Por Ignacio Isla – Cortesía de El Confidencial
Las caras visibles (e invisibles) de la inminente transición en Cuba:
En abril deberá perfilarse el futuro líder político de la isla. Los ‘nacidos con la Revolución’ se abren paso, un grupo en el que militan las mayores promesas del sistema… y sus principales decepciones.
Aunque su presencia no resulta tan habitual como hace algunos años, todavía muchas oficinas y otros espacios públicos de Cuba son presididos por grandes fotos de Fidel y Raúl Castro, los dos hombres que han controlado todo el poder real del país en las últimas seis décadas. En un Estado que -al menos formalmente- siempre ha rechazado el culto a la personalidad, esa práctica tiene una larga tradición, cuyo próximo capítulo pareciera estar a punto de escribirse.
Y es que en menos de tres meses, La Habana enfrentará un momento definitivo para su actual proceso de reformas, o «actualización del modelo económico«, según las fórmulas oficiales. A mediados de abril, se celebrará el séptimo congreso del omnipotente Partido Comunista, ocasión en la que deberá perfilarse el futuro líder político de la isla, a quien por defecto le correspondería convertirse también en su próximo presidente.
Al menos así está previsto en las normas no escritas -ni públicas- del Gobierno que por más de medio siglo han presidido los hermanos Castro. La avanzada edad de ambos líderes (Fidel tiene 89 años y Raúl, 84) es moneda corriente entre todos sus compañeros de la llamada «generación histórica«, la misma que protagonizó la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista y el establecimiento del sistema político que ha regido desde entonces.
El paso del tiempo los obliga a buscar sustitutos entre figuras de mediana edad, «los nacidos con la Revolución», un grupo en el que han militado algunas de las mayores promesas del sistema… y también sus principales decepciones.
«Pero no tienen otra alternativa que seguir apostando por alguno de ellos. Ninguno de los ‘históricos’ está en condiciones de seguir varios años más en sus cargos, tanto por la edad como por los problemas de salud que enfrentan», asegura un funcionario del Partido consultado a condición de mantener el anonimato. «La cuestión no está en si habrá sucesión o no, sino en cómo y cuándo será, y en qué cuotas de poder le tocarán a cada uno de los implicados«.
Una percepción similar puede encontrarse en las calles de cualquier ciudad de la isla e incluso entre los casi dos millones de cubanos residentes en el exterior. La única salvedad es que para el ciudadano común parece haber un solo candidato en lontananza: el actual vicepresidente primero, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, un ingeniero electrónico de 55 años que en 2012 ascendió hasta esa alta posición (la tercera o segunda dentro de la línea de sucesión, según se mire).
La divergencia de criterios en cuanto a sus posibilidades se debe a varias razones. En primer lugar, a la dualidad de sistemas que caracteriza al poder real en Cuba. Prácticamente a todos los niveles del Estado, el Gobierno va antecedido por el aparato del Partido Comunista, que fiscaliza y orienta las decisiones, y puede llegar a revocarlas. Por eso pesa tanto el hecho de que Díaz-Canel no ocupe también el cargo de segundo secretario del Comité Central del Partido, responsabilidad que se mantiene en manos de un histórico de avanzada edad (85 años) pero no menos confiabilidad, José Ramón Machado Ventura.
Para el ciudadano común, parece haber un solo candidato en lontananza: el vicepresidente primero, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, un ingeniero de 55 años que ascendió en 2012 hasta ‘la cumbre’El traspaso de su asiento a Díaz-Canel (en abril próximo, durante el cónclave partidista) marcaría el paso decisivo en la ascensión de este al puesto cimero del poder, un proceso que luego continuaría con su ‘elección’ como presidente de los Consejos de Estado y de Ministros (en febrero de 2018) y como primer secretario del Partido (durante el octavo congreso, tres años después). Nueve años en total, si se tiene en cuenta que el proceso comenzó en 2012.
El problema es que incluso después de tan complejos y dilatados trámites, el nuevo ‘número uno’ podría no concentrar todos los hilos en sus manos, debido a la existencia de un gigantesco aparato paraestatal subordinado al Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (el mismo que por casi 50 años dirigió Raúl Castro). Ese consorcio, organizado bajo el nombre de GAESA (Grupo de Administración Empresarial SA), es la carta de triunfo que mantienen bajo la manga los integrantes del núcleo duro del sistema.
«Es evidente que Raúl le está preparando para más responsabilidades, probablemente a un puesto más alto o rango en su oficina. Lo que viene a la mente es la forma en que Fidel utilizó a Raúl a lo largo de los años. Raúl crió a su hijo para estar a su lado, con los ojos y oídos, sobre todo en el Ministerio del Interior, reportando a su padre. Él es de su total confianza«, destacaba Brian Latell, exanalista de la CIA especializado en temas sobre Cuba y la familia Castro.
- La línea sucesoria ‘ideal’ tendría como cabeza visible a Díaz-Canel y, en un segundo plano compartido, al coronel Alejandro Castro Espín y a otro hombre muy vinculado a Raúl Castro: Luis Alberto Rodríguez López-Calleja». Foto: El vicepresidente primero de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, durante la conferencia del clima celebrada en París. (Reuters)