La CTC y su convocatoria en el Día de los Trabajadores

Por Alina Bárbara López Hernández  «No esperaba mucho del XXI Congreso de la CTC, ya lo dije. Pero no esperaba tan poco. Sobre todo no esperaba un acto de suplantación similar al que realiza un ventrílocuo en una función de circo. La burocracia puso a hablar con su discurso a una representación obrera que, cual boca de Saurón, repitió consignas y asumió compromisos que no está en sus manos cumplir: priorizar las exportacionesautoabastecernos en los municipiosdisminuir importaciones, controlar los plazos de las inversiones, lograr encadenamientos productivos 

Por Alina Bárbara López Hernández 

Desde que la fecha del 1ro de mayo apuntó en el horizonte, comenzamos a escuchar la invitación a celebrarla. Este año, debido a la pandemia, volverá a ser virtual. El secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), Ulises Guilarte de Nacimiento —con el exuberante entusiasmo que lo caracteriza—, llamó al movimiento sindical a hacerse eco de la celebración.

Los periódicos y sitios digitales divulgaron la convocatoria del secretariado nacional. El programa televisivo Mesa Redonda de ayer se dedicó al asunto. En esta oportunidad, el lema que preside la conmemoración es «Una Patria viva, unida y victoriosa».

Dos obstáculos han sido reconocidos: «un escenario complejo y desafiante, caracterizado por el criminal, injustificado e inhumano bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de Estados Unidos (…) a lo que se suman los efectos de una pandemia mundial». Quien esperara una crítica, aunque fuera tímida, sobre decisiones internas erróneas o demora en las reformas, quedó defraudado.

Según el secretariado nacional, ambas condiciones explican: «una elevada contracción de la economía y el consiguiente desabastecimiento del mercado interno, lo que ha provocado la elevación de los precios y una disminución de la capacidad de compra del salario, así como la paralización o intermitencia de los procesos productivos del plantel industrial, generando la ralentalización de nuestros programas de desarrollo».

Ventrílocuos

Nadie crea sin embargo, que la dirigencia sindical transmite pesimismo. Todo lo contrario: «nos alienta la profunda convicción de que solo los que luchan, resisten y no se rinden tienen derecho a triunfar (…)». Además, aclara que:

«se han introducido sustantivas transformaciones en el escenario laboral, con la aprobación de las medidas dirigidas a dotar de mayor autonomía a la empresa estatal socialista, la aplicación de una nueva política para el perfeccionamiento del sector no estatal y la puesta en marcha de la Tarea Ordenamiento, las que, en su conjunto, se convierten en fortalezas, y sin dejar de reconocer las insuficiencias que persisten, aportan respuestas a los acuerdos del XXI Congreso de la CTC».

Ya que fue mencionado el XXI Congreso, me encantaría que alguno de nuestros sindicalistas esclareciera cuáles de sus acuerdos han sido respondidos de cara a la fecha de hoy. En aquel momento esta fue mi impresión del referido cónclave, plasmada en el artículo Ventrílocuos:

«No esperaba mucho del XXI Congreso de la CTC, ya lo dije. Pero no esperaba tan poco. Sobre todo no esperaba un acto de suplantación similar al que realiza un ventrílocuo en una función de circo. La burocracia puso a hablar con su discurso a una representación obrera que, cual boca de Saurón, repitió consignas y asumió compromisos que no está en sus manos cumplir: priorizar las exportacionesautoabastecernos en los municipiosdisminuir importaciones, controlar los plazos de las inversiones, lograr encadenamientos productivos… 

Ni siquiera a nivel de los centros de trabajo es posible para un trabajador el control de los planes de producción; mucho menos sensato es admitir —como lo acaba de hacer la dirigencia obrera en el congreso—, que pueden arrogarse una mirada macro, que se erige incluso por encima de los ministerios y depende, por estratégica, de los más altos niveles políticos de dirección.

Los delegados al congreso parecían alumnos aplicados. Recibieron conferencias impartidas por varios ministros y funcionarios. No debatieron el tema de la edad de jubilación, reclamo masivo de cubanas y cubanos, pero escucharon imperturbables a la ministra de trabajo y seguridad social decir que “no sería descabellado” aumentarla nuevamente —“aunque no en un corto plazo—, pues el país necesita fuerza laboral en consonancia con las tendencias demográficas”. En otro contexto una declaración como esa hubiera conllevado, como mínimo, a que la dirigencia sindical acordara un paro laboral indefinido. Desgraciadamente esas actitudes son apropiadas para los obreros que enfrentan al capitalismo salvaje, no para nosotros que tenemos garantizados todos los derechos».

Confirmación

Que la dirigencia sindical pretenda ahora, dos años después del XXI Congreso de la CTC, montarse en el carro de la Tarea Ordenamiento y sugerir que en aquella reunión se enfatizó en la necesidad de una reforma salarial, evidencia, sencillamente, un oportunismo falaz.

A pesar de que fue exigida en las asambleas de sindicalizados previas al congreso, y que hubiera sido menos traumática en aquel momento que en las condiciones actuales; la reforma salarial no fue ni mencionada por los representantes de los trabajadores. Así lo manifesté entonces, tomando la experiencia del debate pre-congreso en mi sección sindical:

«En cuanto se mencionó la palabra salario, las dos funcionarias de la CTC que estaban presentes explicaron que en el seminario de preparación que se les diera para la discusión del documento, les orientaron que debían transmitirle a los trabajadores que el congreso no podía comprometerse a discutir dos temas: el aumento de salarios y la edad de jubilación. Según argumentaron, la economía “no estaba en condiciones” de atender esas problemáticas con inmediatez».

