Juan Vilar entrevista a Max Lesnik (I)

por Juan Pin Vilar — La Habana. Agosto Pandémico del 2020.

A Ricardo Figueredo: lo que se sabe, no se pregunta.

A diferencia de casi todo el universo conocido, en Cuba el deja vú no cumple su función de sorpresa o de recuerdo, porque el lento pasar de los días se repite intacto salvo la vejez que como ley natural y drama humano, tiene descrita su finitud de antesala de la muerte. Los cubanos, generalmente, morimos viviendo en circunstancias similares a las que nacemos: la misma casa, la misma escuela, las mismas ropas, los mismos recuerdos, los mismos parques, los mismos cines, la misma historia, los mismos Pablo y Silvio, los mismos líderes y el mismo porvenir… Quizás por eso aquella vieja entrevista que no publiqué podría salir cualquier miércoles o lunes o jueves del futuro.

Nuestra vida es como la rueda del molino de agua que carga la misma cantidad y la vierte en el mismo cauce. Solo el viento cambia de dirección mientras mueve las aspas que repiten velocidad y destino. Esa es mi impresión hoy 15 de agosto del 2020 mientras a mi madre la sacude otra isquemia transitoria. Nada nuevo ha ocurrido, al menos nada impredecible, después del 17 de diciembre del 2014 cuando el general de ejército Raúl Castro y el presidente Barack Obama entraron juntos de la boca en la historia de Cuba, queriendo resolver un conflicto al que Fidel no le puso mucho entusiasmo, a pesar de dedicarle casi todo su tiempo de vida. Tan solo un mes después del punto de giro del 17D el comandante publicó: «No confío en los Estados Unidos ni he intercambiado una palabra con ellos, sin que esto signifique, ni mucho menos, un rechazo a una solución pacífica de los conflictos o peligros de guerra».

Hasta el momento en que el general presidente -al decir del abad Eusebio Sieyès Leal- y el primer presidente negro en la historia de los Estados Unidos aparecieron simultáneamente en la televisión, los dos eran una anécdota en el tiempo, porque sé que la historia del mundo se circunscribe y acomoda a numerosas batallas recordadas para gloria de un solo nombre: Atila, Julio César, Luis XIV, Napoleón, Martí-Gómez-Maceo… Solo los estudiosos, los específicos, los memoriosos, recuerdan los nombres de aquellos que acompañaron la grandeza de unos pocos.

Los arqueólogos y los antropólogos estudian rigurosamente el pasado para comprender el futuro, mientras la filosofía y la historia documentan la relación entre los hechos y el presente. Es la zona lúdica de la experiencia humana en que se mueven la mayoría de los autores que solventan la vanidad: descubrir, alertar, escribir su nombre propio en letras doradas. Pero el reconocimiento llega tan pronto como el después intuido por el tango: «Que importará el después. Toda mi vida es el ayer que me detiene en el pasado. Eterna y vieja juventud, que me ha dejado acobardado, como un pájaro sin luz.»

Primera parte: La Habana. Diciembre finales del siglo XX.

Lo vi atravesar el lobby del Hotel Nacional de Cuba acompañado por su hija y perderse en el elevador. Intenté abordarlo en la Catedral de La Habana pero el contexto no era favorable: demasiados moros en la costa. Recién visitó a Jimenito acompañado por Alfredo Guevara y Roberto Cavada. La visita me inquietó. ¿Por qué Alfredo lo acompañó a visitar a Jimenito: el gran perseguido? Que se hayan conocido en el pasado nunca es una buena razón; al menos, en política, suficiente razón. Un amigo común que siempre lo acompaña en sus vistas a Cuba le comentó mi interés por entrevistarlo a lo cual gentilmente accedió Max Lesnik.

