Crisis alimentaria en Cuba, tierra baldía y sin gente

Ministro de Agricultura informa que todos los planes de producción de alimentos se están incumpliendo y en todos se decrece. / Imagen; Mesa Redonda / FAO

por Redacción de la LJC

La noticia es que en lo que va de año, todos los planes de producción de alimentos se están incumpliendo y en todos se decrece, según informó el Ministro de Agricultura, Ydael Pérez Brito, en comparecencia en la Mesa Redonda. Por tanto, la crisis alimentaria cubana no parece mermar.

Las cifras ofrecidas explican la falta de carne de cerdo, y de huevo que padecen los cubanos, y sus altísimos precios, lo cual tiene como consecuencia la dependencia de las importaciones, y el déficit proteico en la dieta de los cubanos.

«Decrecemos en relación a la producción de alimentos importantes como los huevos, la carne de cerdo, la leche y la carne vacuna, así como los temas relacionados con los granos. Se ha visto una mejor situación hacia el cierre del año con respecto a las viandas, multiplicadas ahora con cultivos más rústicos. Sin embargo, no vamos a lograr lo que hace falta», afirmó el ministro.

Según el titular, hace cuatro años en Cuba había 96 mil reproductoras porcinas, que permitían entregar unas 150 mil toneladas de carne. «Hoy contamos con 26 mil reproductoras, no en buenas condiciones. Hemos tratado en estos programas, muy importantes para la proteína a nuestro pueblo, de preservar la genética de los animales multiplicadores, pero también se han deprimido, principalmente por la situación de los alimentos».

El problema se repite también para la masa avícola: «hace cuatro años teníamos ocho millones de gallinas, entre las ponedoras, los reproductores y los reemplazos. Hoy contamos con tres millones». Eso trae como consecuencia de que de ser un país que llegó a producir 5 millones de huevos diarios, se produce un millón 200 mil.

Para que se tenga una idea, estas afirmaciones permiten decir que Cuba hoy tiene aproximadamente el 27% de los cerdos y el 37.5% de las gallinas de hace cuatro años. En este sentido, las informaciones esclarecen por qué casi todo el pollo consumido es estadounidense, y por qué un cartón de huevo en La Habana puede oscilar entre los 3000 y los 4000 pesos, un salario entero, para no hablar del precio de la carne de cerdo.

El ministro subrayó que para producir huevos hace falta materia prima para producir pienso, fundamentalmente maíz, soya, premezcla, vitaminas, minerales. Según explicó, hace falta alrededor de un millón 200 mil toneladas al año, y este año no se ha superado la cifra de 200 mil toneladas de alimento producido.

Obviamente eso tiene una repercusión en la disponibilidad de alimentos vitales como el pollo. Y explica por qué solo en julio de este año Cuba importó de Estados Unidos 31 millones 400 mil dólares en pollo, según cifras del gobierno de Estados Unidos.

Mencionó el peso del «bloqueo», la crisis económica internacional, los altos precios de las materias primas, y la falta de combustible y apagones, que tienen un impacto particular en el sector agrícola. Según informó el titular, «se está trabajando con menos del 10 por ciento del combustible necesario», lo cual repercute severamente en los riegos, y en la mecanización, y en la posibilidad de utilizar la ya muy deprimida tecnología disponible.

Esto no solo es un problema serio porque reduce la eficiencia y ralentiza producciones, sino que la mecanización es la solución para el reducido número de productores que en teoría cargan sobre sus espaldas producir alimentos para 10 millones de personas. En Cuba hay solo 440 mil productores.

El ministro informó sobre el protagonista de la mesa cubana: el arroz. El programa de ese cultivo cuenta con 150 mil hectáreas de cultivo de arroz físicas, pero este año se han sembrado solo 60 mil.

El panorama es verdaderamente desolador, que habría que acompañar con un estudio de cómo repercute esta situación en la dieta y la salud del cubano.

Pérez Brito ofreció también los resultados de un censo de productores que se está realizando en estos momentos. Según dice, mejorará el diseño de los planes y se podrá «atender» mejor a los productores, pero también mencionó el significativo número de ilegalidades encontradas en el proceso, y la imposición de multas por un valor de al menos 172 millones de pesos.

La cifra de productores ofrece además otra explicación para la reducida cantidad de alimentos que se obtiene de la tierra cubana. Del total de productores, un 32 por ciento tienen menos de una hectárea, lo cual significa que producen casi que solamente para el autoabastecimiento, y pueden entregar poco a la distribución de acopio.

