Lo partiestal, pasado, presente y posibles futuros

Vivir en Cuba crea la sensación de ser parte de un experimento permanente cuyo diseño desapareció hace mucho tiempo, y ya nadie recuerda bien cuál era el verdadero propósito original. Al no saber hacia dónde se quiere llegar, tampoco es posible precisar los objetivos y tareas parciales; de ahí que los participantes giren constantemente como en una noria, y solo esperen con ansias que alguna fuerza centrífuga los lance afuera.

escrito por Mario Valdés Navia 

Vivir en Cuba crea la sensación de ser parte de un experimento permanente cuyo diseño desapareció hace mucho tiempo, y ya nadie recuerda bien cuál era el verdadero propósito original. Al no saber hacia dónde se quiere llegar, tampoco es posible precisar los objetivos y tareas parciales; de ahí que los participantes giren constantemente como en una noria, y solo esperen con ansias que alguna fuerza centrífuga los lance afuera.

Pero esto no pasa de ser un espejismo para observadores incautos, o mal informados. En realidad, los diseñadores sí han sabido todo el tiempo cuál es su objetivo. En el largo camino recorrido desde 1959, los fines y métodos a corto y mediano plazo han ido sufriendo modificaciones, pero el resultado final se ha garantizado: la conquista y preservación del Poder omnímodo por un mismo grupo político sobre el resto de la nación. 

 

Armando Hart

(Foto: Associated Press)

Prueba de ello es lo ocurrido con la relación social más importante en cualquier sociedad: la propiedad. Si bien los antiguos grandes propietarios cubanos y extranjeros fueron expropiados entre los años 1959-1960 y luego llegó el turno a la mayoría de los productores medianos y pequeños de la ciudad y el campo en aras de la estatización absoluta; lo cierto es que lo privado siguió predominando, aun con la economía superestatizada.

Esto se logró mediante lo partiestal, mixtura entre propiedad estatal, de derecho, y privada. En efecto, aunque la parte más conocida de este fenómeno radica en la economía sumergida, la corrupción empresarial, y los manejos ilegales de los trabajadores para sobrevivir (la resolvedera), es en el empleo de los recursos nacionales convertidos en propiedad estatal, a disposición de una oligarquía todopoderosa, donde residen las expresiones más completas de lo partiestal.  

Cuando el Gobierno/Partido/Estado se plantea la privatización de la economía a lo ruso para supuestamente salvarnos de la crisis estructural, vale la pena analizar cuál ha sido el tipo de propiedad que ha prevalecido en el último medio siglo de aparente utopía comunista: ¿Acaso la de los “productores libres asociados” de que hablaban Marx y Engels? ¿La de los colectivos obreros y campesinos cooperativistas que proclamaba el socialismo soviético? ¿Es la propiedad estatal equivalente a “de todo el pueblo”?

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(Foto: Txetxu via Flickr)

El sentido de propiedad y lo partiestal

En mi libro El manto del rey (Ediciones Matanzas, 2020) dediqué un ensayo homónimo a una cuestión que hallo medular: el sentido de propiedad. Entendido como: “el contenido subjetivo, o imagen mental, que poseen los miembros de la sociedad sobre las relaciones de propiedad y sus formas de realización en un contexto determinado”, el sentido de propiedad existe en todas las sociedades humanas; pero en el socialismo su realización se complica.

En el capitalismo, la forma de realización de la propiedad burguesa a través de la ganancia favorece la consolidación del sentido de propiedad burgués. Con el tiempo y por vías diversas, los capitalistas llegaron a vincular los ingresos de los obreros y empleados a los resultados económicos de las empresas de manera cada vez más eficaz y eficiente.

En muchos Estados capitalistas, sobre todo en los desarrollados, se ha formado también un sentido de propiedad del ciudadano hacia la esfera pública que se asocia directamente al uso social de la parte de su ingreso que el Estado le enajena a través de los impuestos. La reproducción del sentido de propiedad capitalista en grandes sectores populares e intelectuales conduce a la alienación y el apoliticismo, lo cual favorece la hegemonía cultural burguesa.

El déficit del sentido de propiedad socialista radica en que es inadmisible que pueda desarrollarse en un sistema donde la propiedad nunca ha sido realmente social, sino partiestal (particular/estatal). Es que los medios de producción declarados como propiedad de todos son escamoteados por un pequeño grupo oligárquico de altos dirigentes, quienes controlan su gestión y usufructo.

