La memoria histórica del Directorio Revolucionario 13 de Marzo

Por  Aries M Cañellas Cabrera.  Es usual incluir muchas veces un seminario sobre el Moncada y La Historia me Absolverá, en tanto, el asalto a Palacio no pasa de una mención que, la más de las veces, atribuye falsamente un carácter suicida al hecho.Imagen: Fructuoso Rodríguez, José A. Echeverría. [illegible] al Príncipe … [illegible]. Estudiantes presos, álbum de 1954.

Por  Aries M Cañellas Cabrera

La memoria histórica de una nación es la espina dorsal que sostiene la identidad nacional, la que permite a futuras generaciones compartir sentimientos, posturas éticas, ideológicas, religiosas o estéticas. Ella constituye el proceso sociocultural más importante para preservar la huella de una cultura y, como tal, debe ser rescatada, restaurada, resguardada, conservada, estudiada y difundida en un constante ciclo de desarrollo multidisciplinar que asegure la imparcialidad y objetividad de lo tratado.

Si partimos del precepto de que un país es más que la suma de sus sucesos, es en el análisis objetivo de lo unitario y lo antagónico que se enaltece la nación. Entonces, sobran acá los intereses sectarios.

Si partimos del precepto de que un país es más que la suma de sus sucesos, es en el análisis objetivo de lo unitario y lo antagónico que se enaltece la nación. Entonces, sobran acá los intereses sectarios.

La manipulación de la memoria histórica responde a intereses parciales, dogmáticos o personales que rara vez alcanzan, a largo plazo, su objetivo. La intención es dejar, a los ojos de actores futuros, la imagen de una sociedad que pudo haber sido más que eso. Ejemplos de lo anterior abundan en la historia: los egipcios borraron a la faraona Hatshepsut de los monumentos del Imperio Nuevo, quisieron invisibilizar su figura. Vano intento, milenios después se sabría de ella.

Forma parte de la labor del historiador, amén de todos los aspectos que conformen su análisis subjetivo de la realidad, tratar los hechos en su integralidad. La historia total dignifica la labor y enriquece el enfoque, aunque tal cometido pueda parecer una quimera en un mundo profundamente matizado por intereses de todo tipo.

El discurso histórico alrededor de la historia de la Revolución está desbalanceado, fragmentado; inclinado manifiestamente hacia una visión ventiseísta, que deja un notable espacio de interrogantes y vacíos. Una parte importante de esa zona invisible la ocupa el Directorio Revolucionario 13 de marzo.

El Directorio Revolucionario y la historia de la Revolución

Hace un año, en un artículo-respuesta a la controversia desatada alrededor de la emisión del programa Mesa Redonda del 13 de marzo de 2020, Rosario Alfonso Parodi, al referirse a este tema, hacía una conclusión clave: «Si ese discurso es de desmemoria, si es chato, maniqueo, denostador de lo que algunos creen no tributa a la alabanza y gloria de unos pocos, ese día, esa convergencia va a ser desigual; ese día podrían lograr que la Revolución viva una crisis de identidad, desde donde hacerla escorar».

La desigualdad en el discurso se manifiesta en dos aspectos fundamentales que lastran la memoria histórica del Directorio Revolucionario: primero, la escasa presencia de la organización en los estudios de la historia de la Revolución en todos los niveles de la pirámide formativa de la enseñanza; segundo, la sustitución de los espacios y la tergiversación o disminución de la épica revolucionaria del Directorio.

Presencia de la organización en los estudios de la historia de la Revolución

El primer aspecto es el más abarcador, pues el estudio de la historia de la Revolución en el sistema educativo empieza desde la asignación de nombres a las escuelas y centros. Relacionado con ello, se manifiesta un aparataje de influencia visual y cognitiva que incluye fotos del mártir —o del hecho— en los murales y las aulas, conocimiento de su biografía desde el preescolar, trabajos investigativos, convocatoria a concursos, etc.

Para analizar este aspecto sería necesario contar con los nombres de todos los centros de estudio del país. Tal listado no fue posible hallarlo, pero sí uno aproximado —disponible en ECURED: «Instituciones Educativas de Cuba»— del cual se tuvieron en cuenta 660 instituciones. La selección para el análisis incluyó a las provincias que tuvieran la mayoría de sus instituciones docentes presentes en la lista, pues en ciertos casos aparecían provincias con muy pocas escuelas declaradas.