“La revolución del 33 la capitaliza Grau San Martín, digamos que por temor reverencial de la nueva generación. Aquella generación no se sentía capaz de sustituir a los “Veteranos y Patriotas” y “Generales y Doctores”. Por suerte apareció Antonio Guiteras, motor de ese movimiento revolucionario antiimperialista”.

JP: ¿No fue una revolución liderada por los comunistas?

ML: Los comunistas no entendieron la situación del momento y se colocaron en posiciones extremas que le hicieron el juego a la embajada estadounidense, al incipiente movimiento fascistoide de los abecedarios (por sus siglas A.B.C.) y a la derecha que quería derrocar a Grau. Del 33 quedó una revolución frustrada y el surgimiento del Partido Revolucionario Cubano Auténtico; herencia del partido de Martí.

JP: ¿Por qué los comunistas pactan con Batista?

ML: Moscú dio la instrucción de que todos los partidos tenían que pactar con la realidad, y la realidad podía llamarse Batista en Cuba, como podría ser cualquier otra dictadura. No había alternativas; o aceptabas o te ibas. Y fíjate donde voy a llegar, los Auténticos se convierten en la izquierda política del país, y el Partido Comunista con contadas excepciones, se va aislando y amarrando a la situación electoral con Batista.

JP: ¿Qué representa el Partido Ortodoxo?

ML: La ortodoxia representa la rebeldía frente a la corrupción. Nosotros encarnamos la línea recta de la revolución que arranca de Varela, Martí, Mella, Guiteras, Grau es la frustración y Chibás recoge las banderas.

Se suicida Eduardo Chibás - 5 de agosto de 1951 - Cuban Studies ...
Si hubiera leído a Maquiavelo hubiera comprendido que El Príncipe no puede cumplir su palabra cuando lo que está en juego es su política. Pero quiso cumplir su palabra con unas pruebas que no tenía, y va al suicidio para probárselo al pueblo que lo había abandonado.

JP: ¿Por qué se suicida Chibás?

ML: Porque no tuvo la sanidad mental para plantear el debate con Aureliano en términos más pragmáticos. Chibás era un revolucionario populista; se acorraló en su propia palabra. Tenía cultura, conocía el marxismo y la dialéctica, pero no tenía el entrenamiento para dar un paso atrás. Si hubiera leído a Maquiavelo hubiera comprendido que El Príncipe no puede cumplir su palabra cuando lo que está en juego es su política. Pero quiso cumplir su palabra con unas pruebas que no tenía, y va al suicidio para probárselo al pueblo que lo había abandonado.

JP: ¿Pero su entierro fue multitudinario?

ML: Yo soy testigo de excepción. Estaba ese sábado montado en su cuña conversando con él, que me invitó a pelarme en una barbería que había en el Hotel Inglaterra. De la esquina una multitud le gritó burlándose: ¡Chibás saca la maleta! (en alusión a las pruebas). Le vi el rostro constreñido; la vergüenza. Lo mató la vergüenza y se suicidó.

JP: Algunos piensan que el suicidio es un acto de cobardía.

ML: Yo respeto ese criterio, pero conozco muchos buenos revolucionarios que se han suicidado por la vergüenza o por la vida. Y en la propia revolución cubana los hay.

JP: ¿Quiénes componían la ortodoxia?

ML: Lo mejor de esa generación que se llamó del Centenario. Gente joven que quería estar en contacto con las masas para influir de verdad en ellas. Y si tú te lees el documento que hizo la Juventud Ortodoxa en 1948 -donde yo soy uno de sus exponentes- afincando el pensamiento político e ideológico de la juventud cubana, te vas a encontrar que ahí proclamamos primero que somos socialistas, segundo, se esbozan planteamientos radicales para cualquier país de América Latina en la actualidad.

JP: ¿Por ejemplo?

