Sin oxígeno no hay vida

Redacción e de {a

Por Redacción.LJC. Insuficiencia respiratoria Covid-19. Médico de urgencias mediante mascarilla Ambu en paciente con neumonía por coronavirus, para ventilación artificial.

Testimonio desde la Zona Roja

escrito por La Redacción

La noticia de la rotura de la planta productora de oxígeno medicinal ha causado un profundo temor en el pueblo cubano. Sobre el modo en que se ha vivido esa carencia en un hospital de la Isla versa la tercera parte de la serie Testimonio desde la Zona Roja (parte I y parte II). Su autor —un médico intensivista en ejercicio que atiende a pacientes contagiados con la Covid-19— ha solicitado el anonimato por obvias razones.

***

Cuando me tocó trabajar en la Zona Roja con pacientes enfermos de Covid-19 no pensé que cambiaría tanto mi visión de la vida. Extraño a mis hijos, a mi esposa, a mis padres, hermanos, sobrinas; extraño mi biblioteca, mi jardín; extraño mucho la normalidad. Sin embargo, tenemos que seguir haciendo un esfuerzo, cuidarnos por el bien de todo aquello que se extraña.

8:00

El día anterior habíamos recibido a dos embarazadas, una de 34 semanas y otra puérpera —le decimos así porque el protocolo que se cumple es el mismo. Además, atendimos a un médico, compañero de trabajo y de estudio del colega que me acompaña en la Zona Roja. La sala está llena, aunque al pasar la noche y recibir PCR negativos tendríamos cuatro traslados. No hubo fallecidos en la sala, pero afuera lamentablemente sí.

Comenzamos a trabajar con los pacientes, a algunos intentaremos retirarle la ventilación. Esperamos poder cumplir con los pendientes para tener un descanso. Nuestro personal es muy joven, la mayoría de las enfermeras no supera los 23 años y demuestran mucho amor por la profesión: hacen todo lo humanamente posible para atender a los pacientes, conversan con ellos y los miman aunque se encuentren bajo sedoanalgesia y ventilación.

Duplicamos esfuerzos y rotamos en las horas de descanso, es decir, la mitad del personal estará adentro y la otra mitad afuera, ya que tenemos como objetivo principal sacar a todos los pacientes y, sobre todo, a la embarazada y a la puérpera. Llaman de la dirección para informarnos que el oxígeno medicinal iba a fallar por un momento. ¿Cómo va ser posible? ¡Eso es una locura, el oxígeno no puede faltar!

Llamo a un compañero que está en otra provincia para saber si tiene la misma situación y me cuenta que en el día de ayer se acabaron los botellones de oxígeno de su hospital. Según me dice, fue como una guerra. No había ambus[1] para todos los pacientes que priorizaron. Debieron hacer triaje[2] y edadismo. De golpe fallecieron ocho personas, la mayoría recuperables. Sobrevolaban helicópteros y se escuchaban los gritos de los familiares.oxig

La población estaba aterrada y ellos tuvieron que mandar de urgencia a otros hospitales a muchos pacientes. Los familiares se quejaban con razón. Mi amigo tuvo que mentirle a una madre que perdió a su hijo cuando ella preguntó: «¿Médico, se hizo todo lo posible?». Él tuvo que decir que sí, con un dolor opresivo en el pecho, aunque sabía que las posibilidades del paciente se vieron minimizadas al extremo por la falta de oxígeno.

Tuvieron que venir miembros de la Brigada Henry Reeve sin|6 haber descansado de la guardia anterior. Cuando termine la situación de la Covid-19, mi amigo y su familia se van del país. Él va a pedir la liberación aunque tenga que esperar cinco años y sea humillado y separado de todo en lo que cree.

Su historia me deprimió y me preparé para que no ocurriera lo mismo conmigo, no en mi guardia, no hoy, con personas a mi cuidado. Rápidamente llamé para saber de cuánto disponíamos y pedí un equipo de recursos humanos. No obtuve respuesta, no había de dónde sacar.

12:00

Les retiramos la ventilación a tres pacientes y les pusimos los concentradores de oxígeno, que ayudan pero no lo suficiente. No había de otra. Me llama mucho la atención que los concentradores son de producción norteamericana —«MADE IN USA», dicen. Como no puedo ver las noticias adentro por falta de tiempo, pensé que nos habían quitado el bloqueo. Hoy me prometí ver el noticiero.

