Cuba: preparación para el impacto

Debemos prepararnos para la posibilidad de que cada familia cubana tenga un miembro o amigo que morirá en los próximos meses debido a una infección con COVID-19. 

Por Harold Cardenas Lema* — Fuente: La Joven Cuba

No hay forma de explicar esto sin una dosis de drama, pero hay que decirlo. Debemos prepararnos para la posibilidad de que cada familia cubana tenga un miembro o amigo que morirá en los próximos meses debido a una infección con COVID-19. Podríamos pensar que, en un acto de chovinismo, el sistema nacional de salud no informará el número de casos, pero la llegada de la pandemia no solo es inevitable, es un hecho. La nueva cepa de coronavirus acabó con el mundo como lo conocíamos hace unos meses; algo conocido en todos los países que la enfermedad ha alcanzado con suficiente tiempo para reproducirse. Cuba pronto lo sabrá también.

La tasa de mortalidad global estimada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) actualmente se encuentra en 3.4%. Esto no significa que la isla no pueda reducir ese número, pero tal resultado requeriría medidas extraordinarias que aún no se han implementado. La decisión de posponer el distanciamiento social, el cierre de escuelas y la reducción del ciclo productivo nacional, hasta ahora ha sido criticado y defendido con más argumentos políticos que científicos. En contraste, los países que enfrentan con éxito la enfermedad son los que han reunido fuerza de voluntad, dejando de lado sus diferencias internas.

Se ha verificado que el momento y la forma en que los países eligen contener la epidemia son decisivos en su eventual impacto. El cierre social que ha tenido lugar en Europa y ahora está comenzando en los Estados Unidos es la única forma efectiva de contener la propagación. La política estatal cubana de contención / mitigación y de aplazar el cierre del país como último recurso es económicamente comprensible, pero implica riesgos. Cuba no está realizando pruebas aleatorias para identificar cuándo COVID-19 pasará de ser una enfermedad importada a circular libremente en las calles. Retrasar el aislamiento durante demasiado tiempo puede ser peligroso, por lo que el momento para que todos se vayan a casa debe llegar pronto. El éxito dependerá de la participación ciudadana.

Los rasgos culturales de la población, mucho más acostumbrados a la proximidad física que la de otras naciones, representan un peligro cuando la primera medida de prevención es el aislamiento. Además, Cuba sufre sanciones económicas que ponen al país en desventaja para enfrentar la crisis, mientras que Estados Unidos no muestra signos de hacer un gesto humanitario y reducir su política de máxima presión sobre la isla. Ni siquiera con 1100 muertes en Irán el gobierno de Trump ha reducido sus sanciones. Cuba no debería esperar nada diferente.

“Como se trata de una nueva cepa, queda por ver si la reinfección es posible, si un cambio estacional tendrá algún tipo de influencia o si el virus puede mutar. Pero debemos prepararnos para lo peor”.

La esfera pública se ve afectada por la industria de la indignación. Un ecosistema de activistas políticos en línea, especializados en maximizar la indignación ciudadana ante cualquier decisión gubernamental. No importa si el gobierno cubano recibió o no el crucero MS Braemar con pasajeros británicos, se aseguró la crítica de su decisión.  Imagen: Pasajeros y tripulantes del Crucero MS Braemar elevan pancarta alegórica a Cuba.

Además, la práctica social de llegar a los extremos, desde la desinformación al pánico y del silencio a la estridencia, es contraproducente en casos como este. La posibilidad de un debate maduro en las redes sociales sobre cómo enfrentar la crisis tampoco se ha materializado. La esfera pública se ve afectada por la industria de la indignación., un ecosistema de activistas políticos en línea, especializados en maximizar la indignación ciudadana ante cualquier decisión gubernamental. No importa si el gobierno cubano recibió o no el crucero MS Braemar con pasajeros británicos, se aseguró la crítica de su decisión. Por otro lado, el triunfalismo y la propaganda oficial se amalgaman con la información proporcionada por profesionales de la industria médica cubana, la verdadera autoridad en un momento de crisis epidemiológica.

Los cubanos deben prepararse para un verdadero distanciamiento social, lavarse las manos con frecuencia y permanecer en sus hogares, tal vez por meses. Incluso con todo eso, muchos contraerían el virus. El objetivo no es evitar que aumente la cantidad de casos, algo para lo que los ciudadanos deben estar preparados, sino reducir la cantidad de infecciones, y especialmente no inundar el sistema nacional de salud . Según las cifras del Banco Mundial, Cuba tiene 5.2 camas de hospital por cada 1000 habitantes. Cada país es diferente, pero si la tendencia hasta ahora es que un número elevado de habitantes contraiga la enfermedad, la disponibilidad de camas se convierte en una cuestión de vida o muerte.

China e Italia aplicaron una herramienta de selección probabilística que decide quién puede ocupar una cama o un equipo médico y quién no. De acuerdo con este método terrible pero necesario, los ancianos, a pesar de ser un sector más vulnerable, han tenido que ceder su lugar a los pacientes más jóvenes con una mejor oportunidad de sobrevivir. Si más del 20% de los cubanos son mayores de 60 años, las matemáticas se vuelven simples y macabras. Debido a la magnitud del peligro, es prudente que el Estado cubano aplique un mecanismo de cierre nacional tan pronto como se identifique el primer caso transmitido localmente. Esta medida tendrá un alto costo económico en un momento que ya es delicado, pero parece indispensable.

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Si la tasa de mortalidad global no varía, miles de cubanos pueden morir en los próximos meses debido a COVID-19. Como es una enfermedad nueva, no hay inmunidad, lo que aumenta el riesgo de infección en los habitantes. 

Si la tasa de mortalidad global no varía, miles de cubanos pueden morir en los próximos meses debido a COVID-19. Como es una enfermedad nueva, no hay inmunidad, lo que aumenta el riesgo de infección en los habitantes. Dividiendo el número de muertes entre el número de casos, podemos calcular la tasa de mortalidad. Todavía es demasiado pronto para hacer predicciones en el caso de Cuba.

Cualquiera que necesite una dosis de esperanza en estos tiempos puede encontrarla en la literatura. Según la novela de ficción World War Z , después de una pandemia global, Cuba se convirtió en la nación más rica del mundo por su geografía, sistema político y educación. Otros textos científicos describen cómo enfrentar una epidemia, y los libros de historia explican cómo se han resistido las crisis anteriores.

Si este texto no ha sido suficiente para tomar la situación en serio, permítanos aportar una perspectiva. La última gran pandemia fue la gripe española de 1918, con una tasa de mortalidad del 2,5%, y aniquiló a 50 millones de personas. Es muy posible que uno de nuestros antepasados ​​haya muerto en ese entonces. De ahora en adelante, recomendamos estar bien informados, seguir la guía de las autoridades médicas y tal vez encontrar refugio en la literatura en la privacidad de nuestros hogares para contribuir al distanciamiento necesario. Solo tenga en cuenta que algunos de los libros que consideramos apocalípticos en el pasado hoy se pueden encontrar en la sección de historia contemporánea.

*Harold Cárdenas Lemo, Analista político, editor de La Joven Cuba, un blog cubano muy referenciado en las plataformas digitales en el cual escriben algunos “think thank”  que por su objetividad y profundidad analítica de alto contenido sobre temas referente a politología, sociología, antropología constituyen pieza de “real politik” en relación con el diseño político de continuidad seguido en la isla. Cárdenas Lema es uno de esos  excelentes “think thank” especializado en real politik sobre Cuba, latinoamericana  y geopolítica estadounidense

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