la BST de Matanzas —posiblemente el sitio de Cuba donde se almacenan las mayores cantidades de combustible, contabilizadas en miles de toneladas—, ubicado próximo a sitios urbanizados, algunos incluso de valor patrimonial, como el Museo Nacional Castillo de San Severino; requería un sistema moderno y eficiente de respuesta ante incendios, un mantenimiento sistemático a dicho sistema, un apego absoluto a normas de protección y protocolos de seguridad y una calificación específica para lidiar con ese tipo de siniestros, cuyas estrategias de enfrentamiento tienen particularidades.  

Los tanques construidos en la segunda mitad de los ochenta, con financiamiento y asesoría soviética, contaron con un sistema de protección contra incendios y con normas rigurosas para mantenerlo en funcionamiento óptimo. Así testimonia mi amigo Sergio Peña (Sergito), mecánico de mantenimiento que trabajaba desde 1985 en la terminal original, conocida como 320 (antigua Texaco). Él fue de los primeros técnicos de ese lugar que fueron a Kiev a pasar cursos sobre las bombas y la mecánica. Actualmente reside en Estados Unidos, donde se desempeña en la misma profesión:

«Estoy muy disgustado con todo lo que ha pasado en Supertanqueros. Allí murió Fabián Naranjo, hijo de un amigo y sobrino de otro amigo que trabajamos juntos por doce años ahí mismo desde la primera piedra. Esa catástrofe no debió ocurrir, nosotros dejamos instalado y funcionando todo el sistema contra incendios, enfriamiento y espuma.

Se arrancaba y probaba semanalmente, no en esos tanques nuevos sino en los primeros que se construyeron con las normas soviéticas de acero (…) pero además, por aquella época estaba un inspector de los bomberos, creo que de apellido Bonelli, un señor bastante mayor que andaba en un yipi destartalado, con una maletica. Él no salía de allá y varias veces paró la 320 por violar códigos, por salideros y cosas así. De la vieja guardia quedan pocas personas allí. Me duele porque nosotros trabajamos muy duro, yo con dieciocho añitos, semanas, día y noche, bombeando agua desde el muelle probando todo eso (…)».

En la inversión más reciente, que montó otros cuatro tanques, se concibió un sistema de protección mucho más avanzado. Dos personas, que por motivo de su trabajo actual o antiguas responsabilidades conocen bien la BST, y que pidieron no ser identificadas, me confirman de manera independiente que durante muchos años se respetó rigurosamente el mantenimiento programado y se hacían comprobaciones sistemáticas del funcionamiento de dicho sistema.

Ambas coinciden, sin embargo, que en los últimos tres o cuatro años hubo una disminución ostensible de los mantenimientos programados al sistema de respuesta contra incendios y de las pruebas de comprobación de su efectividad. Aseguran que los censores y el sistema de enfriamiento estaban defectuosos, las tuberías que conectaban el sistema tenían roturas, las bombas no funcionaban y el nivel del agua en las grandes cisternas no era el óptimo.

Según una de estas fuentes, existían trabas burocráticas con las empresas que debían abastecer el agua a la BST, y ello explica la escasa disponibilidad en los depósitos. La misma persona afirma asimismo que la sustancia que al mezclarse con agua provoca la espuma, se substraía ilegalmente para ser vendida como detergente líquido en el mercado negro.

Una tercera fuente, vinculada directamente a la construcción del sistema contra incendios en los tanques más modernos (los que no se quemaron), me aclara que la línea del sistema contra incendios fue interconectada con el abastecimiento del agua y la espuma que se hizo en esa inversión; es decir, los tanques incendiados databan de los ochenta pero el sistema más moderno contra incendios los incluyó también.

— De esto solo puedo decirle que hasta donde tengo conocimiento, sí se hacían las pruebas todas las semanas e inclusive los compañeros de los bomberos, la ACPI, siempre estaban arriba de eso. Hasta donde sé, cada jueves se hacía la prueba del sistema. 

— ¿Sería posible que en los últimos años se hubieran relajado esas normas?

