Parte IV
El Estado de Israel estaba caracterizado por ser un estado liberal, secular, democrático y como la única democracia en el Medio Oriente, del cual se sentían orgullosos todos los israelíes y sus descendientes, desde los asquenazis, sefardíes y mizrajim, que habitamos en cualquier parte del mundo, hasta que nuevamente llegara al poder, primer ministro, el Partido político israelí de Unidad Nacional (Likud) quien tuviera que formar una coalición, de siete partidos, entre Yaakov Litzman Moshe Gafni, partido Judaísmo Unido de la Torá, Eli Yishai del Partido Shas, Itamar Ben-Gvir, del Partido Religioso Sionista Otzmá Yehudit (Fuerza Judía) el verdadero poder detrás del trono, Rabbi Dror Aryeh, del Partido ultraordodoxo Noam y Unidad Nacional) dirigido por Benjamín Netanyahu quien asumió el cargo de Primer Ministro de Israel por sexta vez. Todos los cuales coinciden ideológica y religiosamente en la creación de un Estado exclusivamente judío así como el “lazo natural” de la nación judía con Palestina en el marco conceptual del nacionalismo orgánico de “la sangre y la tierra” en el que las dimensiones románticas, histórico-mitológicas e irracionales como elementos céntricos son la base de su plataforma política.