ML: Los sistemas de salud, educación y deportes que existen están planteados en ese documento por nosotros con las limitaciones de la época. El concepto de las nacionalizaciones de las industrias básicas empezando por la azucarera. La nacionalización de las compañías extranjeras de petróleo. La reforma agraria para repartir las tierras a los campesinos a través de cooperativas. El enfrentamiento a la política norteamericana de mantener el control de la economía y la política del país. También dijimos que el enfrentamiento con los comunistas no era por razones de ideología, porque hicimos un análisis marxista de la situación, sino porque el P.S.P, que debía ser una fuerza motor del proceso, estaba aliado a otro bando.

JP: ¿Cuál era la estrategia inmediata de ustedes como fuerza revolucionaria para llevar a cabo ese programa?

ML: Influir en el proceso cubano y en las dos generaciones. Lo que estaba planteado en el país era corrupción o no corrupción y pensábamos que lo lógico era liquidar la corrupción para llegar a las reformas sociales en el futuro.

JP: ¿Por qué no darle prioridad a las reformas sociales?

ML: Porque plantear las reformas sociales como si fueran lo fundamental convertía nuestro programa en más radical que el que tenían los comunistas.

JP: Eso no me parece mal.

ML: Es que también eran un partido browderista. Ellos decían que el socialismo en Cuba era consecuencia del socialismo en Estados Unidos; nosotros no. Ah, tú estás esperando a que Lenin tome el poder en la General Motors. No por casualidad la mayoría de los que hoy están en la disidencia, eran comunistas. Se acabó Moscú, entonces vamos a mirar para Washington. Todos estaban al servicio de la política de los norteamericanos, empezando por el viejo Blas Roca.

JP: No te simpatizan mucho los comunistas.

ML: Cada vez que veo un radical, pero que al final no hace otra cosa que esperar que otros hagan lo que a él le corresponde, me surgen graves sospechas.

JP: Sin embargo, ustedes aceptaron abundantes contribuciones de gente que no era muy católica que digamos.

ML: De gente muy rica y poderosa asqueada de la corrupción. Gente conservadora como Fico Fernández Casas; también contribuyente del 26 de Julio. No estoy hablando de gente que cuando sonó la palabra revolución se mandó a correr, no. Se mandó a correr cuando las contradicciones lo llevaron a perder sus intereses.

JP: La muerte de Chibás deja un vacío…

ML: …que se llena con una candidatura electoral creada por un golpe de mano de factores del partido que se aprovechan de las circunstancias, y escogen a Agramonte, un profesor honorable candidato a vicepresidente, pero sin condiciones políticas para dirigir el partido.

JP: Muchas son las opiniones que rodean el 10 de marzo de 1952. ¿A tú juicio, por qué se produce el golpe?

ML: Fundamentalmente por dos cosas: Grau no tiene prestigio y Chibás está muerto. Si Grau llega a tener prestigio no hay golpe de estado. Y si Chibás está vivo tampoco. No porque Chibás vaya a Columbia a disputarle el poder a Batista, sino porque a Batista no se le ocurre darlo.

JP: ¿Ustedes tenían alguna relación con el ejército?

ML: En 1950 nos reunimos en el Hotel Nacional, Ugalde Carrillo, Chibás y yo. Hablaron aparte, pero después Chibás me contó que Carrillo vino a ofrecerle un golpe de estado. Chibás le contestó -después lo dijo por radio sin mencionar el nombre- que lo único que quería era que la unidad de jóvenes del ejército que estaba descontenta por la corrupción, le garantizara las elecciones libres. Salvó al corrupto Prío para sostener la institucionalidad.

JP: ¿Después del golpe de estado, cuál es el panorama político que se observa?

ML: Comienzan las inquietudes estudiantiles y juveniles pero no hay partidos políticos, porque los tradicionales -conservador y liberal- se fueron con Batista. Los auténticos, encabezados por Prío -que tenía dinero- y Aureliano, en desbandada; la ortodoxia sin lideratura, pero con muchas masas.

JP: ¿Y el P.S.P (comunista)?