— Totalmente de acuerdo (…) Es un tema que siempre se llevó de la mano. Por el riesgo. Ya le digo. Si había algo que llevaban al pie de la letra era el estado del sistema contra incendio.

— O sea, ¿cree usted que el abandono o descuido del mantenimiento programado sea de los últimos años?

— No lo sé, pero la verdad todo apunta a eso. El sistema estaba preparado muy bien, por qué no funcionó debe de haber sido una irresponsabilidad de alguien, es lo que pienso. Ese es un mal bien profundo que nos ha traído las dificultades. Así está Cuba entera. Es lo que tenemos, y sin nada con que trabajar se hace muy difícil evitar estas cosas. Lo más triste es las vidas que se perdieron por esa causa, que no debió pasar.

— ¿Por qué falló todo el sistema de protección ante el incendio, no solo el segmento del tanque impactado por el rayo, sino de los contiguos?

— Es difícil saberlo, eso me imagino saldrá en la investigación, puede haber sido cualquier cosa, desde una válvula que nunca se abrió hasta una irresponsabilidad.

— En varias fotos se percibe a los bomberos al lado de los cañones de agua, ¿por qué no funcionaron los cañones de agua?

— No había agua en el sistema.

— ¿Por qué?

— Es lo que tendrán que investigar. Los tanques blancos que se ven arriba de los nuevos, uno es de agua y el otro de espuma. El agua es dulce y tienen un sistema de apoyo. Le digo que el rayo también fue fuerte. Yo estaba en La Vigía y las puertas, que son grandes, temblaron como si fueran a caerse. (…) Ahora esperemos una investigación, aprender de la experiencia y honrar a esos valientes temerarios.

Los cañones de agua del sistema contra incendios de la BST no funcionaron. En la foto, algunos bomberos junto a dichos cañones. (Foto: Periódico Girón)

Varias interrogantes emergen de estos intercambios. ¿El Ministerio de Energía y Minas puede demostrar que se efectuaban los mantenimientos programados? ¿Existen dictámenes de APCI que evidencien cuándo fue probado por última vez el funcionamiento del sistema de respuesta contra incendios?

En esta época es muy fácil constatar la veracidad de un informe. Para empezar, por la ubicación de la Base de Supertanqueros respecto a la ciudad, siempre fue visible desde muchas zonas la prueba de los cañones de agua que ahora no funcionaron. ¿Hace cuánto tiempo los citadinos dejamos de ver la imagen de los chorros cayendo?

Por otra parte, el incendio ocurrió un viernes en últimas horas de la tarde, ¿qué día de esa semana se probó el sistema? O más bien, ¿se probó el sistema en esa semana como exigían las normas y como durante tanto tiempo se hiciera? ¿Y si no se probó, quién o quiénes se responsabilizan con esa violación de protocolos? ¿El director de la BST?

¿El director general de CUPET, Juan Torres Naranjo, que acaba de ser promovido —apenas extinguido el incendio— a viceministro de Energía y Minas en lugar de estar con una medida cautelar bajo investigación? ¿El ministro de Energía y Minas, máximo responsable por ser quien dirige la instancia administradora de esa empresa? ¿Qué están premiando los que propusieron el ascenso del director general de CUPET a viceministro?

En entrevista a LJC, el arquitecto Maurys Alfonso Risco argumentaba:

«(…) si yo tuviera que participar de una investigación esclarecedora, la cual existirá sin dudas, haría hincapié en los sistemas y cumplimiento de los cronogramas de mantenimiento. He podido constatar —no solo en la Isla, también en la región—, que los incumplimientos o deficiencias en el Mantenimiento Preventivo o Proactivo son progenitores de todo tipo de desgracias en inmuebles e infraestructuras. Hay una tendencia, lamentablemente muy extendida, a centrarse en el Mantenimiento Reactivo, o sea, arreglar cuando algo se rompa».

Tal investigación, en mi opinión, debiera ser autónoma del Ministerio de Energía y Minas y del MININT —pues no se puede ser juez y parte. En ella deberían participar expertos independientes, una representación por parte de las familias que sufrieron la pérdida de un ser querido en el incendio y una representación de la ciudadanía local.

