Objetivo de Arabia Saudí: llevar el precio del petróleo a los niveles del 2009

Por Telmo Avalle      –     Cortesía de arndigital

Dejará que la cotización del barril de Brent caiga hasta los 74 dólares y esperará a que se reactive la demanda en Europa para encarecerlo. De este modo, espera competir con el ‘fracking’ de Estados Unidos y castigar a Irán. Es el tercer inversor en deuda soberana, tras China y Japón: 800.000 millones de dólares en divisas

Dejará que la cotización del barril de Brent caiga hasta los 74 dólares y esperará a que se reactive la demanda en Europa para encarecerlo. De este modo, espera competir con el ‘fracking’ de Estados Unidos y castigar a Irán. Es el tercer inversor en deuda soberana, tras China y Japón: 800.000 millones de dólares en divisas

La cotización del barril de Brent, el principal indicador de referencia del precio del petróleo en Europa, se encuentra en su nivel más bajo desde 2010. Este jueves se desplomó hasta los 78,6 dólares, sufriendo la mayor caída de los últimos cinco meses. En total, y desde junio de este año, cuando se alcanzó un pico de 115 dólares, el precio del crudo se ha devaluado más del 25%.

Tanto los observadores independientes como la propia comunidad internacional no dudan en señalar al responsable de estos descensos, que no sería otro que Arabia Saudí. Precisamente, la última caída se produjo tan solo unas horas después de que el ministro del Petróleo del país árabe, Alí al-Naimi, negase “una guerra de precios”.

Sin embargo, esto no es lo que piensan ni los mercados ni las petroleras, que sí creen que el gobierno de Riad ha decidido hundir el precio para poder competir con energías alternativas como el gas extraído a través de fracturación hidráulica de la corteza terrestre, o ‘fracking’, y con rivales como Irán. Ahora bien, la estrategia saudí parece tener un objetivo claro: depreciar al barril de Brent al menos hasta los 74 dólares, es decir, a los niveles registrados en octubre de 2009.

Así lo explican expertos como Rodrigo García, analista de la firma XTB, que apunta que Arabia Saudí – el mayor productor de petróleo del planeta, que concentra el 25% de las reservas mundiales de este combustible y es capaz de exportar 8 millones de toneladas de crudo al día- percibe como una amenaza el auge que el ‘fracking’ está experimentando en su principal aliado y cliente, Estados Unidos.

Un asunto de Estado

Desde 1945 hasta 2013, Washington le ha comprado cada vez más petróleo al reino saudí, al que ha apoyado tradicionalmente en su aspiración de mantenerse como la potencia hegemónica en el Golfo Pérsico frente a Irán. Más concretamente, en diciembre del año pasado Estados Unidos importó 47,11 millones de barriles de petróleo de Arabia Saudí. Sin embargo, a mediados de este año, y mientras la producción de gas de esquisto obtenido a partir de la fracturación hidráulica ha aumentado cerca del 30%, hasta los 8,5 millones de toneladas, las compras de petróleo saudí han caído casi un 50%.

A esto habría que añadir el efecto que sobre las ventas del petróleo saudí estarían teniendo la caída de la demanda que el estancamiento económico ha causado en Europa, cifrada en 150.000 barriles al día, y el regreso al mercado del crudo iraní tras cerca de dos años de embargo comercial. En consecuencia, según Rodrigo García la estrategia de Riad parece clara: “está aumentando la producción e inundando el mercado mundial con petróleo barato”, señala.

De este modo, y según fuentes del sector petrolero, Arabia Saudí estaría logrando mantener su competitividad frente al resto de miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), a los que estaría obligando a bajar a su vez los precios, y también, “poner contra las cuerdas a sus rivales”.

Al alentar los precios del petróleo a caer, Arabia Saudita está tomando un riesgo calculado en su relación ya tensa con los EE.UU., con la esperanza de que el daño potencial a la industria petrolera de Estados Unidos se verá compensado por los premios geopolíticos y económicos que se ofrecen a Washington.

Al alentar los precios del petróleo a caer, Arabia Saudita está tomando un riesgo calculado en su relación ya tensa con los EE.UU., con la esperanza de que el daño potencial a la industria petrolera de Estados Unidos se verá compensado por los premios geopolíticos y económicos que se ofrecen a Washington.

Actualmente, el coste de producir un barril de crudo en este país es de cinco dólares, la décima parte de lo que pagan otros productores. En este escenario, la pregunta que muchos se hacen es hasta cuándo se mantendrá esta situación. Si el mercado se ha fijado como tope los 74 dólares, es porque se considera que vender por debajo de esta cifra, y más aún teniendo en cuenta la expansión del ‘fracking’, sería contraproducente para Arabia Saudí y para el resto de miembros de la OPEP. Pero nada impide a Riad reducir la producción para mantener dicho precio hasta que la demanda repunte en Europa, algo que podría ocurrir a lo largo del año que viene.

