Cuba y sus asuntos pendientes

Por   Fernando Ravsberg.           —        Fuente: Cartas desde Cuba

 

El año 2017 está llegando a su fin con su “proceso de reforma” casi paralizado y la economía no ha cambiado en la forma propuesta por las Directrices del Partido Comunista, que el propio gobierno había presentado y había sido ratificado por millones de cubanos en las asambleas.

Dependerá del próximo gobierno resolver los problemas clave que obstaculizan el progreso, como la unificación de las monedas, la apertura a pequeñas y medianas empresas privadas (PYME), la eliminación de las restricciones a las cooperativas, la autorización de mercados mayoristas y la aceleración de la inversión extranjera procesos.

A pesar de todo, Cuba sigue teniendo dos monedas y, lo que es aún peor, diferentes tipos de cambio entre ellas, lo que hace que sea imposible analizar las cuentas de manera objetiva y crea aguas turbulentas en las que los corruptos pueden moverse con facilidad.

Como resultado de estos tipos de cambio, algunas compañías más rentables parecen tener saldos negativos y viceversa. La paridad falsa a nivel comercial entre las dos monedas de Cuba distorsiona todo y es una carga que hace imposible que la economía realmente despegue.

Raúl Castro le está dejando al próximo gobierno implementar cambios reales en la economía cubana.

Las asambleas del Partido, el gobierno, los congresos, el parlamento y el pueblo aprobaron la existencia de las pymes y, sin embargo, no se ha realizado la menor acción práctica para su promoción, ni siquiera hay una institución estatal donde se pueda legalizar una empresa.

Las demoras en este campo son sorprendentes dada la importancia que este proyecto tiene en el plan maestro de las reformas. El Estado necesita liberarse de las empresas con déficit, lo que crearía un gran desempleo que solo puede ser absorbido por el sector privado.

No todos tienen las habilidades, el capital o el conocimiento para transformarlos en trabajadores por cuenta propia. El “trabajo por cuenta propia” tiene sus límites y la paralización actual dentro de este sector demuestra que es necesario que haya nuevas formas de organización para la economía privada.

Este año ha sido particularmente negativo para abrir la economía a la producción y los servicios privados. Las pequeñas y medianas empresas no están siendo establecidas, las cooperativas ya establecidas se están cerrando y las licencias para trabajos populares populares que estaban realmente en auge han sido suspendidas hasta nuevo aviso.

La crítica del sector privado es viciosa e intenta justificar estos pasos hacia atrás en el proceso de reformas. La realidad es que se usa un doble estándar para medir el éxito de las empresas estatales y privadas, donde la corrupción de algunas empresas en ambos está íntimamente relacionada.

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