El período en que según las fuentes se debilitó la programación de los mantenimientos y se relajó la comprobación semanal del sistema, coincide con el arreciamiento de la crisis estructural, la tensa situación de pandemia y la nueva dirección ministerial. ¿Es posible que todos esos factores en conjunto hayan incidido en lo ocurrido?

Según la fuente relacionada con el montaje del sistema contra incendios, el pararrayo era el plan A, el sistema de respuesta contra incendios era el plan B, cuando ambos fallaron quedó el plan C: los bomberos.

Los bomberos

Pocas ciudades cubanas han enaltecido y preservado más la memoria de sus bomberos que Matanzas. Allí radica el primer museo de esa temática en Cuba, creado el 12 de noviembre de 1998 y denominado «Enrique Estrada». Los bomberos matanceros tienen una historia gloriosa que se remonta a la tercera década del siglo XIX. Participaban no solo en la extinción de incendios, sino auxiliaban en caso de inundaciones, derrumbes y otros servicios de utilidad.

Su actitud cívica de apoyo a los necesitados se materializó en acciones como la creación de una Estación Sanitaria para atender gratuitamente a la población que no contaba con recursos para acceder a otros centros de salud; o la fundación de un Dispensario para niños pobres que incluía un sillón estomatológico.

Leopoldo Torres y López fue el primer bombero matancero que pereció ante un siniestro, el 2 de julio de 1899. La lista de héroes se incrementaría en la madrugada del seis de agosto de 2022. 

En intercambio con el especialista en la instalación del sistema de protección contra incendios, indagué si en su opinión había existido una inadecuada percepción de riesgo por parte de los bomberos:

Bueno, yo no creo que no hubiera percepción del riesgo, más bien valentía en exceso. En parte los entiendo, los bomberos no están para atender ese fuego, para eso es todo el sistema contra incendio, y sin el arma fundamental debieron sentirse impotentes. Ellos son el apoyo para extinguirlos.

Teniendo Matanzas la mayor base de acopio de combustible en Cuba, debió tener el cuerpo de bomberos mejor equipado del país: carros modernos, mangueras de diámetro y extensiones mayores, un avión cisterna al menos, espuma y productos químicos, trajes y calzado más adecuados. Pero, sobre todo, debieron recibir entrenamiento para identificar las mejores estrategias de enfrentamiento a ese tipo de incendio. Con ese fin, bomberos matanceros y de las provincias vecinas debieron haber sido capacitados en países de la región con experiencia en el manejo de desastres similares, como Venezuela, Brasil y México.

Una publicación del grupo de Facebook Ciudad de Matanzas en Fotos explica que este incendio fue:

«(…) la peor catástrofe incendiaria a la que se enfrenta o ha enfrentado un bombero cubano, creo que nadie en Cuba estaba preparado para enfrentar un incendio de esas magnitudes, pudo alguien haber estado preparado teóricamente pero no prácticamente, era algo nuevo a lo que todos se iban a enfrentar por primera vez desde los más experimentados hasta los menos experimentados.

Cuba tampoco tenía los medios necesarios, ni los recursos que hacían falta para apagar este tipo de fuego, un fuego de estas proporciones, en el hidrocarburo, yo me pregunto si alguien alguna vez se tuvo que hacer la pregunta o hizo la pregunta de: ¿Qué haríamos si un tanque grande del supertanquero se incendiaba? ¿Cómo lo apagaríamos? ¿Qué recursos hacían falta, qué medios, qué logística, qué capacitaciones, qué prácticas, qué plan había contra ese tipo de incendio? Al parecer nunca nadie se hizo esa pregunta (…)».

Estas interrogantes finales nos conducen a una cuestión crucial: el manejo de la crisis a partir de que, ante el fallo del sistema de protección de la BST, el incendio comenzara.

La gestión de crisis ante el incendio

Lo sobrevenido en las primeras horas indica que nadie con responsabilidad de dirección y posibilidad de tomar decisiones se había preguntado en realidad qué hacer si ocurría un incendio en los depósitos de hidrocarburos de la BST.

