LA RELACIÓN ESTADOS UNIDOS-ARABIA SAUDÍ, ¿NUEVA POLÍTICA NORTEAMERICANA O ESTRATEGIA SAUDÍ?

Por Patricia Jdls.                                                –                Fuente  GIASP

El pasado 20 de mayo el presidente estadounidense, Donald Trump, llegaba a Arabia Saudí a realizar la que sería su primera visita oficial al país aliado. A pesar de los continuos ataques que el Presidente realizó durante su campaña electoral contra la corona saudí, acusándola incluso de estar detrás de los atentados que el 11 de Septiembre de 2001 golpearon a Estados Unidos y al resto de Occidente, Donald Trump utilizó Riad como el punto de partida de su “gira” internacional.

La visita al país del Rey Salmán vino acompañada del anuncio de la creación de una alianza político- militar formada por Estados Unidos y los países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo, así como otros países musulmanes de gobierno sunní. En el encuentro, también se llegó a acuerdos de negocio y, principalmente, se marcó una clara hoja de ruta que determina el devenir de la política exterior estadounidense.

En definitiva, entre las implicaciones de la visita oficial del presidente de Estados Unidos a Arabia Saudí destacan las siguientes.

  • La implicación más populista y directa sacada del análisis de la visita es el apaciguamiento que supone para la comunidad musulmana este acercamiento del presidente Trump. En el contexto de lucha internacional contra el extremismo islámico, en cuyo discurso ha incluido el presidente en numerosas ocasiones al conjunto de la población musulmana, la visita a Arabia Saudí de Trump puede verse para la comunidad que abraza el Islam como una forma de demostrar su tolerancia y, por ende, la tolerancia de Estados Unidos.

  • El posicionamiento estratégico a favor de Arabia Saudí en el contexto bélico de oriente en el que la verdadera lucha por el poder se reduce a la competencia entre las comunidades sunní y chií deja fuera a Irán en el panorama de alianzas con Occidente. Si bien Europa podría tomar parte en el conflicto a favor del líder chií por excelencia, el posicionamiento estadounidense siempre ha abanderado la hoja de ruta occidental.

 Ya en Yemen, Estados Unidos ha demostrado su apoyo a la comunidad sunní, al luchar junto con Arabia Saudí y otros grupos insurgentes armados contra la facción chií de los huthies. No es baladí la relación que mantiene Estados Unidos con Israel para comprender esta aproximación a los estados predominantemente sunnís, en detrimento de Irán o Líbano, enemigos declarados del estado judío. Para ello también ha tenido Estados Unidos que paralizar el cambio de embajada que, tal y como defendió el presidente, iba a realizarse durante su mandato a Jerusalén. Arabia Saudí y, por ende, la comunidad árabe, aceptaría la amistad israelo- americana, pero no permitiría la irrisoria mudanza, en detrimento del gobierno árabe palestino.

  • El ámbito económico también ha estado presente en la visita oficial. Donald Trump y el Rey Salman ha firmado un acuerdo armamentístico a partir del cual se ha contratado, por un importe de 110.000 millones de dólares, el envío de aviones, barcos, bombas guiadas de alta precisión y un sistema de radas diseñado para derribar misiles. Para justificar Donald Trump este acuerdo[1]el presidente ha recurrido a la fómula “Make America Great Again”, alegando la importancia del acuerdo para el desarrollo económico de Estados Unidos así como para la creación de puestos de trabajo.

 Pero, para Estados Unidos, este acuerdo armamentístico podría garantizar la seguridad del frente americano en los conflictos bélicos de oriente en los que participa. Vender armamento a Arabia Saudí podría ser su salvaguarda para evitar que ese armamento fuera utilizado en su contra. En este sentido, cabe resaltar la participación estadounidense en Irak, estado en el que se encuentra desplegada la Operación Inherent Resolve para la lucha contra el terrorismo. Irak sirve de estado tapón para evitar la confrontación directa entre Arabia Saudí e Irán. Posicionarse a favor de Estados Unidos en Irak, teniendo en cuenta la más que posible resolución del conflicto a medio plazo en manos de la Coalición Internacional, garantizaría a Arabia Saudí un papel determinante en el devenir político de Irak, que en los últimos años ha estado gobernado por chiíes, y que cuenta con mayor influencia directa de Irán entre su población.

 Desde el punto de vista también económico, no se debe obviar que la visita de Donald Trump se produjo días antes de la reunión de la OPEP. El anuncio que realizó Donald Trump sobre su intención de poner en venta la mitad de las reservas estratégicas de petróleo provocó que días después la OPEP mantuviera los recortes sobre la producción del crudo, además de situar a Estados Unidos como un nuevo actor activo en la lucha por la hegemonía petrolera.  En este sentido, tener a Estados Unidos como aliado para Arabia Saudí, aunque sea al margen de la OPEP, garantizaría de nuevo la hegemonía, también petrolera, de Arabia Saudí frente a la facción chií encabezada por Irán.

Pese a que podría parecer que Donald Trump pretende guiar la política exterior estadounidense a partir de las nuevas relaciones con los países sunnís, el análisis muestra que es Arabia Saudí quien, guiándose por sus intereses de contrarrestar el poder de Irán y asegurar su hegemonía regional y con respecto a la comunidad musulmana global, ha aprovechado el interés del presidente americano de distanciarse de sus aliados tradicionales europeos para sacar partida de unos Estados Unidos que, tras el nuevo gobierno, aún no han establecido los objetivos que guíen su hoja de ruta en política exterior.

“Esta administración tiene una visión que encaja en la visión del reino sobre el papel de EEUU en el mundo, la erradicación del terrorismo, la confrontación con Irán, la reconstrucción de las relaciones con aliados tradicionales y el comercio y las inversiones” Adel al Jubeir, Ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí.

[1] Se recuerda que Donald Trump acusó al ex presidente Obama, en el año 2016, de haber financiado al terrorismo islámico por mantener la venta de armas con Arabia Saudí y otros países árabes.

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