De la empresa estatal a la empresa-Estado

escrito por Mario Valdés Navia. Indagar en los orígenes de los extremismos políticos y fenómenos de radicalización que tipifican la sociedad cubana conduce inexorablemente al mundo de la economía.

escrito por Mario Valdés Navia

Indagar en los orígenes de los extremismos políticos y fenómenos de radicalización que tipifican la sociedad cubana conduce inexorablemente al mundo de la economía. El establecimiento de un sistema económico estatista, planificado y gestionado de manera centralizada y vertical, trajo consigo un torrente de experimentación voluntarista, basado en dogmas ideológicos, consignas radicales y promesas de futuro.

Elemento distintivo en este proceso han sido los cambios en el sistema empresarial a partir de fundamentos más ideo-políticos que económicos. Esas lluvias trajeron los actuales lodos, en tanto el sujeto principal de la economía cubana no es la empresa socialista —como reitera el discurso oficial—, sino una supra-entidad concreta: GAESA, que actúa totalitariamente como una verdadera Empresa-Estado.

El afán por superar la competencia y anarquía de la producción en el sistema de libre empresa, estuvo presente desde el inicio del proceso revolucionario. Sin saber cómo hacerlo, pero con poder para intentarlo una y otra vez según el método de prueba-error, el Gobierno/Partido/Estado ha impuesto formas variopintas a la empresa estatal hasta derivar en el todopoderoso holding oligopólico actual.

 -I-

En agosto de 1960, la Ley de Nacionalización de las Empresas Extranjeras marcó la primera incautación masiva de la gran propiedad capitalista en Cuba. Incluyó los monopolios eléctrico y telefónico, dieciocho refinerías, treinta y seis centrales azucareros, sesenta y una empresas textiles, once cines, trece grandes comercios y otras empresas.

En septiembre de ese año se nacionalizó la banca norteamericana (Bank of Boston, City Bank y Chase Manhattan). En octubre, tras la prohibición de exportaciones a Cuba —excepto comida y medicamentos—, dictada por el  gobierno de EE.UU., nacionalizadas las restantes 166 empresas estadounidenses. Asimismo, serían intervenidos forzosamente los bancos cubanos, el resto de las corporaciones extranjeras y 382 grandes firmas de capitalistas criollos (industriales, comerciales y de transporte).

Las empresas cambiaban de nombre y eran dirigidas por un interventor —por lo general un joven oficial del Ejército Rebelde, o cuadro del PSP—, asesorado por un consejo de obreros seleccionados y los pocos ingenieros y técnicos que quedaban. Los insumos estadounidenses se sustituían paulatinamente por soviéticos y se trataba de mantener el flujo productivo normal.

La visión de la economía socialista cubana funcionando como una gran empresa la planteó el Che al ser nombrado ministro de Industrias (1961). De esa forma, pretendía establecer un método socialista de gestión que superara el modelo de capitalismo periférico existente, a partir de aprovechar el amplio bagaje de experiencias y saberes acumulados por las filiales criollas de grandes monopolios estadounidenses.

Al respecto afirmaba:

En la parte técnica, nuestro sistema [el de financiamiento presupuestario (SFP)] trata de tomar lo más avanzado de los capitalistas y por lo tanto debe tender a la centralización. Esta centralización no significa un absoluto; para hacerla inteligentemente debe trabajarse de acuerdo con las posibilidades. Podría decirse, centralizar tanto como las posibilidades lo permitan […] No podemos tener una General Motors que tiene más empleados que todos los trabajadores del Ministerio de Industrias en su conjunto pero sí podemos tener una organización, y de hecho la tenemos, similar a la General Motors.

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Ernesto Che Guevara en el desempeño de su cargo de ministro de Industrias. (Foto: Granma)

Para ello estableció dos tipos de empresas: las nacionales consolidadas —por diferentes ramas— y sus respectivas fábricas. En todas, la estructura de dirección, simple y ejecutiva, era la misma: un director y tres jefes de departamentos: Económico, Producción e Intercambio. A ellos se añadían, el Sindicato y el Consejo Técnico Asesor.

Su diferencia principal con el tradicional sistema soviético de cálculo económico (CE), imperante en los demás sectores, estaba en la concepción de la empresa. Según el Che: «Mientras para el sistema de financiamiento presupuestario una empresa es un conglomerado de fábricas o unidades que tienen una base tecnológica parecida, un destino común para su producción o, en algún caso, una localización geográfica limitada; para el sistema de cálculo económico, una empresa es una unidad de producción con personalidad jurídica propia».