Desde que comenzó, y hasta que acaeció la explosión que causó la muerte a las personas que allí estaban —entre ellos civiles de apoyo y soldados del servicio militar obligatorio sin entrenamiento para estar en primera línea—, transcurrieron alrededor de diez horas. Ese debió ser tiempo suficiente para que se hubieran decidido estrategias adecuadas.

Si nos remontamos a la comunicación ya mencionada del corresponsal de Granma, se menciona la intención de «sofocar el incendio» y «apaciguar las llamas», algo que pronto demostraría ser un costoso error de apreciación.

En lugar de crear inmediatamente una comisión de expertos que tomara decisiones y estableciera un mando único y un plan de acciones para instaurar las pautas que luego demostraron ser efectivas —no intentar extinguir sino controlar, no sacrificar a los bomberos infructuosamente, no permitir la entrada de personas sin preparación a la zona del incendio, erigir muros de contención para evitar la propagación al resto de la instalación de tanques, solicitar ayuda internacional—; se procedió a convocar a las autoridades y a periodistas como si aquello fuera un ciclón que pasaba.

Sucely Morfa, primera secretaria del Partido en la provincia, que había dicho en un tweet: «Autoridades, cuerpo de bomberos, MININT, las FAR estamos en el lugar», contaría después que tuvo que correr por su vida cuando la explosión del segundo tanque hasta el punto que resultó lesionada. El propio ministro de Energía y Minas se lesionó en el lugar. Hubo periodistas que narraron en detalle los momentos de angustia para ponerse a salvo en aquel infierno de llamas y calor intenso.

Un testimonio de la periodista matancera Lil Rodríguez Jiménez a Cubadebate expone con dramatismo la situación en la zona del incendio en la madrugada del 6 de agosto:

(…) llegamos después de las 4 am a la Comercializadora de Petróleo. Reemplazamos al otro equipo de prensa que estaba en el lugar. El ajetreo no cesaba. Nos dirigimos hacia una zona más cercana. Se hacía todo cuanto se podía para mitigar el incendio. Los camiones cisterna, uno tras otro, iban llegando. Junto a Melisa Blanco, periodista de Radio 26, buscaba información, dialogábamos con quienes hacían frente a aquella situación.

Nos dirigimos hacia el lugar donde se encontraba la primera secretaria del Partido (…). Caminaba y redactaba un pequeño texto para publicar que quedó a medias.

¡Corran! Gritaron. Esto se puso malo. Corrí junto a mi colega (…). El segundo tanque explotó. Sentía que los pies no me daban. Pensaba en Rigo [el camarógrafo] que tomaba unas imágenes más cerca, no lo veía. Seguía corriendo, tenía ardor en los pies producto del calor. ¡Sentía que me derretía!  

El presidente Miguel Díaz Canel había llegado a Matanzas en la madrugada del día 6. Sin embargo, no fue hasta las 9:37 am que un tweet de su cuenta, Presidencia Cuba, anunciara que en ese mismo minuto encabezaba una reunión donde impartía «instrucciones para enfrentar los daños del siniestro». Ya para entonces, hacía más de cuatro horas que diecisiete personas se hallaban desaparecidas y una gran cantidad de lesionados era atendida en el hospital. Habían transcurrido alrededor de quince desde el inicio del incendio.

La prueba fehaciente que pone al descubierto a todos los funcionarios mencionados, son sus propios videos y publicaciones. Haberse presentado en aquel lugar en medio del desastre evidenció su total desconocimiento y otorgó  un aval a la negligencia.

Si el presidente, en su calidad de Comandante en Jefe, presidió una comisión casi quince horas después de comenzado el incendio, ¿quiénes estuvieron tomando decisiones desde el inicio ante lo que ya se sabía que era un desastre? ¿Existió un mando único en esa operación? ¿Se trazó una estrategia conjunta? ¿Quiénes ordenaron que el comando del aeropuerto de Varadero se ubicara directamente en una zona de inminente colapso, pues el tanque les explotó casi acabados de llegar y provocó el trágico récord de la mayor cantidad de muertes en un mismo comando en toda la historia de los bomberos en Cuba?

