El negocio de las cárceles: Resistencia a la esclavitud y la tortura en las prisiones de EU

Cortesía de La Vanguardia (México) http://www.rtve.es

Hoy en día las industrias en las prisiones generan ganancias de 30 mil millones de dólares al año mientras los presos ganan entre 21 centavos y un dólar por hora por fabricar equipo electrónico, lentes, radios, equipo militar, ropa o sus propias jaulas. Foto: Carcel de Georgia. USA
QPM.ORG: Candil de la calle oscuridad de la casa. Los seis legisladores cubanoamericanos en el Congreso exigieron  una reunión urgente con el presidente de IKEA para el área de Norteamérica, a fin de discutir si en efecto la compañía utilizó mano de obra de presos en  Prisiones en Cuba.  Sin embargo “se vendan los ojos” para no ver que  la Industria de Prisiones en el país que representan, EE.UU:,  y donde tienen poder legislativo, generan ganancias de 30 mil millones de dólares al año mientras los presos ganan entre 21 centavos y un dólar por hora por fabricar equipo electrónico, lentes, radios, equipo militar, ropa o sus propias jaulas. Foto/ Presos en una Prisión  de Georgia. USA

Hoy en día las industrias en las prisiones generan ganancias de 30 mil millones de dólares al año mientras los presos ganan entre 21 centavos y un dólar por hora por fabricar equipo electrónico, lentes, radios, equipo militar, ropa o sus propias jaulas.

––“¿Sabes que, LaMar? Un ser humano sólo puede durar poco tiempo sin alimento”.

––“Sí, ya sé, pero según el estado de Ohio yo no soy un ser humano, por eso no me afecta”.

Intercambio entre Bomani Shakur (Keith LaMar) y el sub-director de la Penitenciaria de Ohio al inicio de una huelga de hambre por “los 5 de Lucasville” el 3 de enero de 2011, citado por el periodista Denis O’ Hearn.

La meta de la acción emprendida por Bomani Shakur, Siddique Hasan (Carlos Sanders), y Jason Robb, con el apoyo de Namir Mateen (James Were) y George Skatzes, era ponerse en una mejor posición para pelear las sentencias de muerte que recibieron por organizar la rebelión en el penal de Lucasville, Ohio en 1993.

Su acto se inspiró en la huelga de presos en el estado de Georgia apenas un mes antes, conocida como la más grande en la historia de Estados Unidos. Bajo la consigna “¡Basta de esclavitud!”, miles de reos en varias prisiones se negaron a salir de sus celdas para trabajar.

Estos actos de resistencia sacan a la luz la naturaleza del monstruoso sistema penal en Estados Unidos conocido como el complejo industrial carcelario.

El encarcelamiento masivo

Estados Unidos encarcela el porcentaje más alto de su propia población que cualquier otro país. Con menos de 5 por ciento de la población del mundo, EU tiene 25 por ciento de sus presos. Desde el inicio de las políticas neoliberales en 1973, la población carcelaria se ha disparado. En aquel entonces hubo unos 220 mil presos en todas las prisiones federales, estatales y locales del país; ahora hay diez veces más ¡2.4 millones! Alrededor de dos tercios son gente de color–– 42 por ciento africano-americano, 20 por ciento latino, y 1 por ciento indígena. Uno de cada nueve hombres negros entre las edades de 20-34 se encuentra tras las rejas. (El porcentaje para el país es una de cada cien personas.)

Duras leyes anti-droga, políticas de “cero tolerancia”, duras sentencias para delitos leves y decisiones arbitrarias de los consejos de libertad son unos de los factores que sacan de las calles a miles de personas descontentas y potencialmente rebeldes. Pero en tiempos de desindustrialización y amplio desempleo, la gente considerada “desechable” por no ayudar en la acumulación de la riqueza adquiere valor económico en las industrias carcelarias como mano de obra gratis o casi gratis.