El resultado es revelador: del total de 660 escuelas y centros, 117 nombres (17%), pertenecen a la categoría que denominamos «del siglo XIX»; 178 (26%), a la categoría «M-26-7» y solamente 27 (4%), a la categoría « Directorio Revolucionario». El resto de las denominaciones fueron incluidas en una categoría mayoritaria que llamamos «otros» en la cual se cuentan: internacionalistas, otras organizaciones revolucionarias, figuras o hechos internacionales y personalidades del mundo de la cultura.

Jimenito, otra vez ninguneado

Tales datos pueden aportar varios análisis que no son objeto de este trabajo, pero lo que sí queda claro es que, en lo relativo a nombrar las escuelas y centros educativos, el resguardo, estudio y difusión de la historia del Directorio es seis veces menor que el de la organización que fue su homóloga en el tiempo.

Un segundo aspecto de este primer punto son los programas de la asignatura Historia de Cuba en los distintos niveles de enseñanza. En el libro de texto de noveno grado no llega a cuatro páginas el contenido que menciona, como otras acciones y sucesos, los temas relacionados con el Directorio. Sucede algo similar con el libro de texto de duodécimo grado. Es prácticamente el mismo enfoque e igual cantidad de contenido.

En el caso de la enseñanza universitaria, lo típico es que en un programa de 64 horas ninguna clase se dedique por entero a tratar la historia del Directorio, lo cual es comprensible debido a la necesidad de condensar, en tan poco tiempo, tanto contenido. El mayor problema estriba en que, de una unidad que como mínimo tiene diez horas —que abarcan solamente la etapa comprendida entre el 52 y el 59— nunca se destinan más de dos en total al Directorio.

El alumno vuelve a recibir —con un enfoque más integral que en enseñanzas precedentes— la información relativa a los héroes indiscutibles del Moncada, las etapas de la lucha en la Sierra, el fracaso de la huelga del 9 de abril, el llamado de Fidel a la huelga general, etc. Pero nada se les dice del paro de los Cincos Minutos, ni de las declaraciones de «Ciudad Muerta», no se les habla del triunfo del paro azucarero de diciembre del 55, gracias al respaldo del ya existente Directorio, y, en la mayoría de los casos, los estudiantes siguen creyendo que este se fundó el 24 de febrero de 1956.

En la distribución de contenidos, están justamente incluidos Abel, Renato, el temple de Melba y Haydee, el derroche de coraje de Camilo y Che en su marcha a Las Villas. En cambio, nada de Machadito —ni su posterior calvario— volviendo a entrar a Palacio para rescatar a un miope Juan Pedro; se omiten también la importancia de la colaboración de la columna del Directorio para la toma —junto al Che—, de la zona central, así como la enorme muestra de unidad de esta columna al poner toda su base logística del centro del país en función de socorrer a unos desfallecidos invasores; tampoco existen, en los programas, las mujeres del Directorio.

Imagen tomada por el fotógrafo Liborio Noval el 13 de marzo de 1957.

I

Es usual incluir muchas veces un seminario sobre el Moncada y La Historia me Absolverá, en tanto, el asalto a Palacio no pasa de una mención que, la más de las veces, atribuye falsamente un carácter suicida al hecho. Si conocemos esas lagunas en la manera de abordar la historia del Directorio, podremos comprender la naturalidad con la que, hace un año, transmitiendo desde el antiguo Palacio Presidencial, una periodista manifestó, en un programa de televisión, que esos muchachos habían ido a un suicidio.

El desconocimiento, soslayo y ninguneo de la historia del Directorio está tan enraizado, es tan profundo el daño a la memoria histórica de la organización, que pensamientos como ese son, según mi experiencia de más de veinte años de docencia, la imagen típica con que los estudiantes abandonan las aulas.

Tal ignorancia podría haber sido atenuada con la difusión, a través de editoriales cubanas, de libros relativos al tema; sin embargo, la presencia en los catálogos de dichas instituciones de publicaciones afines al Directorio es ínfima. Una simple ojeada a las librerías del país permite apreciar que no abundan, como regla general, materiales de este tipo.

Sin que sea exhaustivo, entre lo que existe cito algunas memorias, como las de Julio García Oliveras, Enrique Rodríguez Loeches y, más recientemente, las de René Anillo. Vale destacar también la excelente novela Empecinadamente vivos, de Rodolfo Alpízar Castillo, publicada por Letras Cubanas en el 2011 y a libre descarga en internet, que es una historia novelada sobre los hechos de Humbolt 7. Del historiador Newton Briones es Víctima o culpable. La delación de Humbolt 7, interesante libro bajo el sello de Ruth Editorial y a la venta en Amazon.  