Pronto, las empresas industriales consolidadas y grandes propiedades agrarias comenzaron a mostrar una tendencia decreciente de la producción y la productividad del trabajo, achacable tanto a problemas extraeconómicos (bloqueo, gastos de defensa, éxodo de especialistas, etc.) como a factores ligados a la falta de motivación interna y errores en la gestión.

El desbarajuste productivo, éxodo de clases medias —más de 200,000 profesionales, directivos, técnicos, empleados y obreros calificados entre 1960 y1962—; disparidad de formas de gestión y agotamiento de los stocks acumulados, hizo que en 1963 el PIB cayera al 0,2% y la zafra disminuyera hasta 3 882 500  TM, la  más baja del país hasta el Período Especial —¡aunque ocho veces mayor que la de 2021!

Para superar las diferencias entre el SFP y el CE, Fidel implantó un nuevo sistema: el Registro Económico (1965-1975). En este se negaba el uso de relaciones monetario-mercantiles entre las empresas y la contabilidad comercial. En su lugar, se promovían las gratuidades, horarios de conciencia y trabajo voluntario.

Unido a ello, en 1968 se lanzó una radical Ofensiva Revolucionaria, mediante la cual se estatizaron forzosamente todas las pequeñas empresas privadas urbanas —unas 57 600—, lo que incluía a tiendas minoristas de alimentos y productos industriales, pequeñas fábricas (chinchales), restaurantes populares (fondas) y demás producciones y servicios personales o familiares, hasta los limpiabotas. Cuba pasó a ser el país de la comunidad socialista con el mayor volumen de propiedad estatizada: 100% en las ramas principales; excepto en la agricultura, donde ascendía al 70% del suelo cultivable.

El extremismo económico llegó a su clímax entre 1969 y 1970, etapa en que todos los recursos nacionales se volcaron a la realización de una zafra de diez millones de toneladas, versión antillana del Gran Salto Adelante de Mao. El funcionamiento del  sistema empresarial prácticamente se detuvo ante el drenaje de mano de obra, insumos y  producciones para las necesidades de la zafra, como si de una guerra se tratase.

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«Viva la victoria del método revolucionario del presidente Mao».

Los efectos desastrosos de esos errores de idealismo obligaron al Gobierno Revolucionario a adoptar el modelo soviético y aceptar la llamada «división socialista internacional del trabajo». Según los intereses del CAME, se asignó a Cuba el rol de suministradora a gran escala de tres productos primarios (azúcar, cítricos y níquel) para la comunidad socialista, a cambio de un tropel de mercancías y servicios provenientes de aquellos países a precios subvencionados.

Tras años de esfuerzos y privaciones de todo un pueblo por obtener la independencia económica, se volvía al viejo paradigma plantacionista de los tres monos —productor, exportador e importador—, con niveles de dependencia exterior mucho mayores que los alcanzados en la Colonia y la República. No obstante, las relaciones preferenciales con la URSS y el CAME permitieron a la Isla obtener pingües ingresos y mantener artificiales niveles de consumo durante casi dos decenios.

La industrialización derivó hacia grandes empresas nacionales y provinciales, como los complejos agro-industriales azucareros (CAI), que revivieron los bateyes y las comunicaciones; industrias transformadoras; grandes fábricas con materia prima importada y una vasta de red de talleres de mantenimiento industrial, transporte y fabricación de partes y piezas.

En la misma medida en que se extendía el nuevo Sistema de Dirección y Planificación de la Economía basado en el CE, el consumo familiar se fue ligando indisolublemente a los ingresos personales y empresariales, lo cual reproducía una de las contradicciones del sistema económico soviético: Estado vs empresas. Frenar la autonomía empresarial y devolver la hegemonía absoluta al poder central sería uno de los objetivos de la llamada Rectificación de Errores y Tendencias Negativas (1985-1989).

Tres acontecimientos trascendentes para el mundo empresarial ocurrieron en 1987: creación del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB); inicio del Sistema de Perfeccionamiento Empresarial del MINFAR; y creación del Contingente Blas Roca, abanderado de una supuesta fórmula donde los factores de movilización política se vincularían con una apropiada racionalidad económica.

El CIGB, como empresa socialista de alta tecnología, impulsó la creación de otros centros de investigación/producción (Biocubafarma) y los éxitos mundiales de Cuba en campos de la biotecnología médica y farmacéutica. Como forma de organización empresarial socialista constituye el mayor éxito histórico de la empresa socialista.

