Por Carmen RengelJerusalén – Cortesía de El País
El espionaje de Israel ha proporcionado a Estados Unidos la prueba clave en la que se basa para acusar al Gobierno sirio de atacar con armas químicas en las afueras de Damasco con un balance de muertos que los opositores elevan a 1.400. La unidad 8200 israelí, encargada de la vigilancia de las comunicaciones enemigas, interceptó el 21 de agosto, el mismo día del bombardeo, una conversación en la que un alto mando del Ministerio de Defensa sirio pedía respuestas sobre el uso de gases tóxicos a un mando de la división de armas químicas. La información ha sido desvelada por un exagente del Mosad (los servicios secretos israelíes) a la revista alemana Focus.
Esta grabación fue entregada de inmediato a EE UU. La revista Foreign Policy ha corroborado la existencia de la conversación y añade que el tono entre los funcionarios era de “pánico”. La pregunta ahora, resalta, es si el ataque fue obra de una orden directa del Gobierno o un mando militar intermedio se extralimitó en sus funciones.
El Ejército israelí lleva semanas asegurando que unidades como la 8200 tienen una “muy buena información, de amplia confianza” sobre lo que está ocurriendo en Siria, tanto de los pasos del Gobierno como de la oposición, que preocupa a Israel por su deriva islamista. “EE UU sabe que somos de fiar”, decía hace unos días una fuente militar.
El Canal 2 israelí también ha informado, sin citar fuentes, de que el ataque químico de Ghuta fue ejecutado por la brigada 155 de la Cuarta División de Bachar el Asad, que comanda su hermano Maher, conocido por su carácter sanguinario. Los proyectiles cargados con gas tóxico se habrían lanzado desde las montañas del este de la capital.
Tras las amenazas de Siria e Irán de atacar a Israel, su enemigo histórico, en caso de agresión occidental, el primer ministro, Benjamín Netanyahu, ha dado orden de desplegar sus defensas de misiles en el norte del país, en la zona de Galilea y el Golán, y estudia hacerlo también en el centro, donde más población se concentra. Están en alerta los tres sistemas esenciales de blindaje (la Cúpula de Hierro, los misiles Patriot y el sistema Flecha II) para dar cobertura a misiles de corto, medio y largo alcance. Los Patriot ya interceptaron en 1991 misiles Scud lanzados por Sadam Husein.
El gabinete de seguridad israelí, reunido de urgencia, aprobó además una llamada a filas “limitada” de reservistas. Podrán ser movilizados “varios miles” en los próximos días pero de momento solo se ha llamado a algo menos de mil, informan fuentes militares. Apuntalarán unidades de la Fuerza Aérea, el espionaje y el Comando de Defensa Civil. En el norte ya hay un intenso movimiento de material.
A una semana del año nuevo judío (Rosh Hashana), cuando la población estaba más centrada en la vuelta al colegio, esta alerta está empezando a calar en el ánimo de los israelíes. Han crecido un 300% las peticiones de máscaras antigás, que hoy cubren solo al 60% de la población, como ha alertado una subcomisión de la Knesset (Parlamento). Hay colas en los centros de distribución de material y en las fábricas, donde se buscan repuestos para los filtros o la dosis de atropina que reduce los efectos de los gases, en el caso de quien ya dispone de máscara. Todas las viviendas construidas desde la primera guerra del Golfo cuentan ya con un búnker integrado.
El ministro de Defensa, Moshe Yaalon, reconoció ayer que “lo más probable” es que El Asad no ordene atacar Israel en respuesta a una operación militar contra su régimen. “Nuestras fronteras son estables a pesar de las anomalías momentáneas”, señaló. Israel sostiene que la represalia que podría infligir a Damasco sería tan “grave” que le impedirá intentar siquiera un ataque. “Su precio es demasiado alto”, insisten. “El riesgo es entre bajo y muy bajo, pero siempre es posible”, matiza una fuente militar.
Más se teme la reacción de la milicia chií Hezbolá desde el sur del Líbano o la de grupos armados apoyados por Irán en Gaza. Netanyahu y todos sus mandos militares insisten en que responderán “con fuerza” si son agredidos. “Si nos atacan se entenderá como casus belli”, insisten los militares. Yaalon ha recordado que se enfrentan al “eje del mal que comienza en Teherán, prosigue en Damasco y se está consolidando en Beirut”. En Israel esta eventual ofensiva se entiende en clave iraní, y como una prueba de su grado de implicación con Siria y también de la “valentía o vacilación” de EE UU al defender a su aliado israelí.
Desde principios de año Israel ha atacado al menos en tres ocasiones convoyes de armas o silos en Siria, acciones no reconocidas oficialmente pero confirmadas por los servicios de espionaje de EE UU. Han sido golpes puntuales para impedir el supuesto cambio de manos de armas sofisticadas —misiles de precisión, sobre todo— desde el Gobierno sirio hasta Hezbolá. Damasco nunca ha respondido.