En lugar de que el presidente, el ministro de Energía y Minas y la primera secretaria del Partido estuvieran metidos en la zona de desastre, donde no podían aportar nada, debieron estar desde muchas horas antes atendiendo al criterio de bomberos expertos, que desde las redes sociales alertaban del peligro y de las erróneas decisiones asumidas. Se demoraron además en solicitar ayuda y asesoría internacional, y cuando lo hicieron fue sin la perentoriedad que el caso requería.

Incompetencia, improvisación y precariedad, bajo un halo de patético triunfalismo, son rasgos que han distinguido a este gobierno; un gobierno que dura cuatro años ya, casi los mismos que según las fuentes se relajó el sistema de mantenimientos y de control efectivo en el sistema de protección contra incendios de la BST.

No importa que tales falencias se revistan de conceptos ampulosos, como el de resistencia creativa, es evidente que se está actuando erróneamente en todos los ámbitos de gobierno: desde el económico, que ha condenado a todo un pueblo, hasta el manejo de desastres, que ocasionó la muerte a muchas personas, entre ellas algunos jovencitos en la flor de su existencia.

De modo que es momento ya de que los medios oficiales y el gobierno expliquen cuándo comenzará a funcionar una comisión investigadora que determine claramente y con transparencia lo ocurrido. Es un derecho estar informados según la propia legislación cubana.

¿Quiénes ordenaron que el comando del aeropuerto de Varadero se ubicara directamente en una zona de inminente colapso, pues el tanque les explotó casi acabados de llegar y provocó el trágico récord de la mayor cantidad de muertes en un mismo comando en toda la historia de los bomberos en Cuba? (Foto: Periódico Girón)

El derecho a la información

Un jurista con gran experiencia en temas ambientales me explica que la BST está bajo un régimen de licencia ambiental. Esa base ha sido inspeccionada  por las autoridades ambientales en muchas ocasiones. Todos esos documentos tienen que ser públicos y se deben exigir a las autoridades. Los ciudadanos de esta ciudad no podemos ignorar el peligro latente en esa zona si, como todo parece indicar, no se están respetando los protocolos y normas establecidas para su funcionamiento seguro.

Esas instalaciones tienen estudios de peligro, vulnerabilidad y riesgos, obligado por la Defensa Civil; por otra parte, sin las certificaciones de la Agencia de Protección Contra Incendios (APCI) esa base no podía operar, pero para emitir esas certificaciones se debía comprobar el funcionamiento adecuado del sistema de protección ante incendios.

Los documentos sobre su funcionamiento deben ser públicos según el Decreto ley no. 309 «De la seguridad química», publicado en la Gaceta Oficial no. 15, Edición Ordinaria, el 20 de marzo de 2013, que en su artículo 1 explicita como objetivos: «Proteger la salud humana y el medio ambiente de los efectos adversos que se derivan del manejo inadecuado de los productos y desechos químicos peligrosos, a partir del ordenamiento e integración de las actividades nacionales en materia de Seguridad Química», y «Contribuir al cumplimiento de los compromisos internacionales asumidos por el Estado cubano en materia de Seguridad Química».

Dicha norma dedica la sección quinta al importante asunto De la Información y la Participación Pública. Específicamente en el artículo 22: Sobre el derecho de información, determina: «Toda persona natural y jurídica tiene el derecho a recibir información sobre la naturaleza y los riesgos que representan el manejo de los productos químicos peligrosos a lo largo de su ciclo de vida, así como las medidas de seguridad a adoptar en caso de emergencia química».

La ley obliga. Una ciudad y un país esperan por los resultados de la investigación. Como ciudadana matancera exigiré que la ley sea cumplida.

——————

AUTOR

*Alina B. López Hernández es Profesora y Tutora de Antropología Sociocultural y una excelente Científica Social y Política (socióloga y politóloga) de la Universidad de Matanzas. Miembro Académico Nacional Correspondiente de la Academia de Historia de Cuba. Además de Analista Sociopolítico laureada de La Joven Cuba. Para contactar con la autora: [email protected]

Share this post:

Related Posts