Por Joseph Fitsanakis – Cortesía de IntelNews.org
Los misiles que anoche golpearon la base aérea militar siria de Shayrat marcaron el primer ataque intencional de Washington al gobierno del presidente sirio Bashar al-Assad.
Los casi 60 misiles Tomahawk que los Estados Unidos dispararon contra Siria en las primeras horas del viernes, hora local, no fueron los primeros. Tampoco fueron los primeros que golpearon una instalación del gobierno sirio.
En septiembre de 2016, por ejemplo, un ataque aéreo de Estados Unidos golpeó una base militar en la ciudad de Siria de Deir el-Zour, matando a 62 e hiriendo a más de 100 soldados del gobierno. Sin embargo, el Pentágono afirmó que la agresión fue errónea y tenía la intención de golpear a los militantes del Estado islámico.
De hecho, la totalidad de los anteriores ataques militares de los Estados Unidos en suelo sirio se han dirigido al Estado islámico.
Los misiles que anoche golpearon la base aérea militar siria de Shayrat marcaron el primer ataque intencional de Washington al gobierno del presidente sirio Bashar al-Assad.
En consecuencia, Estados Unidos es ahora un beligerante oficial en uno de los conflictos armados más complejos e intratables de nuestro tiempo.
Desde que los ataques con misiles fueron confirmados, todos los ojos se han concentrado en Rusia, el principal partidario del presidente Al-Assad, sin quien Damasco probablemente estaría ahora dirigido por un consorcio de milicias sunitas.
No hay duda de que Shayrat alberga un importante contingente de personal militar ruso y grandes cantidades de material militar suministrado por Rusia, que van desde aviones a instalaciones de radar. La respuesta de Moscú al ataque estadounidense dependerá en gran medida de si alguno de su personal está entre las víctimas en Shayrat.
También hay preocupación por la respuesta de China, Dado que el ataque de Washington tuvo lugar durante la visita oficial a Estados Unidos por Xi Jinping, primer ministro de China, otro fuerte aliado sirio.
Por último, vale la pena considerar posibles respuestas iraníes al ataque estadounidense, especialmente si los ciudadanos iraníes terminan en la lista de víctimas.
La atención prestada por los observadores a Rusia, China e Irán es comprensible dada la influencia de estos países en la escena mundial. Pero la respuesta más importante puede provenir de Siria. Según el Pentágono estadounidense, el ataque a la base aérea de Shayrat tenía como objetivo “disuadir al régimen [sirio] de usar armas químicas de nuevo”. Pero ¿y si no lo hace?
La última vez que Washington respondió a los rumores de un ataque químico en Siria, el presidente Obama advirtió a su homólogo en Damasco que no cruzara la línea roja de la guerra química. Lo cual, por supuesto, fue precisamente lo que hizo el Sr. Assad, llamando con éxito al bluff de Washington. Puede hacerlo de nuevo.
Por lo tanto, el ataque estadounidense de la noche anterior podría provocar una intensificación de la guerra química por parte del régimen sirio. En ese momento, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, no tendrá otra opción que profundizar la participación de Estados Unidos en una guerra cada vez más caótica e impredecible, donde encontrará a Rusia en el lado opuesto.
Pocos partidarios del presidente Trump, que hicieron campaña prometiendo desentenderse de las guerras extranjeras y concentrarse en las preocupaciones domésticas, podrían haber imaginado incluso hace un mes que la Casa Blanca estaría entrando en la Guerra Civil Siria. Y sin embargo, esto es precisamente lo que está sucediendo.
Ahora Estados Unidos tiene más de 500 soldados estacionados en suelo sirio y acaba de atacar al gobierno del país con decenas de misiles. La reacción a ese ataque por el gobierno en Damasco puede atraer a Washington aún más profundamente en la guerra siria.
Muchos observadores en Estados Unidos han sugerido que la única manera de evaluar verdaderamente a la administración de Trump será observando su desempeño durante una gran crisis internacional.
Parece que pronto pueden obtener su deseo.