Por eso, en todos los Estados que han establecido el modelo de socialismo  estatal-burocrático ha predominado la falta de estimulación al trabajo, contracción permanente del mercado interno y limitadísima participación de los trabajadores en la gestión de los recursos supuestamente públicos.

 

Mecanismos (3)

Siendo así, la mayoría de los obreros, campesinos, empleados e intelectuales comparten hacia la propiedad estatizada una actitud de alienación, al punto que el significado que le confiere la mayoría es el de una propiedad de nadie. En lugar de sentirse arropados por el manto protector de la omnipresente propiedad estatal, los individuos se sienten tan excluidos de ella como si pasearan desnudos por las calles, cual inocente monarca del cuento medieval.

Sin embargo,  a despecho de lo que creían Stalin y demás caudillos socialistas, el trabajador no es un simple tornillo en la gran maquinaria social, sino un animal político (zoon politikon). Es un individuo dueño de su libre albedrío, portador de una voluntad que aspira a ser respetada y tenida en cuenta como la de cualquier otro ciudadano de una república.

Intentar enajenarle sus derechos a participar en la conducción de los asuntos relativos a la gestión de recursos de los que se le ha declarado co-propietario, a favor de una casta de burócratas que supuestamente lo sabrían todo y pensarían por él, ha sido un precio que la historia demostró que los pueblos no estaban dispuestos a pagar. Prueba de ello fue la desaparición del socialismo real en Europa.

Disolución de la URSS (4)

Es en la realidad económica primero, y en lo político-ideológico después, donde se logrará promover el sentido socialista de propiedad, y no al revés. Lo ocurrido con lo partiestal en el socialismo cubano lo comprueba una vez más. Analicemos brevemente su pasado, presente y posibles futuros.

Pasado

Cuando el sorprendido gobierno de los Estados Unidos decidió repetir acá el esquema intervencionista de Guatemala 1954, los barbudos, ya convertidos al comunismo, no dudaron en expropiar sus empresas. Casi a seguidas nacionalizaron toda la propiedad capitalista en el país y crearon el mayor sector estatizado del mundo (100% en todas las ramas principales, excepto la agricultura, donde ascendía al 70% del suelo cultivable).

hombre

Sin embargo, la propiedad estatal socialista posee una naturaleza común en todas partes, aunque haya nacido en un multitudinario acto de masas con un coro de un millón de voces. Pronto, las grandes empresas agrarias e industriales recién creadas (consolidadas) mostraron un decrecimiento de la producción y la productividad, debido tanto a factores exógenos (bloqueo, gastos de defensa, éxodo de especialistas, etc.) como endógenos, ligados a la falta de motivación interna.

Ante la manifiesta falta de correspondencia entre su estatus jurídico de co-propietarios y los impedimentos para ejercerlo, los trabajadores aplicaron fórmulas de resistencia que aprovechaban las ventajas de su condición de productores directos, algo que la burocracia no les podía enajenar. Entre ellas: utilizar los medios de producción estatales con fines particulares; hurto de instrumentos de trabajo y materias primas; desvío de productos terminados hacia la economía sumergida, etc.

A estas manifestaciones delictivas, realmente secundarias, es a lo que se conoce popularmente como economía partiestal. Su existencia muchas veces está tolerada/fomentada por la incapacidad de las administraciones para garantizar el mantenimiento a los equipos, obtener materias primas, o estimular a los obreros; de ahí que la simbiosis entre Estado y productores individuales se torne imprescindible para mantener la reproducción del proceso productivo.  

Lo partiestal alcanzó mayor protagonismo cuando el Período Especial trajo a Cuba un nuevo sujeto económico: el capitalismo de Estado ─nunca mencionado por ese nombre en el discurso oficial, sino por sus formas: empresas mixtas, asociaciones de capital, concesiones─ en forma de mixtura entre propiedad estatal y capital transnacional, nunca con capital privado cubano.

La información del volumen exacto que ocupa en la economía nacional es secreta, pero es determinante en las importantes industrias del níquel, turismo y energética, y cada vez más creciente en otras ramas industriales, comercio,  agricultura y algunos servicios.

