CUBA: Ratificado Miguel Díaz-Canel como Presidente de la República de Cuba. Una consigna política controversial.

Tal como era de esperar, el pasado 10 de Octubre Miguel Díaz-Canel fue ratificado como Presidente de la República de Cuba en un proceso de desconcentración de poder dentro del modelo imperante en la isla por más de sesenta años. Tal como era de esperar Presidente de la República de Cuba en un proceso de desconcentración de poder dentro del modelo imperante en la isla por más de sesenta años.

Por Jose R Alfonso

La Habana. Tal como era de esperar, el pasado 10 de Octubre Miguel Díaz-Canel fue ratificado como Presidente de la República de Cuba en un proceso de desconcentración de poder dentro del modelo imperante en la isla por más de sesenta años.

En su discurso de toma de posesión la frase “La Revolución no es una lucha por el presente, la Revolución es una lucha por el futuro” fue la consigna que más relevancia alcanzo en los medios de comunicación y en las redes sociales. En los medios oficiales fueron de loas hacia la misma y en las redes los estados de opinión iban desde un apoyo rotundo hasta el más profundo rechazo.

Es clásico en el mundo de la política que todo candidato o incumbente a la Gerencia Publica —sea cual sea el modelo político imperante— lleve hacia sus constituyentes “el prometer un futuro mejor” como mensaje principal en su plataforma y discursos, un porvenir superior al que hayan vivido en el pasado y el que estén viviendo en el presente. También es valedero, entre otras  reglas del arte de la política, el que un presidente brille según valen los asesores de su entorno.

Pero lo que llama la atención, para algunos, es que ya pasan de cuatro generaciones –más de 60 años- desde que se le prometiera a la primera un presente de sacrificio y lucha, generación que se integró con entusiasmo y disposición a ella con la esperanza de que sus hijos y nietos  disfrutaran de un  futuro luminoso y un aumento en la calidad de vida, que todavía, en el Siglo XXI, no termina por llegar y del que objetivamente los plazos para lograrlo no pueden continuar siendo eternos.

Aun para los que se sienten identificados con el sistema socialista y gobierno de la isla, la consigna pronunciada por el presidente cubano en su toma de posesión es criticada con razón, dentro de una innegable apertura actual de tolerancia de expresión que hoy le es permitido hacerlo bajo el mandato de un presidente impulsor de la transparencia y la informatización.

En tanto para otros, principalmente los “opositores profesionales” que rechazan todo lo proveniente del gobierno revolucionario manifiestan  esa voluntad atacando todo lo que de esta administración provenga seguidos por otros actores, una minoría inconsciente llenos de decepciones y amarguras, justificadas o no, en los que prima la emoción más que la razón.

Negar que actualmente existen dentro de la isla diferentes corrientes alternativas de filosofía política entre determinados círculos de intelectuales, religiosos –principalmente dentro del catolicismo- y de la blogósfera, seria negar la verdad. Estas corrientes de pensamiento van desde la centrista hasta las que argumentan en favor de un modelo de Socialismo Democrático (Socialdemócrata). Pero estos no tienen recursos,  capital político, ni medios de comunicación a su alcance para enfrentarse al actual gobierno cubano los que además no pueden garantizar a los ciudadanos de la isla la justicia social impartida por la revolución desde 1959.

Solo dos actores políticos cuentan con  poder económico y militar para ser tomados en cuenta en este ajedrez dentro del escenario cubano:

El primero es el Gobierno encabezado por el Partido Comunista de Cuba, teniendo siempre en cuenta una máxima de realpolitik del Socialismo de Estado: el Poder no se entrega, se comparte, una vez conquistado a través de la lucha armada o bajo un sistema electoral democrático.

El segundo actor importante en esta lucha por el Poder lo compone el exilio tradicional cubano radicado principalmente en Miami, Estados Unidos de Norteamérica, el que hasta la fecha han contado con el apoyo irrestricto de las diferentes administraciones estadounidenses, Demócratas y Republicanas, en contra del proceso revolucionario cubano. Pero para ellos existe una realidad inobjetable: su tiempo de vida se agota.

Pero para ambos actores, los de aquí y los de allá, existe un vector previsible y determinante: el tiempo, el que irá incrementando su obituario sin discriminación. Ello, invariablemente,  conlleva a relevos generacionales dentro de las estructuras de poder político a medida que los padres  fundadores del proceso revolucionario iniciado desde 1953 hasta 1959 en la isla vayan desapareciendo del escenario conjuntamente con aquellos que se le opusieron y combatieron  desde 1959 y radican en el exilio. Producto de ello, el obituario, las viejas generaciones de cubanos anticastristas radicados en Miami, que tan importante papel jugaron en su tiempo en la política estadounidense, hoy, en tiempo real, demográficamente van desapareciendo y sus descendientes, nacidos en los Estados Unidos piensan y actúan con respecto  a Cuba muy diferente. En tanto dentro de la isla ya se observan como los “tecnócratas” -el relevo generacional- van ocupando posiciones de poder.

Las barreras ideológicas no pueden continuar siendo infranqueables, por ello, de  acuerdo o en desacuerdo, todo  indica que de continuar llevándose a cabo una desconcentración dentro del modelo político-económico de la isla, esta será a través de pasos calibrados y seguros, llevará tiempo y serán precisamente las nuevas generaciones de cubanos residentes dentro de ella las encargadas de implantarlos.

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