Con la llegada del Período Especial (1990) hizo su entrada un nuevo sujeto económico: el capitalismo de Estado. Aunque nunca es mencionado por ese nombre en el discurso oficial, sino por el de sus formas empresariales (mixtas, asociaciones, concesiones, sociedades mercantiles), ese cóctel entre propiedad estatal y capital trasnacional no puede catalogarse de otra forma.

Con el tiempo, los socios han estrechado su relación hasta conformar un extraño dúo, que ya no parece ser de compañeros de viaje sino de hermanos siameses en completa hibridación. Así, desde arriba, la sociedad socialista se va convirtiendo en su contrario: un capitalismo de Estado que explota a las clases trabajadoras desde su triple condición de propietario, patrono y comerciante.

El botón de muestra de este sector es la publicitada Zona Especial de Desarrollo del Mariel (ZEDM). Inaugurada en 2013 como supuesta punta de lanza y eslabón más dinámico de la economía cubana, su funcionamiento ha sido demasiado lento. Hasta 2019 solo había recibido 2,300 millones de dólares en inversiones de una treintena de países y contaba con cincuenta negocios aprobados (veintinueve extranjeros, doce empresas mixtas, dos asociaciones internacionales y siete de capital cubano), aunque solo veintiséis estaban operando.

En 2011 se aprobó la liberalización y ampliación del trabajo privado personal y familiar (TCP). Desde entonces, comenzó a entrar al país a través de las remesas una cantidad inmedible de inversiones con el objetivo de ser fuente primaria de financiamiento a negocios privados.

Como contrapartida, en el sector estatal se adoptaron medidas centralizadoras bajo el paraguas de una nueva etapa de transformaciones. La más importante fue la creación de las Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial (OSDE), mediadoras entre los ministerios y la empresa con el pretexto de separar las funciones estatales de las empresariales y adecuarnos, supuestamente, a lo que se hacía en el mundo.

La nueva estructura empresarial tendría niveles de control: Junta de Gobierno/ OSDE/ Empresa/ Unidad Empresarial de Base (UEB). Esta última es la única creadora de valor y carga con los enormes costos de todo el andamiaje administrativo mencionado, que den ser pagados por el consumidor final. Su principal efecto fue la multiplicación de la burocracia, al convertirse las OSDE en mini-ministerios y frenar la autonomía empresarial al reducir a las fábricas, centrales y hoteles a la categoría de simples UEB.

Sin embargo, el nivel de extremismo económico es tan elevado que en un mercado desabastecido, creciente solo en divisas foráneas y con precios fuera del alcance del ciudadano común, uno de los problemas mayores de las empresas estatales son los enormes superávits de muchas de ellas. En los dos primeros meses de 2022, 479 empresas estatales reportaron utilidades por encima del 150%.

-II-

Al tiempo que se ignoraban las propuestas de medidas para estimular los sectores privado y cooperativo e impulsar la empresa estatal —restitución del peso como medio de circulación único; eliminación de las OSDE; derechos de exportación e importación libres de la explotación de entidades monopólicas; paso del comercio interior y exterior a manos de empresas estatales autogestoras, cooperativas y cuentapropistas, etc.)—, un Leviatán empresarial crecía en la sombra y engullía  todo lo que produjera amplias ganancias en divisas.

Desde que se implantó el bloqueo estadounidense, el Gobierno Revolucionario intentó burlarlo mediante operaciones económicas encubiertas. Tales prácticas crearon amplios márgenes para la corrupción y el desvío de recursos entre sus ejecutantes, cubanos y extranjeros. Las más conocidas fueron las Causas 1 y 2 de 1989, que terminaron con el fusilamiento de héroes militares, prisión del ministro del Interior y cuasi absorción de esa poderosa institución por el MINFAR.

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Arnaldo Ocho durante el juicio de la Causa 1. (Foto: OnCuba)

Al ocurrir la apertura a la circulación del USD y crecer los intercambios con la emigración, el control de las remesas fue entregado a la corporación CIMEX SA, creada en 1978 en Panamá por la inteligencia cubana. Para hacerlo, se instituyó Financiera CIMEX SA (FINCIMEX, 1984). Otra empresa, Havanatur SA, se encargaría de los viajes de los exiliados a Cuba. El mercado interno dolarizado también estaría controlado por CIMEX.

En 1995, se organiza el holding GAESA (Grupo de Administración Empresarial, SA), al que se otorgó el control de docenas de grandes empresas en varios de los sectores más rentables en divisas: Cubanacán (turismo), Gaviota, SA (hotelería), Servicio Automotriz, SA (alquiler de coches para turistas), Tecnotex (importación-exportación  de tecnologías  y servicios), Agrotex  (agricultura),  Sermar (astilleros), Geocuba (cartografía), etc.