No es este un asunto menor. Gran parte del conocimiento histórico se forma a través de lecturas, de modo que las personas asumirán como herencia histórica lo que conocen, y desecharán, o no incorporarán, aquello que ignoran. El paso de los años hace el resto, hasta terminar por desaparecer de la memoria de la nación a hechos y figuras. ¿Acaso ha escuchado la media de los cubanos y cubanas hablar de Mujeres Oposicionistas Unidas?

¿Qué pasará cuando no estemos?

El punto anterior está matizado —aunque no explicado— por un hecho objetivo: el difícil acceso a los archivos del Directorio Revolucionario 13 de Marzo. El fondo que existe en el Archivo Nacional —la última vez que este articulista acudió a revisarlo fue en el año 2013—, es la minúscula parte de uno mayor que se encuentra ubicado en la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, a la cual el acceso es mucho más restringido.

Sustitución de los espacios, tergiversación y disminución de la épica revolucionaria del Directorio

Una etapa muy importante de la memoria histórica es la conservación y restauración de los espacios, con el fin de mantener los referentes que posibilitan codificar la historia en el imaginario social y perpetuar los legados. El Directorio ha sido absorbido, diluido, como parte de un proceso de continuidad y aparentes reconocimientos.

¿Qué significa para la memoria del Directorio que sea Palacio el Museo de la Revolución? Podría parecer un reconocimiento, un homenaje, el usar como símbolo del proceso el lugar donde cayeron tantos asaltantes de esa organización. Pero no lo es, es una sustitución, una homogeneización de la individualidad en el todo. El Directorio apenas está en ese lugar. Cuando uno lo visita, si no cuenta con una guía, puede salir sin haber visto siquiera los orificios de bala. Lo que queda, al recordar, es el conjunto escultórico del Che y Camilo, las camisas y otros objetos de los moncadistas.

La sustitución de espacios no tiene, sin embargo, su peor ejemplo en el Museo de la Revolución. El caso más significativo es la desaparición del parque Zayas para la erección del Memorial del Granma. Literalmente, en ese lugar donde tantos mártires del Directorio cayeron, los símbolos del M-26-7 reemplazaron el espacio físico y la memoria histórica de los hechos. El camión de mudanzas parece ilustrar, como una ironía, la transmutación.

Parque Zayas, actual Memorial del Granma, y del Palacio Presidencial.

Siempre existirán explicaciones alternativas que intenten justificar lo anterior. Podrá apelarse a argumentos que no negarán lo analizado. Como también será posible achacar a la incapacidad de un funcionario sin nombre los sucesos que me fueron referidos por Natalia Bolívar —y publicados por Julio César Guanche en entrevista realizada a esta heroína—, referentes a la colocación, en la antigua Quinta Estación de Policía de Playa, de una tarja que afirmaba que ese lugar había sido asaltado en noviembre de 1958 por comandos del M-26-7, cuando se sabe que fue una acción del Directorio.

La homogeneización y sustitución de los espacios afecta la memoria histórica del Directorio, pues tergiversa y disminuye la épica de la organización, perturbando además la imagen unitaria que siempre proyectó. ¿Acaso conoce la media de los cubanos que las armas que quedaron del asalto a Palacio fueron enviadas a Frank País por la dirección del Directorio para ser subidas a la Sierra? Sé, por mi experiencia docente, que cuando se relatan los refuerzos de armamentos y hombres con los que Frank refuerza y socorre a la guerrilla, no se menciona este aporte.

¿Y la alocución de José Antonio? En los últimos años me he ocupado de preguntarle a mi hija y a mi hermano menor, que viven en provincias diferentes, si les ponen la grabación con sus palabras ante los micrófonos de Radio Reloj. Llevo años recibiendo un «no» por respuesta.

En la memoria popular el Directorio corre el riesgo de desaparecer, de su memoria histórica ya se han eliminado ciertas tradiciones. Indague en las calles qué ocurrió el 30 de julio y por qué es el Día de los Mártires. Pregunte igualmente qué sucedió el 20 de abril. Comprobará —como me ha ocurrido en aulas de tres provincias—, que la mayoría puede identificar y relacionar la primera fecha con acciones del M-26-7, mientras casi ninguno acierta que la segunda es la masacre de Humboldt 7.

El rescate, restauración, resguardo, conservación, estudio y difusión de la historia del Directorio es una necesidad. La historia de la Revolución es incompleta sin ella. La homogenización lacera el discurso histórico y abre una brecha injusta en la comprensión del proceso, lo cual afecta no solo al legado del Directorio, sino a la propia memoria de la nación.

Para contactar con el autor: [email protected]

Fuente: La Joven Cuba

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