Cortesía de DEBKAfile

El primer ministro, Binyamin Netanyahu, recibió un impulso imprevisto el miércoles 29 de mayo, mientras anunciaba una nueva elección el 17 de septiembre después de no poder establecer un gobierno.
Fuertes recriminaciones e insultos volaron a través de la cámara de la Knesset en los talones de un voto de disolución de 74:45. Netanyahu acusó al líder de Israel Beitenu, Avigdor Lieberman, de minar deliberadamente a un gobierno de derecha y unirse al «bloque izquierdo». Lieberman, quien pasará a la historia política de Israel por haber forzado al país a dos elecciones generales en menos de tres meses, negó su apoyo el opositor azul blanco líder Benny Gantz; solo buscó un «gobierno de derecha, no dominado por religiosos,» protestó.
Los líderes azul-blancos, por su parte, reajustaron su tono de firma. En lugar de apuntar a Netanyahu como el archienemigo de la democracia, se volvieron contra Lieberman, temiendo que pudiera robar a sus votantes antirreligiosos de derecha.
Mientras tanto, nuevos actores pasaron de las bandas a la campaña electoral que aún se desarrollaba, que aún no se notaba. Conscientes de la agitación política que aqueja a Israel en las últimas semanas, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, decidieron no posponer la conferencia programada para junio en Jerusalén de los asesores de seguridad nacional de los EE. UU., Rusia e Israel para discutir temas de seguridad regional. Un comunicado de la Casa Blanca que establece el lugar y la hora se emitió el miércoles mientras se votaba sobre la disolución en la Knesset.
Los dos presidentes parecen compartir el deseo de ver a Netanyahu reelegido y asumir el papel que le han asignado para ayudar a configurar la política de seguridad de Oriente Medio. Su apoyo puede resultar un obstáculo que a Lieberman y los líderes de Blue-White les resultará difícil de superar. La conferencia trilateral de seguridad de alta potencia no tiene precedentes, ya que asigna a Israel un papel igual al de las dos superpotencias en la determinación de futuros problemas de seguridad en Medio Oriente. Putin incluso se preparó para honrar al estado judío y su primer ministro al permitir que la sesión de apertura de la nueva pista tenga lugar en Jerusalén.