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El diálogo es un tipo de comunicación muy especial. El propósito del dialogo no es convencer al otro, sino de juntos, construir una visión compartida / José Ramón Vidal, Doctor en Ciencias de la Comunicación y psicólogo
por Ariel Dacal Díaz
Conversar con José Ramón Vidal es siempre un gusto. Ideas claras y concisas, certezas flexibles y bien argumentadas son las notas más llamativas de los intercambios con este Doctor en Ciencias de la Comunicación y psicólogo. Una persona que reflexiona sobre los procesos comunicativos y produce teoría desde el lugar más fecundo para hacerlo, la práctica permanente.
En el empeño de desentrañar lo más posible las condiciones, potencialidades, límites y sentidos políticos del diálogo, el tema de su relación con la comunicación da para un buen comienzo, máxime si tenemos el privilegio de hacerlo de la mano y la palabra de Vidal.
(ADD) Durante varios años usted ha analizado, divulgado y defendido modelos comunicativos dialógicos. Me gustaría saber si estos modelos refieren exclusivamente a los medios que producen y reproducen información
(JRV) El diálogo es un tipo de comunicación muy especial. Como todo proceso comunicativo necesita de al menos dos actores. Uno que hace un trabajo expresivo y otro que realiza un trabajo perceptivo, pero en el diálogo es indispensable la alternancia de ambos roles entre los actores involucrados en el proceso.
La información es el recurso básico de toda comunicación, pero en el diálogo la información no proviene solo desde un lado, sino que deben entrelazarse saberes plurales, nacidos de experiencias distintas, de tradiciones diversas, de intereses diferentes.
El propósito del diálogo no es convencer al otro, sino de juntos, construir una visión compartida. El diálogo requiere la humildad de no creerse dueño de la verdad. Requiere aprender a escuchar, no para ripostar, sino para pensar por qué el interlocutor cree y dice algo diferente a como yo creo y digo. Es decir, el diálogo implica un ejercicio de empatía. Implica identificar y centrarse en aquello que se tiene en común con el interlocutor y no quedarse atrapados en lo que los diferencia.
El propósito del dialogo no es convencer al otro, sino de juntos, construir una visión compartida.
El resultado del diálogo, si es legítimo, son acuerdos que conduzcan a soluciones, acerquen posturas, edifiquen puentes, que hagan posible no solo convivir en paz, sino, la colaboración entre diferentes para alcanzar algunos propósitos compartidos. No hay que estar de acuerdo en todo, basta empezar por aquellos temas más generales y trascendentes que pudieran estar en el horizonte de los interlocutores. Un horizonte enriquecido justamente por el diálogo.
El escenario clásico del diálogo es el encuentro físico cara a cara pero en realidad los medios tecnológicos de comunicación pueden contribuir al diálogo a escala social, siempre y cuando no se limiten a «trasmitir información de arriba hacia abajo», a hacer propaganda y mucho menos a intentar sembrar miedo, desconfianza, a construir realidades inexistentes, a sembrar discursos de odio, y a intentar descalificar a todo aquel que diga algo diferente al discurso hegemónico, contribuyendo a una polarización que divide y disgrega.
Los medios de comunicación tecnológicos pueden ayudar a un diálogo fecundo a escala social si en primer lugar democratizan las fuentes de información, la verifican y contrastan resguardándose así de las noticias falsas o manipuladoras. Una información confiable es esencial para el diálogo y en general para la participación social, una persona o grupo bien informado estará en mejores condiciones de dialogar y de participar en la búsqueda de soluciones y acuerdos viables y sostenibles.
Una información confiable es esencial para el diálogo y en general para la participación social, una persona o grupo bien informado estará en mejores condiciones de dialogar.
La información no se reduce a brindar noticias, sino que debe incluir trabajos periodísticos de profundidad donde se indaguen a fondo datos, opiniones y vivencias que enriquezcan y maticen, desde diferentes aristas, el tema.
Los medios tecnológicos pueden servir también de plataforma para la exposición, análisis y debate sobre temas de interés social, cuidando que no se imponga un solo discurso, una sola visión que intente presentarse como la única e incontrovertible verdad.
Estas cualidades son extremadamente escasas en la actualidad. Hay un predominio de discursos polarizados, de mentiras repetidas hasta hacerse creíbles, de simplificaciones de la realidad y de la historia, lo que, en lugar de propiciar una cultura del diálogo, enrarecen el ambiente y dificultan el abordaje sereno, respetuoso y profundo de los grandes desafíos que la humanidad debe enfrentar y por lo tanto aleja la posibilidad de su superación.