En este sentido, se considera que todo dependerá de lo que el gobierno saudí anuncie en la próxima reunión de la OPEP, fijada para el 27 de noviembre. Ahora bien, y según indican varios expertos, esta decisión no se tomará ni mucho menos en la sede de la organización, radicada en Viena, sino en los despachos del Palacio Real de Riad. No en vano, en Arabia Saudí el petróleo es uno de los más importantes asuntos de Estado, y por ese motivo tanto su extracción como su comercialización están directamente controlados por la familia real.

Pérdida de influencia

La producción de petróleo del país está controlada por una empresa estatal, Saudi Aramco, que depende a su vez del Consejo Supremo del Petróleo, formado por varios príncipes y ministros y presidido por el propio rey Abdullah bin Abdulaziz. Por eso, y desde la primera crisis del petróleo de 1973, se ha pensando que cualquier cambio en la política de precios del crudo por parte de Arabia Saudí obedece a una decisión cuidadosamente planeada desde el entorno del monarca.

“Arabia Saudí es el líder del grupo de países que integran el Consejo de Cooperación del Golfo, y no quiere que su hegemonía en el Mundo Árabe pueda peligrar tras las revueltas de 2011”, explica Najib Abu-Warda, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense. Según este experto, Arabia Saudí no sólo tiene que competir cada vez más con Irán y con Turquía, sino que su papel en el Golfo también estaría empezando a ser cuestionado por otro de sus hasta ahora aliados, el Emirato de Qatar.

“Riad ha tratado de mantener su influencia defendiendo un islam reaccionario y conservador, como el del régimen de los Hermanos Musulmanes en Egipto, pero ha fracasado, por lo que ahora ve cómo su posición se debilita”, señala Abu-Warda.

¿Desacuerdo en palacio?

Al empujar los precios del petróleo más bajos, Arabia Saudita está ayudando a orquestar algunos resultados geopolíticos que serán muy bienvenidos en Washington. El hundimiento de los precios creará más problemas para la economía rusa, que ya sufre bajo el peso de Estados Unidos y las sanciones europeas en respuesta a su intervención en Ucrania.

Al empujar los precios del petróleo más bajos, Arabia Saudita está ayudando a orquestar algunos resultados geopolíticos que serán muy bienvenidos en Washington. El hundimiento de los precios creará más problemas para la economía rusa, que ya sufre bajo el peso de Estados Unidos y las sanciones europeas en respuesta a su intervención en Ucrania.

A esto se añadirían también las supuestas disensiones existentes en la corte saudí. El rey Abdullah, de 91 años, se encuentra en un delicado estado de salud, agravado por los problemas pulmonares causados por su propensión a consumir tabaco en grandes cantidades durante décadas. Por su parte, su hermanastro y heredero en el trono, el príncipe Salman, de 78 años, ha viajado también al extranjero recientemente para recibir tratamiento médico.

Esto habría hecho que las decisiones acerca del precio del petróleo dependan del ministro al-Naimi, que no obstante ha recibido varias críticas por parte de uno de los sobrinos del monarca, el empresario Alwaleed bin Talal. Se piensa que este último, que posee varios negocios en el extranjero, habría incluso llegado a sugerir el cese del ministro, al que acusa de poner en riesgo la economía saudí con su política.

Con todo, estos rumores han sido oficialmente desmentidos por el gobierno saudí. Además, y como señala Gonzalo Escribano, analista del Real Instituto Elcano, Arabia Saudí tiene que bajar los precios para equilibrar su presupuesto, y tendría capacidad para financiarse durante más de tres años “sin exportar un solo barril”. Esto se debería a que este país es, por detrás de China y Japón, el tercer mayor propietario mundial de deuda soberana de otros Estados, con cerca de 800.000 millones de dólares en divisas.

Una buena prueba de que la tranquilidad más absoluta parece seguir imperando en el reino la ofrece la Bolsa de Riad, cuyo índice, el Tadawul, permanecía prácticamente plano al cierre de la semana en Europa, con un descenso del 0,86%.

El problema que se les plantea a los productores saudíes es que, por más que bajen los precios, necesitan seguir realizando inversiones en su sector petrolífero. Por su parte, los consumidores españoles y europeos siguen viendo cómo, pese al abaratamiento del crudo, la gasolina sólo ha bajado el 6,34%, y el gasoil, el 4,5%. Esto implica que, cuando Riad vuelva a encarecer su petróleo, los precios de los carburantes podrían dispararse más del 5%.

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