Presente

Con el nuevo milenio, la necesidad de reanimar la economía condujo a una política de austeridad para reducir los gastos del presupuesto y pagar los compromisos de la deuda externa. La disminución de las personas atendidas por la seguridad social y el desagradable incremento de la pobreza ─el coeficiente Gini que era de 0,25% en 1988, ascendió a 0,45% en 2005─ lastimó aún más el sentido de propiedad socialista en la población.

Durante tres decenios, los altos dirigentes, que utilizaban a su antojo la propiedad estatal, rechazaron las propuestas de economistas cubanos a favor de las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) como factor importante para reanimar la economía, a pesar de su significativo espacio en la economía mundial.

Miedo que les provoca

(Foto: Juventud Rebelde)

Tras los cambios iniciados en el 2007 se entreabrieron lentamente las puertas para el reconocimiento de la pequeña y mediana producción privada y cooperativa. El primer paso fue la aprobación del eufemístico trabajo por cuenta propia (TCP) y las cooperativas no agropecuarias (CNA), para más tarde dar paso a las mipymes, pero ahora con fines oligárquicos.

En el último quinquenio, el verdadero significado de lo partiestal a nivel de país saltó a primer plano con la debacle económica producida por el control del holding  GAESA ─cuyas acciones pertenecen en su mayoría a personas naturales─  sobre la política inversionista del país y la consecuente ruina de los sectores agrario, industrial, energético y constructivo y el desgaste y paralización de los servicios públicos básicos y la infraestructura.

El empleo desmedido e innecesario de la mayor parte de los escasos fondos de inversión pública en la rama de la construcción de nuevos hoteles de GAESA, aun en medio de la crisis de la covid-19, ha sacado a la luz como nunca antes quiénes son los verdaderos amos de la economía y la política en el archipiélago.

Deterioro de ciudades

(Foto: Abel Tablada)

Tras la catástrofe generada por la Tarea Ordenamiento (2021), la inflación galopante diluyó los salarios y jubilaciones en manos de los consumidores y los obligó a buscar fuentes alternativas de ingresos para no caer en la inopia. La enorme proporción del ingreso que deben invertir las familias en el pago de los alimentos: más del 80% ─rasgo típico de sociedades pobres y atrasadas según la Ley de Engel─ es uno de los más altos del mundo.

En este entorno, la aprobación de las añoradas mipymes marcha lentamente (6 273 al cierre de 2022). En la práctica, muchas de ellas sirven para encubrir el traspaso directo de propiedad partiestal a miembros de la oligarquía, o sus testaferros cubanos o extranjeros, quienes no solo lavan así su dinero proveniente de fuentes ilícitas, sino que gozan de prebendas especiales otorgadas a dedo por el Gobierno.

Con los ingresos disminuidos por la mala gestión gubernamental, los efectos de la crisis pandémica no han podido ser superados. El mantenimiento de las sanciones del gobierno de los EE.UU. y la presión internacional por el pago de la deuda externa ponen al país al borde de la quiebra económica. Aun así no existe una política clara de qué ocurrirá con la inmensa propiedad partiestal del grupo de poder oligárquico, paralizada y obsoleta en gran parte.

   

Imagen: Left Voice

Futuros posibles

Soberbia y rebelión: mantenimiento por todos los medios, incluyendo los violentos, del estatus quo actual de ineficacia y ruina del sector partiestal hasta que un estallido social masivo haga colapsar el aparato represivo del Poder, sin que exista certidumbre sobre lo que vendría después.

Totalitarismo capitalista oligárquico: Ejecución de un proceso masivo y acelerado de privatización desde arriba al estilo ruso, donde la mayor parte de las inmensas propiedades partiestales pase, directa o indirectamente, a miembros de la alta y media oligarquía burocrática y sus clientes y aliados, nacionales e internacionales.

Democratización y reconciliación: Adopción de un genuino proceso de reformas económicas endógenas, participación social y democratización política mediante la descentralización de la propiedad partiestal, como parte del proceso mayor de descentralización del Estado a favor de municipios, empresas y actores de la sociedad civil. Esta cuestión exige, en primer lugar, del fomento de un legítimo sector no estatal (cooperativo y privado) que atraiga tanto al capital nacional que está dentro y fuera del país como a inversores extranjeros.

Aunque el futuro que prefiero es el tercero, paréceme el más improbable. Espero equivocarme.

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