ML: Buscando dialécticamente donde ubicarse. Batista no los puede llamar de nuevo porque los americanos le dicen que no, pero ellos tampoco adoptan una línea de confrontación porque entienden creo, y no les faltaba razón, que la represión más violenta iba a ser contra ellos. Se mantienen en oposición pero cuidando que sus cuadros no los vayan a matar Ventura o Carratalá, porque les costó mucho trabajo formarlos.

JP: ¿Por qué dices que ustedes no tienen líder?

ML: Recuerdo la frase que me dijo Agramonte el día del golpe cuando va a tocarme la puerta: ¡Todo el mundo boca abajo! Era realmente eso, porque hay un golpe de estado. ¡Pero esa no es la respuesta de un líder!

JP: ¿El poco liderazgo de Agramonte influye en las filas ortodoxas?

ML: Divide el partido entre agramontistas y millistas, que es la corriente frustrada, porque es a Millo Ochoa al que le correspondía ser el candidato presidencial. Los agramontistas se abroquelan en la independencia política de no pactar con nadie, lo cual les permitía mantener la supuesta pureza del partido. Los millistas, que es la corriente a la que pertenezco yo, viendo que teníamos la mayoría del pueblo de Cuba y no contábamos con recursos pactamos con los Auténticos, lo que se conoce como el Pacto de Montreal.

JP: ¿Pero los Auténticos son los corruptos?

ML: Se supone que es el esfuerzo conjunto de dos partidos que en un momento dado tuvieron una misma ideología, ahora separados por la corrupción. Como no están en el poder dejan las diferencias para después e intentan reconquistar el sistema democrático. Dentro de esas fuerzas estaba Fidel, que era de Millo, aunque ellos dos no tenían buenas relaciones.

JP: Algo que siempre me gusta hacer en Miami es tomar café en el Versalles, digamos que a las siete de la mañana. La inmensa mayoría de las personas de más de sesenta años con que converso dicen haber conocido a Fidel en su época de agitador. ¿Era realmente popular antes del Moncada?

ML: En la universidad si. Era conocido por los elementos más jóvenes y bien conocido en La Habana, porque no te olvides que Fidel aspiró a Representante de esa provincia por el Partido Ortodoxo. Además, tenía una hora de radio

JP: La Hora de Pardo Llada.

ML: No, no. Pardo Llada tenía un noticiero muy popular que servía de caja de resonancia de la gente más inquieta de la izquierda, incluyendo a los comunistas. Pardo era el vocero y Fidel lo utiliza.

JP: Entonces su popularidad antes del Moncada es parte del mito.

ML: Bueno, dentro de las filas del partido si era muy conocido; logró una militancia fidelista. Era el más caracterizado acusador, aunque no era radical. Es más, los elementos de la juventud ortodoxa ideológicamente se expresaban de una forma más radical. Como aspiraba a Representante tenía el cuidado de no colocarse en una posición extremista, porque ni contribuía con eso a su éxito, ni al del Partido; y tampoco podía hacer mucho por esas ideas.

JP: Fue una buena estrategia de su parte. ¿El Moncada?

ML: A partir del asalto al Moncada evidentemente se concreta una nueva lideratura generacional que no tiene lo que llamaríamos el temor reverencial de la del 33, y pudo establecer la conciencia de que podían.

JP: De alguna manera desestimas a la generación anterior.

ML: La generación nuestra es distinta. Cuando entregamos parte del poder público a gente mayor no es porque nos consideramos incapaces, sino porque hace falta enmascarar la juventud de nuestro movimiento para que nos crean. Tan es así, que siendo Fidel el líder indiscutido de todo el movimiento revolucionario -desde el punto de vista generacional-, el frente político no se consolida hasta que suben a la Sierra Raúl Chibás y Felipe Pazos.