Los negocios de GAESA irían ampliándose desde el período centralizador iniciado en 1999 (reducción de asociaciones mixtas, eliminados los negocios inmobiliarios extranjeros, disminuidas las empresas cubanas autorizadas a realizar operaciones directas de comercio exterior, reavivada la animosidad hacia el trabajo privado, etc.). En 2006 absorbió a CIMEX (inmobiliarias, bancos, restauración, gasolineras, supermercados y almacenes). 

Durante 2009, el Gobierno decidió extinguir el grupo CUBALSE y asimilarlo a CIMEX. De ahí se beneficiarían distintas empresas de GAESA al transferírsele, entre otros activos, la red de estaciones de gas Oro Negro, arrendadoras de autos, y una naviera con destinos regulares a Centroamérica y el Caribe.

GAESA desplazó en 2011, mediante un pago millonario, a la multinacional italiana TELECOM ITALIA del floreciente negocio de la telefonía celular cubana. Un año después, el Gobierno otorgó a ETECSA los derechos del servicio de la telefonía celular para las comunicaciones móviles terrestres hasta 2036 y la autorizó, hasta 2023, a abonar el cinco por ciento de sus utilidades netas al Estado cubano en pesos cubanos, no en dólares.

Igualmente GAESA pasó a dirigir, en 2013, la recién creada ZEDM, la más importante inversión extranjera efectuada en la Isla en el período revolucionario. Construida por el grupo brasileño Odebrecht, es uno de los puertos más modernos de la región y enclave decisivo en las relaciones comerciales, actuales y potencialmente futuras, con los EE.UU.

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(Foto: La República)

En 2017, la referida mega-corporación asumió al grupo Habaguanex, de la Oficina del Historiador de la Ciudad, con su vasta red comercial del Centro Histórico de La Habana, área privilegiada para el turismo y los cruceros. Al año siguiente, ETECSA habilitó los servicios de navegación por zonas wifi,  Nauta Hogar y datos móviles desde los celulares. Aunque el precio continúa siendo uno de los más caros del mundo, el país se ha convertido en uno de los que más rápidamente ha crecido en la navegación por Internet en los últimos años.

La ampliación de la cantidad de internautas ha hecho crecer asimismo el acceso a información no controlada por el Gobierno/Partido/Estado y contribuido a crear espacios de debate sobre los asuntos cubanos en el ciberespacio. En ellos, la esfera económica ocupa un lugar primordial.

Uno de los temas recurrentes en el último trienio es el creciente fondo de inversiones dedicado por GAESA a la construcción de hoteles, aun en medio de la pandemia, lo que contrasta con la crisis en los demás sectores de la economía nacional.

¿Será que los intereses particulares de maximización de la ganancia de esta supraentidad se hallan por encima de las necesidades de la nación? La falta de información pública sobre sus finanzas y operaciones y la imposibilidad de controlarla por entidades civiles, incluyendo la Contraloría General de la República, hacen difícil responderlo con evidencias.

Por demás: ¿es GAESA una entidad del MINFAR o una empresa de capital privado? No está claro. Sea civil o militar, estatal o privada; el extremismo de constituir y privilegiar una supraentidad empresarial que controle las esferas más rentables de la economía cubana, va más allá de cualquier experimento socialista anterior. Según se observa, constituye un oligopolio in extremis que se multiplica, parasitando el corpus nacional a partir de privilegios monopólicos, que afectan tanto al resto del sistema empresarial como a  la inmensa mayoría de cubanos y cubanas, residentes dentro y fuera de la Isla.

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AUTOR

*Mario Valdés Navia. Profesor Titular de Historia, Metodología de la Investigación y Pensamiento Cultural Latinoamericano. Investigador social, especializado en los estudios sobre la vida y obra del Apóstol cubano José Martí y la Historia de Sancti Spiritus, Cuba. Doctorado en Ciencias Pedagógicas y Diplomado en Administración Pública. Profesor y Jefe de Departamento en las Universidades cubanas de Sancti Spiritus y la de Ciencias Informáticas (UCI) en el Centro de Estudios Martianos de La Habana. Investigador Auxiliar. Profesor Invitado a Universidades de Brasil, Haití y El Salvador. Coautor de varios libros sobre temas de Didáctica de la Historia y Pensamiento de José Martí e Historia de Sancti Spiritus. Escritos ensayos sobre temas de Historia Cultural de Matanzas, Cuba y problemas actuales de la economía y la sociedad cubanas.

Para contactar al autor: [email protected] 

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