Tuvimos que recibir a dos pacientes con PCR positivo que estaban ingresados en la terapia de sospechosos; además, llegó uno de la sala muy mal. A los tres debimos ventilarlos. Decidimos, conjuntamente con el comité de expertos, realizar una cesárea de urgencia a la embarazada de 34 semanas. Estaba evolucionando bien, aunque con lentitud, pero no podíamos arriesgarnos porque sin oxígeno no hay vida. Preparamos condiciones y subimos al salón de parto.

Mientras trasladábamos a la paciente, avisaron a viva voz que el oxígeno se había acabado. Comenzamos todos a dar ambu. Al unísono se dispararon las alarmas. Pasaron los minutos, los pacientes que habíamos recibido no tenían una saturación de oxígeno óptima, oscilaban entre 40 y 55 cuando el valor debe estar entre 85 y 100. Asociado a eso estaban taquicárdicos, en cualquier momento por la hipoxia caerían en parada cardíaca. ¡Por Dios, qué tensión!

Al correrse la voz, los familiares empezaron a hacer gestiones para conseguir algún botellón de oxígeno. Nos hacen llegar uno, pero qué hacemos: ¿se lo ponemos a la señora cuya familia lo trajo?, ¿se lo ponemos al galeno, compañero de mil batallas?, ¿se lo ponemos a la puérpera? Esas son las decisiones que nadie quiere tomar. Cae en parada cardíaca el primer paciente, comenzamos a reanimarlo pero como sabemos que la causa fue la hipoxia, lamentablemente no tenemos mucho que hacer. Después de reanimado, volvía a caer en parada hasta que falleció.

Oxígeno (3)

Una parte de oxígeno medicinal que requieren los hospitale es transportado por las Fuerzas Armadas (Foto: Nelson Alejandro Rodríguez Roque/ACN)

También cayó en parada la viejita cuyos familiares habían conseguido el botellón de oxígeno, murió después de reanimarla. Así sucedió hasta llegar en la primera hora a cinco fallecidos y los demás pacientes se encontraban con parámetros vitales inaceptables. Continuamos trabajando durante dos horas hasta que llegó el oxígeno y se priorizó la terapia, pero cómo sería en las demás salas del hospital. Cuánto sufrimiento para los pacientes. Pese a que esta experiencia había sido terrible, aun nos tocaba la peor parte: darles a los familiares el reporte de fallecidos.

Mi compañero y yo hablamos uno a uno con todos. Las personas nos dicen: «Médico, yo sé que ustedes hicieron lo posible», y es cierto, pero ha fracasado la organización de los recursos. Lamentablemente quienes están al frente de las provincias no son los mejores ni los más capaces. ¿Cuándo van a darse cuenta de que todos tienen que estar en esta guerra ayudando, que hay que cerrar todo lo que se pueda cerrar, que hay que educar y no castigar a la población, que hay que crear vías de comunicación? Nos estamos muriendo. Algunos familiares maldecían a los dirigentes y su propia suerte por haber nacido aquí, otros hacían referencia al eslogan «Cuba es una potencia médica».

Continuamos trabajando, tratando de arreglar el desastre de la falta de oxígeno. Nos ha golpeado muy fuerte la moral.

20:00

Son las ocho de la noche y ahora es que puedo parar un momento para comer. Cuando me siento a la mesa, recuerdo al primer ministro Marrero con su visión generalizada de lo objetivo y lo subjetivo. Dijo que lo que golpea más es la dejadez, la falta de atención médica, toda la culpa recae sobre nosotros, los médicos.

Él podrá decir muchas cosas positivas, podrán venir muchos elogios, pero de lo que sí estoy convencido, y no generalizo, es que a la mayoría del personal de salud que haya trabajado en una Zona Roja, el señor Marrero lo perdió. Los médicos a partir de eso que dijo lo van a mirar mal y habrá rechazo del gremio hacia su gestión de gobierno. Ha enterrado su figura política. ¿Así que lo subjetivo predomina por encima de lo objetivo?

¿Por qué nadie previó que podía romperse la única planta de oxígeno que existe en Cuba y por qué no se ha arreglado? ¿Por qué no tenemos los medicamentos que necesita la población? ¿Por qué hubo un cambio en la utilización del Interferón Alfa 2B, el cual provocó reacciones adversas que no fueron registradas y causó un aumento de la mortalidad en los pacientes? ¿Por qué no se contabilizan los fallecidos post Covid-19, que toda Cuba sabe que superan con creces las cifras de los muertos por Covid que se reportan?