TRIBUNA LIBRE: EL PRESIDENTE MANUEL URRUTIA - Nuevo AccionNuevo Accion
¿Qué es Urrutia? Un Grau San Martín sin talento. Grau se pudo robar el movimiento cuando los estudiantes le entregan el poder porque sabía más que los estudiantes. Pero cuando Fidel le entrega la presidencia a Urrutia, Fidel sabía más que Urrutia. Esa es la realidad.

JP: ¿Y Urrutia?

ML: ¿Qué es Urrutia? Un Grau San Martín sin talento. Grau se pudo robar el movimiento cuando los estudiantes le entregan el poder porque sabía más que los estudiantes. Pero cuando Fidel le entrega la presidencia a Urrutia, Fidel sabía más que Urrutia. Esa es la realidad.

JP: ¿Cómo recibe el movimiento revolucionario el asalto al Moncada?

ML: El grupo ortodoxo de Agramonte ve una complicación en un hecho que provocó, digamos, temor justificado, pero temor. El grupo de Millo lo vio bajo la misma óptica que los comunistas: como una aventura. Porque todas las aventuras que no tienen éxito son aventuras. Los ortodoxos de Millo sienten que Fidel se adelantó al Pacto de Montreal; la revolución, el golpe que nunca llegaba.

JP: ¿Cuál es la reacción inmediata de Batista?

ML: Cogió preso a auténticos, ortodoxos y comunistas. Ahí entonces se refleja abiertamente por parte de los pesepianos una actitud de crítica, como que era un golpe puchista.

JP: Tengo entendido que Carlos Rafael condena el hecho durante el juicio a los comunistas.

ML: No conozco ese hecho, pero si leí lo que publicó La Carta Semanal. Hay un grupo de comunistas que no aceptan esa línea como César Vilar y Alfredo Guevara, que se va para México. Es el tránsito hacia una posición más revolucionaria.

JP: Franqui también.

ML: Lo de Franqui fue anterior. Carlos Franqui se va del partido porque no le dan la dirección del periódico Hoy; no se va por contradicciones ideológicas. Y después, resentido con los comunistas, adopta una posición antibatistiana y llega a ser un personaje dentro del 26 de Julio. Ahora, Guevara y ese grupo de gente se van con Fidel porque lo conocen de la universidad. Ellos no van al vacío.

JP: ¿Y los Auténticos?

ML: Por supuesto que se desentienden. Fidel los ha fustigado duro.

JP: El Moncada pone sobre la mesa la lucha armada. ¿Qué hacen ustedes?

ML: Estábamos a favor de la lucha armada por la vía clásica de derrocar al gobierno con apoyo del ejército. Eso es lo que se enseñaba en todas las escuelas revolucionarias.

JP: Entonces Fidel no asistió a la misma escuela que ustedes.

ML: Tampoco quiere decir que estuviera contra el ejército totalmente, pero si como institución. Fíjate la diferencia. Fidel dice: si hay buenos en el ejército que vengan al lado revolucionario y que se acabe la institución, que es la que está atada a históricos convenios con los Estados Unidos.

JP: ¿Cómo eran tus relaciones con los estudiantes?

ML: Cuando ocurre el asalto al Palacio Presidencial yo estaba en la dirección de la Juventud Ortodoxa, muy vinculado a la Universidad que era el centro -otra laguna de la historia-, y no participo porque factores dentro de la F.E.U. se oponen diciendo que el ala política de la ortodoxia era de los Auténticos. No obstante, mantengo el vínculo con los estudiantes. Conservo en Miami una carta de Carbó Serviá antes que lo mataran en Humboldt 7, dándome las gracias por las colaboraciones que yo le había hecho, y dice además, que otros lo han abandonado refiriéndose a Carlos Prío.

JP: ¿A través de los estudiantes te alzas en el Escambray?

ML: No, a través de elementos ortodoxos que ya estaban en el Escambray, como Sargén; no el que está en Miami, que es un farsante, sino el hermano que ya murió. En La Habana la cosa se había puesto muy difícil; la represión era violenta y yo estaba bastante huérfano de relaciones revolucionarias.