La esclavitud

En su artículo, “La esclavitud en la nueva plantación”, publicado en el San Francisco Bay View, Kiilu Nyasha observa que la esclavitud se abolió en la Enmienda XIII de Constitución, excepto en las prisiones. Las plantaciones se convirtieron en prisiones después de la Guerra Civil y se llenaron con recién liberados esclavos debido a las leyes que criminalizaron muchas actividades diarias como “vagar en la calle”. A la vez, otras leyes legalizaron el alquiler de los reos a terratenientes o empresarios y así comenzó la nueva esclavitud africana en las prisiones de Estados Unidos.

Debido a la resistencia de los mineros, ferrocarrileros y otros trabajadores afectados por el trabajo gratis de los presos, este sistema cayó en desuso alrededor de 1930 para ser reemplazado por los chain gangs (grupos de prisioneros encadenados) obligados a construir carreteras. Aunque la mayoría de los estados dejaron de utilizarlos en 1955, la práctica se reanudó en Arizona, Florida, Iowa y Maine en 1995. Los presos todavía trabajan en plantaciones en Tejas, Alabama, Misisipi, Luisiana, Georgia y Carolina del Sur.

En una entrevista con Socialist Alternatives, el huelguista Shawn Whatley explica que los presos de Georgia, donde 66% de ellos son negros, son asignados a apagar incendios o limpiar empresas privadas sin recibir un centavo. “En el mejor de los casos te dan una hamburguesa”. Muchos de los reos son mecánicos certificados que arreglan los coches de civiles y hasta reconstruyen motores. “Esto les costaría miles de dólares….Nosotros producimos ropa, jabón, toallas, artículos de limpieza, sillas de oficina, escritorios para todos los empleados del Estado, placas para los vehículos, señales de tráfico. A decir verdad, el estado de Georgia está construido y mantenido por los presos”.

Hoy en día las industrias en las prisiones generan ganancias de $30 mil millones de dólares al año mientras los presos ganan tal vez 21 centavos o un dólar por hora por fabricar equipo electrónico, lentes, radios, equipo militar, ropa o sus propias jaulas. Unos pocos programas pagan el salario mínimo, pero el estado recupera 80% del pago en deducciones. Se supone que el trabajo en las industrias es voluntario, pero en muchos casos hay castigos si los presos se niegan a trabajar. Desde 1983, las prisiones privadas han proliferado y ahora hay por lo menos 150 construidas y/o administradas por corporaciones transnacionales como Wackenhut and Corrections Corporation of America (CCA).

La tortura

Según la Doctora Nancy Heitzig, entrevistada por Angola 3 News, la tortura suele empezar en las delegaciones y cárceles locales con golpizas, choques eléctricos, ahogamiento simulado y humillaciones sexuales. Se continúa en las prisiones con el uso de perros, armas paralizantes, sillas restrictivas, exceso de frío o calor, privación sensorial, violaciones, golpizas y aislamiento.

En el pasado el aislamiento consistía en pasar varios días en el “hoyo”. A principios de los ’70, cuando activistas de los movimientos de liberación inspiraron rebeliones en las prisiones, se desarrollaron unidades de control para aislarlos de los otros presos. Ahora cualquier persona considerada “incorregible” puede quedar encerrada durante semanas, meses, años o décadas. ¡Presos políticos como Ruchell Magee, Hugo Pinell, Albert Woodfox, Herman Wallace y Jalil Muntaqim han pasado más de cuatro décadas en aislamiento!

Estas unidades pueden ser parte de una prisión o una prisión en sí, como Pelican Bay en California, o el Supermax de Florence, Colorado. Dentro de ellas se encuentran los pasillos de la muerte y unidades experimentales como la Unidad del Manejo de Comunicaciones en el penal Marion, donde mantienen cientos de musulmanes “sospechosos”.

Las unidades de control emplean métodos sofisticados de modificar la conducta para controlar la más mínima expresión de inconformidad, como hacer una pregunta. Los presos quedan en una celda que mide 2 x 2.6 metros durante 22 o 23 horas diario. No hay sonido excepto el sonido de la televisión manejada desde afuera. Los presos toman ejercicio en una jaula una o dos horas diario entre semana. Las llamadas telefónicas son limitadas y no hay contacto físico durante una visita. La luz siempre está prendida y una cámara de video graba la vida del preso.