Durante el XXI Congreso, la burocracia sindical perseveró en su falta de apoyo a las bases. Por si fuera poco, el propio secretario general de la CTC traicionó estás declaraciones que había hecho el 29 de enero de 2018 en una Mesa Redonda, ¡apenas cuatro meses antes del Congreso!:

«Durante todo este año se estarán identificando, en los debates al interior de los colectivos laborales, las preocupaciones y demandas que los propios trabajadores quieran que se traten en el congreso de los trabajadores. 

La mayor preocupación de los trabajadores es, sin dudas, el salario y su insuficiente capacidad de compra, hay que ponerlo como tema sobre la mesa por su impacto en la apatía, la falta de promoción en los cuadros de dirección, además de que se han perdido más de 300 mil obreros de alta calificación en el país que se mueven en la búsqueda de una mejor retribución salarial (…)»

Ni un debate transcendió de la magna cita que hiciera pensar en la seriedad de la dirigencia de la CTC y en su supuesto compromiso con los trabajadores. Tanto fue así, que ya clausurado el Congreso, en el programa Mesa Redonda previo al primero de mayo del 2018, Guilarte de Nacimiento admitió que existían inconformidades por no haber abordado ese tema.

Puesta en escena

Pero volviendo a la convocatoria actual, podemos constatar que tiene otras muchas inconsecuencias. El mensaje del secretariado de la CTC afirma que este 1ro de mayo será «importante escenario para ratificar el testimonio de gratitud a los trabajadores de la Salud y de la Ciencia por su consagración y aporte al cuidado de la vida de cubanos y ciudadanos de más de 46 países en el mundo (…)».

Es vergonzosa la falta de coherencia mostrada entre tal declaración y el hecho de que hace apenas dos días, cuando se entregó póstumamente la condición de Héroe del Trabajo de la República de Cuba, no la recibió un solo médico o miembro del personal de la Salud de los que han fallecido en la lucha contra la Covid-19, y sí un importante funcionario militar.

No podía faltar la solidaridad con los trabajadores del mundo y con otras organizaciones sindicales que son «víctimas de las políticas neoliberales, y defienden con firmeza la justicia y la recuperación de sus derechos laborales y prestaciones sociales».

Los burócratas sindicales debieran actualizar su discurso al nuevo contexto pandémico, y posiblemente post-pandémico. Si algo está fuera de moda en este período es el neoliberalismo. Los Estados, asolados por la pandemia, han debido asumir mayores responsabilidades y concebir una política de atención social.

Algunos economistas hablan de las medidas de Biden en apenas cien días en el poder, como de la mayor intervención del Estado en la economía desde Roosevelt a la fecha. En Europa, la derecha despotrica ante la intervención estatal, que ha debido no solamente incrementar los enormes gastos públicos, sino incluso, en ciertos casos, auxiliar a la empresa privada.  

Los maestros y los años que el ordenamiento no paga

A contracorriente de su realidad inmediata, el secretariado de la CTC sigue viendo la paja en el ojo ajeno, preocupado y solidario por el movimiento sindical internacional. Mientras, ha hecho mutis ante la abolición de derechos consagrados por décadas por el movimiento sindical cubano desde los primeros años de la Revolución, como el pago de la antigüedad a los profesores. Tampoco han sido capaces de oponerse al modo en que las jubilaciones de antiguos sindicalizados se han convertido en agua y sal.

Tanto se echa a ver la incapacidad de los sindicatos y su inoperancia, que mi propuesta es la misma del Che el 5 de diciembre de 1964, en la última de sus reuniones bimestrales en el Ministerio de Industrias:

«(…) en el momento actual yo diría, incluso, que ya los sindicatos podían dejar de existir; en un tiempo que se probara la acción de los Consejos. Podrían dejar de existir y  traspasar sus funciones a los Consejos de Justicia Laboral, que se le agregarían algunas tareas concretas y la gente sería elegida. Realmente, seguro que si nosotros hiciéramos una encuesta, todo el mundo estaría de acuerdo con eso. Los únicos que no estarían de acuerdo, una cosa efectiva, humana, pero mala, es la burocracia sindical que se ha creado (…)». El Che en la Revolución cubana, t. VI., Editorial José Martí, 2015.

Desgraciadamente, dicha burocracia, lejos de desaparecer, mantiene a su máximo representante en el Buró Político; aunque no debe olvidarse que Guilarte de Nacimiento es un cuadro partidista devenido líder sindical por obra y gracia de la política de cuadros.

Dirigentes como él, y como tantos otros supuestos representantes de los sindicatos, muestran que esa organización es en verdad un lastre que parasita a los trabajadores, los cuales deben cotizar cada mes con un porciento del salario ahora incrementado tras la Tarea Ordenamiento.

Realmente, no hay nada que celebrar este año por el movimiento sindical cubano. Si acaso, pensar en una refundación.

AUTORA

Alina B. López Hernández es Pofesora y Tutora de Antropología Sociocultural y una excelente Cientista Social y Política (socióloga y politóloga) de la Universidad de Matanzas. Miembro  Académico Correspondiente Nacional de la Academia de Historia de Cuba. Ademas de analista sociopolítica laureada de La Joven Cuba. Para contactar con la autora: [email protected]

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