El ministro no ahondó en las deficiencias de la Empresa que recoge y ejecuta la contratación de los productores, y la gran cantidad de alimentos que se echan a perder en el campo.

Como parte de su disertación, el titular del Ministerio de la Agricultura explicó las disposiciones, el número de responsabilidades del sector que dirige, y cómo todos los procedimientos están establecidos para que haya más producción, pero fuera de responsabilizar a las medidas unilaterales coercitivas estadounidenses y mencionar la falta de combustible, hubo poca autocrítica, y sobre todo, pocas soluciones.

Es el caso de la ganadería, de acuerdo al censo sobresalen ilegalidades como la no declaración de nacimientos, y la existencia de animales sin la documentación requerida, así como el hurto y el sacrificio ilegal de ganador mayor.

El titular no ofreció un análisis de las razones de esas ilegalidades, y sobre qué se está haciendo para llamar a más gente a que trabaje en el campo, en un contexto en el cual el despoblamiento en zonas rurales es cada vez más notorio.

Entre las razones para el bajo rendimiento explicó que tampoco se cuenta con fertilizantes ya que hace cinco años no se importan, «lo cual golpea el rendimiento». Solo se ha preservado una cantidad reducida para la papa y el tabaco.

Esta noticia significa que la agricultura cubana está devastada por un conjunto de políticas fallidas, por la falta de financiamiento estatal, y por la rápida despoblación del campo cubano.

Demuestra además que las 63 medidas aprobadas en el año 2021, de las que tanto se habló, no han tenido resultados favorables de los que se tenga registro. Tampoco se ha hecho un análisis de quiénes son los responsables y qué medidas habría que tomar con ellos.

Significa además que la dependencia de las importaciones, que tanto se llama a superar, y a evitar, será imposible para un país que no puede siquiera producir la vianda, o los huevos que necesita.

Implica que la manera en la que se realizan las contrataciones, el esquema de pagos a los productores y los precios que se ponen a los productos que hay que obligatoriamente vender al Estado, no responden a los costos de su producción y a la reproducción de la vida del campesino.

Las condiciones de vida en el campo tampoco llaman a irse al surco. En más de una ocasión tanto en reportes de televisión como en la Asamblea Nacional, varios cooperativistas o diputados productores del campo se han quejado de que la obligada bancarización en lugares en los que los cajeros están en las cabeceras municipales, y que muchas veces no tienen conexión ni efectivo, es un impedimento para contratar obreros y que pierden días de trabajo por esa causa.

Hace unos meses, el primer ministro Manuel Marrero Cruz anunció que se estaba estudiando un mecanismo para pagar divisas a los productores de arroz y así estimular la producción. Esto fue reiterado por el ministro, pero hasta el momento no se conoce cómo y cuándo se implementará.

Nuestra opinión es que la tormenta perfecta de razones que describe el ministro es realmente la pesadilla que representa para los productores producir, en condiciones en las que el precio estipulado por acopio no refleja el costo de la producción, y en las que conseguir lo mínimo para hacer parir la tierra se hace imposible en el campo cubano

Nuestra opinión es que la tormenta perfecta de razones que describe el ministro es realmente la pesadilla que representa para los productores producir, en condiciones en las que el precio estipulado por acopio no refleja el costo de la producción, y en las que conseguir lo mínimo para hacer parir la tierra se hace imposible en el campo cubano.

Resolver el problema de los alimentos es condición sine qua non para cualquier economía. En el caso de Cuba, es un problema de vida o muerte. La cada vez más reducida dieta del cubano, la deprimida libreta de racionamiento y los altos precios de alimentos de mayor calidad y de la proteína, ponen en jaque a buena parte de las familias cubanas, en un país en que importar es muchísimo más lucrativo y fácil que producir.

Se hacen cada vez más recurrentes los espacios donde las autoridades describen la situación agónica de su sector, sin dar más soluciones o trazados estratégicos para transformarla.

El sector de la agricultura es particularmente sensible y la crisis alimentaria debería llamar a una alerta nacional que se traduzca en medidas a corto y mediano plazo para estimular a los productores.

Mientras tanto, las mipymes importadoras, que están sirviendo como abastecedoras de una serie de productos que no existen en el mercado de las tiendas estatales, reciben multas, limitaciones, y un renovado control por parte del Estado.

«Mientras las condiciones se crean», los alimentos se pudren en el campo y no llegan a la mesa del cubano que no puede esperar a que Estados Unidos levante o flexibilice las «sanciones» o a que concluyan los alargados procesos de estudio y evaluación de las «nuevas acciones» internas para satisfacer una de las necesidades imprescindibles en la reproducción de la vida: comer.

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