¿Por qué no hay una atención integral a los pacientes que pasan la Covid-19, si todos los artículos científicos hablan de mortalidad elevada hasta los primeros seis meses después de contagiados, incluso en pacientes asintomáticos? ¿Por qué fallan las ambulancias? ¿Por qué cada día son menos los que quieren trabajar? ¿Por qué no hay medios de protección para el personal? La verdad es que su gestión, señor Marrero y demás miembros del gabinete, deja mucho que desear. Lo cierto es que ustedes no son los héroes.https://www.youtube.com/embed/Muj6i8y0UQM?version=3&rel=1&showsearch=0&showinfo=1&iv_load_policy=1&fs=1&hl=es-ES&autohide=2&wmode=transparent

21:00

Nos acaban de dar la noticia de que la embarazada se complicó en el salón de parto y falleció. Lamentablemente la mortalidad materno-infantil se ha elevado, está en números rojos. Los pronunciamientos al respecto han sido tibios y no se ha encontrado una solución.

Salimos hacia la zona del Cuerpo de Guardia de respiratorio. Lo que vimos fue la decadencia. ¿Hasta cuándo va a continuar solo un médico y dos enfermeras para atender un Cuerpo de Guardia de respiratorio en medio de una crisis como esta? ¿Hasta cuándo hay que esperar por que vengan los test para tomar una decisión? ¿Cuándo se van a dar cuenta que en los hospitales donde se atiende la Covid-19 no se puede atender nada más? ¿Cuánto tiempo más callará o manipulará la prensa estatal esta situación?

Vi personas en el piso, ancianos, jóvenes, embarazadas sentadas donde podían. No hay lugar donde atenderlos dignamente. De repente un anciano perdió el conocimiento y cayó al piso. Fuimos en su ayuda, pero en ese sitio no había desfibrilador, laringoscopio, tubo orotraqueal, branula, ni siquiera había una jeringuilla, pues en ese momento se habían agotado todas. A lo mejor ese señor había cortado caña en la Zafra del 70, o peleado en Angola, o marchado en una de esas tribunas durante la Batalla de Ideas. Los familiares comenzaron a llorar y los pacientes, a grabar y otros a maldecir.

00:00

Me toca el primer turno de la guardia de madrugada. Observo detalladamente todo lo que se le hace a los pacientes: los medicamentos a su hora, que se cumpla lo planificado, que todos tengan lo que necesitan. No quiero saber si hay poco, deben tener lo que necesitan.

Pienso que en otros lugares la situación es compleja y que por personas oportunistas y por falta de control y liderazgo, un tratamiento de ceftriaxona cuesta 20 mil pesos y una cama en una terapia, 25 mil. Las crisis sacan lo peor de las personas. No son justificables esos actos, que les caiga todo el peso de la ley. Pero sabemos que el personal de salud es el más sacrificado en medio de la pandemia y no recibe atención por parte del gobierno.

Tenemos que comprarlo todo en el mercado negro. ¿Qué médico va a hacer una cola de horas para adquirir alimentos? ¿Alguien ha pensado en eso? Hay leyes que nos hacen trabajar en situaciones extremas: somos el único personal que trabaja sin parar 24 por 24 durante siete días seguidos. Para colmo, no podemos ir a otros países, pues debemos pedir un permiso especial que firma el ministro para salir y el proceso puede demorar hasta cinco años. A eso se le llama liberación, como si hablaran de esclavos.

Nuestros compañeros que no han regresado de alguna misión en el extranjero llevan ocho años sin poder entrar a ver a sus familiares. También fuimos engañados con las famosas cartas para adquirir carros. Pienso en todo a lo que somos sometidos en las misiones, donde pese a los peligros debemos dejarle al Estado hasta el 80% de nuestro salario.

Mi compañero me releva. Miro a mis pacientes, ellos que están acostados son cubanos como yo y tienen familias que los esperan. Sabemos lo que implica eso. A pesar de los golpes, hay que trabajar duro por ellos, no pueden sentirse desamparados. Aquí estaré, luchando por Cuba y por los cubanos.

***

[1] Resucitador-manual o bolsa-autoinflable, es un dispositivo manual para proporcionar ventilación con presión positiva para aquellos pacientes que no respiran o que no lo hacen adecuadamente.

[2] Método de selección y clasificación de pacientes empleado en la medicina de emergencias y desastres. Evalúa las prioridades de atención, privilegiando la posibilidad de supervivencia, de acuerdo con las necesidades terapéuticas y los recursos disponibles.

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