JP: ¿Todos los alzados eran ortodoxos?

ML: Éramos un frente popular donde también habían del 26 de Julio y elementos estudiantiles. Cada cuál llevaba su brazalete. Comunistas no habían.

JP: Se ha dicho que ustedes nunca combatieron.

ML: Lo que no había era lucha ideológica interna, cada cual tenía su pensamiento. Un frente común era luchar contra el ejército de Batista en las Villas, pero no había luchas internas. Eso comienza a tomar más fuerza ideológica cuando llega el Che.

JP: ¿El enfrentamiento con el Che los convierte en una fuerza estigmatizada dentro del movimiento revolucionario?

ML: En política siempre las cuestiones personales gravitan mucho y luego se revisten de diferencias ideológicas. El Che que llega al Escambray viene con la instrucción de la Sierra Maestra de unir a todos los elementos bajo un mando, pero eso ya existía allí; era Menoyo, con una escisión del Directorio que no lo aceptaba. Mira, en lógica política el entendimiento del Che debió ser con Menoyo.

JP: ¿Pero es el Directorio el que pacta con el Che?

ML: Lo que pasa es que es muy difícil poner las cosas en su lugar hoy día. Pero el Che llega al Escambray sin conocer Cuba, sin conocer a los cubanos. Y si tú llegas a un país extranjero y tienes un amigo que te dice las cosas, tú le crees. El Che llega con una visión educada, con cierta preparación política, y la opinión de los pesepianos que se le han sumado en el camino.

JP: Además tropieza conque entre ustedes no hay comunistas.

ML: La estrategia comunista no era alzarse, y nosotros no íbamos a decir: Blas Roca, ven para que te alces con nosotros.

JP: ¿Por qué piensas que lo lógico debió ser un pacto entre Menoyo y el Che?

Che Guevara, Aurelio Nazario, amigo, y Eloy Gutiérrez Menoyo, en
Las Villas, diciembre de 1958.

ML: Porque el Directorio le disputaba al 26 de Julio la hegemonía de la revolución. El asalto a Palacio es un golpe de los auténticos para impedir que la Sierra Maestra y la insurrección generacional, controlen el proceso revolucionario.

JP: Esas son conjeturas sectarias.

ML: Fíjate que cuando el Che viene para La Habana, la instrucción que le da Fidel, y eso estará en algún libro por ahí, es que no venga con el Directorio. ¿Después del triunfo con quién fue la bronca, con nosotros o con el Directorio? ¿Por qué el Directorio toma Palacio? ¿Por qué toman la Universidad? ¿Por qué se llevan las armas de San Ambrosio? ¿Para qué?

JP: ¿Y ustedes qué hicieron?

ML: Sabíamos que habían problemas, pero no tomamos ninguna posición militar porque ya Fidel había ganado y no queríamos confrontación. Lo hubiéramos hecho primero que nadie, porque la primera tropa que llegó a La Habana fue la de Menoyo; fuimos nosotros. Eso está en la historia. El que mandó a acuartelar a la policía de Batista fui yo, que llamé al jefe y le dije: Guárdenme las perseguidoras porque las vamos a tirotear.

JP: Sobre ustedes pesan acusaciones de asesinatos en el Escambray.

ML: Anoche estábamos hablando con Manuel Piñeiro sobre el tema de Carreras y los asesinatos. Las seis personas que mató están bien muertas pero mal matados, porque Carreras en vez de establecer un juicio formal, él mismo ajusticiaba a los que había que matar. Ahora, ningún tribunal revolucionario hubiera absuelto a ninguna de las personas que él mató.

JP: También tiene un enfrentamiento personal con el Che.

