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Trece importantes grupos de rebeldes han manifestado no reconocer a la Coalición Nacional y al Gobierno provisional de Ahmad Tumeh, lo que significa una verdadera escisión en el seno de la oposición siria.
Los islamistas han anunciado su ruptura con los adversarios más liberales de Bashar Asad, instando a sus partidarios a regirse por las normas de la saría. En opinión de algunos analistas, la situación se escapa al control, pudiendo degenerar en una masacre. Ello no obstante, Moscú todavía cree posible convocar la conferencia sobre el arreglo Ginebra 2.
El enfrentamiento entre las fuerzas de Occidente e integristas puede desembocar en una guerra de amplias proporciones. Las disputas entre los destacamentos que representan diversas corrientes de la oposición, pasan a ser algo común y corriente. Todavía a mediados de septiembre, el grupo autodenominado el Estado Islámico de Iraq y el Levante anunció el inicio de hostilidades contra sus antiguos aliados, el Ejército Libre de Siria, calificando esta campaña de lucha contra el mal. Más tarde, el cabecilla de Al Qaeda, Aymán al Zawahirí, exhortaría a los islamistas sirios a combatir tanto contra el régimen de Asad como contra la oposición. El Ejército Libre de Siria, según él, no es mejor que las tropas gubernamentales.
Como resultado, vio la luz una declaración firmada por grupos como At Tauhid, Yabhat al Nusra, vinculado a Al Qaeda, el radical Ahrar ash Sham, la 19ª división. Los islamistas afirman que la Coalición Nacional ya no los representa y que no reconocen al Gobierno encabezado por Ahmad Tumeh.
Tomando en consideración la heterogeneidad de la oposición siria, la escisión definitiva en su seno era de esperar, destaca Vladímir Isaev, profesor del Instituto de Asia y África:
–Las fuerzas que luchan contra las autoridades oficiales, jamás estaban unidas. El único deseo que las une es la aspiración a derrocar a Asad. Pero conciben el futuro cada una a su manera. Unos planean seguir edificando el califato islámico, como lo llaman, en el territorio de Siria. Otros, los moderados, como los califican, quisieran democratizar Siria, acabar con la imagen de un país rebelde. Otros intentan vertebrar su propio Estado, pues no todos están contentos con que Siria sea gobernada por los alauíes.
La desintegración de los rebeldes fue impulsada por los acontecimientos de este último mes: el consentimiento de Damasco para entregar bajo control internacional sus armas químicas y, como consecuencia, la suspensión del ataque estadounidense en ciernes. Los portaaviones de EEUU frente a las costas sirias, al parecer, infundieron esperanzas a los rebeldes de una victoria que no tardó en desvanecerse.
Las contradicciones se agravaron. Cada grupo imputa los fracasos a otros insurgentes. Asad, por supuesto, debe aprovechar esta coyuntura, máxime que la escisión puede resultar un fenómeno pasajero, opina el copresidente del comité ruso de Solidaridad con los Pueblos de Libia y Siria, Oleg Fomin:
–Por una parte, es una buena nueva para el Gobierno de Asad. Pero, como quien dice, un lobo no muerde a otro lobo, y el Ejército Libre, el Estado islámico de Iraq y el Levante, Yabhat al Nusra, aglutinados por el odio, acabarán llegando a un acuerdo. Unos son islamistas empedernidos y odian el régimen laico, otros, como el Ejército Libre, ansían hacerse con el poder. En el aspecto táctico, la situación actual favorece a Asad, pero no conviene confiar en que realmente se exterminen recíprocamente. Sus dueños personificados en Arabia Saudí y Qatar, controlados por EEUU y algunos países europeos, no permitirán que esta jauría se enzarce en luchas civiles.
Realmente, los rebeldes instan a las fuerzas de la oposición a reorganizarse y a unirse sobre los principios del islam que, según ellos, es “la única fuente de legalidad”. Mas no por diversos grupos dejan de disparar los unos contra los otros. Vladímir Isaev opina que el enfrentamiento entre los insurgentes puede desembocar en una masacre.
Mientras, la Coalición Nacional, abandonada por los integristas, ha anunciado su disposición a participar en la conferencia de paz Ginebra 2, pese a que anteriormente la oposición planteaba como condición sine qua non la dimisión de Asad. Desde hace ya más de un año, diplomáticos rusos y estadounidenses se empeñan en sentar a la mesa de negociaciones a los representantes de las autoridades oficiales y a la oposición. Esta semana, la Cancillería rusa ha anunciado que la conferencia podría convocarse, pero para ello se necesita una “representativa participación” de las fuerzas de la oposición sirias.