(ADD) ¿Qué significado le atribuye a la comunicación dialógica para los procesos democratizadores al interior de la sociedad?
(JRV) No es real una democratización si se intenta imponer un solo punto de vista, un único paradigma de desarrollo y bienestar. Solo la construcción colectiva de la noción del bien común y la suma plural de esfuerzos para lograrlo es consecuente con la esencia del régimen democrático. Esa construcción común y esa suma de esfuerzos, talentos y creatividad necesarias para acercarse paulatinamente al horizonte construido, requiere, además de una voluntad política y un sentido democrático sobre el ejercicio del poder, de un diálogo fecundo y permanente a escala social, institucional y comunitario. Esto implica a todas las instituciones sociales, no solo a las de Gobierno y a las comunicacionales.
No es real una democratización si se intenta imponer un solo punto de vista, un único paradigma de desarrollo y bienestar.
Las tecnologías de información y comunicación actuales crean condiciones y facilitan esos procesos de diálogo, pero no los garantizan, se requiere que crezcan y se fortalezcan las cualidades apuntadas en la respuesta a la primera pregunta.
(ADD) En un debate sobre diálogo y comunicación, ¿qué puntos considera deberían ser prioritarios en Cuba hoy?
(JRV) Cuba atraviesa hoy por una crisis múltiple que estremece todo el tejido social y cultural de la nación. La superación de esta crisis no se logrará con la imposición de un modelo de desarrollo económico y social pensado desde un único paradigma aplicado con dogmatismo severo en nombre de la fidelidad a un proyecto histórico.
Es indispensable, más que nunca, lograr la unidad en la diversidad que somos, como toda nación, y eso solo se logra a través del diálogo continuo y respetuoso, donde quepamos todos y se vayan reconciliando enconos y viejas heridas y se vayan sumando poco a poco múltiples esfuerzos, saberes y experiencias.
No habrá verdaderas soluciones para los problemas de Cuba si una parte de la nación se rige triunfadora sobre la otra. Los consensos son indispensables y su único norte ha de ser la preservación de la independencia del país y el bienestar de su pueblo.
No habrá verdaderas soluciones para los problemas de Cuba si una parte de la nación se rige triunfadora sobre la otra.
Ningún dogma, ninguna fórmula, han de anteponerse a esas prioridades. Escudriñar a fondo en la realidad del mundo de hoy y en nuestra propia realidad, sin prejuicios, sin discriminaciones, con mente y corazón abiertos, pensando solo en cómo mejorar las condiciones de existencia y desarrollo de nuestro pueblo.
No hay alternativa viable fuera del camino martiano. Necesitamos que, al fin, tengamos una República con todos y para el bien de todos.
(ADD) En la reflexión usted anota el término «diálogo legítimo» y refiere a la «voluntad política» como condición. ¿Es posible una práctica comunicativa, incluso dialógica, desde la neutralidad política?
(JRV) Cuando me refiero a diálogo legítimo lo hago para distinguirlo del uso demagógico del término, que suele aparecer con frecuencia en ciertos discursos políticos pero que en realidad es una especie de promesa nunca cumplida, sino a lo sumo simulacros de diálogo que al no estar acompañados de la honestidad indispensable no conducen a nada útil.
El diálogo legítimo es aquel que desde sus inicios procura generar acuerdos duraderos, consensos reales, visiones compartidas y necesita de la voluntad política de todas las partes implicadas para que pueda alcanzar un estadio de paz y colaboración entre diferentes, en pos de determinadas aspiraciones compartidas.
El diálogo legítimo es aquel que desde sus inicios procura generar acuerdos duraderos, consensos reales, visiones compartidas.
El concepto de neutralidad política es muy cuestionable. Si se refiere a una postura de no aceptación de ninguna de las alternativas políticas existentes, puede tener algún sentido, pero en realidad los humanos siempre estamos más cerca de unas alternativas que de otras. Tenemos interiorizados determinados principios éticos, creencias y aspiraciones que nos acercan o nos alejan de diferentes alternativas.
El asunto radica en que, si me creo dueño de la verdad, si creo que la propuesta con la que me identifico es la única aceptable, si me comporto como un fanático que niega a otros el derecho a tener visiones distintas y a expresarlas entonces el diálogo no es posible.
Si, aunque me identifique con una propuesta política, filosófica, religiosa o ideológica estoy dispuesto a escuchar y reflexionar sobre otras posturas en aras de enriquecer mis propias visiones y a la vez enriquecer las visiones de los interlocutores de tal forma que se identifiquen propósitos comunes, entonces el diálogo no solo es posible sino necesario y en muchos casos indispensable para solucionar graves problemas y profundas contradicciones.
Fte: La Joven Cuba