ML: Carreras estaba molesto con el manifiesto de la Sierra para que todos los soldados del 26 se incorporaran al Che. Carreras tomaba. Tienen una discusión que agrió las relaciones con toda nuestra organización, hecho que fue aprovechado por algunos elementos.

JP: ¿Cómo ves las cosas desde hoy?

ML: El Che las tuvo que haber visto de otra manera; es permitido. Pero Menoyo también. El Che no era un político y Menoyo dejaba pasar las cosas; no tenía lideratura política, no tenía estatura para ver las consecuencias de ese enfrentamiento.

JP: La cuestión no es quién tiene la razón. La cuestión es el respaldo popular.

ML: Lo mejor es tener la razón y la fuerza, pero si tienes la razón y no tienes los medios para imponerla, o para convencer a la mayoría de que tú tienes la razón, de que vale.

JP: Han pasado cuarenta años. ¿Qué piensa Max Lesnik?

ML: Si tú analizas mi pensamiento político a la luz de lo que yo te he contado, la revolución que yo soñaba era una revolución sin Washington y sin Moscú. En la línea martiana, mellista…

JP: ¿Te refieres a Julio Antonio Mella, que era comunista?

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Mella era ideológicamente comunista, pero tan cubano como la Palma

ML: No es verdad. Mella era ideológicamente comunista, pero tan cubano como la Palma. Si esa hubiera sido la línea de la revolución en el 59 los americanos nos hubieran arrasado. Ninguna, ninguna revolución hubieran permitido. Ni la más pequeña; y menos comunista.

JP: ¿De qué se dio cuenta Fidel que ustedes no?

ML: Que al igual que en la guerra, el enemigo le da cierto margen al adversario para que se mueva a posiciones negociables.

JP: ¿Pero muchos lo siguieron desde entonces?

ML: El problema es que yo no sé si lo entendieron. No es lo mismo entender a Fidel que seguirlo y decir: él sabe lo que hace. Porque no creo en Mandrake. Prefiero cuarenta años después reconocer que no tenía la razón, a haber adoptado sin creer toda una doctrina filosófico-religiosa.

JP: ¿Religiosa?

ML: ¿A quién tú crees que respeta más Dios, al que dice que no cree, porque no cree, o al que dice creer y no cree? Ahí es donde está la clave de la cuestión: si yo no creo, no te sigo.

JP: Para finalizar, ¿Fidel y usted no fueron enemigos?

ML: No, nunca; en lo personal siempre fuimos amigos. Siempre hubo una buena relación.

La Habana. Agosto Pandémico del 2020.

Continuando la lógica del molino de agua me seduce la viejísima idea griega de que el agua que corre no es siempre la misma a menos que se estanque y se convierta en agua que muere y apesta, no obstante, nuevas formas de vida surgen de la cochambre y el mal olor. Las relaciones entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba carecen de información popular como al populo le importan un bledo las rutas e intereses que van dando cuerpo a las relaciones entre nuestros gobiernos. Muy poco cambia la realidad cotidiana del cubano de a pie y mucho beneficio logran los pícaros, los lobistas de allá y de aquí, y los oportunistas que inundan bodas y cumpleaños reales.

El 17D convirtió a los caminantes en esperanzados de la zapatilla de cristal, y a la burocracia partidista en coquetos Lady Di. Pero la historia es cíclica en las aspiraciones de los políticos, a veces lo que ayer se percibe de un modo, hoy cobra modernidad y buen provecho en el contexto de mañana. En este sentido, no hay nada nuevo en la villa del Señor.

Recuerdo que cuando llegué a New York en mayo de 1992 llamé a mi padre y le dije: ¡Estoy en New York! A lo que él me respondió: ¿Están el Empire State, el Yankee Stadium y el Waldorf Astoria en el mismo lugar? Quedé en silencio. Él comprendió y me dijo:

-Avísame cuando descubras algo nuevo.

(La segunda parte de esta entrevista será publicada el jueves 20 de Agosto)

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