Hay frecuentes castigos llamados “extracciones de celda” por algo tan sencillo como quejarse de la comida; en estos un equipo de guardias entra a la celda para sacar al preso a golpes, toletazos o patadas. El uso de armas paralizantes es común.

Presos políticos como Sundiata Acoli han escrito sobre los efectos del aislamiento prolongado, incluyendo la caída de cabello, tics nerviosos, miradas perdidas, debilidad muscular, falta de concentración, tensión, confusión, insomnio, inhabilidad de conversar, enojo, paranoia y pérdida de memoria. Expertos como el Dr. Terry Kupers reconocen el aislamiento prolongado como tortura y defensores de derechos humanos llaman a cerrar estas unidades.

La resistencia

Veinte días después del inicio de la huelga de “los 5 de Lucasville”, Bomani Shakur escribió:

“En 12 días logramos lo que las autoridades nos han dicho repetidamente que nunca iba a pasar. ¡Por primera vez en 16 años voy a poder abrazar y besar a mi familia! No tengo palabras para expresar la profunda gratitud que siento….Cuando uno está obligado a vivir en un espacio del tamaño de un closet durante 16 años, 23 horas al día, no sólo empieza a sentirse extremadamente insignificante, sino el propio mundo empieza a contraerse. Todo, hasta las cosas más pequeñas, parece ser imposible. Nunca en mis sueños más fantásticos hubiera imaginado la lluvia de apoyo y amor que recibimos….”

Los presos de Georgia no lograron sus demandas: un salario vital a cambio del trabajo, un fin a los castigos crueles e inusuales y mejores condiciones de salud, educación y vida. Pero la violencia entre pandillas y razas se paró, provocando temor entre las autoridades.

Los dos actos de resistencia se destacan por la superación de divisiones instigadas o manipuladas por el Estado.
En Georgia, vimos la cooperación de negros, blancos, mexicanos, musulmanes, cristianos, rastafaris, Crips y Bloods. Shawn Whatley comentó: “Tomamos la decisión de poner a un lado nuestras diferencias. El Escuadrón Táctico entra con violencia; no le importa el color de tu piel o tu manera de pensar. Tiene un objetivo: aplicar la fuerza y lastimarnos…”

Hubo crueles represalias contra Shawn y otros presos, incluso golpizas con martillos resultando en fracturas y traslados hacia destinos desconocidos. Hasta la fecha no se sabe el paradero de 37 presos identificados como los líderes de la huelga. Sin embargo, los presos piensan seguir con su lucha.

En la rebelión de Lucasville en 1993, algo inédito ocurrió: los blancos que respondieron al llamado de los negros no tenían una consciencia anti-racista. Por lo contrario, ¡eran de la pandilla neo-nazi, la Hermandad Ariana!.

En su introducción al libro de Staughton Lynd, Lucasville, Mumia Abu-Jamal dice: “El Estado le teme a pocas cosas como a la unidad de los reos. De cierta manera la propia prisión refleja el principio rector de la sociedad en general: división, conflicto entre razas, clases y géneros. Divide y vencerás. Por eso tenían que hacer de Hasan el bête noire, el coco, el líder que había creado el caos. Luego George Skatzes se volvió un enemigo público. Uno se pregunta ¿por qué? Porque se negó a incriminar a los demás. En breve, no aprovechó el privilegio de piel blanca para delatar a los hermanos.”

Después de la rebelión de Lucasville, Skatzes se retiró de la Hermandad.

Dice Bomani: “Ojalá pudiera decir que esto terminó, pero nos quieren matar….Vamos a resistir y necesitamos apoyo desde afuera”.

Anexo: Documentos TV presenta “El negocio de las cárceles”, un documental francés que recorre la industria creada en torno a las cárceles privadas en Estados Unidos y la explotación económica de la población reclusa, que es usada como mano de obra barata. Como consecuencia de las leyes antidroga, Estados Unidos ha experimentado en los últimos veinte años un aumento sin precedentes de su población reclusa, que se ha multiplicado por ocho. Con dos millones de presos, este país posee un índice de encarcelamiento entre cinco y ocho veces superior al de cualquier nación industrializada. Ver http://video.google.com/videoplay?docid=-8162063816782587065

 

Share this post:

Recent Posts